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THE SCORPIONS + JON OLIVA´S PAIN + MASTERSTROKE – Madrid

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Scorpions

+ JON OLIVA´S PAIN + MASTERSTROKE

Quince años, quince largos años nos separaban desde la última visita de SCORPIONS a la capital de España. Tiempos difíciles aquellos para una de las bandas más grandes que ha dado la historia del Metal. Momentos duros que parecieron certificar su despedida de los escenarios madrileños. Y pasó el tiempo y aquellos días en los que parecía que el Heavy estaba abocado a su desaparición de las grandes plazas y con él los dinosaurios que habían ayudado a alumbrarlo volvieron. O tal vez nunca se habían marchado. SCORPIONS volvieron a nuestro país, recorriendo su periferia, pero alejados de la ciudad que una vez les dio la espalda. Estuvieron a punto el año pasado, pero la vieja maldición de los germanos con nuestra ciudad pareció volver a aparecer dejando con la miel en los labios a sus seguidores capitalinos.

Jon Oliva - Foto: Rafa Basa
Jon Oliva - Foto: Rafa Basa

Y he aquí que cuando por fin se confirma la venida de SCORPIONS a La Cubierta, coliseo pepinero tanto por su ubicación como por el sufrimiento sónico con el que suele recibir a sus asistentes, pero al menos en los Madriles de nuevo, resulta que a alguien se le ocurre poner el mismo día y a la misma hora un Madrid-Barça de morbo pasillero, de los que invitan a la visita al bar. En suma, malos augurios en tarde tormentosa, ventilados por el rumor pasado de boca en boca de ser uno de los eventos mejor vendidos en la web de las entradas en blanco y negro.

Jon Oliva - Foto: Rafa Basa
Jon Oliva - Foto: Rafa Basa

La apertura de puertas tenía lugar a la hora prometida y sin grandes problemas entrábamos de lleno en la inmensa polvareda en la que se convertía el coso que alguna vez se abre, y otras, demasiadas, no. Poca, muy poca gente y mucho, muchísimo polvo para recibir al primer grupo. Anunciados estaban MANTICORA, aunque el grupo que finalmente actuó no serían los daneses sino los también nórdicos, fineses en este caso, MASTERSTROKE. Uniformados con camisetas futboleras, potentes y absolutamente técnicos ofrecieron un breve pero intenso concierto de toques progresivos en los que presentaban su último trabajo «Sleep». Interesante propuesta, aunque tal vez lejos de un público que buscaba otro sonido, pasarán a la historia por la cantidad de gente que vio su concierto pensando que estaba viendo a MANTICORA, ironías de la vida…

Jon Oliva - Foto: Rafa Basa
Jon Oliva - Foto: Rafa Basa

Llegadas las nueve de la noche era el momento de asistir a la salida a escena de otro mito. Jon Oliva con su inmensa humanidad y su mayúscula voz hacía aparición en el escenario de La Cubierta sobreponiéndose al tradicional mal sonido de la plaza. De riguroso negro, armado con un bastón para ayudar a sostener su grandísimo cuerpo y con el mejor de los argumentos, una de esas voces cuya calidez y agresividad superan los conceptos de imagen y de glamour asociados al Metal.

Jon Oliva - Foto: Rafa Basa
Jon Oliva - Foto: Rafa Basa

Oliva presentaba su último trabajo, ese intenso «Global Warning» que juega con composiciones intimistas, linda los toques más progresivos y tiene perlas como «Look at the world» o «Before I hang» al puro estilo QUEEN. Rodeado de Shane French, Matt Laporte y Kevin Rothney, el bueno de Jon se permitió reposar su cuerpo tras un teclado y tomar un papel secundario en el escenario, aunque protagonista por su capacidad vocal. Por supuesto sonaron temas de SAVATAGE, los tan esperados, «Hounds», «Gutter Ballet» y las siempre especiales «Believe» y «Hall of the Mountain King». Apoteósicas y míticas.

Jon Oliva - Foto: Rafa Basa
Jon Oliva - Foto: Rafa Basa

Un buen aperitivo, en definitiva y un perfecto preludio musical para que los malos augurios fueran quedando sobrepasados. Una mirada a las gradas de La Cubierta mostraban menos de media entrada. De forma que la maldición quedaba diluida (por desgracia se trasladaría la misma a la ciudad de Benidorm).

Sonaban los acordes del final del disco «Humanity» usados como «Intro» cabaretesca ya desde el comienzo de la gira de presentación el pasado año, y con «Hour I» asistíamos a la aparición estelar de las cinco estrellas tocando. Y es que estrellas del firmamento rockero era lo que teníamos ante nuestros ojos. Mega estrellas, gigantescos ídolos que salían de un poster imaginario en la pared para estar, nuevamente, frente nuestros ojos. Klaus, la eterna voz inimitable, oculto tras sus gafas de sol y tocado con su ya clásica gorra. Rudolf, el guitarrista transmutado en ciborg por el que no pasan los años, rasgando sus Flying V de forma salvaje, Mathias, sonriente desde el primer instante, el guitarrista que nos hace soñar con sus Explorers rayadas, James, el mejor aporreador de tambores jamás soñado y, cada vez más acoplado, Pawell, perfecto tanto en imagen como en sobriedad en las cuatro cuerdas. En definitiva uno de los mejores combos que pueden encontrarse en nuestro planeta, que se dedicaban a regalarnos tema tras tema. Y es que las siguientes canciones nos iban a dejar casi sin respiración: «Comming Home», atacada directamente desde la parte más cañera, «Bad boys running wild», «The Zoo»… Difícil pedir más para una banda criticada tantas veces por sus temas de corte más suave.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

Capítulo especial merece la producción en escena. Con una inmensa pantalla que presidía todo el escenario, en la que se iban mostrando las evoluciones de la banda, con un juego de luces preciosista por su sencillez y al mismo tiempo por su perfección y con un sonido que, sin ser perfecto, sorprendía por su calidad. Boquiabiertos estábamos cuando se producía la primera recuperación interesante. «No pain no gain», el himno de la selección alemana de fútbol en 1994 era un perfecto tributo para su disco «Face the heat». Ya sin gafas, a cara descubierta, entregado y cercano, Klaus Meine se mostraba feliz de la acogida calurosísima que los asistentes daban a un tema con especial significado para el grupo.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

«Coast to coast» es el pequeño momento de descanso para la garganta del vocalista, y quizá el único momento en el que el concierto baja mínimamente de intensidad. No porque el tema no sea fantástico sino por la afinación diferente con la que lo tocan los últimos años que lo convierte en una canción mucho más oscura y pesada. Da igual, es un breve instante necesario para volver a recuperar el magnetismo de la preciosa «Send me an angel». Suavidad deliciosa que es necesaria en SCORPIONS y de ahí a la versión más emocionante que recuerdo de «Holiday», tocada completamente y en la cual aprovecharon a utilizar la inmensa pantalla para proyectar una gigantesca bandera española. Más allá de polémicas que no vengan a cuento, uno siente muy especial ese detalle por parte de un grupo, por otro lado muy unido a España desde sus orígenes.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

«In trance» otro de esos clásicos que se paladea como el buen vino y la fantástica «I´m leaving you», otra recuperación, en este caso de «Love at first sting» nos llevaban al ecuador del concierto rodeados de caras de felicidad. Y es que hacía mucho tiempo que no notaba esa corriente invisible de buen rollo, de placer recóndito, de vello erizado compartidos por una multitud unida en los compases de la música.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

Más recuperaciones: «Hey you», la cara B del single de The Zoo, cantada por Rudolf, y de ahí a su último trabajo de nuevo, con la vacilona «3,2,1», imposible dejar de bailar, imposible dejar de cantar, dando paso a otra pequeña sorpresa, «Aliennation», también de su disco del 93´»Face the Heat».

Scorpions - Foto: Rafa Basa
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Hay momentos con los que uno sueña en un concierto de Heavy Metal. Tal vez uno de los más reconocibles es tener en frente a Rudolf Schenker comenzando el riff de «Dynamite» y cuando eso se produce parece que las luces alumbran al grupo y a todos y cada uno de los que sienten la felicidad al escuchar los acordes deseados. No fue esta vez una excepción. Para muchos con esos pocos minutos ya había valido la pena el concierto, pero todavía había tiempo para más. Para volver a creer en el interés de los solos de batería, con el divertido a la par que salvaje de Kottak, perfectamente cerrado con todo el grupo tocando a la par en una «batukada» inimaginable hace años. Y de ahí a la locura: «Blackout», cegándonos en la pasión del mito vivo y «Big city nights» el perfecto colofón para un concierto de recuerdo.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
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Por supuesto quedaban los bises, faltaba volver a la dulzura que un día llevó a SCORPIONS al trono de las emisoras que nunca habían apostado por el Heavy Metal. No podía falta «Still loving you», ni «Humanity», acompañada por una inquietante a la vez que perfecta proyección de imágenes del 11-S en la pantalla, ni «Winds of change» con su estribillo en castellano o miles de silbidos acompañando a Klaus, ni por supuesto «Rock you like a hurricane», para acabar de volvernos definitivamente locos.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

Eso era todo. ¿Todo? No, aún quedaba tiempo para disfrutar con «No one like you», para finalizar un concierto de esos en los que sientes que el compañero de tu lado se pellizca para sentir que es verdad, que han cabido todos los temas soñados por una vez.

Scorpions - Foto: Rafa Basa
Scorpions - Foto: Rafa Basa

Disfrutaron sobre el escenario ellos y disfrutó el público. Hubo decenas de baquetas, decenas de púas, incluso la firma de una camiseta desde las tablas. El sonido fue el acorde para el evento. Los temas fueron lo que siempre quisimos. Pero hubo algo más. Hubo una magia especial, esa que se siente cuando uno está frente a esos pocos grupos tocados por una varita invisible que les hace gigantescos, que permite entender lo grande de nuestra música.

Habían pasado quince años, pero no cabe duda de que había merecido la pena esperar.

Texto: Fernando Checa

Fotos: Rafa Basa

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Scorpions - Foto: Rafa Basa
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