Jueves 10 de Mayo de 2018 – Sala Wurlitzer Ballroom – Madrid
Es una obviedad, estamos en la época en la que el atrezo es un punto importante a la hora de ejecutar un show y que el público te recuerde. Lo estamos viendo con los grupos que están triunfando últimamente en la escena y, aunque tampoco es algo novedoso puesto que toda la vida se ha recordado a muchos grupos por su estética, en estos últimos tiempos se está dando con más asiduidad.
Los hay que tocan de vicio y consiguen el reconocimiento que merecen a base de su música, los hay quien no ejecutan un sonido interesante, distinto, pero logran conectar con el público por su puesta en escena. Y entre dos tierras—obviando lo nombrado sobre la falta de sonido interesante—se encuentra una de las que, para un servidor, es de las mejores bandas nacionales en la actualidad; EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO consigue mezclar lo tétrico de su puesta en escena con una música instrumental de una calidad exquisita, de una reserva guardada con mimo y tino.
Cuando el año pasado elegí a la banda como mi concierto favorito en la escena nacional en el programa del RESURRECTION FEST 2017, fue por algo; EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO consiguen embrujar a sus oyentes por su música, pero también por esa estética de adoradores del cristianismo que siempre llevan en sus discos, pero que se expande aún más en los directos. Es por eso que, la cita del pasado jueves en la Wurlitzer Ballroom madrileña dentro del programa del MAJUELO FEST, era una cita obligada para muchos de nosotros.
Con algo de retraso en la apertura de puertas y, posteriormente, con algo de retraso para el comienzo de la actuación, el escenario nos recibía con una puesta en escena que incluía flores de distintos tipos adornando la batería de Reaper Model, cruces entre las pantallas de sonido, calaveras y un telón con el nombre del grupo. Todo estaba preparado y, pasadas las 22:30 de la noche, empezó una introducción que nos acercaba a presenciar una de las ceremonias más particulares que se puede ver en la actualidad. La larga introducción hacía pesar los nervios para más de uno, pero pronto se disiparon los mismos cuando del backstage salieron los cuatro miembros del grupo, metidos totalmente en su papel y con Reaper portando la cruz que llevan a todos los conciertos y paseándola metiéndose entre el público mientras sus compañeros hacían la performance oportuna encima de las tablas de la sala. Reaper volvió a escena y comenzó, ahora sí, la música.
Abrieron con ‘Cuando los sacerdotes que llevan el Arca…’ y desde entonces las interrupciones no iban estar a la orden del día, es más, casi todo el concierto iba a ir de seguido, sin olvidar la puesta en escena que los caracteriza. Por eso, antes de empezar a ejecutar una sublime ‘Again I Say to You…’ los miembros de la banda se metieron otra vez en su papel, mientras el bajista Sky Bite se comunicaba con el público a grito de hermanas y hermanos, con la respuesta de una sala que estaba bastante bien de público para ser el día que era. Un empiece sublime con un doblete de su álbum nacido en 2013 titulado –HE- con el que ya se metían al público en el bolsillo gracias a la personalidad de un Reaper que en todo momento puso la guinda del atrezo al show, y un Sky Bite que no paraba de atronar su bajo entre el público, como acostumbra a hacer en todos los shows.
Pero sí, aunque la puesta en escena ya he dejado más que recalcado que se trata de un espectáculo con detalles de lo más ambientales y certeros propios de su papel, donde EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO logran su máximo premio es en la comunión—nunca mejor dicho—que consiguen crear con sus canciones, cada uno a lomos de su instrumento predilecto. Sí es cierto que hay miembros que destacan más que otros, pero la música de este grupo salmantino consigue mantenerte atento de cada nota, de cada segundo, de cada detalle que tenga cualquiera de sus canciones; es una sensación de inmersión como pocas veces he podido vivir con un grupo que plenamente dedique sus esfuerzos al ámbito instrumental, y, como poco, eso es de agradecer.
Cada arreglo de guitarra, cada riff, cada combinación entre bajo y batería, todo suma, todo se vuelve un uno en el cual te adentras gustosamente, con la certeza de que estás escuchando un sonido distinto, con personalidad. ‘Ego Sum Via Veritas Et Vita’ es buen ejemplo de la calidad, del toque especial que posee cada canción de EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO, desde sus ritmos más lentos, pausados, dignos de un toque progresivo, a otros arreglos que tiran más por el rock e incluso al doom metal. Si bien es cierto que en el RESURRECTION FEST 2017 me llenaron de gozo y me dejaron un grato sabor de boca, pensé que todo el arsenal, la verdadera esencia de un concierto de EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO estaba pensado para llevarse a cabo en sala. Y efectivamente, no me equivocaba; canciones como ‘El que es bueno, es libre…’ enamoran a cualquier amante de la música, enganchan y no te sueltan ni por un momento por todo lo que convive en sus conciertos, del cual también tiene gran culpa el estupendo sonido con el que pudimos contar para la ocasión, donde cada instrumento se escuchaba correctamente, sin destacar ninguno por encima del otro, algo clave para una banda como esta.
Por esa entrega, por esa puesta en escena, por la gran calidad de su música y por su gran directo, el público no estaba dispuesto a que la anteriormente nombrada ‘El que es bueno, es libre…’ fuera la última del show, y no hizo falta mucha insistencia para que la banda saliera a escena a interpretar la que, bajo mi punto de vista, es la mejor canción de sus tres trabajos hasta la fecha. ‘Act I – Crvcis’ sonó limpia, con todo lujo de detalles y transmitiendo perfectamente—y diría que hasta más—como en el EP lanzado hace un par de años. No me cansé de aplaudir cuando la canción llegó a su fin. Con momentos de duda, Sky Bite pedía si daba tiempo a una canción más y, por suerte, teníamos el gusto de cerrar el concierto con otro tema. Daba casi por seguro que iban a terminar con ‘Act II – Resvrrectionem’, pero también es cierto que una canción como ‘Lucas I, 26-38’ no se podía quedar fuera, siendo uno de los pilares de – SHE –.
Así pues, el concierto acababa tras algo más de una hora y solo quedaban gestos de apremio, de congratulación por ver a una banda que, sin lugar a dudas merece muchos más seguidores de los que tienen actualmente. EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO no es de esas bandas que comentaba al principio de esta crónica; sí, la indumentaria es parte de su esencia, pero no es el todo porque en la música reside el poder de su personalidad, de su arte, de su capacidad de transmitir al oyente.
Por eso, cuando los ves en directo por primera vez, cuando escuchas un solo tema de los más representativos de la banda, te agarran y ya no te sueltan, convirtiéndose en un grupo que entra en tu biblioteca musical para no salir. Alabado sea EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO.
Texto y fotos: Juanma García (Twitter) (Instagram)
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