MARTY FRIEDMAN – Wall Of Sound
Discográfica: Prosthetic Records
El guitarrista MARTY FRIEDMAN parece no sólo haber encontrado la fórmula de la eterna juventud -con un aspecto físico que en poco dista del que lucía en los años noventa, cuando su popularidad despegó- sino también la manera de cómo llevar su música a otros espectros tanto interpretativos como compositivos. FRIEDMAN es un camaleón que siempre sabe cómo hacer que un disco -casi- instrumental resulte toda una experiencia para el oyente, sorprendiéndole no sólo en los recovecos de cada fragmento, sino también con las sucesivas escuchas, sacando a relucir matices nuevos con cada una de ellas.
No importa si para ello tienen que pasar, tres, cuatro o los años que hagan falta. No hay prisas. Se trata de que todo case, de pulir los detalles y de que lo que finalmente salga a la luz sean obras maestras. Al estadounidense afincado en Japón no le urge tener que sacar un disco cada poco tiempo para estar en el candelero, siendo toda una estrella en el País del Sol Naciente en los terrenos de la televisión, la radio y la prensa escrita. Aunque su nivel de ocupación también le permite ir componiendo para, poco a poco, ir dando rienda suelta a su creatividad musical. Y si ya en «Inferno» -predecesor de este álbum que hoy nos ocupa- dejó claro que seguía teniendo talento e ideas para dar y tomar, «Wall of Sound» viene siendo una constatación de ello.
Acérquense a esta obra todos aquellos que usan el manido tópico de «los discos instrumentales me aburren», porque saldrán escaldados de la defensa hacia dicha afirmación. Más que nada porque es una falacia propia de aquellos que no gusten de prestar atención a una pieza musical sólo porque no tenga una estructura arquetípica en su construcción. ¡No señores! Un disco exento de melodías vocales no tiene por qué ser aburrido, de la misma manera que un álbum al uso, cantado en su totalidad, tiene por qué ser divertido o ameno. De hecho, es curioso, porque la única canción cantada en «Wall of Sound» me parece la más floja de todo el conjunto, contando con la colaboración de Jørgen Munkeby al micrófono, el cual me recuerda en estilo, fuerza y contundencia a Dee Snider, casando con ese cierto aire «macarra» del tema. Aun así, es como una especie de bonus intercalada entre el resto de las canciones.
MARTY sigue siendo esa esponja musical que todo lo absorbe, mostrando influencias de todo tipo, regalándonos los oídos con pinceladas variadas y variopintas, todas ellas arropadas por su particular y exótico estilo, ese que tanto colorido ha aportado a todo cuanto ha tocado.
«Wall of Sound» es un derroche técnico, pero para nada está el virtuosismo por encima de todo lo demás. De hecho, FRIEDMAN ha labrado un estilo propio en el que busca sorprender, ya sea con los constantes contratiempos, contrastes sonoros entre los diversos fragmentos que hilan sus composiciones o la búsqueda de la sensibilidad en la melodía, el uso de bengings de una manera nada convencional o el uso de ritmos que bien recuerdan en muchos casos a sus mejores aportaciones para los temas de CACOPHONY y MEGADETH. Todo ello conjugado con otras partes donde la calma y la belleza van de la mano, como componiendo la perfecta calma antes de la consabida tormenta.
Ahí tenemos ese «Self Pollution», todo un derroche de virtudes técnicas que es como una serie de partes a cada cual más desquiciante, pero a la vez agradable al paladar. O «Sorrow and Madness» donde es el violín es el violín del artista invitado Jinxx de la banda Black Veil Brides quien marca el camino a seguir, no batiéndose en duelo con las seis cuerdas del jefe, sino dándose la mano grácilmente, con unos desarrollos melódico-armónicos de quitarse el sombrero. Y sin embargo, el guitarrista no tiene reparos en, a renglón seguido, esgrimir una simplista melodía como es la de «Streetlight», sobre la que se recrea en una balada para más tarde acelerar y endurecer su propuesta.
Una buena muestra de todo lo que podemos encontrar aquí -que es mucho y muy bueno- lo podemos encontrar en el single «Whiteworm» (con un precioso videoclip cuyo visionado recomiendo a aquel que aún no lo haya visto), con unas poderosas bases intercaladas por arpegios, solos y una «españolada» en toda regla, una vez haciendo gala de sus múltiples influencias.
Hay momentos para los temas más arquetípicos de guitar hero, como «For a Friend», con simple base rítmica, donde la guitarra líder es la que lleva el peso del tema en su desarrollo de escalas y modos. O la crudeza da la balada «The Soldier», toda una oda a la melancolía y la tristeza, con el curioso uso de castañuelas para aderezar la percusión del tema. O incluso ese opus final que es «The Last Testament», que nos hace presagiar un tema muy en la onda JOE SATRIANI, pero pronto nos engaña, metiéndonos en terrenos donde los compases y las armaduras se vuelven locas dentro de sus pentagramas.
En definitiva, una gozada de disco para disfrutar de principio a fin una y otra vez, y otra… Sólo me queda la duda, una vez frustrada la que hubiera sido la reunión de MARTY FRIEDMAN con MEGADETH hace un par de años (y perfectamente suplida por la entrada de Kiko Loureiro, todo sea dicho), cómo sería toda esta creatividad, este torrente de energía exótica y exuberante, llevada de nuevo al terreno de una banda al uso. ¡Espero que algún día volvamos a disfrutar de ello!
J. José Jiménez – J_Jose_Jimenez@RafaBasa.com – Twitter.com
Lista de Temas:
- Self Pollution
- Sorrow and Madness (featuring Jinxx of Black Veil Brides)
- Streetlight
- Whiteworm
- For A Friend
- Pussy Ghost (featuring Shiv Mehra of Deafheaven)
- The Blackest Rose
- Something to Fight (featuring Jorgen Munkeby of Shining)
- The Soldier
- Miracle
- Last Lament
 |
 |
 |
 |
 |
 |
 |
