Domingo 28 de Enero de 2018 – Sala Copérnico The Cavern – Madrid
Es todo un cliché decir que los inicios de todos los grupos son muy duros, pero no por ello es menos cierto. Y quizá lo sea más para bandas en Madrid, donde la “competencia” es más dura, especialmente porque quizás tengas la “suerte” de que cerca de donde tocas haya otra sala en la que venga un artista internacional reconocido con el cartel de todo vendido colgado.
Pero esta noche los que anunciaron sold out fueron unos jovencísimos IGNIS ÁNIMA, que llenaron la hermana pequeña de Copérnico, The Cavern, con familiares y amigos, sí, pero también con caras nuevas que ellos mismos no reconocían.
A pesar de que el escenario era diminuto (el bajista quedaba tapado por uno de los bafles del equipo) o de que al sonido le faltaba pegada, se notaba que había muy buen rollo y que el ambiente era perfecto para disfrutar del concierto de estos madrileños.
Como comentaremos, su música tiene influencias muy diferentes dentro del heavy y power metal, pero su peculiaridad es que incluyen un violín junto a las dos guitarras habituales, bajo y batería.
¿Otro grupo de folk celta? Pensaréis. Pues no. Sus melodías no son de ese corte. De hecho, podríamos considerar en algunos pasajes que el violín es otra guitarra más, si bien lo aprovechan para pasajes más exóticos, como la arábiga “Pirámides de sangre”.
Comenzaron su concierto calentando motores lanzando la pregrabada introducción “Tempus Fugit”, que abre su reciente nuevo disco, Bajo el Yugo del Tiempo, que era el que venían a presentar.
Como en el propio álbum, la siguiente en sonar fue “Cicatrices”, que fue cantada desde el primer momento por el público. Y no canturreada, no, cantada de principio a fin. Este tema, por ejemplo, me pareció que tiene influencias de Tierra Santa y Marea (especialmente por esas líneas de bajo) y unas líneas de voz muy comerciales, de las que podríamos escuchar en grupos de pop rock de radio. Todo ello aderezado con un violín omnipresente con arreglos country.
A partir de aquí se centraron sobre todo en las canciones de Bajo el Yugo del Tiempo; “Leyendas de Sal y Marea”, quizá una de las mejor recibidas por ese estribillo que reza “Preparad el abordaje”, o “Bushido” y su ritmo cabalgante a lo Iron Maiden.
Intercalaron con temas de su anterior trabajo, Albores de Guerra. Por ejemplo, con la rockera y más directa “Avanzar por avanzar”, que tiene unos dibujos muy country, o “Hijos de Esparta”, con un groove muy contundente.
Me sorprendió que el público seguía cantando todas y cada una de las canciones, y no sólo los estribillos. Eso dice varias cosas buenas del grupo: que sus letras y melodías calan, pero también que tienen unos fans muy entregados.
“Heraldo del Hambre” fue una de las que subió la temperatura. Es muy dinámica y cañera. Pensaba que iba a salir Juanba Nadal, cantante de DRAGONFLY, que colabora en la versión de estudio en este tema, pero al final se encargó de defender todo el corte Izzy, vocalista de IGNIS ÁNIMA.
Justo después de esta canción pusieron el último corte pregrabado de la noche, esta vez “Bajo el Yugo del Tiempo”, que es básicamente una canción instrumental con narración de Fernando Asensi de Firework Estudios (donde se ha grabado este disco). Creo que calmó demasiado los ánimos. Sus algo más de cuatro minutos y sus armonías más melancólicas no vinieron nada bien para el ritmo del concierto, pero la banda venía a presentar este CD y decidieron que debía sonar.
Continuaron con “No Es Sólo Música”, un tema que bebe directamente de Barón Rojo (el riff principal es una influencia directa del mítico “Resistiré”) y que incluye incluso un pequeño guiño a “The Trooper” de Iron Maiden. Directo, guitarrero y con una letra que tiene una premisa muy clara: “un modo de vida: heavy metal hasta el fin”.
En “Tras la última frontera” nos topamos con unas líneas y armonías de los primeros Saratoga, aunque de repente meten un groove que me recordó a Dimmu Borgir, así que, como decía al principio, sí, tienen unas influencias muy variadas que hacen que su sonido sea más rico (y menos previsible, claro).
De todo el concierto las que mejor funcionaron sin duda fueron “Arde el Valhalla”, cañera, powermetalera y quizá de las composiciones más redondas que tienen, y “Bebercio”, su particular hit, en la que todo el público es parte partícipe del estribillo.
Como colofón tocaron “Ritual”, que debido a que “había menores en la sala”, como bromeaba Izzy, no pudieron presentar claramente, pero su letra sexual no deja ninguna duda de lo que trata.
En general, se nota que IGNIS ÁNIMA es un grupo que está empezando. Y como a cualquier banda novel, sí, pueden mejorar aún a nivel técnico y de seguridad en el escenario (salvo quizá a Merche, la violinista, que se nota que tiene mucha carretera ya), pero eso se consigue a base de tocar y ensayar. Sin embargo, tienen una base excepcional: temas que enganchan y un público que les apoya.
Fue un concierto en el que todos disfrutamos y que seguro que la banda nunca olvidará (llenar una sala hoy en día no es nada fácil, y menos en la concurrida Madrid). Esperemos que sigan teniendo oportunidades para tocar y seguir creciendo por el buen rollo que transmiten y porque tienen canciones y melodías de sobra para hacerse un hueco en nuestro panorama musical. El 3 de marzo repiten de nuevo en Madrid.
Texto: César Muela – Twitter
Fotos: Manu Arcas
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