Difícil elección le tocó a John Gallagher cuando hace un
par de años el resto de la banda (Jason Netherton, John «Sparkey»
Voiles y Kevin Talley) le dejó en la estacada para formar Misery Index.
Cuando lo más fácil parecía ser dar por acabada la historia
de esta legendaria banda, Gallagher apostó por encontrar nuevos miembros
para el grupo y mantener a Dying Fetus en el lugar que se merecen
dentro de la escena underground del death metal. Así, tras una incesante
búsqueda, el grupo queda ahora definitivamente compuesto por Sean Beasley
(bajo), Vince Matthews (voz), Mike Kimball (guitarra) y Erik Sayenga (batería),
junto al mismo John Gallagher (guitarra y voces).
Después de tanto movimiento, Dying Fetus
se han tomado el tiempo necesario para consolidar su formación, realizar
varias giras en Europa y USA, componer y grabar este nuevo CD. Y la verdad es
que la espera ha valido la pena. «Stop At Nothing» es un trabajo
que no defraudará a los fans de la banda. El sonido es 100% Dying
Fetus y la producción es impecable. La banda ha mejorado y se
ha superado una vez más. Los temas son más técnicos, virtuosos
y complejos, destacando, como siempre, la mezcla entre ritmos groovies y rápidos
y la, por partes combinada, fuerza vocal de Vince y John.
Algunos de los temas ya pudimos escucharlos en directo en la
última visita del grupo por España (como es el caso de «One
Shot, One Kill», «Forced Elimination» y «Stop At Nothing»),
donde ya causaron buena impresión. En el CD también se incluye
la primera grabación que realizaron con la renovada formación
(«Vengeance Unleashed»), ya editada en un anterior MCD y que está
destinada a convertirse ya en un clásico de la banda. Una vez más,
caben destacar también las letras del disco, las cuales vuelven a ser
un puñetazo directo al falso sueño americano, con duras críticas
hacia la guerra («Abandon All Hope»), a la violencia sin sentido
(«One Shot, One Kill»), a las asociaciones lucrativas religiosas
(«Institutions Of Deceit») y a la opresión y manipulación
social («Forced Elimination»).
Los nuevos miembros de la banda superan con alta nota su papel
en la ejecución de sus respectivos instrumentos. Especial atención
merece el batería Erik Sayenga, que pese al alto listón dejado
por Kevin Talley, dejará a más de uno con la boca abierta, simplemente
sorprendente, se sale (el inicio de «Onslaught Of Malice» es demoledor).
En definitiva, un disco que complacerá las ansias de
decibelios de cualquier fanático de las emociones fuertes ofrecidas por
el típico sonido del brutal death americano.
CARLOS OLIVER (carlosom@eresmas.net)