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1 de Noviembre de 2003 – Pavelló Olimpic de Badalona – BARCELONA
Cita ineludible, una más, para ver a los MAIDEN de toda
la vida, ese grupo estandarte que es capaz de venir 3 veces en 6 meses, y aún
así llenar sin problemas. Y por fin, acompañados por una formación
de lujo, GAMMA RAY, haciéndonos olvidar el esperpento
de otras veces en cuestión de grupos teloneros de cuyo nombre no quiero
ni acordarme.
En esta ocasión dejaron la grandilocuencia de un Sant
Jordi, y se decantaron por el Pabellón de Badalona, el cual tiene menos
capacidad, pero por su forma redonda, da más sensación de calor.
Las puertas se abrieron a las 8 y media, y un cuarto de hora después,
saltaban los cruzados germanos al escenario, la verdad es que dieron muy poco
espacio para el acomode del público que iba a llenar hasta arriba el
recinto.
Escenario básico para los GAMMA, un
telón de fondo con el logo, la batería en medio, y unos amplis
para sonar decentemente. Intro de rigor, «Wellcome», y al ataque
con «Gardens Of The Sinner» en medio del delirio general, con una
pista totalmente abarrotada y entregada a los designios de una banda querida
como pocas. «The Heart Of The Unicorn» fue la siguiente en sonar,
para después, unir de forma natural, «Rebellion In A Dreamland»
y «Land Of The Free». La banda se mostraba feliz, a pesar de que
el sonido no era todo lo bueno que se podía esperar, y que su tiempo
de actuación era de tan sólo 45 minutos. Cambio de guitarra de
Kai, para un nuevo clásico, «Send Me a Sign», buscando constantemente
el apoyo del público. Kai estuvo pletórico, flanqueado por el
elegante Henjo y por el salvaje Dirk, y atrás, la bestia Zimmer, el nuevo
superhéroe, Zimmermann, con una pegada imparable. «Heavy Metal
Universe», en medio del tema, Kai se desenfunda la guitarra para que repitamos
el estribillo, eso está hecho tio, y todo el pabellón patas arriba.
«Aprovechando que anoche fue Halloween, toca una de Helloween»,
exclama Kai, no muy original pero si muy efectivo, «I Want Out»,
tema entre temas, ni con las canastas del gran Villacampa se sintió tanto
entusiasmo en ese lugar.
Se despidieron como lo que son, héroes, pero todos nos
quedamos con ganas de más, 8 temas supieron a muy poco, 45 minutos es
muy poco tiempo para tanta banda. Pero en fín, los horarios están
para cumplirlos.
Bueno, bueno, bueno, que nos depararía la noche, la
verdad es que todos esperábamos mucho, tras tanta venida a nuestro país
del sexteto británico. Así que sin más dilación,
pasaré a relataros, en la medida de lo posible, lo que este mortal plumilla
pudo presenciar el día de todos los santos.
Como viene siendo habitual últimamente, sonó
por los altavoces «Doctor, doctor», el clásico de Michael
Schenker y Phil Mogg, UFO, lo cual ya puso a la gente en alerta y preparados
para el combate. Luces apagadas, y una intro operística y lúgubre,
mientras cada uno ocupa su puesto sobre un escenario que se supone espectacular
mirando a través de una tenue luz.
Como una exhalación, casi por sorpresa, «Wildest
Dreams» asalta nuestros sentidos, esto ha empezado. El escenario, como
antes suponíamos, fantástico. Era un castillo, con sus torreones,
y sus rejas al fondo, de donde iban saliendo los telones dependiendo del tema.
Flanqueado por dos parcas simétricas, seguidas lateralmente por dos pasarelas
por donde Bruce no pararía de corretear una y otra vez. El criticado
primer single de «Dance Of Death», tuvo un sonido un tanto sucio,
que aunque poco a poco fue mejorando, no llegó al nivel de otras veces,
parecía estar sonorizado todo de forma un tanto ruidosa.
«Wrathchild» fue la primera en poner patas arriba
el local, la sirena antiaérea de Bruce, a estas alturas ya estaba caliente,
una vez más, increíble. En los años ’80 tenía
muchos altibajos en su voz, lo digo por que tengo algunos piratas en los que
prácticamente está afónico, pero en la actualidad, a cada
concierto se supera, y se nota que no le cuesta llegar tanto a los tonos altos
y no presenta muestras de agotamiento. Un showman, un atleta, y un portento.
La doncella se preguntaba si podía jugar con la locura, mientras jugaba
con nuestras cabezas, la reincorporada «Can I Play With Mandes»
sonó de forma maravillosa, y sin descanso alguno, sonó «The
Trooper», y como dijo el poeta, A GALOPAR!!!!!! ¿es está
la mejor canción de la historia? No sé, yo creo que tal vez. Bruce
ondeaba la bandera británica, mientras el resto se movía de un
lado para otro intentando controlar la avalancha. Fantástico el solo
de Murray, haciéndolo de forma diferente a la acostumbrada, creo que
de forma improvisada, dando muestra de su locuaz forma de tocar.
Momento para el descanso, y Bruce se dirige de forma directa,
por primera vez a un público que a estas alturas ya está completamente
entregado. Nos da las gracias por hacer de «Dance Of Death» uno
de los discos más vendidos de MAIDEN en nuestro país,
de nada Bruce, a mandar, y nos da la bienvenida al baile, mientras Gers se arma
con una acústica. Bruce se sube a un lateral, sobre una silla, vestido
con una capa y oculta su rostro tras una máscara, un buen atrezzo. En
la parte de los solos, los tres hachas tuvieron su momento de gloria, la compenetración
y la maestría de cada uno, quedó patente en este momento. El tema
sonó grande, muy grande, sin las orquestaciones que suenan en el disco.
Al final del tema, Bruce se puso la capucha, quedando oculto debajo de ella,
y empezó a girar sobre si mismo ondeando su capa, para posteriormente,
caer sobre su propio peso, mientras las luces se apagaban entre el aplauso y
la aprobación unánime.
A la carga otra vez, «Rainmaker», lo que será
el segundo single, que gran tema para el directo, difícil de cantar,
pero sin problemas para Bruce. Las guitarras se triplican en armonías
espectaculares. Nicko como siempre, preciso y en su sitio, sumergido en un mar
de platos y timbales, y Harris, que decir, como siempre, de un lado para otro
amenazante con su bajo Fender, totalmente feliz. En este tema brilló
con luz propia, y nunca mejor dicho, el juego de luces increíble del
que hacían gala. «Breve New World», la única concesión
a su anterior trabajo, un tema que invita a botar y a corear en un intenso estribillo.
«Paschendale», dio lugar a que dejaran el escenario
hecho un Cristo. Llenó de trincheras, e introducido por metralletas y
un telón apocalíptico. Adrian hace tapping, mientras Bruce aparece
detrás de las barricadas, vestido de soldado, iniciando el relato bélico
del tema. 6 temas sonarían en total del nuevo disco, lo cual no sólo
demuestra que es un buen trabajo y muy aceptado, sino que posee grandes dosis
de calidad, aunque creo que «Montsegur» hubiera quedado genial,
es un tema para el directo que no sé como no han incluido en el repertorio.
Llegamos a la sorpresa de la noche, «Lord Of The Flies»,
tema de un álbum casi olvidado para muchos, «X Factor», de
la era Bailey. Burce quisó dejar las cosas en su sitio, y lo cantó
de forma aberrantemente buena, subiendo y subiendo en el estribillo, halla donde
sólo unos pocos pueden llegar. Buen solo de Gers, y otra vez las tres
guitarras triplicándose en una encarnizada batalla sin victoria final.
Momento esperado de la noche, «No More Lies», el relevo generacional
a «The Clansman», en vez de berrear «FREEDOM………»,
ahora berreamos «NO MORE LIES», pero la efectividad sigue siendo
la misma, uno de esos temas que propician una comunión y una complicidad
entre banda y público, que muy pocas formaciones pueden conseguir.
Después de tanto tema de reciente creación, llega
el turno de los clásicos, «Hallowed Be Thy Name», SCREAM
FOR ME BARCELONA!!!, y venga, todos a una, que no se diga. Una vez más
volvió a sonar el mejor cambio de ritmo de toda la historia. Con el público
ya totalmente rendido, el miedo a la oscuridad nos hizo ponernos en pie nuevamente
para estar alerta. La gente ya sabe lo que debe corear y hacer en este tema.
Gers al final del solo, metió la gamba de mala manera, te perdono, no
pasa nada.
«Iron Maiden» sirvió para ahogar la voz
de Bruce en una tormenta de voces sin piedad, mientras Janick hacía cabriolas
con la guitarra, que forma más rara de moverse de este personaje, es
la felicidad personificada en este hombre. Nicko imprimió a este tema
un ritmo brutal, mientras los demás intentaban seguirlo. Del fondo del
escenario, salió un Eddie caracterizado como en la portada de su último
trabajo, con la capa y la guadaña, al final del cual abrió los
brazos para intentar fundirse en un abrazo con todos nosotros, cualquiera se
acerca. El tema insignia sirvió para despedirse.
Los roaddies colocan 4 asientos, y vuelven a salir a escena
los músicos. Bruce nos presenta un tema que dice que hay que escuchar
con un café en la mano, bueno, una cerveza puede hacer las veces de.
La banda es presentada, las mayores ovaciones son para Nicko y Steve. «Journeyman»,
una apuesta arriesgada y una forma diferente de enfocar su imagen. Guitarras
y bajo acústicos, con instrumentaciones, ahora si, pregrabadas. Bruce
buscaba el constante apoyo del público en el estribillo, un tema que
aunque relajado en su música, la parte vocal está llena de rabia
e intensidad.
Conscientes de que la cosa llegaba a su fín, decidimos
entregarnos por completos a dos clásicos, «The Number Of The Beast»,
con nueva salida de Eddie, ahora de 3 metros, dispuesto a darse de piños
con Janick, y cerrando, «Run To The Hills». Todas las despedidas
son tristes, y ésta más si cabe, después de tantas venidas,
IRON MAIDEN ya son de la familia, espero que no cumplan su
amenaza mortal de no girar más por recintos cerrados.
Haciendo balance, creo que sería bueno un buen cambio
en el repertorio, jubilar por un tiempo temas como «Hallowed….»
o «Run To The Hills», e incorporar otros que serían bien
recibidos. Pero claro, siempre habría quién echaría en
falta algo. Pero creo que sería bueno para ellos, para no acomodarse
demasiado. Los temas nuevos no desentonaron para nada entre tanto clásico,
y el sonido, deslució un poco la noche, pero vamos, nadie se resintió.
Para mucha gente puede ser más de lo mismo, puede que se repitan más
que el ajo y que no tengan más que ofrecer, pero bueno, a esta gente
la invitaría yo a que vieran a miles de personas botando y sintiendo
algo que ni siquiera los que lo sienten, sabrían explicar. Todavía
me emociono al ver a chavalillos de 10 u 11 años acompañados por
sus padres, ver a gente de 60, 70 años o los que sea, alucinando con
una música, una manera de entender la vida, uniendo generaciones. ¿es
más de lo mismo? No querido, es IRON MAIDEN, no importa
lo lejos que estés o donde te metas, seguro que te atrapa. Desde aquí,
también, quisiera felicitar a esa pareja de novios que hizo acto de presencia,
él embutido en su traje, y ella en su vestido, en el pabellón
con algunos invitados a la susodicha boda, entre el grito general en la cola
de «QUE SE BESEN, QUE SE BESEN» y «UN VIVAN LOS NOVIOS».
Desearos una vida llena de felicidad, creo que vuestro compromiso no podría
tener mejor comienzo.
No creo en Dios, en Buda, en Ala, ni prácticamente en
nadie, sólo creo en cosas reales y tan grandes como IRON MAIDEN.
Texto: Álex Sánchez alex_sanchez@rafabasa.com
Fotos: Carlos Oliver
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