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+ YOB + KOWLOON WALLED CITY
Martes 16 de Julio de 2019 – Sala Apolo – Barcelona
Nada más y nada menos que 8 años hemos tenido que esperar para volver a disfrutar en la Ciudad Condal de un concierto de NEUROSIS en sala. Si bien es cierto que en el 2013 se colaron entre el ecléctico cartel del Primavera Sound, fue la incendiaria actuación que dieron en la misma Apolo en el 2011 la que tenían grabada en el recuerdo la mayoría de sus seguidores. Pese a que los abanderados del post metal no editan nuevo trabajo desde 2016, han vuelto a demostrar que cuando la magia y los astros se alinean es momento de salir a la carretera para satisfacer a sus fieles adeptos. Ellos eran los grandes protagonistas de la segunda edición de la Okkult Session, formato inaugurado por la promotora Madness Live el pasado año en Madrid con un exitoso cartel encabezado por AMENRA y GODFLESH. Esta vez el testigo pasaba a Barcelona y los de Oakland venían acompañados de otra ya consagrada banda como es YOB y unos desconocidos KOWNLOON WALLED CITY que fueron los encargados de dar el pistoletazo de salida a una intensa velada.
Procedentes también de la Bay Area de San Francisco, la banda liderada por Scott Evans tuvo que lidiar ante una escasa audiencia debida a la temprana hora de la tarde. Pese a ser la incógnita de la tarde, tienen una trayectoria de algo más de una década y aprovecharon la ocasión para dar una breve pincelada a sus dos trabajos editados hace ya varios años y distantes en el tiempo entre ellos (“Gambling On The Richter Scale” y Grievances”).
Su particular post-hardcore recordaba en sonoridad a unos Unsane, eso sí, en versión más calmada. Así pues, pudimos deleitarnos con un aperitivo basado en temas con una marcada base rítmica reforzada por un sonido de bajo grave y pesado como la inicial “Cornerstone”, alternada con ritmos más lentos y agónicos como los de “Your Best Years” y “White Walls”. Fue con la contundencia marcadamente metalera de “50s Dad” cuando conectaron más con el público, mostrándose más desatados en escena. Pusieron el punto final con “The Pressure Keps Me Alive”, corte que evidencia plenamente que son discípulos de la herencia que han ejercido NEUROSIS sobre múltiples bandas desde los 90.
Pese a que hacía poco más de medio año que YOB habían recalado en Barcelona la expectación por volver a ver a los de Oregón era máxima, más aún cuando en esta pasada y reciente visita sellaron una actuación magistral. Con permiso de los cabezas de cartel, la gran sorpresa de esta Okkult Session es que YOB iba a ofrecer en Barcelona un show completo y más prolongado que en el resto de citas del tour europeo.
Tras una larga espera entre bandas, que sirvió para que la sala presentase un aspecto mucho más concurrido, los redobles de batería que dan inicio a “Ball of Molten Lead” abrieron las puertas a toda una experiencia sensitiva donde crudeza y sentimientos corren juntos de la mano. La muralla sónica que componen Travis Foster a la batería y Aaron Rieseberg es brutal, junto a la poderosa labor de Mike Schmidt a la guitarra y su inconfundible lisérgica voz. Ver a estos tres tipos en el escenario es como estar asistiendo a un ensayo… viendo como se comunican y se entienden en todo momento. Un tema enérgico que contrastó con la siguiente “The Lie That Is In” en la que el público pidió incluso silencio en los momentos más pausados. Con “Our Raw Heart” la comunión es ya máxima. Un solo riff basta para desarrollar casi quince minutos de un tema soberbio e intimista con un final épico, una terapia sanadora en forma de oda a la superación personal. Tras la contención, la rabia de “Atma” donde el cantante se dejó la voz de forma desgarradora. Después de preguntar cuánto tiempo quedaba de actuación y ver que disponían todavía de más de 20 minutos Mike propuso irónicamente tocar una canción más. La escogida para la ocasión fue “Adrift in the Ocean”, con su esencia primitiva y tintes tribales, que sirvió para sellar otra actuación sublime de principio a fin. Y eso es lo que transmiten YOB en directo, más que un cúmulo de unas pocas y largas canciones, un ritual en todo su conjunto.
Máxima expectación para ver a los protagonistas del día con una planta baja del Apolo (la parte superior no se abrió al público) a rebosar de gente. Con la sala sumida en la oscuridad y con la ayuda de algunas proyecciones, la carta de presentación fue una hipnótica “A Sun That Never Sets”, seguida de una no menos sugerente “My HeartOf Deliverance” con un inspíradisimo Steve Von Till junto un más calmado, en esta ocasión, Scott Kelly, al frente.
No sería hasta atacar con temas como “A Shadow Memory” o “Bending Light” que la banda se adentraría en ritmos más pantanosos y característicos de su época dorada, algo paradójico tratándose de temas pertenecientes a su último trabajo “Fires Within Fires”. No obstante, esta noche la apuesta de NEUROSIS fue arriesgada, pero si algo caracteriza a los de Oakland es ir a contra corriente y en esta ocasión apostaron por un repertorio más novedoso o menos clásico. Eso se tradujo en una plena satisfacción para sus más fervientes seguidores y en algo más tedioso para los espectadores más ocasionales, algunos de los cuales no pararon de hablar en casi todo el concierto haciendo gala de una falta de respeto absoluta hacia el resto de gente.
“Given to the Rising” marcó el punto de inflexión mostrando, ahora así, a los NEUROSIS más aguerridos aportando la intensidad y el nivel de decibelios que hasta el momento se echaban a faltar, así como esos momentos más épicos propios de un postmetal de bandera y alto octanaje, como quedó también patente con “To The Wind”. Especial mención esta vez para el teclista Noah Landis, seguramente el miembro de la banda más inspirado esta noche. A partir de ahí, la furia se desataba, y todos los miembros de la banda, incluso el apacible bajista Dave Edwarson entraban en cólera al ritmo de “End Of The Harvest”, el tema más aclamado de la velada.
El broche de oro fue “Stones From The Sky”, un corte que va de menos a más y que finalizó en un caos controlado con todos los miembros de la banda aporreando sus instrumentos.
Un concierto de continuos contrastes, temas inesperados y clásicos obviados pero ante todo, intenso como ellos sólo saben ser en todo momento, sea desde la más absoluta tranquilidad a la rabia absoluta.
Texto y fotos: Carlos Oliver (www.facebook.com/Carlos.Oliver.Music.Photography)
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