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+ THE MIRAGE
Sábado 16 de Enero de 2010 – Sala La Riviera – Madrid
Con un ambientazo como el de las mejores noches y dos claros colores (amarillo y negro, por supuesto) sobrevolando rotundamente el amplio coliseo madrileño, se presentaban STRYPER en Madrid en esa gira especial de 25 aniversario que todos llevábamos meses esperando (y es que la última vez databa de finales de 2007… que, al menos en la capital, fue en una desbordada Joy Slava, como muchos recordamos).
Además de su leyenda, clase y el status de banda absolutamente histórica y, pese a todo, poco a vista por estos lares (aunque realmente fuera su cuarta visita desde 2003, tras Lorca 2005, Atarfe 2006 y gira «Reborn» en 2007… y eso que Michel dijo «tercera», jeje), venían con el aliciente extra de la reunión para la gira de la formación original, con la vuelta de un Tim Gaines que, al igual que sus 3 compañeros de parroquia, si me permitís la broma, demostró estar a un nivel superior, de músico de categoría extra y por encima del punto simplemente medio que más veces de las deseadas vemos encima de los escenarios todos los meses. Y es que por muchas críticas, controversias y demás que se puedan haber vertido históricamente sobre la banda cristiana más famosa de la escena, lo que es impepinable es que son una de las formaciones más legendarias, clásicas y con más calidad que hemos podido ver en nuestro país desde hace muchos años…
Ya, ya sé ,que la mayoría estáis pensando que la rácana hora y cuarto de show empañó todo esto y que nos dejó a todos con la sensación agridulce de cierta tomadura de pelo con la excusa del 25 aniversario detrás… Y por supuesto que no le quito la razón a nadie que lo piense, pero por otro lado yo sigo embobado recordando la rotunda demostración de poderío, clase y categoría pata negra que mostraron los califonianos especialmente en los primeros 45 minutos de concierto, empalmando pedazos de historia uno detrás de otro (con un par de concesiones a su reciente e interesante «Murder by pride») y demostrando que tanto como banda como individualmente son de lo mejor que hay y ha habido nunca en la escena del heavy metal mundial (y uso el término a propósito, porque por mucho saco de hard rock en el que se les quiera meter, no hay más que verles en directo para no poder negar la evidencia, sección baladística aparte)… y es que suenan como un cañón.
Además, es una gozada ver a ese tal «Miguelito el Dulce» dominando el escenario, tocando emocionado y sobre todo cantando como lo que es, una de las referencias absolutas del estilo (y encima físicamente se conserva increíble, mejor que nunca, incluso levantando más de un suspiro entre las muchas féminas, jóvenes y no tan jóvenes, que pululaban por la sala). De su compañero Oz Fox, digo lo mismo (menos lo de los suspiros, jeje, y eso que vuelve a ser a llevar su rizada melena al viento y a vestir de cuero como en su primera época), todo un crack con su guitarra personalizada «Oz Foxx 777» en ristre, y aportando muchísima personalidad y poderío a la derecha de «Dios Padre Todopoderoso» (y es que en STRYPER el jefe es y ha sido siempre Michael Sweet). Y aparte de los halagos obvios a las cabezas mas visibles, yo me quito el sombrero ante un batería extraordinario como siempre ha sido Robert Sweet, espectacular tanto a nivel visual (por supuesto con su batería de lado y su eterna melena rubio platino que no para de menearse desbocada entre bombos y platillos bendecidos) como técnico, posiblemente uno de los baterías menos reconocidos e infravalorados de la escena. Y la novedad es este caso, como decía al principio, era la vuelta de Tim Gaines al redil, con menos pelo (o más frente, según se mire) y planta que antaño pero demostrando que era una pieza esencial en la maquinaria de STRYPER (y eso que Tracie Ferrie lo hizo muy bien, pero al final se nota que la química de las formaciones originales es especial), especialmente a nivel de los coros, y es que si Michael es un vocalista soberbio, lo de Tim Gaines (y también Oz, las cosas como son) a los coros es de mentar a Yahvé una y otra vez, ¡qué crack el tío!… Y por cierto, se le vio realmente disfrutando de volver a tocar con sus compañeros.
Por cierto, hay que comentar que los solventes teloneros fueron los gallegos THE MIRAGE, una interesante formación hardroquera de Vigo que editaban a principios/mediados de año un jugoso «rEVOLUCIÓN», que tuvo muy buenas críticas entonces y a los que me había quedado con ganas de ver en directo desde que los descubrí. Y lo cierto es que se cumplieron mis buenas expectativas con ellos, demostrando que son tan buenos en directo como en disco, con una formación clásica de dos guitarras, bajo, batería, buen cantante, Marshalls y rock n´roll guitarrero de toda la vida para calentar el bendecido escenario antes de la llegada de los «elegidos».
Sonaron bastante bien, recibieron buena atención del respetable y se permitieron el lujo de jugar con la gente, en el buen sentido, por supuesto, además de regalarnos una guapa versión del «Siempre estáis ahí» de BARÓN (que veremos en pocos interpretada por los maestros en el mismo escenario, ¡qué ganas!). Aparte de esto, destacar que le dieron cancha sobre todo a su reciente trabajo y particularmente me quedé con temas como «Has jugado con juego» , «No soy diferente a ti» o una más alargada «Nada como el rock n´roll», con la que creo recordar que remataron no sin antes recordarnos Mandi sonriendo que había visto con sus propios ojos como el escenario había sido bendecido horas antes por los protagonistas de la noche… Y por cierto, que no se me olvide comentar el detalle, que me llamó muchísimo la atención por totalmente inesperado, de la camiseta de los ZERO de Jose Antonio Manzano que portaba el cantante, ¡buen guiño al heavy nacional y ochentero, leñe! Buen concierto en definitiva y una banda a la que hay que prestarles mucha atención en una escena roquera nacional que con grupos como ELDORADO, ellos mismos o UZZUAHÏA (con muchas similitudes sonoras entre ambos, las cosas como son) están abriéndose un hueco más que merecido dentro de nuestra escena actual.
Pero evidentemente La Riviera estaba completamente llena, como en las mejores ocasiones, que os decía al principio (como por ejemplo ocurrió también con EUROPE el pasado viernes, u ocurrirá con BARÓN el próximo sábado), para ver a los «abejorros», a unos STRYPER que, por h o por b, en España se les tiene un cariño y estima especial (y eso que no somos un país precisamente caracterizado por ser demasiado religiosos, como sí puede ocurrir en algunos lugares de Latinoamérica que les veneran entre otras por esto)… Comenzaron «a degüello» a eso de las 9 de la noche directamente con ese inmortal «Soldiers under command» que levantó un aullido de impresión que se debió oír hasta en la otra punta de la ciudad, ¡madre mía que buen recibimiento!
Además, fue un lujazo verles vestidos 100% para la ocasión, actualizando su vestimenta ochentera pero sin dejar de jugar con su clásico amarillo y negro marca de la casa, desde el punto más elegante de Michael o Tim, al punto más «jebilón» de Oz, encuerado (aunque la chupa sólo le duró un par de temas, y es que hacía calor en la sala, vaya que sí lo hacía) y haciendo poses sin parar demostrando que, para bien o para mal, la bandera metalera de la banda la porta él… sin olvidarnos de Robert, que incluso sacaría su famosa gorra de policía luego al final del concierto, aunque por ejemplo esta vez no llevaba sus habituales detalles de rallas en la batería, que era totalmente negra. Y puestos a destacar la imagen, creo que no fui el único que me quedé mirando embobado las guitarras de Michael y Oz, que además de sonar como los ángeles (pero enrabietados, jaja), visualmente siguen siendo una pasada, totalmente «Stryper custom» y modelos Explorer y Flying, ¡cómo en sus mejores tiempos!… Y es que a veces los grupos se olvidan tanto de sus señas de identidad clásicas como de que en un concierto la imagen siempre juega un papel importante, y STRYPER siempre han sabido aprovechar muy bien este tema, por muchas estridencias y detalles cuasihorteras (aunque con mucho encanto, las cosas como son) de su época clásica. Eso sí, por el contrario, esta vez el escenario aparecía pelón, pelón, sin sus habituales telones a rallas, ni tan siquiera un mínimo telón conmemorativo o lo que fuera, una pena…
De todas formas, como decía al principio, los primeros 45 minutos del concierto fueron perfectos, rotundos, soberbios, incontestables y cualquier adjetivo superlativo que se os ocurra, pero es que de verdad que fue de traca, con una banda sonando absolutamente magistral, con una limpieza y calidad que asustaba, sin dejar de lado ni por un segundo la actitud. De hecho, me recuerdo a mí mismo diciéndole continuamente a un par de amigos con los que ví el concierto «¡cómo tocan, cómo cantan, qué pasada!» . Perfecto, como decía, y es que no se me ocurre una palabra mejor, llevando además en volandas a un público que estaba entregadísimo, cantando todos los temas, en un detalle que me sorprendió porque cada vez es menos habitual, sobre todo en las visitas «guiris» , y mostrando esa satisfacción única en las caras que sólo sale en los conciertos especiales.
Pero es que iban cayendo temas y era como pensar que el cielo del que hablan en las letras era algo parecido a lo que estábamos viviendo, con una comunión entre banda y público maravillosa. «Soldiers under command», «Murder by pride», y de repente atacan sin parar con «Loud and clear»… y yo todavía en el foso haciendo fotos, ¡no puede ser!… Con «The rock tha makes you roll» y «Reach out» aquello se venía abajo… y de repente era el momento del punto más pegadizo de «Calling on you» (y eso que es hasta bizarro a veces escuchar a toda una horda de heavies y roqueros cantando los estribillos cristianos «a saco», ¿qué no?) y «Free» que, aunque Michael cantaba por encima, toda la sala le hacía los coros de maravilla y nuestro corazoncito cada vez palpitando más fuerte hasta que «More than a man», para mí sin duda de sus joyas absolutas (y eso que es de sus himnos más netamente religiosos), volvía a dejar bien claro que STRYPER son una banda de HEAVY METAL con todas las letras (y aunque sea repetitivo, Michael ya se había ganado el premio de mejor vocalista del año en directo hacía un rato).
La sorpresa, tras tirar unas cuantas Biblias, jeje, vino con el guiño a JUDAS PRIEST con la media interpretación de «Breaking the law» (primero nos dijo Michael que si nos gustaban, como a ellos, VAN HALEN, WHITESNAKE o… ¡JUDAS PRIEST!… y os podéis imaginar la respuesta…) Tras el puntazo de ver a STRYPER atacando el superclásico, era lógico que la siguiente versión fuera el «Piece of mind» de BOSTON que de hecho han incluido en el nuevo álbum (y no olvidemos que el vocalista está pluriempleado con los legendarios creadores del «More than a feeling» cuando sus STRYPER no están en la carretera), que les quedó lucida.
Lamentablemente, cuando el concierto estaba en su punto más alto, y tras una correcta «4 leaf clover» de su último disco, sigo sin entender como ellos mismos se permitieron el parón tan morrocotudo que supuso una horrible versión «bossanova/semireggae» de su ya bastante sosita balada «Honestly» (que en Sudamérica y Estados Unidos será un gran éxito pero en Europa nos sigue pareciendo un buen purete). Fue una lástima porque entre esto y una elección bastante equivocada de la siguiente parte del concierto, (con unas más flojas «All for one», aunque siempre me gustó este tema de «Against the law», y «My love I´ll always show» del primer EP, además de la más modernizada «Open your eyes» de «Reborn»), fue un golpe durísimo del que costó una barbaridad recuperarse y se cargó de un plumazo el feeling y fuerza del que estaba siendo uno de los mejores conciertos que habíamos visto en Madrid en mucho tiempo.
Por supuesto que la fuerza brutal del superclásico «The way» nos puso las pilas a todos de nuevo, y pareció que el concierto volvía a arrancar, pero entre algún problema con el sonido de monitores de M. Sweet, y que el set ya iba a ser corto, nos dejaron más que a medias con un racanísimo bis con «The abyss/To hell with the devil», (que la disfrutamos, ojo) y «pa´casa» sin ni siquiera despedirse… y eso que el público estuvo un buen rato coreando para que salieran. De hecho, mirabas el reloj, las 10:25, y se te quedaba una cara de tonto a medias entre cabreo y «coitus interruptus» que manchaba, ¡y de qué manera!, la impresión soberbia inicial.
Pensándolo fríamente unos días después, ya digo que me pareció una primera parte de concierto suprema, con un estado de la banda a la altura de los más grandes y un set list que me pareció bastante bueno, pese a ser corto, las reticencias expresadas (sobre todo con «Honestly», que es para echarle de comer aparte) y echar de menos una vez más temas como «In god we trust», «Caught in the middle» o la fantástica y pegadiza «(Wating for) A love that´s real», por ejemplo, además de ese cañonazo, «Eclipse for a son» que abre el último disco… Y es que al final fueron 17 temas, sin sólos ni charlas farragosas entre medias que valgan. Pero bueno, no me quiero engañar a mí mismo y menos a vosotros (a los que estuvisteis y a los que no) y es que por mucha banda increíble que viéramos encima del escenario, a todos nos pareció rácano y hasta bastante feo el dejarnos con la miel en los labios tras hora y cuarto de concierto, especialmente cuando anuncias noche especial de 25 aniversario. Una lástima que hizo que un concierto que hubiera sido de matrícula de honor sin duda, al final se quedó en mucho menos y todo el mundo salió de la sala con sensación agridulce. Eso sí, cuando tocaron y con lo que tocaron (especialmente los primeros 45 minutos y los 10 últimos) nos hicieron tocar el cielo, ¡vaya, sí lo hicieron!
Texto: David Esquitino
Fotos: de THE MIRAGE, Raul del Amo Mazarío y de STRYPER, David Esquitino
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