+ PORT NOIR
Domingo 9 de Abril de 2017 – Teatro Barceló – Madrid
En vísperas de uno de los puentes más celebrados por millones de españoles, llegando a esos días previos en los que cada veinticuatro horas notas que hay menos gente en tu ciudad, PAIN OF SALVATION aterrizaban una vez más en Madrid para demostrar no sólo que su poder de convocatoria es a prueba de festividades, sino que su disco de más reciente cuño, «In The Passing Light of Day» es una obra maestra sin paliativos. Toda una maravilla que merecía la pena ser disfrutada en directo, como bien hicimos durante más de media hora.
El trío PORT NOIR terminaba por confirmar la perfecta dupla sueca. Su álbum «Any Way The Wind Carries» cumple justo un año por estas fechas y qué mejor manera de celebrarlo que con un público receptivo a su propuesta melódica en amplio contraste con los fraseos de bajo distorsionado que retumbaban en el Barceló.
La del domingo bien pudiera ser considerada como «La Noche de las Cuerdas Rotas», pues PORT NOIR rompieron la de guitarra y bajo (teniendo que tocar uno de los temas con instrumentos prestados por la banda principal), jugada que posteriormente repetiría Daniel Gildenlöw a mitad de su show.
En todo caso, los teloneros no se amilanaron lo más mínimo, presentando un buen concierto, entretenido y dejando una excelente impronta de su música. Temas como «Sun dé Man», «Onyx», «Neon» (con un excelente a la par que curioso juego de teclado marcando compás a tónicas mientras se desarrollan el resto de instrumentos y melodías a su alrededor) o «Tide» calaron entre un respetable que abarrotaba ya la sala deseoso de disfrutar de delicatessens como estas.
Poco tendríamos que esperar para tener sobre las tablas a unos PAIN OF SALVATION enormes ya desde que comenzara su actuación. Daniel sigue siendo ese artífice que lidera todos los procesos, pero dando cancha a todos sus músicos para expresarse libremente. De hecho, si esa noche se descuida, el joven guitarrista Ragnar Zolberg le termina robando la cartera, pues nos dejó alucinados a todos con su buen hacer, no sólo con su instrumento, sino con sus coros y segundas voces, la mayoría de ellas doblando la tercera por encima del tono principal de Daniel. ¡Una pasada!
Aunque si hablamos de voces, como buen fan que soy de la música en directo, me encantaron los múltiples juegos donde todos los músicos participaban aportando la suya propia, logrando unos coros épicos, 100% directo, bien trabajados, armonizados y por supuesto, ensayados. Ya podrían aprender otros que a la mínima no dudan en tirar de samplers…
Aunque personalmente, el mayor mérito de la banda esa noche fue plasmar a la perfección no sólo voces y música, sino ese sentimiento imperante en todos sus temas y muy principalmente en el nuevo álbum, con esa agonía de ver pasar los días en una cama de hospital durante meses y la incertidumbre de lo que traerá el futuro, si es que va a haber alguno. Ponerse en esa tesitura emocional cada noche y transmitirla de la manera en la que lo hacen, es un logro encomiable. ¡Les aplaudo por ello!
Ya desde el inicio con «Full Throttle Tribe» aquello fue una oda al buen gusto y la elegancia. Con Daniel apareciendo descalzo sobre el escenario y cantando aquello de «This will be my tribe, my family» en honor a su propia familia y haciendo las delicias de cuantos estábamos presentes. Con «Reasons» tendríamos la oportunidad de presenciar al teclista Daniel Karlsson tocando una tercera guitarra mientras todos realizaban los sensacionales coros que presiden al tema. Tampoco tardaría en aparecer el flamante single del nuevo disco, un «Meaningless» donde una vez más me quito el sombrero ante Ragnar, clavando las armonías agudas de los estribillos nota a nota.
Pequeña parada para saludarnos, arengarnos -«ya sabéis que podemos gritar, ¿podéis vosotros?»- y atacar un tremendo «Linoleum» en el que todos dejamos que nuestras cabezas fueran guiadas por el simpar y machacón riff de guitarra. Aunque si de grandes momentos hablamos, imaginaos cuando anunciaron una del «Remedy Lane» y más concretamente «A Trace of Blood»; ¡aquello se venía abajo!
No habría momento para el descanso gracias a «Rope Ends» donde el trabajado juego de coros con los cinco músicos al estribillo me hizo maravillar una vez más, sumando a esto una parte intermedia que les quedó de cine.
Nos adentraríamos en el momento más intimista -obviando el final- de la noche de la mano de grandes piezas como fueron «Beyond the Pale», la hermosa «Ashes» y un «Silent Gold» que supondría la calma antes de la tormenta que nos trajo la tremenda «On a Tuesday», súper bien recibida, celebrada y coreada, donde una vez más tengo que descubrirme ante Ragnar y su encomiable labor; cuando se quedó haciendo la parte aguda y susurrante de «I lost the will» durante cuatro compases fue increíble.
El momento más complejo técnicamente vendría con la larga «The Physics of Gridlock» que nos dejó alucinando a todos los asistentes, combinando esas partes enrevesadas con las lentas donde parece que estuviéramos dentro de un western. El tramo final en francés fue toda una delicia para los oídos mientras Gildenlöw jugaba a pasear su slide de cristal por el mástil de la guitarra.
Pequeño mutis de toda la banda haciendo una falsa despedida, para volver al poco Daniel con su guitarra atacando los primeros compases baladísticos de «In The Passing Light of Day» mientras poco a poco se iban uniendo el resto de miembros (el teclista para crear ambiente y apoyo en voces a la segunda estrofa y los otros tres para el segundo estribillo) terminando con el momento más intenso de la noche, a lo grande y dejándonos a todos no sólo boquiabiertos, sino con la sensación de que lo que habíamos vivido esa noche era algo muy especial.
Texto: J. José Jiménez – J_Jose_Jimenez@RafaBasa.com – Twitter.com
Fotos: Alvaro Ochoa
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