Crónica y fotos de ECLIPSE + REMEDY en Murcia

+ REMEDY

Sábado 14 de Diciembre 2024 – Sala Mamba – Murcia

Como dice la canción… ¡Aleluya! ¡Por fin llegó el sábado noche! Y en mi caso, además, me tocaba pisar por primera vez una sala como la Mamba! de Murcia, que nada más entrar ya me dejó unas impresiones estupendas. Un espacio grande, amplísimo y despejado, con una distribución ideal, y unas cualidades sonoras que quedaron bien probadas en aquella velada. Y qué mejor actuación para estrenarla por mi parte que la de los suecos ECLIPSE, a quienes en Octubre, para mayor alegría, se unieron sus paisanos REMEDY en esta gira por nuestro país.

Tras conocer por fin a mi compañero César Valiente (cuyas magníficas fotos ilustran esta crónica) y saludar a otros tantos amigos, me situaba ya entre las primeras filas, en una sala todavía con varios huecos libres, que nos permitieron disfrutar muy cómodamente del primer concierto.

REMEDY

Con el escenario teñido de oscuridad, y tan solo el bombo iluminado de rojo, REMEDY no se demorarían demasiado en aparecer, ante un todavía tímido aplauso del gentío, y con “Living on the Edge”. El tema, que inauguraba su primer álbum “Something That Your Eyes Won’t See” sirvió de perfecta carta de presentación, con un estribillo muy atractivo. El guitarrista Roland Forsman, que ostentaba un abrigo de piel sobre el escenario, intercambiaba ya posiciones con el bajista Jonas Dicklo, ambos con mucha chulería y aplomo.

El cambio radical de luces rojas por azules, nos llevó hasta la melódica “Marilyn”, y en ella, persistían las ansias de protagonismo por parte de Roland, que se asomaba continuamente al público, regalándonos sus riffs, solos, sonrisas y poses al borde del escenario. A las otras seis cuerdas, el vocalista Robert Van der Zwan de momento andaba más concentrado en tocar y cantar, pero tampoco tardaría demasiado en empezar a despegarse cada vez más del micrófono. El sonido fue prácticamente perfecto, con instrumentos que sonaron con una calidad cristalina, y absolutamente nada de ruido, ni un solo acople ni desequilibrio en el volumen. Esto nos ayudó muchísimo a disfrutar todavía más de temas como “Sin for Me”, en la que guitarra solista y bajista continuaron dando pruebas de coordinación, tocando cara a cara y cruzándose entre ellos, y al mismo tiempo, animándonos a levantar los puños. Rob, que soltaba su guitarra en algunas frases, aguantó muy bien el tirón en los tonos más altos, y ya nos deleitaba con algunos paseos sobre las tablas. Roland se desprendía de su abrigo, el vocalista de su guitarra, y Fredrik Karlberg se retiraba la capucha que hasta ahora había llevado puesta en “Sundays at Nine”, también de su primer disco. Fantástico el sonido acústico en las guitarras iniciales (limpísimas y pulidas), para volver otra vez a registros más eléctricos. Un tema en clave de balada, muy relajado, pero en el que contrastaron los tremendos golpetazos que propinaba Fredrik a sus cajas hacia el final. Lo único que eché de menos fueron los arreglos orquestales de la versión estudio. “I Wanna Have it All” fue una de las grandes triunfadoras, gracias una vez más a su estribillo, que todos cantamos a pleno pulmón.

Me alegró ver, por cierto, la gran cantidad de gente que conocía sus temas. También nuestras palmas acompañaron los primeros compases, en los que Roland volvía a acercarse a nosotros, pisando los monitores, contento y entregado al máximo. Jonas, por su parte, fue quizá el músico que más muestras de entusiasmo nos dio, siempre bailando, guiñando al público, taconeando y marcándose carreras de aquí para allá, con un aspecto mucho más ochentero que sus compañeros, flequillo, pelo largo y mallas de cuero. El dilatado y escandaloso aplauso que les brindamos subió todavía más los ánimos generales. Y si bien en esta última noté algunas líneas vocales desafinadas, es justo decir que Rob sí clavó “Angelina” por completo, amparado en casi todo momento por los coros del público y de los músicos a su alrededor, aprovechando el final para presentar a la banda. Me daba igual qué temas tocasen (ya que me ha encantado todo lo que he escuchado), pero si deseaba uno a toda costa, ese era “Thunder in the Dark”, que felizmente, cayó a continuación. Adornado por las coreografías de Roland y Jonas, y con un trabajo de platos excelente por parte de Fredrik, también fue todo un reto para Rob, que aprobó con nota en esas progresiones melódicas tan increíbles, y en ese tremendo y necesario dramatismo que supo transmitir en el estribillo. El bajista volvía a estar a tope en el final, metiendo coros, saltando y dando vueltas sobre sí mismo, muy emocionado, y Robert insistía con un ‘follow us!!’, al tiempo que nos avisaba de que tan solo dos cortes restaban. Las guitarras pesadas y contundentes fueron las protagonistas de “Crying Heart”, pero también las aplastantes baterías del espectacular Fredrik, quien constantemente realizaba figuras en el aire con sus brazos y baquetas a la hora de tocar.

Acompañamos con coros, con todas nuestras fuerzas, a los pregrabados que llevó el tema, y llegamos al auténtico clímax con “Moon Has the Night”, temazo mayúsculo, y otra demostración de lo que puede llegar a ser un Hard Rock de tintes modernos, pero elegante, accesible, y del todo adictivo. Aquí no quedaba otra, había que darlo todo, y lo mismo pensaron los miembros de la banda. A la vez que Rob buscaba nuestra complicidad con su mirada intensa y directa, Jonas y Roland actuaban como un mecanismo perfectamente engrasado, dando vueltas por todo el escenario, congeniando con el público a base de acercarse, e incluyendo deleitándonos con un final instrumental al rojo vivo en el que el guitarrista terminó tocando unos punteos de espaldas. Solo eché de menos un teclista en vivo para momentos musicales como este, pero por lo demás, gozamos de unos temas defendidos de forma increíblemente talentosa y capaz.

Para un servidor, Remedy han supuesto uno de los grandes descubrimientos en este último tramo del 2024, y ahora puedo afirmar que todavía lo ha sido más en directo. Y es que lo de aquella noche fue una verdadera pasada.

ECLIPSE

No me moví un solo centímetro de la primera línea del público, al suponer que la asistencia se multiplicaría para el siguiente concierto, y así fue. Ahora sí, veíamos una Mamba! bastante llena, que esperaba con muchas ansias la subida a escena de las huestes del gran Erik Mårtensson y sus ECLIPSE . No por ser una banda que nos visita muy a menudo, y no por haberles visto ya en más de una decena de ocasiones, la ilusión por volver a estar frente a ellos disminuyó lo más mínimo. De hecho, es por la certeza de que siempre nos ofrecen conciertos sólidos, vibrantes, intensos y divertidos, por lo que tantas ganas tenía de repetir. Curiosamente, era la primera vez que visitaban la capital murciana, aunque la celebración del evento estuvo, en su momento, pendiente de un hilo debido al cierre temporal de la sala Gamma, donde inicialmente iba a tener lugar.

Con el característico soporte rojo de Erik ya preparado, y un espectacular montaje de luces que pronto veríamos en acción, nos sorprendía un vídeo por pantalla, con una cuenta atrás, y diversos fragmentos de temas sobradamente conocidos. Los suecos abordaron el escenario sin mostrar el más mínimo atisbo de timidez, pisando fuerte, a por todas, y con el primer argumento para hacernos desmelenar de lo lindo, como es “Roses on Your Grave”. Los vistosos triángulos luminosos dieron todavía más brillo a aquel inicio, aunque por otra parte, también apreciamos una menor definición en el sonido, al menos, por ahora. Sin dejarnos recuperar el aliento ante tal subidón, empalmaron con otra inyección de pura energía power pop como fue “Got It!”, en la que ya se desató a lo bestia el bajista Vicke Crusner, que junto a su hermano Philip Crusner, formaron una base rítmica implacable. De hecho, fueron dos de los grandes protagonistas del concierto. Saludaban, daban las gracias, y continuaban con otra apuesta ganadora de la talla de “Run for Cover”. Tal vez fuese por el lugar en donde me encontraba, pero noté falta de volumen en la guitarra de Magnus Henriksson, y un exceso de presencia del bajo de Vicke, demasiado elevado, pero sin ser nada grave.

Este último, pedía palmas para terminar el tema, después de echarse unas carreras en círculos con Erik Mårtensson que subieron la temperatura. “The Storm”, que nunca suele faltar en sus directos, cayó como un auténtico bombazo entre la gente, con infinidad de cánticos. Más desmadrado que nunca, Vicke acababa cayendo de rodillas, y Erik se extasiaba, enfocando la oreja para escuchar mejor nuestros gritos. No se hicieron de esperar los primeros ‘oes’, que inundaron la sala en toda su extensión, dando la primera gran recibida a un grupo pletórico de energía. Pero también hubo sitio para temas menos habituales, como lo fueron “Killing Me” (tercera vez que la interpretaban este año), o “Falling to my Knees”, del más reciente redondo, el “Megalomanium II”. No hay duda de que los de Mårtensson le tienen muy cogido el punto a eso de elaborar temas con toneladas de gancho, y sobre todo, estribillos que se te quedan a la primera escucha, y no puedes sacarte de la cabeza. Y aunque estos últimos años han sacado discos como churros, creo que siguen sonando relativamente frescos y creativos, introduciendo ciertas evoluciones, pero sin perder su esencia en ningún momento. Claro que eso también significa que los temas nuevos se van superponiendo a los antiguos a más velocidad, por lo que se echan de menos algunos como “Bleed and Scream”, “Breaking my Heart Again” o “Wide Open”. Y es que, a la broma, ya son más de 25 años de carrera. Sea como sea, entre grandes coros, estribillos irresistibles, ritmos que nos estaban dejando exhaustos, y una implicación cada vez mayor por nuestra parte, la intensidad crecía y crecía conforme asomaban grandes hits como “Runaways”, con carreras interminables y frenéticas de por medio.

Claro, que también dejaban lugar a cortes mucho más pausados, como la mil veces emotiva “Still my Hero”, que Erik, guitarra acústica en mano, y tocándola entera él solo, dedicó a su padre. Su enorme feeling fue recompensado con otro sentido aplauso, que duró hasta el inicio de “When the Winter Ends”, de vuelta al formato original. Puede que por el deje ligeramente AORero del tema, Vicke Crusner se mostraba ahora un pelín más sereno, dedicándose sobre todo a sus coros y a pellizcar sus cuerdas… pero pronto volvería a las andadas. El que no paraba ni a la de tres era Philip, en su empeño de fliparnos con sus constantes cabriolas con los palos, y su fogosa manera de tocar. En palabras de Erik, todavía no había saltado a la palestra la vertiente más Heavy Metal de ECLIPSE , algo que remediaron con “The Masquerade”, y doy fe de que el endurecimiento del sonido en ella fue considerable, a pesar de que seguía faltándome un puntito de volumen en las cuerdas de Magnus.

Parecía que llegaban los bises (algo tempranos), pero en realidad, era el bueno de Philip Crusner, que se preparaba para vaciarse a gusto en su solo de batería, donde los triángulos luminosos volvieron a sobresalir. Un solo corto pero muy enérgico, cambiante, virtuoso, y con una pista disparada que incluyó una remezcla de Carmina Burana. Y ni con estas se apaciguó. Instantes después, en la deseadísima, cantadísima y saltadísima “Saturday Night (Hallelujah)” le seguimos viendo enloquecer a cada golpe. Incluso pareció que el sonido mejoraba, sin llegar a ser perfecto. Erik nos mostraba con orgullo su precioso modelo de guitarra, tan rockabilly y 50s, que empleó en tesituras acústicas para “Anthem” (al rato, se le unieron el resto de sus compañeros), y posteriormente, dar un gran salto de electricidad hasta la potentísima “Black Rain”. También fue de lo más Heavy de un concierto cuyo nivel de intensidad no bajó ni entre tema y tema, dada la constante insistencia de Erik en hacernos gritar.

Las coreografías de mástiles, el virtuosismo en los solos de Magnus, y esa brutal pegada de Philip también contribuyeron enormemente, a lo que hubo que añadir la libertad con la que ahora Erik se movía por todo el escenario, sin guitarra a cuestas, en “Never Look Back”. El público hirvió en bailes y saltos desde sus primeras notas, pero no menos que en la hímnica “Twilight”, que representó uno de los momentos álgidos de esplendor del concierto, coronada con la 9ª de Beethoven. Y así nos dejaron, con una sonrisa de oreja a oreja, a la espera de los bises. Estos llegarían primero como aguas mansas, de la mano de “Battlegrounds”, a media luz, y en plan acústico, y posteriormente, como un tifón arrollador. Las dos últimas grandes culpables de aquel incendiario final fueron “The Hardest Part Is Losing You”, recibida por los mástiles elevados de Magnus y Vicke, y sobre todo, la grandiosa “Viva la Victoria”, en la que ni un solo segundo dejó la peña de sudar la camiseta, o castigarse las amígdalas a gritos. Sucumbiendo a la última provocación que nos lanzaron, la sala entera, ellos y nosotros, terminamos a bote limpio, hasta quedar para el arrastre, pero con los niveles de adrenalina por las nubes.

Lo dicho. Prácticamente imposible encontrar un mejor plan para una noche de sábado que pegarse una buena fiesta de Hard Rock sueco en directo. Y por otra parte, como digo, un sobresaliente para la sala Mamba! en cuanto a sonido y dimensiones. Ojalá cunda el ejemplo, y sigan acercándose hasta ella más bandas y movidas de nuestro rollo.

Texto: Javi Estan

Fotos: Cesar Valiente

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