Sábado 21 de Octubre de 2017 – Arena – Ciudad de México
Cuando se anunció la reunión de nuestras queridísimas calabazas, me puse eufórico. No sólo por lo que supondría ver a HELLOWEEN por primera vez, sino por presenciarlo en semejante formato: Michael Kiske y Kai Hansen se le sumaban al resto de la agrupación para hacer lo que en papel sería una de las giras más legendarias del metal en los últimos años. Las fechas estaban anunciadas, el plato estaba servido… y después, el miedo.
Comenzaron a circular bastantes imágenes del primer concierto de la gira (dos días antes del concierto que nos compete), efectuado en la ciudad de Monterrey (muy al norte, cerca de la frontera con EE.UU.), en donde se le acusó al señor Kiske de hacer playback durante sus partes en algunas canciones. Empezaron a circular decenas de historias: que si estaba enfermo, que si tenía gripe, que si había perdido la voz, que si en efecto había hecho playback… La expectativa se volvía todavía mayor (entre más morbo haya, más atención prestará la gente) en torno al primer concierto grande del tour, el cual se realizaría en la bellísima y enorme Arena Ciudad de México. (Ndr: mientras escribía esta crónica, Rafabasa compartía en esta misma web el comunicado de HELLOWEEN acerca de que en efecto, Michael Kiske está padeciendo un problema en su garganta desde que llegó al país.)
Con la exactitud y puntualidad que caracterizan al pueblo alemán, las luces del recinto se apagaban exactamente a las 8:30 de la noche. Las pantallas del recinto empezaban a proyectar el logotipo del grupo y unas animaciones tétricas, moribundas, pero bastantes coloridas. Con el público estallando de la emoción y con las animaciones de fondo, HELLOWEEN hacía su entrada triunfal para tocar el primer trallazo de la noche: Halloween (perdonen la redundancia). Andi Deris salía al escenario primero, para después ser acompañado por su predecesor y ahora compañero a la voz: Michael Kiske. El sonido y la ecualización eran espectaculares (de lo mejor que he escuchado los últimos años), y de hecho, es algo que me gustaría destacar: el poderío sonoro de la banda. No sólo sonaban bastante bien cada uno de los instrumentos que estaban en escena, sino que sus portadores darían una noche de diez. Las partes las tenían tan bien ensayadas que parecía que estaba viendo a una orquesta sinfónica leer minuciosamente sus partituras a primera vista. Hubo mucha teatralidad y misticismo arriba del escenario, ayudado también en gran parte a la ya mencionada experiencia visual.
Acto seguido, Dr. Stein continuaba con el inicio tematizado sobre «los Keepers». La gente gritaba y cantaba mientras las pantallas proyectaban un Frankenstein rockero en el fondo. Quisiera destacar al dueto Deris-Kiske, que funcionó de manera soberbia durante el concierto. Kiske, que tuvo la participación mayoritaria, cantó de manera correcta, sin signos evidentes de padecer algún tipo de enfermedad ni de hacer algún tipo de playback (aún; estuve prestando especial atención a este último detalle).
Al terminar el tema, Andi Deris y Michael Kiske salían por primera vez a saludar al público mexicano. «Ay, ¡de puta madre!», decía el primero que, para mi sorpresa, manejaba de manera fluida el español, mientras Kiske continuaba con un: «¡Chingón!, ¿Cómo están?». Este último no se atrevería con el español tanto como lo haría Deris durante la noche. El dueto nos presentaría a un peculiar par de calabazas llamadas Seth y Doc, las cuales nos estarían acompañando durante todo el concierto y se dedicarían a hacer peculiares experimentos y aventuras, siempre entre canciones. Su mayor propósito era el de presentar por medio de la animación de la cual formaban parte la siguiente canción del repertorio, e intentarían hacer alguna forma de comedia, que, en mi particular opinión, fracasarían en hacerlo y se volverían incluso un poco tediosos pasado ya medio concierto. La parte positiva fue que esta cara del espectáculo no ocupó más de diez minutos (contando todas sus apariciones) de las dos horas con cuarenta de duró el recital.
El show continuaría con la rápida y pesada «Im Alive», perteneciente al primer «Keepers». Deris le dejaría el escenario en su totalidad a Kiske, mientras las proyecciones mostraban la portada de la primera parte de la «duología», la cual fue bastante recordada durante todo el concierto (en principio había escrito trilogía… pero el grupo ignoró deliberadamente cualquier estribo de «The Legacy»). No hubo alguna canción que sonara mal, pero en definitiva el inicio de este tema fue de las secciones que particularmente sufriría más durante la noche. El problema se arregló muy rápido y la energía y las guitarras gemelas serían el factor predominante en este corte.
La cuarta canción de la actuación sería «Kids of the Century», la cual sería acompañada por una combinación de colores psicodélicos e imágenes del videoclip de 1991. El solo que se marcaría Sascha Gerstner fue estratosférico y colorido. Al finalizar, Michael Kiske dejaría por primera vez el escenario para dar lugar a un par de canciones de la época-Deris. El frontman volvería a presentar en español la siguiente canción: «If I Could Fly», ese medio-tiempo/power ballad con sonido guitarrero tan fantástico, como – de nuevo – también lo fue el solo de Sascha. La canción terminaría con un inverosímil agudo de Deris. Aplausos y vítores de parte del público.
A continuación, el frontman (hablando de nuevo español) preguntaría e introduciría al mismo tiempo el siguiente tema con una misma interrogante: «Are you Metal?», canción perteneciente a un interesantísimo «7 Sinners». La canción es una de las predilectas del público de la época post-Kiske, por lo tanto, era natural que el tema fuese otro bombazo. El sonido rozó la perfección, y la gente cantaría a todo el pulmón ese coro tan pegadizo y característico. La interacción entre los involucrados se convirtió un divertido vaivén durante el último coro, que se extendió más de lo habitual para permitir que la banda y el público se alternaran para cantar el último estribillo de la canción. También, por tercera vez consecutiva, el señor Gerstner nos derretiría la cara con un espectacular solo de guitarra.
Seth y Doc regresarían a los proyectores para darnos a entender que Kiske volvería al escenario (¡y de qué manera). Dani Löble comenzaría a tocar ese groove tan particular de «Rise and Fall», clásico del segundo «Keeper of the Seven Keys». En este tema fue el primero en donde el cantante decidió utilizar su registro medio-grave, pero el tema pasó sin ninguna complicación. Al contrario, fue una pequeña fiesta en sí, entre los solos del querido Kai Hansen y de la otra hacha aún no nombrada en este texto: MichaelWeikath. La proyección de fondo consistía en una animación parecida a cualquier dibujo animado de los 50’s, los cuales pasaban haciendo cosillas chuscas mientras sonaba la canción.
La alternancia volvería entre los cantantes, subiéndose esta vez Deris para interpretar «Waiting for the Thunder», junto a ese bestial estribillo. Las pantallas mostraban bélicas escenas mientras Andi exprimía una de sus facetas que más me gustan de estilo vocal: su registro medio, y en esta canción se pudo apreciar este timbre tan particular en su máxima expresión. Sin perder tiempo, y vestido con un brilloso frac negro y un sombrero de copa, Deris y cía. sacarían debajo sus mangas un «Perfect Gentleman» en el cual el grupo apostaría todo por la teatralidad. Mientras el cantante se paseaba por el escenario, el cual simulaba ser el interior de una calabaza y en donde unos escalones se dirigían al centro en donde se encontraba la batería, las proyecciones se mostraban con un estilo victoriano muy elegante. Tras un melódico solo de guitarra, la banda volvió a interactuar con el público como había hecho en «Are You Metal?».
Lo que siguió fue uno de los momentos más grandiosos de la noche. Las mascotas Seth y Doc jugaban a disfrazarse de Kai Hansen, el cual salió a continuación para ofrecerle al público un popurrí con canciones de su época como frontman del grupo. El acto comenzó con la rápida «Starlight», después prosiguió la súper-heavy «Ride the Sky» (y su fantástico puente de guitarras gemelas), continuó con los coreadísimos estribillos de «Judas» y terminó con la archi-popular «Heavy Metal is the Law». Kai fue el total protagonista, tanto en la parte vocal como durante los solos y duetos de guitarra. Hubo muchos aplausos al terminar el medley, y no podría haber faltado el clamor de «¡Hansen!, ¡Hansen!» por parte del público.
Michael Kiske saldría al escenario a hablar acerca de cómo sería su primer encuentro con la siguiente canción: «A Tale that wasn’t Right». «Tenía dieciocho años, tenía una melena y unos pantalones muy pegados», dijo en inglés antes de que la balada diera su inicio. La canción tuvo una gran ambientación visual, con colores muy armónicos y suaves. Al final, Deris se le uniría para hacer el dueto con Kiske, el cual fue bastante aplaudido por su correcta interpretación. Sascha volvería a repetir con un solo de guitarra, mientras el del principio correría a manos de Kai.
Seth y Doc (para ser sincero, se me empezaban a hacer un poco cansinos ya a esta altura del show) saldrían a presentar el hard rock más melódico de la noche: «I Can». Deris y compañía empujarían el show con mucha energía antes de cederle todos los reflectores a Löble y poder presentar un hermoso tributo al fallecido Ingo Schwichtenberg, en forma de solo de batería. Primero Dani comenzó su solo con ritmos que tenían bastante punch y haciendo unos interesantes remates en sus tambores, pero después las pantallas comenzarían a proyectar imágenes de Ingo tocando, lo que daría paso a «batalla de baterías», en la que uno tocaba y el otro le respondía. Más adelante Löble tocaría una transcripción íntegra de un solo de Ingo, el cual tocó al unísono junto a la grabación del difunto y querido baterista. Al terminar, las pantallas proyectaron una diapositiva con la leyenda «In memory of Ingo Schwichtenberg»; los aplausos llenaban el recinto.
De nuevo, Michael Kiske saldría al escenario para interpretar «Livin’ Ain’t No Crime», en donde la fatiga vocal del cantante se empezaría a hacer evidente. Poco duró esa impresión, porque a la mitad de la canción fue cortada para darle paso a «A Little Time», en donde las proyecciones sobre relojes, el tiempo y el cliqueo de estos aparatos predominaban. El primer solo le tocó a Michael, pero después, en el medio tiempo, Kai haría un segundo muy bello sin distorsión, y al final de la canción se metería de lleno en su papel de estrella finalizando el último solo de rodillas, haciendo que el recinto lo celebrara y se llenara de aplausos. Lastimosamente, se repitió la trágica escena de Monterrey: un Kiske fallando en hacer la mímica del playback que sonaba de fondo. Esta canción la quitarán del setlist de la gira mientras Kiske recupera su salud por completo (al parecer, la banda no quiere que se repite más esta nefasta situación; ni nosotros tampoco).
El flujo del show continuaría con Why?, precedida de otra animación de Seth y Doc y con una presencia masiva del legendario Markus Grosskopf, al bajo. Deris volvería para alcanzar a Kiske, mientras salían hasta el pit del escenario para cantar abrazados de los hombros. Kiske recibió una playera de regalo a mitad de la canción, la cual empezó a inspeccionar mientras Deri cantaba sus estrofas. En esta canción me di cuenta lo dinámico que este dueto puede llegar a ser, en verdad suenan espectacular. Fue una canción muy aplaudida.
Seguiría «Sole Survivor», otro de los cortes «marca de la casa», con guitarras gemelas, rápido, melódico y metalero. Michael Weikath se haría cargo del solo. A continuación, Kiske volvería a abandonar el plató para que «Power» hiciera su aparición al mando de Andi Deris, siendo muy celebrada por el público, que cantaba con euforia el puente melódico que posee. Al terminar, el vocalista relataría que era un honor para el cantar esta canción que había conocido hacía ya 33 años. Se refería a «How Many Tears», uno de los momentos cumbre de la noche. En este tema se presentaría otro dueto bastante particular, el de Deris-Hansen, y aunque a priori no es tan llamativo como el Deris-Kiske, este posee otro color completamente distinto que al segundo, y el resultado es fantástico. La interpretación fue apoteósica, con ese sonido tan particular de esa época temprana de HELLOWEEN y llena de muchos cambios, puentes, estribillos, tralla y esa preciosa y milimétrica parte limpia de en medio de la canción. La recta final regresó de una manera veloz y galopante, y el término estaría marcado por unos muy extendidos cortes, que terminaron con el público totalmente enloquecido debido al haber escuchado semejante muestra de poderío instrumental y vocal.
Después de más o menos un minuto de silencio… la gente estalló de felicidad al escuchar la introducción «Invitation». Todo el mundo sabía lo que venía, así que cuando «Eagle Fly Free» caía al escenario junto a Kiske, todos festejaron la majestuosa actuación que estaría por venir. El problema es que el maestro Kiske empezaba ya a reflejar un agotamiento vocal muy intenso, por lo que decidió hacer algo que desconcertó a muchos y sorprendió a otros: cantar la canción una octava debajo de su registro. En las conclusiones verán mi opinión acerca de que creo fielmente que fue una decisión acertada, ya que le permitió continuar con el show, pero dejaré a tela de juicio su veredicto, respetable lector. Sascha entraría en ayuda de Kiske para cantar junto con él, decisión que se me hizo uno de los grandes aciertos de la noche. No sólo hablamos de compañerismo, sino de poner la música sobre cualquier otra cosa (entiéndase cantantes, formación o situación). ¡Bravo por Sascha!
La larga, grandilocuente, elegante, melodiosa y multifacética «Keeper of the Seven Keys» sería la siguiente, uniéndosele Deris al sr. Kiske. De nuevo, Kiske cantaba una octava por debajo, pero la ofensa sería mucho menor en este corte debido al fantástico trabajo de Andi Deris. El nivel de la banda era tan grande que haciendo una cuenta en general, no hubo ninguna pérdida importante (Esta canción no es tan aguda como Eagle Fly Free). El estribillo final, cantado a dueto por los dos vocalistas, se mantuvo durante varios minutos, mientras uno a uno los miembros se despedían del escenario por segunda vez. «KotSK» fue otro de los momentos clave de la noche.
Llegaba el momento del segundo bis, del último descanso de la noche y de la recta final. Afortunadamente, Seth y Doc saldrían por última vez y le cederían los reflectores a Kai Hansen, que haría un breve solo y empezaría un pequeño «doodle» con la famosa pieza musical «In the Hall of the Mountain King», compuesta por el noruego Edvard Grieg para la obra teatral «Peer Gynt», a la cual se le uniría toda la banda antes de empezar «Future World«, esta vez con Kiske solito.
La Arena Ciudad de México retumbaba entre cánticos, baile y alguno que otro grupito haciendo slam mientras disfrutaban uno de los éxitos multitudinarios más grandes de los alemanes. Con unas proyecciones futuristas en el fondo, Kai se robaría la escena agarrando del público una bandera de México y poniéndosela como capa, mientras hacía otro de los espectaculares solos de esa noche. Andi Deris volvió a intervenir al final, uniéndose a la fiesta. El show terminaría con el último clásico que debía caer sí o si: «I Want Out».
El concierto se convirtió en una fiesta en su totalidad. Las pantallas proyectaban el nombre del grupo con los colores de la bandera mexicana: verde, blanco y rojo. También, el grupo comenzó a arrojar muchos globos con forma de calabazas, que rebotaban en las cabezas de los asistentes, mientras Deris y Kiske alteraban estrofas y versos. Kai Hansen robaba la escena por última vez mientras soleaba por última vez, y el público también aprovechaba la ocasión para cantar a todo pulmón la línea melódica que sirve como puente para el break de la canción (antes del último estribillo). En esa parte, Deris y Kiske dividieron a la Arena en dos partes, mientras una seguía coreando la línea melódica del solo de Hansen, la otra mitad giraba «I Want Out!» cada dos compases. La arena vibraba con las diez mil personas cantando al mismo tiempo, y ya para terminar el show, Deris tomaba las riendas de la canción para acabar con broche de oro una actuación abrumadora.
Ver a HELLOWEEN siempre será uno de los mayores gustos que el metalero promedio se pueda dar. El grupo siempre ha estado en un nivel fantástico, pero esta formación particular, la cual será ya recordada para la posteridad como la de los – PUMPKINS UNITED – es hablar ya de harina de otro costal. Cuando sea viejo y haga memoria de lo vivido este sábado, no sólo celebraré la maestría con la que el grupo salió a hacer su interpretación (la cual podría equipararse con la majestuosa y brillante elegancia con la que Beethoven, Schumman u Orff componían sus atemporales sinfonías, conciertos y misas), sino también la acertadísima elección de bastantes de los clásicos que conforman su larga trayectoria.
Evidentemente no todo fue impecable (y sé perfectamente que saben a lo que me refiero), pero en esta ocasión entraré en defensa del señor Kiske. No para defender el playback hecho con un descaro, sino por sacar un concierto una valoración, en general, positiva. ¿Por qué positiva? ¿A caso deberíamos conformarnos con la mediocridad y la tomadura de pelo? No, pero para fortuna de todos (tanto del grupo, de los organizadores y del público), el frontman dejó muy clara su destreza como profesional, tanto de la música como del canto, y en vez de suspender el show, quitar canciones o simplemente haber convertido en un desastre un concierto que hasta ese momento había sido impoluto para todos los demás miembros del grupo, el intérprete decidió empezar a cantar los temas una octava debajo de su registro normal, lo que le permitió seguir. Dirían nuestros británicos favoritos: «The Show Must go On». Aquí es donde ya cada uno realizará su propio juicio a partir de todo lo sucedido, pero a final de cuentas, sus compañeros de grupo saldrían a apoyarse entre todos, para terminar dando lo que sería una noche MAGNÍFICA.
Al terminar la función, el grupo salió a despedirse con una bandera mitad mexicana, mitad alemana. Recuerdo lúcidamente como la mayoría de la gente que estaba a mi alrededor se le iluminó la cara; unos cuantos sonreían, otros gritaban de emoción y algunos más volteaban hacia el escenario con una mirada empática y nostálgica, asimilado todo lo que acababa de suceder. Agradecidos por el gesto del grupo, muchos aplaudíamos de pie, como reconocimiento para todos los involucrados por su gran trabajo. Al final de cuentas, Pumpkins United no sólo consistiría en el simple regreso de dos de las leyendas del grupo reuniéndose con sus ex-compañeros, sino también como un concepto que demuestra que entre ellos existen más cosas que el dinero: colaboración, compañerismo, hermandad, trabajo; y sobre todo la música, algo que siempre aplaudiré.
Texto: Miguel Ramos – Twitter
Fotos: Gustavo Abdiel Torres de Escena Monterrey (Correspondientes al concierto de Monterrey) (¡Muchísimas gracias!)
Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchar sobre ellas.
Setlist:
- Helloween
- Dr. Stein
- I’m Alive
- Kids of the Century
- If I Could Fly
- Are you Metal?
- Rise and Fall
- Waiting for the Thunder
- Perfect Gentleman
- Kai Hansen Medley (Starlight/Ride the Sky/Judas/Heavy Metal)
- A Tale that Wasn’t Right
- I Can
- Solo de Batería (y Tributo a Ingo Schwichtenberg)
- Livin’ Ain’t No Crime/A Little Time
- Why?
- Sole Survivor
- Power
- How Many Tears
- Bis 1 –
(Invitation – Intro)
- Eagle Fly Free
- Keeper of the Seven Keys
- Bis 2 –
- Solo de Guitarra (Kai)/Jam del «Hall of the Mountain King»
- Future World
- I Want Out
Muy guapo! Gracias a Rafa Basa y sus colaboradores por publicar la crónica. Gran trabajo
Algunos parece que aun no se han enterado que Deris vive en España la mayor parte del año. Hace dos años me fuy a Tenerife y estuve rondando su casa /estudio Mi Sueño. Un lugar encantador y muy muy relajante.
«el frontman dejó muy clara su destreza como profesional,»
Yo insisto, hacer playback es de lo menos profesional que puedes hacer como músico. Qué diferencia con aquella vez que Maiden estaban en tele y se divirtieron haciendo cambio de instrumentos y relajo con el playback, a que ahora si el cantante está enfermo, la banda decide no recibir el golpe económico de cancelar y sale a fingir algo que no está ahí.
Yo estoy de acuerdo con tu argumento pero si hacemos una encuesta, no tengo muy claro que la mayoría opinara igual. Seguramente habrá muchísima mas gente que dentro de la faena que supone esto, prefiera que baje esa octava al cantar una determinada canción o haga playback en un momento dado (por lo menos hacerlo bien, no lo que hemos visto) a que ese cancele. En este caso concreto creo firmemente que la ilusión y la adrenalina de ver esta reunión supera los demás aspectos.
Yo me niego a aceptar un playback. Bajo ninguna circunstancia.
exacto
Hacer playback es lo mas bajo que puede caer un musico profesional , para mi kiske ha perdido todo el respeto que le podia tener como cantante, si no estas bien no salgas… O sal y haz lo que puedas… Aun recuerdo esa gira de scorpions que klaus mine estaba destrozado… Y aun asi salio…
No hay excusa para lo del playback del primer concierto. Yo tambien me niego por completo a aceptar un playback. Entre aplazar, cantar jodido, cambiar octavas, reducir setlist pues podemos debatir a ver que prefiere cada uno pero ¿playback? Esto no es una «actuación» de un tema en un programa de la tele es un concierto en directo.
Scorpions ha suspendido recientemente una gira por problemas del cantante, seguro que ha sido un palo y mucho dinero, papeleos, fans decepcionados etc.. pero a Klaus no se le ocurre seguir la gira con playbacks porque este mal de la voz!
Con la ilusion q tenia en ver esta gira ….y habro la noticia con miedo, haber q habra pasado ahora… a ver si se ponen las pilas en todos los sentidos y dan lo q se espera de ellos
En cuanto a lo del Playback efectivamente es lo peor q puede hacer un musico, pero es mas comun de lo q creemos, por cada playback q se descubre hay cientos q pasan desapercibidos es como la punta de un Iceberg.
Tienes razón. Lo del playback es una lacra que cada vez va a más, y si se dijeran nombres (evidentemente con pruebas), más de un mito caería, o no…. la gente está cada vez más atocinada y muchos se encogerían de hombros… hablo en general, no solo en el mundo del metal.
Lo que tengo claro es que si un músico hace playback, para mi se acabó.
Coño, nos os mosqueéis con la peña que defiende los playbacks (WTF!), también son seguidores de Milli Vanilli 😛
Le concedo a Kiske el beneficio de la duda. Era el primer concierto, era eso o cancelar, estaban acojonados… Vale, un error lo comete cualquiera. Ahora que el playback no vuelva a repetirse, y que cuando se le pase la gripe cante como dios. Si no…
El error no fue de Kiske, fue de los operadores de las consolas, el hizo lo que pudo, me consta, pero parece que los técnicos les importaba un carajo cuando bajar su micrófono y subir la pista, era incoherente ver a Kiske gritar tanto y salia su voz mas apagada por las bocinas.