Crónica y fotos de SCORPIONS + PHIL CAMPBELL AND THE BASTARD SONS en Madrid

+ PHIL CAMPBELL AND THE BASTARD SONS

Martes 16 de julio de 2024 – WiZink Center – Madrid

Después de un fin de semana de locura musical proporcionada por los conciertos de METALLICA, la nueva semana daba comienzo y lo hacía por todo lo alto con otro acontecimiento que, en mi opinión, era de asistencia obligada. SCORPIONS celebrarían el 40 aniversario del magnífico superventas «Love at First Sting», y lo harían pasando por la capital, dedicando una gira completa al influyente álbum del 84.

No sé cuantas más veces podremos disfrutar de la magia de los alemanes en vivo, contando con que Klaus Meine tiene nada menos que 76 años, pero el reloj no para de girar, y ellos tampoco… no concibo perderme este tipo de eventos, y parece ser, ellos no ven el final de la banda cerca a pesar de haber anunciado varias giras de despedida en el pasado. No obstante, creo que la llegada de Mikkey Dee, fue toda una inyección de energía a las ganas y los espectáculos de la banda, y probablemente, el ingrediente que ha hecho que todavía podamos disfrutar de SCORPIONS en los escenarios. Sea por el motivo que sea, debemos saborear, vivir y sentir todas las veces que podamos el poder del aguijón, que la noche del martes descargaba su veneno en el Wizink Center.

Además, cuando a la fiesta se une otra leyenda de nuestro rollo como PHIL CAMPBELL y sus BASTARD SONS, está claro que solo se pueden esperar momentos de gozo… ¿dos tercios de MOTÖRHEAD en el mismo escenario, la misma noche?. Otro aliciente más, por si alguien no se había parado a pensarlo.

La banda de Phil y sus hijos asaltaba el escenario con el único apoyo de su logotipo en la enorme pantalla trasera, mientras que «We’re The Bastards» comenzaba el show como un verdadero trueno… sonido perfecto desde el primer primer momento, y un Joel Peters que se lleva de calle al público. Una imagen muy acorde, con esa chulería a lo Dave Wyndorf de Monster Magnet, parece ser una de las apuestas más fuertes de Phil, que ha desembocado en un poderoso «Kings of the Asylum».

Su voz es perfecta para el tema que abría el álbum del mismo nombre, y que cantó originalmente Neil Starr. El poso a MOTÖRHEAD está presente en todo momento y la formación suena sólida, ensayada y con mucha actitud.

Tyla y Dane son un bloque de hormigón, consiguiendo un sonido sólido y muy profesional, mientras que Todd complementa a Phil a la perfección, para ofrecernos una propuesta de autenticidad, marcada únicamente por el deseo de Phil de seguir tocando y componiendo lo que le gusta, y lo que mejor sabe hacer, sin necesidad de solo vivir de rentas. El riff de «Freak Show», una de las gemas de «The Age of Absurdity», sonó con mucho carácter y estoy completamente seguro de que Phil lo compuso para MOTÖRHEAD… ¡menudo temazo!.

La banda estaba totalmente asentada en el show, y nosotros también, porque la convicción con la que presentan su propuesta es incuestionable. Del mismo álbum cayó «High Rule», más machacón, para que moviésemos el cuello, sorprendiéndome, que no le estuviesen dando cabida a su más reciente trabajo. Claro que, cuando empieza a sonar «Born to Raise Hell», no hay rival posible. Está claro que, ni el bajo de Lemmy, ni su voz, suenan por los bafles… pero, joder, ¡cómo la toca Phil!. Un lujazo de tema que todos celebramos, cantamos y disfrutamos junto al guitarrista y sus bastardos. Como único corte presente en el concierto de su «Kings of the Asylum», «Strike the Match» nos volaba la cabeza con un rock primigenio y eficaz, muy a lo AIRBOURNE, aunque fue «Ace of Spades» la encargada de coronar su actuación por todo lo alto, al ritmo de una de las canciones más emblemáticas de la historia del rock, ante la incredulidad de los asistentes, ante la no unión de Phil y Dee en escena, detalle que hubiese dejado un momento imborrable para los fans. Por soñar nadie nos cobra… ¡ok, Phil!. Nos quedamos con la media hora de puro rock’n’roll que nos regalaste. Electricidad y energía que pasaron a la velocidad de la luz, y que supieron a poco, pero a pura gloria.

Una rampa con luces robotizadas por detras de la batería de Mikkey, que se situaba sobre una escalinata iluminada, así como una pasarela y tres pantallas, serían el apoyo visual de SCORPIONS esta noche, y algo me decía, mirando el montaje, que los «scorps» habían venido a por todas… a volver a capturar nuestras emociones, plagadas de nostalgia, ante un álbum que es banda sonora de nuestras vidas y que, a día de hoy, es inmortal, como tantos otros de su longeva e increíble discografía. Pero lo que está claro, es que, coronando con un «World Wide Live» estratosférico, el trabajo que venían a rememorar, fue crucial en una carrera plagada de éxitos, y fue el trampolín hacia un mainstream en el que se han mantenido desde entonces.

Cuando empezó la primera proyección, y se apagaron las luces, empezó a sonar el primer y calmado primer tramo de «Coming Home», y, sinceramente, sin la banda todavía sobre el stage, pensaba que era una grabación. Cual fue mi sospresa, cuando veíamos como Klaus salía por un lateral de la batería cantando el tema con una nitidez, soltura y voz increíbles… amigos…78 años, y sigue poniendo la piel de gallina y con tan solo abrir la boca.

Mejor inicio, imposible, especialmente cuando da comienzo la parte eléctrica del tema, y comprobamos como la banda sale speedica, vitaminada y con un sonido atronador. Mikkey parece romper los parches, pero es que las guitarras suenan cortantes y sólidas a partes iguales. La dupla Rudolf/Jabs consigue un sonido pulcro y casi de estudio, mientras que, con la batería quizás un poco alta, podemos escuchar a un Klaus en un estado de forma vocal increíble. Por razones obvias, no se mueve con la agilidad de antaño, pero solo podemos agradecerle que reserve cada gramo de sus fuerzas a cantar con una clase y feeling de otra galaxia… ¡increíble!.

Su último disco, «Rock Believer», merece una mención esta noche en forma de «Gas in the Tank», tema que sirve para que se nivele el volúmen de los intrumentos, y llegue la casi perfección de la que pudimos gozar el resto del concierto. Las proyecciones son de una gran definición, y muy bien elegidas, pero de nada servirían sin el apoyo de himnos como «Make it Real», tema que abre el maravilloso «Animal Magnetism» que sonó cargado de sentimiento, duro… sobresaliente.

Solo había que mirar las caras de los asistentes para comprobar el nivel de satisfacción que nos estaban haciendo sentir SCORPIONS . La banda se siente cómoda, y eso, se nota en el tesón con el que van desarrollando su show. Increíbles sonaron las guitarras dobladas… Rudolf no para de tirar de repertorio de poses, mientras que Matthias demuestra, una vez más, que es un verdadero héroe de las seis cuerdas, con su estilo confundible y sus perfectos solos. Hemos llegado al paroxismo y solo nos queda seguir disfrutando.

Klaus levanta su micro y anuncia que «The Zoo», de la misma obra maestra que el anterior, está a punto de sonar… ¡ufff!. No había nadie sin menearse al ritmo del sencillo riff, y Klaus no para de regalar baquetas durante todo el tema, mientras no deja de sorprendernos con su exquisito chorro vocal, para descansar sus cuerdas en uno de los momentos más especiales del show para servidor, y es que «Coast to Coast», para mí, está en un top 10 de los mejores instrumentales de la historia del rock duro, que empezó tocando Rudolf en la pasarela, para finalizarlo junto a Jabs y Pawel, para deleite de todos. Una exquisitez musical que al menos a mí, me emocionó una vez más.

Un montaje visual y de luces de elegancia extrema nos llevaba a «I’m Leaving You» del celebrado álbum, y es que jamás entendí por qué algunos temas del disco no han sido más trascendentes, contando el mismo con una cantidad insultante de hit singles. Desde luego despertó muchas emociones, y me encantó ver a tanta gente, de tantas edades, disfrutar cada nota que sonaba por el equipo, bien dejándose llevar, o recordando tiempos en los que la música de SCORPIONS empezaba a ser importante en sus vidas. Incluso «Crossfire», uno de los temas «menos conocidos» de «Love at First Sting», desató pasiones, y es que es la composición más alejada de la tónica general del álbum, con una temática mucho más profunda y social que marcaba una recta final de lp realmente estremecedora, y es que lo que venía después, marcó un hito, y todos sabéis de lo que hablo.

Las guitarras perfectas del inicio de «Bad Boys Running Wild» nos devuelven a la fiesta, y Rufolf, con su Flying, no para de deleitar nuestras retinas con poses que han quedado grabadas a fuego en nuestra memoria fotográfica. Klaus lo está bordando, y el esfuerzo por que cada nota vaya en su sitio, hace que estemos presenciando un auténtico hito de concierto, y es que, aunque SCORPIONS no fallan, hoy, por la suma de varios factores, estaba siendo más especial que en otras ocasiones si cabe.

Los astros se habían alineado, para ellos, y para nosotros. Apoyado por un guitarrista adicional, Matthias se marcó un solo espectacular, y es que siempre me he preguntado por qué nunca se lanzó a publicar algún trabajo solista… me hubiese encantado poder escuchar más temas como «Delicate Dance», con el sello inconfundible de uno de esos músicos únicos en su especie…¡qué grande Jabs!.

La sección acústica del concierto vino marcada, como era de esperar, por los coreados, cantados y sentidos «Send Me An Angel» y «Winds of Change», que siempre nos encogen el corazón, y hacen que las luces de los móviles moviéndose en la grada generen una comunión especial entre banda y público. Para mi sorpresa, cayó un espectacular y enérgico «Tease Me, Please Me», tema de apertura del gran «Crazy World», que disfruté sobremanera, para volver al «Love at First Sting», y esa sección de temas menos «mainstream» del mismo como la cañerísima «The Same Thrill», en la que Klaus mantuvo el tipo, desgañitándose y defendiéndola con toda la dignidad y elegancia posibles.

A continuación Mikkey Dee destruyó su set durante más de cinco minutos, en un solo increíble, que nos desencajó la mandíbula (nunca dejará de sorprenderme este hombre…), culminando con un entretenido juego proyectado en la pantalla, que mostraba una tragaperras llamada «SCORPIONS Jackpot», la cual iba parando a cada golpe de batería de Dee, haciendo guiños a MOTÖRHEAD en alguna jugada, y tocando el premio gordo cuando se alinearon las caras de todos los miembros de la banda. Detalles que hacen de un show algo dinámico y nada usual… detalles que hacen a SCORPIONS más grandes, si eso es posible.

Rudolf sale escopetado con su guitarra equipada con un tubo de escape, tras la metralla que ha dejado Mikkey, para avasallarnos con un potentísimo «Blackout», mientras que resplandecientes y coloridas luces de alguna ciudad anuncian que «Big City Nights» va a ser motivo para que todo el mundo se ponga a cantar, bailar y disfrutar de nuevo. Un hit tras otro… un recuerdo tras otro… estamos a punto de colapsar, pero la noche solo podía terminar con dos de los temas más representativos, no solo de SCORPIONS, sino de nuestro rollo, y también de nuestras vidas.

En «Still Loving You», que vino acompañado de un precioso vídeo, casi no se podía escuchar la voz de Klaus, debido al volúmen del público cantando el tema, y es que sigue generando pasiones como el primer día, mientras que «Rock You Like a Hurricane» marcó el final de un concierto que solo se puede calificar de magistral, emotivo e irrepetible, pues como digo, a pesar de haber disfrutado de cada uno de los shows que he visto de los alemanes en el pasado, esta ocasión fue de esas en que se suman una serie de factores que elevan el momento a otro nivel. Y si esta vez fuese la última vez que pudiese ver a SCORPIONS , el recuerdo que me quedaría sería inmejorable.

Eternos.

Texto:  José Rojo

Fotos: Alvaro Ochoa

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