Catorce años después de aquel gran éxito que terminó por abrirles las puertas del mercado europeo y darles a conocer a toda una nueva oleada de fans llamado «Tunes of War» –con el que comenzaron la «The Middle Ages Trilogy», la cual sirvió para consolidar el éxito obtenido- GRAVE DIGGER retoman la temática de la revolución escocesa en este nuevo «The Clans Will Rise Again».
No es la primera vez que comentamos la «secuelitis» imperante desde hace varios años, y es que reclamar la atención de fans con segundas partes de obras aclamadas es efectivo, sobre todo para quien haya perdido la pista a los grupos. Si este nuevo alzamiento de los clanes está a la altura de la obra del noventa y seis habrá disparidad de opiniones. La mía es que estamos ante un álbum que mejora con las escuchas y mantiene la línea de sus últimos trabajos, en un grupo que se mantiene fiel a sus esquemas estilísticos y musicales, siendo esta una de las señas de identidad del cavador de tumbas alemán. No es un disco redondo que enganche de principio a fin, pero si tiene su buen puñado de temas destacables, como digo siguiendo la tónica de lanzamientos anteriores, manteniendo el tipo y dejando un buen sabor de boca dentro de su ya extensa discografía.
Se mantiene el ya habitual cuidado estilístico en cuanto a portada y artwork, agregando un nuevo diseño en la tapa una vez más digno de enmarcar y que incrementará el deseo de los fans sobre una futura edición en vinilo. A nivel de producción, mezcla y resultado final no hay sorpresas, manteniendo en los parámetros de calidad acostumbrados. En cuanto a estilo y composición, siendo GRAVE DIGGER una banda que precisamente ondea la bandera del verdadero heavy metal del de toda la vida, tampoco hay cambios (y no creo que nadie los espere) si bien tampoco se entienda que quiero hablar de estancamiento, pues las ideas siguen frescas incluso en mi opinión más que en otros discos donde las musas parecía que les eran menos favorables. La novedad viene de la mano de Axel Ritt, guitarrista que una vez superado el papelón de tener que suplir en directo a todo un estandarte del heavy metal europeo como es Manni Schmidt (quien en directo formaba una pareja de viejos zorros increíble junto al también despedido Thilo Herrmann) se hace cargo de las seis cuerdas de forma solvente, dejando registro de su técnica y estilo pero adaptándose a los cánones de sus predecesores (aquí no podemos olvidar a Uwe Lulis, tan limitado técnicamente como acertado en sus composiciones, principal artífice junto al vocalista Chris Boltendhal de «Tunes of War»). En definitiva, se adapta dejando su propia personalidad, aportando su propio sonido a ritmos y solos de lo más variado en una perfecta simbiosis de técnica y sentimiento según el tema lo requiera.
Tras la introducción a base de gaitas, tambores y orquestaciones de «Days of Revenge», el disco comienza con el puro heavy metal 100% genuino de «Paid in Blood», con riffs y voces marca de la casa, ideal para la apertura de los próximos conciertos, hablando de la unidad y la lucha por la libertad. En la misma línea, se mueven «Hammer of the Scots», con un estribillo que invita a levantar el puño y gritar el título, donde Axel realiza un solo fantástico. «Highland Farewell» no baja el pistón, pese a ser más accesible en parte gracias a las melodías de gaita sobre la que se construye la canción.
El tema título baja la velocidad, en esa onda pesada y atmosférica, resultando un medio tiempo de riffs pesados y grandes atmósferas y efectos de teclado cortesía Hans Peter Katzenburg. «Rebels» es puro speed metal donde lo más destacado es el estribillo cantado a coro. «Valley of Tears» es una de esas joyas medio escondidas en los discos de los DIGGER (y que muchas veces se terminan convirtiendo en nuestras favoritas) homenajeando sin tapujos el «Princess of the Dawn» de ACCEPT en la estrofa y desembocando en un coro conseguido. La parte melódica de la mitad deja paso a un inspiradísimo solo que retoma la parte final repitiendo el coro. Evidentemente hablo por gustos personales, pero me parece una de esas canciones que dentro de unos años se retoman en los directos cuando se empieza a pensar en temas escondidos.
«Execution» es otro ejercicio de heavy/speed sin concesiones y estribillo machacón, igual que «Spider», y no es que servidor tenga algo en contra de ellos, pero al menos en esta ocasión los veo menos destacables en cuanto a inspiración se refiere. Entre ambas tenemos «Whom the Gods Laugh Die Young» con una atmósfera deudora de Black Sabbath donde desde un simple arpeggio de piano se construye una grandilocuente densidad sonora de excepcional resultado. «The Piper McLeod» sirve de introducción para la hímnica «Coming Home», dominada por un simple riff y genial estribillo a coro, destacando el final cuando todos al unísono cantan «Couse I am the pipper and I’m coming home» siguiendo la misma melodía el solo de guitarra después. «When Rain Turns to Blood» es la balada que cierra el álbum de forma un tanto anodina. No sé por lo general no me terminan de convencer sus baladas y esta no deja de ser menos. Sin duda, pese a momentos acertados como «The Ballad of Mary (Queen of Scots)» los temas de este calibre no son su fuerte y este no deja de ser menos. En todo caso, no pasaré por alto comentar la sensación de guiño a Queen al finalizar con una improvisación de sintetizador el tema, lo que me recuerda a «Who Wants to Live Forever»
Por lo general y como explicaba arriba, nos encontramos ante un disco que mantiene la llama viva dentro de la carrera de GRAVE DIGGER. Es difícil compararlo con «The Tunes of War» ya que una de las mitades que compusieron aquel –Uwe Lulis- no se encuentra presente, pero conserva la esencia de la banda y sobre todo los valores sobre los que se inspiraron la obra primigenia. Como siempre, la última palabra la tenéis vosotros.
J. José Jiménez
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