+ ROTTING CHRIST + PROFANATICA
Jueves 15 de Noviembre de 2018 – Sala Changó – Madrid
Madrid se teñía de negro el pasado jueves 15 de noviembre. La visita de WATAIN a la capital tras siete años sin venir, eran sinónimo de revancha para muchos que deseaban verlos de nuevos y, como no, oportunidad de lujo para tachar un grupo más de la lista de pendientes por parte de otros asistentes, entre los que se encontraba el que suscribe estas líneas. La gira, sin lugar a dudas, era de esas en las que se presenta un cartel de lo más vistoso, con ROTTING CHRIST y PROFANATICA acompañando la velada de esa noche.
Enseguida saltaron al escenario los americanos PROFANATICA, con sus túnicas, su cara maquillada y una de las particularidades que tiene su show, donde el batería Paul Ledney, hace también las veces de cantante, en una escena que no se torna habitual en otros grupos. Pero a PROFANATICA les gusta, precisamente, utilizar la sorpresa para avivar la curiosidad en sus oyentes, tanto nuevos, como más añejos.
Con su recién estrenado EP Altar of the Virgin Whore, la banda originaria de Brewster repasó gran parte de su extensa discografía, ejecutando canciones de sus cuatro álbumes de larga duración y con temas como ‘Fuck the Messiah’o ‘Unto Us He Is Born’. Fue un show cargado de curiosidad y con unas luces muy adecuadas para dar la ambientación que necesitaba la música de la banda, a galope entre el black metal, el death metal e incluso atravesando pasajes muy dignos de doom. Todo aderezado de una puesta en escena prácticamente exenta de movimiento y con un sonido que, en cierta parte, fue uno de los problemas que mayor factura les pasó a PROFANATICA esa noche. Por momentos, el mismo parecía bastante saturado, oyéndose enlatado incluso desde la zona donde yo estaba situado, pero por otros momentos volvía todo a su cauce.
Aun con todo, PROFANATICA tuvieron opiniones divididas entre el público: tan pronto unos afirmaban haber visto un buen concierto, como otros sectores del público afirmaban lo contrario. En lo personal es un grupo que no me disgustó pero tal vez tenía las expectativas un poco más altas para lo que nos encontramos.
Con ROTTING CHRIST llegaba el que podía ser el grupo de la noche. Los que hemos visto antes a los griegos tenemos claro cómo se las gastan sobre el escenario; al grupo de Sakis y compañía no les hace falta nada de parafernalia para ofrecer un show enérgico y lleno de una calidad musical incuestionable. Mi última ocasión de verlos fue con CARACH ANGREN y la satisfacción que sentí, parecía tornarse reiterativa en este caso: no me confundí con dicho vaticinio.
ROTTING CHRIST es una banda que no se puede tachar exclusivamente como black metal y en su discografía está la prueba, pero, sin lugar a duda, eran unos teloneros de lujo y un auténtico tiro hecho para disfrutar de un buen show. Abrieron el show con ‘666’ en un auténtico ejercicio para calentar el ambiente y arrancar con un ‘Fire, Death and Fear’ que me quedé con muchas ganas de escuchar en la última ocasión y sonó como un auténtico cañón, con un ritmo rápido; George Emmanuel poniéndose desde el principio la medalla en la solapa al mejor guitarrista que veríamos aquella noche. La manera que tiene de tocar es algo que no se suele premiar lo bastante bien en reconocimiento, pero en esta ocasión todos los asistentes en la Sala Shoko pudimos disfrutar de su buen hacer a la guitarra: impresionante, sin duda.
ROTTING CHRIST se encargaron de aprovechar su tiempo a la milimétrica perfección y con canciones como ‘Elthe Kyrie’ quedó más que demostrado. Con voces pregrabadas—en canciones como estas es perfectamente entendible—el tema cuajó tanto en los que somos seguidores de la banda como en aquellos que los conocían o los escuchaban por primera vez en directo. Su ritmo destructor, con una batería tremenda, un juego de luces rápido y con Sakis animando constantemente al personal, el tema se convirtió en la prueba de fuego para que los que no quedaran convencidos con los griegos, lo hicieran desde aquel instante. Temas así o la comunión con el público demostrada durante ‘Apage Satana’ son prueba de que la banda no solo sabe ejecutar una música interesante, sino que además ofrece unos directos con potencia, energía, ganas de pasarlo bien y convencer a propios y extraños, cosa complicada de conseguir en los tiempos que corren. Creo que a estas alturas podíamos afirmar que ROTTING CHRIST volvían a conseguir triunfar sobre las tablas.
Continuaron cayendo temas como ‘The Sign of Evil Existence’, canción que nunca falta para que Sakis anime al público a poguear como si no hubiera un mañana, tal y como, obviamente, se presta el tema de The Mighty Contract. Tras ‘The Forest of N’gai’ y una celebrada ‘Societas Satanas’—donde volvieron los pogos—llegábamos a la recta final de un concierto que estaba dejando boquiabiertos a todos.
Vuelta a los clásicos para enfrentarnos a ‘In Yumen/Xibalba’, un tema que personalmente tengo en alta estima y que, con total probabilidad, podría ser uno de mis favoritos de toda la discografía de ROTTING CHRIST. Cerraron, agradecidos, con una ‘Grandis Spiritus Diavolos’ que sonó épica y con una sala en total comunión para agradecer a los griegos otro concierto para el recuerdo. Personalmente, y pese a las ganas que tenía de ver a WATAIN, volvieron a convertirse en el concierto de la noche. Impresionantes, un concierto de obligada asistencia siempre que se pueda.
Turno de unos WATAIN que llevaba como agua de mayo esperando para verlos. Tras demorarse un poco debido al gran montaje de escenario que llevaban—antorchas y demás parafernalia con fuego incluida—la banda salía con su cantante Erik al pie del cañón, antorcha en mano y preparados para ofrecer un concierto para el recuerdo, que, aunque así lo fuera, no estuvo exento de algunos “peros” que me encargaré de relatar a medida que vayamos avanzando en la crónica.
‘Storm of the Antichrist’ era la encargada de abrir una velada donde los primeros pogos empezaban a hacer mella en la parte central de la sala y en la que ya intuimos la potencia sonora de la que íbamos a disfrutar durante toda la noche. La acelerada ‘Nuclear Alchemy’ de su reciente Trident Wolf Eclipse mostraba un sonido que flaqueaba en las voces tanto de Erik como de los coros, pero que en lo demás sonaba de forma aceptable. La canción es uno de los mejores cortes que tiene su nuevo trabajo y, sin lugar a duda fueron de las favoritas de un servidor en aquella noche, especialmente por los últimos retazos de la canción, donde aumenta incluso más la potencia que lleva hasta ese momento. Impresionante.
El concierto de WATAIN estaba siendo todo lo que se esperaba: potencia, fuego—obviamente menos de lo que se puede disfrutar en un recinto al aire libre—y un black metal lleno de virtudes que demuestran por qué son una de esas bandas que hay que ver al menos una vez en la vida si eres seguidor del género. Viajamos hasta The Wild Hunt para encontrarnos con una ‘The Child Must Die’ que aunque sonó bien y fue disfrutable, tal vez hubiera sacrificado para dar lugar a otros temas que se quedaron fuera del setlist como ‘Devil’s Blood’, que fue especialmente “doloroso” que no la tocaran en esta ocasión.
Ya para ‘Agony Fires’ pudimos observar, más allá de las miradas penetrantes y perturbadoras de Erik, como el vocalista jugaba a meter su mano en el fuego de las antorchas que yacían en la parte frontal del escenario. Cierto que es que, a pesar de la calidad que tienen todos los músicos y de su espectacular puesta en escena, las miradas principalmente recaen en Erik en todo momento. Jugando con el fuego, a mirar al público, a pasearse por el escenario, a ejecutar canciones de manera excelente e incluso, como ya advierten los que les han visto en otras ocasiones, lanzar sangre—con un olor asqueroso, todo hay que decirlo—al público. Sinceramente algo que queda muy bien si solo lo ves, pero que a los que estábamos en las primeras filas no nos hizo demasiada gracia, entre otras cosas, por el olor naueseabundo que emanaba.
Uno de los grandes momentos de la noche vino de la mano de una ‘Malfeitor’ que me pareció espectacular, sublime, a la altura de su versión de disco. Y es que, sin lugar a duda, la canción del Lawless Darkness se convirtió en la canción que mejor sonó de todo el repertorio que nos ofrecieron. Todos los miembros a un nivel espectacular y unas guitarras que hipnotizaban y transmitían al público júbilo, gozo, sentimientos que merecen la pena vivir en un concierto. Simplemente espectacular.
De todas maneras, la recta final del concierto fue de quitarse el sombrero, con una banda que no paraba de entregarse en cuerpo y alma y un público que yacía entregado. ‘Towards the Sanctuary’ se convertía en la última parada por su último trabajo pero sirvió para seguir amenizando la fiesta antes de que llegaran las últimas notas de la noche. ‘The Serpent’s Chalice’ fue la encargada de cerrar la noche y mientras la banda abandonaba el escenario, Erik se quedaba en el el particular altar que se había montado en frente de la batería, terminando su performance con los diferentes objetos allí presentes. Se despidió del público y ahí se quedó la historia en esta ocasión.
WATAIN volvieron a Madrid y lo hicieron ejecutando un setlist variado, un concierto con un montaje genial—de lo mejorcito que he visto en salas, probablemente—pero que, tal vez, por problemas con el sonido y por lo corto del show, se tornó un poco por debajo de lo que nos esperábamos los fans de la banda.
Transmitieron sí, nos hicieron vibrar con su música e inundaron de black la Sala Shoko, pero faltó una chispa más de magia para que aquello fuera inolvidable y nos quedaramos con la boca abierta. Sinceramente, aunque un gran concierto, me parece que ROTTING CHRIST estuvieron un paso por delante en su propuesta y conexión con el público, volviendo a demostrar que son una banda con un directo apasionante.
Texto: Juanma García (Twitter) (Instagram)
Fotos: Alvaro Ochoa
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