Viernes 5 de Mayo de 2023 – Sala Shôko – Madrid
Diez años es mucho tiempo, pero si además, en esa franja de tiempo, ocurren hechos como los acontecidos en nuestra historia más reciente, la sensación temporal se distorsiona y vivencias que han ocurrido hace relativamente poco, nos parecen lejanas en el tiempo…casi ocurridas en otra vida. Pues esa es la sensación que tenía con LACRIMOSA y su última venida a la capital en 2013. Tengo el recuerdo de disfrutar muchísimo de aquel concierto, pero como algo que ocurrió hace muchísimo tiempo…y en otra galaxia, con lo que el reencuentro me generaba algunas dudas.
Me ha ocurrido con algunas formaciones, que vistos una década después de un concierto memorable, han mermado en facultades, habilidades instrumentales, actitud o fuerza (en algunos casos por edad, otros por agotamiento…y en otros, simplemente, por desgana de la propia banda), con lo que lo de "poner las manos en el fuego" no es lo mío. No obstante, la anterior ocasión en que pude ver a LACRIMOSA gozamos de un momento de esos que no se olvidan…es decir, si se pone en marcha y se cumple aquello de "quien tuvo, retuvo", la noche en la Sala Shoko prometía.
Sin teloneros, una media de edad situada en los cuarenta (largos) y con no demasiados huecos vacíos, el único apoyo visual del que haría uso la banda suizo/alemana sería la particular pantalla de la sala, el teclado de Anne Nurmi decorado con telas negras y una bandera con el clásico logo de la agrupación, que lleva acompañando a LACRIMOSA desde sus inicios. Si los cálculos no me fallan, basta con su presencia para llenarlo todo, y así ocurrió cuando salieron al escenario.
Desde el primer tema "Schakal" tras la intro, se nota cierto cariño innato de los asistentes a Tilo Wolff y sus músicos…una simbiosis especial con su gente, de la que no gozan todos los artistas, pero cierto es que absolutamente nadie en la escena musical se arrima en varios kilómetros a la redonda a la propuesta que nos ofrecen LACRIMOSA . Tan únicos, especiales y peculiares, que no todos los paladares son capaces de aceptarlos.
Empezar con el clásico del lejano "Inferno" es contentar a sus seguidores desde el primer contacto, e ir a lo seguro, partiendo de que las dos partes de su último disco, Leidenschaft, fueron editadas en 2021 y 2022 respectivamente. Me sorprendió que no empezasen su set con algún tema de sus últimas apuestas discográficas, pero me gratificaron mucho las ganas de agradar en la primera toma de contacto, aunque el sonido del bajo durante el primer tema no fuese del todo nítido, problema que se mitigó en menos de 5 minutos, igualándose los niveles y dejando una sensación acústica muy agradable.
Las virtudes de Tilo, tanto como frontman como instrumentista, son de calidad indudable, así como las Anne, pero he de destacar la labor de un Matthias Irrgang a la batería que da un brillo extra al resultado y acabado final de los temas, así como al impacto visual, haciendo acrobacias con las baquetas en todo momento con una sonrisa de oreja a oreja. Del todoterreno Yenz Leonhardt, poco se puede decir, ya que es, junto a Jan Peter Genkel, puro LACRIMOSA , solo que el primero igual se le puede disfrutar junto a sus compañeros de esta noche, que con gente como STORMWARRIOR o IRON SAVIOR Un clásico de la escena, sin duda, que siempre es un placer ver y escuchar.
Con ilustraciones proyectadas que iban de la mano del disco o tema en cuestión que estaba sonando, Tilo no dejó de tirar de carisma, moviendo sus manos de ese modo tan peculiar, bailoteando por todo el escenario y derrochando encanto a cada paso que daba…esto es arte, y un sentimiento realmente único. Un hombre hecho para su banda, que no duda en expresarlo tal cual sus sentidos le piden.
"Echoes" fue el protagonista a través de "Malina", clásico en el que se pudo observar todo el potencial del line-up, brillando sobremanera, un Jank Peter que sin ser un guitarrista especialmente técnico, es capaz de generar una genial atmósfera llenándolo todo usando delays, alargando las notas hasta el infinito y tocando las frases justas en el momento adecuado. Un maestro y todo un ejemplo de que no hay que tocar perfecto o con mil notas por segundo para transmitir emociones con el instrumento, que sirvió de perfecto complemento para las rítmicas que Tilo tocó con su preciosa guitarra blanca. Anne también estuvo muy acertada a los teclados, aunque claro…eso ya se daba por hecho desde antes de comenzar la velada.
"Liebe über Leben" de su último disco, y su portada reflejada en la pantalla, fue uno de esos momentos en los que te das cuenta de que LACRIMOSA son para entender, disfrutar, gozar…dejarte llevar. Si no eres capaz de conectar con los temas más lentos, amigo, esto no es para ti. Las voces de Tilo y Anne compactan increíblemente bien, y son inseparables, a pesar de que, intencionado o no, Anne se vaya en algunos momentos de tono.
Digo aquello de "intencionados o no", porque aunque hay disonancias, siempre creo que se trata de simular lamentos, teatralizar angustia, y transmitirnos de la mejor manera posible lo que quieren enseñarnos…¿o acaso alguien llorando podría cantar a la perfección?. Un elemento de LACRIMOSA que no a todo el mundo le gusta…no siendo el caso de los asistentes de esta noche, que gozamos de cada pasaje, y la densidad de sus desarrollos, hasta llegar a esos estallidos en los que Tilo llega a su cénit.
Es curioso como, con elementos asociados a oscuridad, nostalgia o tristeza, LACRIMOSA son capaces de emitir mucha luz en sus conciertos, contagiando buen rollo, no solo entre ellos mismos y con su público, sino con la intensidad con la que interpretan cada una de las piezas.
Meneando sus brazos, animando y con su correspondiente peculiar parte vocal, Anne ocupó el puesto de Tilo, y Tilo el de Anne, para interpretar "The Turning Point" del clásico de clásicos "Elodia"…uno de los mejores álbumes de rock gótico de la historia, y también uno de los más amados de los fans de LACRIMOSA .
Tras "Kelch der Liebe" del "Litchtgestalt", y con una intro modificada, llegó el momento más ardiente, profundo y coreado de la noche con "Alleine zu zweit". Cada nota, cada gemido, cada movimiento de Wolff…todo en este tema es mágico, y esta noche sonó como nunca, acompañado por unos fans que demostraron tener muchas ganas de LACRIMOSA , que con su arte, lograron que todos los poros de la piel reaccionasen ante semejante temazo.
Con la cara de Tilo en formato "mimo del infierno" en pantalla, "Raubtier" representó uno de los momentos más viscerales del show, con un puente más duro, y un Jan echando humo, mientras que uno de los más intensos, ambientales, emocionantes y cargados de atmósfera, fue un sublime y sensacionalmente interpretado "Nach Dem Sturm" de su celebrado "Testimonium" de hace unos años.
Fueron sucediéndose temas de varias épocas de la banda como "Führ mich nochmal in den Sturm" o "Daughter of Coldness" de su último trabajo, que se combinaban con algunos clasicazos como "Flame im Wind" del venerado "Satura", que, con una llama gigantesca presidiendo la parte trasera, nos dejó ese momentazo más cercano a bandas como Sisters of Mercy, y ese teclado deudor de Depeche Mode, sencillo, pero que tan bien suena en directo, y que hace que algo se te remueva por dentro. Ese sonido de batería procesada, no hizo sino darle fuerza a la interpretación, y hacernos ver que la propia banda quiere ser fiel a la pieza original…una delicia hecha canción, que nos hizo vibrar.
Siguieron sus presentaciones más recientes como la de "Celebrate the Darkness" en la que Anne estuvo muy acertada con su voz, y aunque el tema es de tempo muy lento, bien sabíamos que el final no andaba muy lejos, pues superábamos la hora y veinte de concierto. "Rote Sinfonie" de su "Revolution" sonó muy sinfónico, potente y poderoso, pero hubiese preferido el propio "Revolution" de cara al final de la noche.
No se puede complacer a todo el mundo en la selección de temas, máxime cuando tienes una discografía como la suya. "Stille" tuvo su representación con un emocionante "Stolzes Herz", antes de la primera sección de bises, muy celebrada, compuesta por "Lichtgestalt", "Feuer" de su "Sehnsucht" y la archiconnocida "Ich bin der brennende Komet", todo un himno que todo el mundo cantó, desde que empiezan a sonar esas maravillosas notas de sintetizador del inicio.
Tilo desbocado, el público en la cima de la emoción, y una banda que se retiraba tras el "telón", para volver al escenario y despedirnos con los esperados "Der Morgen danach" y "Durch Nacht und Flut", cuyas melodías de cadencia más positivas, nos llevaban a pedir la última…un "Copycat" que, misteriosamente, no llegó, ante la sospresa de todos, y en especial, de unos cuantos asistentes que llevaban un rato pidiéndola a voces.
Aún sin atender a la última petición, LACRIMOSA ofrecieron un espectáculo único, lleno de calidad, en el que volcaron todo su potencial, ganas y amor incondicional a sus fans. Algo que como se demostró en Shoko, es totalmente recíproco.
Madrid quiere a LACRIMOSA , y los diez años de espera han merecido la pena. El pasado domingo fue la prueba irrefutable de ello.
Texto: José Rojo
Fotos: Alvaro Ochoa
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