+ KING PARROT + INCITE
Viernes 12 de Febrero de 2016 – Sala Jimmy Jazz – Vitoria-Gasteiz
Pese a que de un tiempo a esta parte siembran algunas dudas las actuaciones de Max Cavalera y sus bandas, su público no abandona a una de las figuras claves en la evolución del metal a partir de los 90. En esta ocasión volvía a visitarnos con su banda central desde que abandonara Sepultura en 1997. SOULFLY nos presentaban en la capital alavesa su nueva obra «Archangel», y para ello se hacían acompañar de dos bandas que no se iban a quedar cortas repartiendo estopa. Tanto KING PARROT como Incite van sobradas de agresividad como para despertar al público que se acercara a primera hora a la Jimmy Jazz.
INCITE es la banda liderada por Richie Cavalera, hijo adoptivo del propio Max. Con ellos ya visitaron nuestra tierra en 2009, pero ahora cuentan en su haber con dos discos más y una mayor madurez, además de que están a las puertas de editar un nuevo disco de título «Oppression», previsto para Abril de este mismo año.
El propio vocalista se lleva buena parte de las miradas, mostrando un continuo gesto de agresividad, pero no sin un cariz de loca simpatía, con unos músicos compactos que aplastan en cada riff, con unos ritmos demoledores dentro de un Groove metal con ramalazos de metalcore y algo de thrash. Con una sala más caldeada deberían haber provocado grandes pogos, pero aun estaba por entrar buena parte del público que finalmente se daría cita en la sala.
A los que nos les importaría que hubiera huecos entre el público es a los australianos KING PARROT. Y es que si hace falta, estos poguean con las columnas, y son capaces de hacer un wall of death provocando que las paredes de la sala acaben chocando ante semejante terremoto. Indescriptible lo que ofrece una de las bandas más enloquecidas que personalmente haya visto en mucho tiempo.
Cuentan con tres trabajos editados, el último de ellos «Dead Set», precedido de otro álbum y un EP, pero ahí guardan arsenal suficiente para montar una verdadera batalla campal en cualquier recinto. Batalla a la que el propio vocalista es capaz de unirse sin miedo al peligro. Matthew «Youngy» Young es un frontman capaz de llevar la hostilidad a cada escenario que pise.
No solo gesticula de manera constante, sin parar de moverse por el escenario o de saltar del mismo a las primeras de cambio para provocar movimiento entre los presentes, a los que se merendó para quedarse con ellos de por vida. Y es que si no nos empapábamos de sudor, lo haríamos con el agua que constantemente lanzó, tanto sobre sí mismo como de todos los presentes, a los que no paró de provocar.
Este se ve arropado por una banda aniquiladora, con una velocidad endiablada cuando hay que tenerla, pero atenta a cambios de ritmo muy propios del metalcore, haciéndonos pasar por tesituras diferentes en este loco recorrido con derrape en cada curva. Pero su estilo tiene pinceladas mucho mas bestias, como el grind, y absolutamente rupturistas y propias de sludge. Estos no han venido a seguir los pasos de nadie, sino a romper todo lo que encuentren a su paso al hacerse camino.
Curiosa la aparición en escena de su guitarra rítmica y bajista haciendo air guitar y air bass, creando una interrogante en el personal, para calzarse posteriormente sus instrumentos y repartir estopa a diestro y siniestro, con temas que quedaron marcados como los finales «Need No Sarvior» o «Shit On The Liver». Tanto retumba en mi cerebro aún su agresiva y desquiciada propuesta, como mantengo en mi retina la delirante imagen, reflejo de su propio sonido.
La presencia de público se incrementó con SOULFLY para alcanzar unos tres cuartos largos de capacidad de la sala, lo que permitía espacio para disfrutar de la actuación y a la vez prometer un ambiente caluroso y favorable a la banda de Max Cavalera. Una de las leyendas indiscutibles del metal, que contribuyó con Sepultura a marcar un antes y un después en nuestra música. Sin embargo, cabe decir de primeras el aspecto cada vez más descuidado que presenta y que repercute en sus actuaciones. Y es que el sobrepeso que ahora mismo tiene no ayuda a promover la imagen de rabia que, sin ir más lejos, los grupos previos habían mostrado.
Ahora bien, la banda está del todo bien armada con su hijo Zyon Cavalera en la batería, el genial guitarrista en este estilo Marc Rizzo, que desde 2003 es pilar en la banda y que resulta algo más que un guitarrista solvente para su propuesta, y la reciente incorporación al bajo de Mike Leon, procedente de HAVOK y al que le sobra entrega sobre las tablas. Todo ello contrastaba con la aparente indolencia del líder de la formación.
Que esta crítica hacia Max Cavalera no sirva para dar a entender que esta fuera una mala descarga. Pese a no representar en imagen el estereotipo de un divo, sino más bien todo lo contrario, el que fuera vocalista de SEPULTURA levanta ese mismo sentimiento entre un público que lo respeta y admira, con lo que los presentes son capaces de llevar la actuación hacia adelante con su apoyo cuando la banda ejecuta bien y el sonido es tan potente como fue en la Jimmy Jazz. Porque en estos aspectos pocos peros cabe poner.
Además, supieron hacer set list que repasó de una manera bastante acertada la trayectoria de SOULFLY, con las obligadas referencias a SEPULTURA y algunos guiños especiales que no harían la descarga en ningún sentido aburrida. De hecho, la imagen de la misma debe ser el movimiento entre las primeras filas, que a nada que lo propusiera la banda o sin mediar por parte de ésta ni un solo gesto, llegaba de manera espontánea por parte de un público decidido a estallar desde el principio.
SOULFLY tiene nuevo disco de título «Archangel», para el cual fue dedicada la entrada en la descarga. Puede que no haya llegado aún a calar como alguno de sus temas más clásicos, pero no cabe duda de la fuerza que poseen «We Sold Our Souls To Metal», «Archangel» o «Ishtar». Incluso en una parte un poco más adelantada uno de los momentos donde vi a Max Cavalera más emocionado fue con «Sodomites», también perteneciente a su nueva obra.
La sala entraría en mayor ebullición con temas como «Blood Fire War Hate» y «Carved Inside», pasando por momentos memorables y celebrados como «Prophecy» o «Seek ´N´ Strike», que provocaron circle pits de una manera cada vez más visceral, sobre todo cuando ya con el primer rescate de Sepultura «Refuse Resit» la actuación se hizo muy cuesta abajo para la banda, que ya no fallaría con momentos como el de «Arise» que desembocó en «Dead Embrionic Cells», con un preámbulo donde destacaron tanto Mike Rizzo como Mike Leon en el aspecto solista. Este con su bajo se marcó un pequeño homenaje a Cliff Burton, con un guiño a «Orion» de METALLICA. Tras ello Max le susurra algo al oído, suponemos que el reto de arrancar con el «Tansilvania» de IRON MAIDEN, como así ocurrió.
Fue un punto intermedio que nos sacaba de cualquier tipo de rutina, y en el cual quiero destacar la aparición de «Babylon» como probablemente el mejor momento de la descarga, al menos a mi modo de ver y si nos atenemos exclusivamente al nivel musical expuesto por el grupo.
Se atisbaba ya la recta final del concierto cuando comenzaron a amagar con «Iron Man» de BLACK SABBATH, coreado por todos, pero solo sirvió de intro para «Roots Bloody Roots», cuyo impacto en el personal no creo que haga falta describirlo. Basta con imaginarlo y seguro que acertareis. Por cierto que este año se cumplen 20 años de su edición y ya han anunciado Max Cavalera y su hermano Igor que harán una gira conmemorativa del mismo.
La intro de «Back To The Primitive» trajo a la banda de vuelta al escenario, una de las más características canciones del grupo y que sirvió para subir la intensidad en una recta final de actuación que vino con la sorpresa del «Aces Of Spades» de MOTÖRHEAD, para la cual se mezclaron en el escenario los músicos de SOULFLY con los de KING PARROT, resultando un momento muy festivo, previo al final con el arranque de «Jumpdafuckup» para terminar con «Eye For An Eye», tras el cual Max Cavalera abandona el escenario y su formación se marca un «The Trooper» de MAIDEN a modo de adiós definitivo.
También como lucimiento final de esos tres mismos músicos que escoltan a la perfección a un Max Cavalera que resulta la figura clave, como es lógico, pero que en sus actuaciones vive en demasiada medida del apoyo de su banda y de un público muy entregado a una figura legendaria que, cierto es, sigue editando discos con nuevas y válidas canciones, pero en los directos vive cada vez más de la nostalgia. Esto hace que se perdonen otros aspectos por parte de los más acérrimos. Tan objetivo es reconocer el peso específico (y nunca mejor dicho) de Max Cavalera en el metal, como que sería conveniente que mostrara otro estado de forma y actitud en las tablas.
Texto y fotos: Antonio Refoyo (www.lamiradanegra.es)
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