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AIRBOURNE + ´77 en Madrid

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Airbourne

+’77

Miercoles 24 de Febrero de 2010 – Sala Joy Slava – Madrid

Nunca me han gustado las etiquetas, casi siempre exageradas, que ensalzan a los nuevos grupos que de alguna manera consiguen sacar la cabeza más que el resto en esta lucha casi obligada en ser los primeros en sustituir a las vacas sagradas que, por la lógica del tiempo, poquito a poco van viendo como su estrella empieza a tener fecha de caducidad. De todas formas, de vez en cuando surge algún grupo que parece que sí tiene más visos de convertirse en realidad futura, y por supuesto que, si tenemos que apostar por uno a nivel de hard rock y rock guitarrero de siempre, estos son los australianos AIRBOURNE. De hecho, con su primer disco pegaron un superpelotazo (con acertado apoyo de una importante discográfica detrás, que al final sólo Internet y el boca a boca no vale cuando hablamos de palabras mayores), que han refrendado sin duda paulatinamente con sus correspondientes giras, visitas en festivales, videoclips (y es que el de «Runnin’wild», con Lemmy haciendo de gamberro conductor de camión es impagable) y la edición dentro de muy poco de su segundo trabajo, «No guts, no glory». De hecho, de alguna manera era el que nos venían a presentar esta vez, aunque aún no haya salido a la venta…

Airbourne - Foto: Sergio Albert
Airbourne - Foto: Sergio Albert

La verdad es que había muchas, muchísimas ganas de verles en Madrid, después de su visita al Kobetasonik hace un par de años (impresionante) y que en su gira anterior sólo pasaran por Barcelona hace más o menos un año. Y más cuando supimos que venían acompañados de los fantásticos ’77, una muy joven formación catalana pero que darán muchísimo que hablar en el futuro, ¡vaya que sí!, siendo para mí la mejor banda de versiones de AC/DC (época Bon Scott) que he visto en directo… pero tocando temas propios. ¿Resultado?, «sold-out» desde hacía varios días en la capital y  conciertazo doble de impresión de los que se quedan en la retina (y en el cuello) mucho tiempo.

Comencemos comentando que efectivamente la sala estaba hasta arriba, con público más que variado (roqueros, heavies, «gente normal», bastante público joven también, «viejas glorias»…), demostrando que AIRBOURNE han calado por igual entre todos los sectores del rock, lo cuál es muy buena señal. Además, que gobernaba el escenario un inmenso telón en tonos amarillos, como en la portada del segundo álbum de los australianos, pero con el camión «conducido por Lemmy» en primera línea atacándonos de frente y a punto de atropellarnos como efectivamente ocurriría un rato después (siguiendo al 100% con la máxima de «take no prisoners», ¿qué esperábamos?). Y también quiero decir que me encantó ver tanto movimiento de la gente en la pista, haciendo que fuera una olla a presión, una mezcla de sudor, bailes y sonrisas, además de macarreo a tope (y con la gente cantando todos los temas, incluso los más nuevos), que sinceramente echaba mucho, muchísimo de menos en los conciertos en nuestros país en los últimos meses e incluso años, como he comentado otras veces. Incluso veíamos al final del concierto salir del hervidero a chicos y chicas sin camiseta, sudando como pollos pero con esa sonrisa de las veces que te lo has pasado realmente bien y la típica frase de «¡uff, qué pasada!» inmediata en los labios. En definitiva, movimiento y actividad, señores/as, que parece que estamos perdiendo las ganas de disfrutar en los conciertos y volviéndonos un público exquisito y frío más propio de eventos de música clásica, jazz o lo que sea que de verdaderas descargas eléctricas y enérgicas como se supone que tienen que ser los buenos conciertos de rock.

Airbourne - Foto: Sergio Albert
Airbourne - Foto: Sergio Albert

Todavía con bastante gente entrando en la sala, echando un vistazo al merchan (muy guapas camisetas de AIRBOURNE, por cierto, aunque también eché de menos el que tuvieran ya disponibles para la gira algunas copias de su nuevo álbum… y si es en vinilo mejor, claro, jeje… pero el disco no sale hasta abril así que era comprensible), comenzaba la velada la banda liderada por los hermanos Valeta (hoy iba de hermanos, ¿homenajeando a los Young?) muy puntuales a las 20:30 para ofrecernos una descarga de puro rock n’roll que nos dejó a todos con la boca abierta durante la media hora/cuarenta minutos que estuvieron en escena.

Es más, la primera impresión que vino a mi cabeza prometo que fue estar viendo un videoclip del año 77 (haciendo un guiño al nombre de la banda… que tiene mucho que ver con esta idea, por supuesto), tanto a nivel musical como sobre todo estético, con la banda con imagen y equipamiento 100% vintage (incluso con una Grestch «modelo Malcolm» nada fácil de ver actualmente fuera del entorno de AC/DC, y un antiguo bajo Rickenbacker porque Mark Evans, bajista original de AC/DC antes de la entrada de Ciff Williams, era el que tocaba). Y me quito el sombrero ante la calidad de esta banda que se merecen YA lo máximo, con una calidad, sonido y actitud que puso la sala patas arriba desde el principio, siendo teloneros y no demasiado conocidos aún por mucha de la gente que iba alucinando según entraba en la sala. Como única pega que les pongo, es que tratan de ser tan, tan, tan similares a sus ídolos, que a veces se olvidan de que no son AC/DC sino ’77, porque les clavan en sonido, imagen, movimientos, poses… y a veces ya digo que por muy bien que lo hagan, ese último puntito de personalidad propia les terminaría de empujar donde se merecen.

De todos modos, el concierto fue de traca, con un gran sonido y una colección de temas de su reciente y fantástico debút, «21th Century rock», que nos dejó a todos boquiabiertos, demostrando que esta banda tiene que subir puestos a pasos agigantados. Por citar algún momento en concreto, me quedo con el hecho de los juegos de LG «Angus» Valeta, tocando incluso entre el público (por supuesto en pantalón corto y sin camiseta), y temas como «Gimme rock n’roll», o un tema homenaje a Bon Scott (que si no me equivoco irá en el próximo trabajo de la banda), al que recordaron en el reciente 30 aniversario de su muerte, además de la movida «Shake it down» o la divertida «Big smoker pig», con la que creo recordar que cerraron su actuación entre más que merecidos aplausos y demostrando que se metieron a la gente en el bolsillo como pocas veces se ve en una banda telonera.

Airbourne - Foto: Sergio Albert
Airbourne - Foto: Sergio Albert

Y vamos ya con los protagonistas de la noche, unos AIRBOURNE que dieron toda una lección de cómo debe de ser un concierto de rock n’roll en directo: diversión, actitud, buen nivel instrumental, temazos y un punto de locura que nos devuelva a los tiempos en los que el rock no era serio ni respetable: Cuatro jóvenes australianos sudando encima del escenario, dándonos cera continua y mezclando en el aire su sudor con el nuestro para completar una hora y media justita pero de las que te dejan más que satisfechos y pensando «así sí». Me gustó mirar al escenario en algún momento y darme cuenta que tenía delante a cuatro chavales (que a nadie se le olvide que en la banda no sé si alguno pasará de los 25), disfrutando incluso más que el público, tocando la música que les hace felices, con temas que se te meten directamente en el cerebro y que no puedes dejar de corear ni menear la cabeza y/o el tacón a su ritmo, y con «sólo» una torre de Marshalls detrás y el enorme telón que digo… Ya lo decían los Stones hace muchos años: es sólo rock n’roll pero me gusta. Y como tal, así podríamos resumir el concierto, aderezándolo quizás con detalles sin importancia como que comenzó sonando algo peor (con algún incómodo acople incluso) o que se dejaron fuera los que para mí son los mejores temas de su segundo trabajo: «Raise the flag» y «It ain’t over till’it is over», pero vamos, menudeces con respecto al conciertazo que nos dieron los australianos, pura energía, diversión y sudor en directo, no los puedo definir de otra manera… bueno sí, con una frase que me dijo un amigo que me encantó: los mejores representantes del rock taleguero australiano, como buenos herederos de ROSE TATTO, RADIO BIRDMAN y por supuesto AC/DC…

Comenzaron directamente con la gran «Stand up for rock n’roll» y efectivamente se dio el pistoletazo de salida para que no paráramos de saltar, menear el culo y vitorear a una banda que en directo son un cañón. Comentar que tocaron su primer trabajo prácticamente entero, y del segundo nos presentaron ya otros 4 o 5 temas que, teniendo en cuenta que en principio la gente no los había oído, recibieron una respuesta esplendida. Tras la pregunta de un gran frontman como es Joel O’Keefe (sin camiseta, pantalones ajustados, melena rizada al viento y blandiendo su Explorer blanca… sustituida por una SG negra curiosamente en los temas más AC/DC) sobre si Madrid era una ciudad roquera, nos atacan directamente con «Fat city», mejorando un tanto ya el sonido para la fantástica «Diamond on the rough»… Del último, me quedo sin duda con el corte que abre, «Born to kill», pura caña, boogie rock y electricidad en directo, aunque también funcionaron muy bien temas más rítmicos y herederos de AC/DC como «Chewing the fat» o la más conocida, porque es el primer single, «No way but the hard way», pura declaración de intenciones, aunque quizás me gustó menos en directo que otros momentos del show.

Aún así, es imposible no moverte con la fuerza de temas como «Girls in black» y el ataque continuo de los australianos (por cierto, me encantó el batería, Ryan, poderoso y rotundo, y marcando en todo momento el sonido de la banda), que además fue el momento loco total de la noche (esperado por todos, todo sea dicho) cuando el cantante se subió ¡guitarra en mano! a la platea de la sala, apoyándose como pudo en una zona de cableado (y a punto estuvo de caerse, las cosas como son), para recorrerse después todo el pasillo superior tocando entre la gente y desatando la locura entre el respetable, especialmente entre los que conocían la afición de Joel O’Keefe por este tipo de acciones. Impresionante también la vista desde abajo del tío con prácticamente todo el cuerpo colgado de la barandilla, mirando abajo, arengando a la gente y todo ello sin dejar de tocar, macarrear y sonreír… impresionante, os lo aseguro.

Íbamos ya llegando a la parte final del concierto, mientras empapados en sudor, ellos los primeros, seguían demostrando que son puros animales de escenario (y ya con toda la sala en el bolsillo entregados a la evidencia: que son un grupazo como hace años que no salía). Sería la fantástica «Heartbreaker», uno de los temas más movidos de su primer álbum, la encargada de poner punto y seguido al concierto, además dedicada a todas las «beautiful girls» de la sala… que había unas cuantas, por cierto; para rematar antes de los bises con la coreadísima «Too much, too young, too fast», con Joel tocando el sólo literalmente encima de la gente y cambiando la letra por un «in Madrid the rock n’roll is alive»… ¡y qué razón tenía!

Airbourne - Foto: Sergio Albert

Tras unos breves pero más que sinceros y merecidos «oés, oés» (que les encantan a los «guiris», ¿o no?), volvían de la mano de su ya inmortal «Runnin’wild» que terminó de rematar al que incomprensiblemente permaneciera impasible viendo el aluvión de rock que nos empapaba desde hacía más de una hora. Además, para seguir con los tópicos de lo que debe ser un concierto de rock, pura diversión, no faltaron las cervezas que Joel fue abriendo (alguna incluso a cabezazos… ahora entiendo porqué le dolía la cabeza al día siguiente, jeje), bebiendo y tirando al público, especialmente al hervidero que eran las primeras filas, locos con los australianos, os lo aseguro. Pero todo concierto tiene su final, y la elegida para cerrar fue «Blackjack», dedicada a «todos los locos fans de allí abajo», y tras la frase y el preceptivo «un, dos, tres», llegó la ración de caña a piñón para cerrar un concierto impresionante, de los que lamentablemente cada vez vemos menos, demostrando el tópico de que, por una vez, quizás las previsiones de «próxima banda grande» con AIRBOURNE quizás sean más acertadas que en otras ocasiones mucho más gratuitas. Además, estoy convencido de que la próxima vez vendrán a un sitio más grande, y molará, vale, pero seguro que no es lo mismo que el día que acabamos regados en cerveza «australiana» (aunque era Mahou, jeje) e impregnados del sudor de una banda increíble tocando tan cerca de nosotros en una sala.

Lástima, y lo digo de corazón, que por enfermedad (resaca o simple agotamiento) del cantante/guitarrista (que no es manco ni mucho menos tocando, por cierto, que no lo había comentado), la gente de Bilbao y Barcelona no pudieran disfrutar del ciclón que son AIRBOURNE en directo. Al menos en Madrid pudimos dar fé que sí, que hay mucha vida una vez que Brian Johnson, Angus y compañía digan «hasta siempre»… Y lo digo por ambas BANDAS (sí, en mayúsculas), ojo, que ’77 lo tienen todo pero hacerles competencia a los australianos en un futuro no muy lejano. Gran, gran noche de Hard Rock en Madrid, ¡lujazo!

David Esquitino (david_esquitino@rafabasa.com)

 

 


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