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DOKKEN – Madrid

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Documento sin título


Sala Macumba – Madrid . 4 de Julio de
2003

 

Desde hace un par de años aproximadamente, vemos poco
a poco cómo se van cumpliendo algunos sueños que 5 o 10 años
atrás veíamos imposible. Entre el año pasado y este hemos
podido ver en nuestro país a Quiet Riot, Alice Cooper, Y&T, Thin
Lizzy, Danger Danger, … dentro de nada veremos a Twisted Sister, Scorpions,
quizás Whitesnake… Pues bien, ya me van quedando poquitos y desde esa
noche menos porque ya he tachado de la lista también a los americanos
Dokken.

Se presentaban en Madrid 16 años después de
su primera y única venida teloneando a Accept en el 87, y la verdad es
que había mucha hambre en Macumba de rock n´roll, hard rock, heavy
metal,… y en definitiva de sueños y recuerdos en forma de canción.
De la formación original ya no queda más que el señor Don
Dokken y el simpático y machacón (cómo le pega a sus años,
¡uff!) batería Mick Brown. Les acompañan en esta gira (y
sustituyendo a los anteriores Alex de Rosso, guitarra, y Barry Sparks, bajista),
el sonriente y fantástico bajista Greg Smith (que recordareis que vino
formando parte de la banda que acompañó a Alice Cooper en su última
gira y ha estado también con Blue Oyster Cult, Joe Lynn Turner, …)
y el sorprendente guitarrista John Levin (ex- Warlock y actual abogado de Dokken…
y no es coña), que creo que no fui el único al que me dejó
con la boca abierta.

Se olvidaron por completo de su última etapa y se centraron
en la época clásica de la banda (lo que hizo que inevitablemente
nos acordáramos de los componentes de la época dorada de la banda,
el guitarrista George Lynch y el bajista Jeff Pilson). Eso sí, no lo
digo de un modo despectivo hacia los nuevos miembros (todo lo contrario) sino
simplemente cómo guiño nostálgico ya que no era casual
que el recinto se encontrara plagado de camisetas de los discos antiguos de
la banda cómo «Back for the attack», «Under lock and
key», …. También es significativo el hecho de que la media de
edad superaba en mucho los 25, lo que, aunque a alguno le siente mal, no deja
de dar pedigree al concierto y dotarlo de un aura de recuerdo y de cierta ocasión
única que no tienen la mayoría de los conciertos a los que vamos
todos los meses.

Don Dokken. Foto: Basa
John Levin

Bueno, dejemos de tanto contextualizar y vamos a comentar lo
que nos ofrecieron los americanos en otra calurosa y metálica noche madrileña
(que con la tontería llevamos unas cuantas importantes en los últimos
meses). Sólo un par de apuntes antes de desgranar el concierto desde
el punto de vista más meramente musical: Macumba estaba prácticamente
llena para ver a Dokken, y había gente de muchos sitios de nuestra geografía
para disfrutar de una banda que no tienes precisamente la oportunidad de ver
todos los días.

Por cierto, tengo que pedir perdón a los chicos de
Furia Animal, banda nacional que teloneaba a los americanos, porque por motivos
de curro y que el concierto empezó bastante pronto (a eso de las 8 ya
estaban los alicantinos comenzando su actuación) no me dio tiempo a verles.
Me comentaron que sonaron más heavies que en disco, que tocaron durante
45 minutos aproximadamente y que quizás les faltó un poco de actitud
y vestimenta más acorde con la situación nada corriente de telonear
a una banda tan mítica cómo Dokken. Eso sí, reconozco que
no les pude ver personalmente así que no puedo corroborar 100% esta información.

A eso de las 9:30 de la noche y sobre un escenario bastante
diáfano donde destacaban unas pequeñas torretas con luces, se
apagan las luces y una voz en off nos anuncia lo que estamos a punto de disfrutar:
¡Dokken!.

John Levin... una fiera
Don Dokken con sus gafas negras. Foto: Basa

Sale Mick Brown y nos saluda desde su batería mientras
Greg y John toman posiciones y comienzan con el clásico riff de «Kiss
of death» lo que será una breve pero intensa actuación de
los americanos. La entrada del «jefe» Don Dokken no se hace esperar,
pantalón negro, camisa ancha también negra, algún lifting
evidente en la cara (para que se note menos el paso de los años), pelo
bastante más corto de lo que recordábamos la mayoría, y
gafas de sol para comenzar a cantar uno de los temas más conocidos de
la banda. Inmediatamente después y con la gente totalmente entregada,
viene una más lenta pero tremendamente hipnótica «The hunter»
que nos caza a todos al instante para cantar cómo si fuéramos
uno el estribillo de la canción (y que se nos oyera mucho más
que al ya algo cascado frontman de la banda).

En este punto tengo que comentar que Don Dokken sigue manteniendo
ese magnetismo tranquilo de los que no necesitan moverse mucho o gesticular
en exceso para hipnotizar a toda la audiencia. Ya no tiene 30 años (aunque
los quiera seguir aparentando a golpe de bisturí, je,je), ni conserva
el atractivo de entonces, ni sobre todo canta cómo antes (si nunca fue
un excelente cantante es difícil que ahora lo sea, está claro)
pero eso sí, la magia y las tablas de quien lleva en esto 20 años
no se las quita nadie y sabe «manejar» a la gente para que disfruten
de su presencia y para que su cascada voz no desentone demasiado entre la maestría
musical de sus compañeros y la voz rugiente de un público deseoso
de cantar esos temas que la mayoría nunca hemos podido «chapurrear»
en directo.

Don Dokken concentrado. Foto: Basa
Don Dokken. Foto: Basa

«Into the fire» terminó de poner patas arriba
una sala Macumba que en ese punto estaba ya totalmente entregada a una banda
que recuerda con cariño, a unos temas inolvidables y sobre todo a unas
ganas de pasárselo bien con la que siempre fue uno de los grupos punteros
del hard rock americano.

Al amigo Don Dokken se le notaba tremendamente contento de
la reacción de la gente que no paraba de cantar y saltar. Eso sí,
tiene un cierto aire de prepotencia que nunca me ha gustado pero ¿qué
le vamos a hacer?. En ese sentido es lo que hay así que prefiero pensar
que realmente estaba emocionado con la reacción de la gente y el cariño
que todos le estábamos demostrando y no que no era más que una
sonrisa falsa y una pose ensayada después de tanto años (en plan
«me molo, os molo y tenéis que admirarme»).

Ya entonces, aparte del cantante por motivos evidentes, el
que se había metido a todo el mundo en el bolsillo era el guitarrista
John Levin, muy parecido en escena a George Lynch, y fantástico musicalmente,
imprimiendo una fuerza y una personalidad propia a los temas que sinceramente,
dudo que tuvieran en directo desde la marcha del guitarrista original. El bajista
Greg Smith, todo un personaje, no paraba de sonreír y bailar sin parar,
mientras que el salvaje Mick Brown seguía demostrando que es una locomotora
humana y que no ha perdido facultades precisamente con los años (cosa
que es evidente que sí le pasa al vocalista). Tras una fantástica
«Into the fire» (que sonó de maravilla, cómo todo
el concierto, algo extraño en una sala pequeña cómo Macumba),
Dokken hizo el único guiño a su último disco con «Little
girl» que paró un poco a la gente ya que la mayoría no conocía
este tema de «Long way home» (disco flojito, todo hay que decirlo).

Don y John Levin
Don Dokken feliz. Foto: Basa

Tras esta algo más reposada y un breve parón
para que Don Dokken se encendiera uno de los múltiples pitillos que se
fumó durante el concierto, (una reflexión personal, si está
cascado de la voz, no creo que la mejor solución sea fumar durante el
concierto), le tocó el turno a una de las más esperadas de la
noche, una mágica «Breaking the chains» que daba título
al primer disco de la banda (allá por 1982) que sonó verdaderamente
atronadora y que hizo que todo el mundo coreara el nombre de Dokken sin parar
al terminar la canción (aunque no lo pareciera, Don se emocionaba y mucho
con esto). Ya la voz del cantante empezaba a fallar y no llegaba a los tonos
altos pero los clásicos caían sin cesar y todavía no era
un detalle excesivamente significativo.

Seguimos mirando hacia la época más clásica
de la banda con «Just got lucky» de aquel fantástico «Tooth
and nail» del 84. La voz de Don Dokken empezaba a flaquear y poco a poco
comenzábamos a mirar sin parar y a flipar con los solos del amigo Levin
que, a estas alturas, creo que había hecho olvidar en nuestra mente el
hecho de que no fuera George Lynch el que estaba tocando. Tras esta vino uno
de los momentos más intensos del concierto con la preciosa balada «Alone
again», un tema inolvidable y que no podía faltar en el concierto.
La verdad es que fue uno de los momentos más emotivos de la noche y además,
posiblemente el tema que mejor cantó Don Dokken (también es cierto
que es más lento, pero en estas canciones lo importante no es la potencia
sino el sentimiento y ahí lo clavó). La profusión de mecheros,
nuestras voces más tiernas y las miradas cómplices entre parejitas
(entre los que me incluyo aunque no se lo conteis a nadie por aquello de preservar
la reputación y eso) no se hicieron esperar con este tema, je,je. No,
en serio, para mi gusto, junto con los bises y el comienzo con «Kiss of
death» y «The hunter», el punto álgido del concierto
sin duda.

John Levin
Don Dokken... Alone Again. Foto: Basa

A partir de aquí comenzó un pequeño bajón
del que hasta el bis no se recuperó el concierto. El motivo fue la interpretación
de «Too high to fly», del álbum de «reunión»
de la formación clásica, «Disfunctional», de 1995.
Un tema que le debe gustar mucho a Dokken porque no falta en sus directos o
recopilatorios desde entonces y la verdad es que es una canción muy pesada
y sobre todo muy poco recomendable para tocar en directo porque literalmente
mató a la gente. En Madrid en concreto cortó en seco el fantástico
ritmo que hasta entonces había alcanzado el concierto, con una interpretación
larguísima (casi 10 minutos), muy pesada y lenta y con un Don Dokken
en plan gurú místico o algo así que la verdad es que exasperó
mucho a la gente que lo que quería era seguir coreando himnos y bailando
al ritmo de los temas hardroqueros que hasta entonces habían formado
el grueso del concierto.

Don Dokken se dio cuenta de que la gente no aceptó
de muy buen grado ese tema tan atmosférico y más propio de un
concierto de Led Zeppelin o Deep Purple en los 70 que de una banda de hard rock
sencillo, directo y potente cómo es Dokken, y nos preguntó si
queríamos algo más heavy. El grito afirmativo fue unánime
y de inmediato atacaron con una algo aburrida «Heaven comes down»
que no terminó de levantar el concierto pero sí ayudo a volver
a dar la vuelta a la tortilla.

Don y John Levin
Don Dokken. Foto: Basa

La voz de Dokken empezaba a dar muchas muestras de flaqueza
por lo que todos intuíamos que el concierto no iba a ser largo. A estas
alturas, la hipnosis que produjo la entrada del vocalista en escena se había
apaciaguado mucho y la gente estaba más pendiente de los fantásticos
músicos que había en escena, de los temas que quedaban por tocar
y de seguir pasándolo bien que de un Don Dokken que, cubata y cigarro
en mano, seguía sonriendo sin parar pero ya con mucho menos feeling que
al principio. «It´s not love» volvió a subir la temperatura
del concierto, pero lo cierto es que la intensidad inicial ya no se recuperaría
hasta los bises.

Para finalizar el concierto el cantante nos anunció
que tocarían un tema de amor, lento y bonito. Yo sinceramente me esperaba
el «Walk away» (ingenuo de mí, je,je) pero nos sorprendieron
con una potente descarga de heavy metal cómo es la esperada «Tooth
and nail», uno de los mejores y más populares temas de la banda.
Obviamente Don Dokken las pasó canutas con esta porque es muy exigente
vocalmente y el amigo ya no estaba para muchos trotes, pero entre la ayuda del
público y la experiencia que le dan los años para no forzar cómo
antaño, salió airoso. En este tema tengo que destacar una vez
más al batería Mick Brown, tendrá 40 y muchos, ya no está
precisamente estilizado y quizás no es uno de los baterías a los
que señalarías cómo uno de los mejores, pero señores,
¡que máquina, que pegada, que feeling y que maestría!. Sencillamente
impresionante… ¡y además hacía coros junto con el bajista!.

Don Dokken mulndo a su guitarrista. Foto: Basa
Don Dokken y su bjista Greg al fondo. Foto: Basa

Llevábamos sólo una hora de concierto y ya se
despedía la banda así que la cosa pintaba muy mal desde el punto
de vista de la duración del concierto. Tras un breve descanso volvieron
a salir entre luces azules (muy ochenteras y que daban un cierto aspecto al
escenario de propio de club americano que tantas veces hemos visto en vídeos).
Cómo en su clásico directo «Beast from the East»,
comenzó Dokken a capella con el estribillo: «In my dreams, it’s
still the same, your love is strong, it still remains …» que todos seguimos
inmediatamente hipnotizados ante la magia y comercialidad bien entendida de
este tema.

Cuando parecía que el concierto estaba acabado tras
el clásico entre los clásicos de Dokken, nos sorprendieron con
el, para mí, mejor tema de la noche, una brutal «Paris is burning»
de su primer disco que sinceramente no me esperaba. Sonó intensísima,
Don Dokken se olvidó por un momento de que su voz no daba para más,
John Levin de repente parecía vestido de cuero de los pies a la cabeza
y con el pelo largo y cargado y tocaba y se movía cómo un poseso,
Greg Smith seguía sonriendo y aportando un punto de calidad vocal en
los coros y Mick Brown, en fin, ya ha quedado claro que es un animal de las
baquetas, ¿no?, pues en uno de los temas más cañeros de
toda la historia de la banda os podéis imaginar cómo tocó.
Fue un acertado final que contribuyó notablemente a borrar la imagen
negativa que la segunda parte del concierto me había dejado.

Tras hora y cuarto escasa y una despedida bastante emotiva
por parte de la banda, que la verdad es que tuvo que flipar de verdad con la
reacción de la gente en Madrid (entregada de principio a fin con la banda
pese a que fue un concierto bastante irregular), se acabó el sueño
y ya podía de verdad tachar a Dokken de la lista de «bandas favoritas
que me faltan por ver».

Don Dokken. Foto: Basa
el escenario

La sensación que se me quedó tras el concierto
fue un tanto extraña porque fue extremadamente corto, Don Dokken no cantó
un pimiento (feeling, saber estar, magia hipnótica, personalidad,…
lo que queráis, pero vocalmente dejó mucho que desear), faltaron
muchos temas cómo «Dream warriors», «Unchain the night»,
«Walk away», … pero lo cierto es que me gustó. Algo más
largo se me hubiera acabando haciendo pesado y mi opinión sobre Don Dokken
hubiera sido definitivamente distinta.

En fin, reconociendo que no fue uno de los mejores conciertos
que hemos visto en Madrid últimamente (quien estuvo viendo a Y&T
sabe a qué me refiero), la banda americana convenció a casi todos
y creo que en general todos salimos contentos (Carlos y Patricia, no me crucifiquéis
porque no fue un timo). Quizás la mejor definición para el concierto
es que vimos a una banda fantástica con un cantante penoso, pero no sería
justo para Don Dokken que lo dio todo y trató de disfrutar y hacer disfrutar
a la gente en la medida de lo posible. Dejémoslo entonces en que Dokken
ofreció un buen concierto en Madrid pese a que su vocalista está
actualmente a un nivel inferior al resto del grupo.

Texto: David Esquitino. (esqui21@eresmas.com)

Fotos: Rafa Basa

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