Crónica y Fotos de JOSÉ ANDRËA Y URÓBOROS en Foro Moctezuma – Ciudad de México

JOSÉ ANDRËA Y URÓBOROS, o un pequeño texto sobre cómo no hacer las cosas.

Sábado 10 de septiembre de 2016 – Foro Moctezuma – Ciudad de México

Hoy en día, pareciera que hablar de Jose Andrëa es el hobby del momento para muchos internautas. Que si habló mal de fulano, que si cantó tal día como marciano, que si la formación de la banda ha cambiado por decimoquinta vez en lo que va del año… cosas que a gusto del redactor empiezan a ser cansinas y que comienzan a mermar la imagen no sólo del cantante, sino del trabajo que comparte con un puñado de unos músicos (y amigos) que él ha decidido llamarles Uróboros.

Y mientras el amarillismo y Joseandreísmo (que defienden tan religiosamente algunos eternos nostálgicos) ocupan la cara más visible de la agrupación, el «Oiguee Tour» había echado a andar su maquinaria desde el principio del año e inevitablemente nos invitaría a plantear algunas preguntas sobre el estado actual de la banda: ¿De cuánto ha sido el impacto en el público la revelación llamada «Resurrección (2015)»? ¿En qué estado encontraríamos a José Andrëa después de un par de años tan difíciles (dentro de los que se incluyen operaciones, hospitales y un par de videos de YouTube cantando como lobo en su lecho de muerte)? ¿Cómo sería la recepción de la banda en la Ciudad de México después de una cancelación a principios del año y del traspaso (mejor dicho, reorganización) del evento a un aforo más chico?

Lamentablemente, esta noche no sería la indicada. Sin duda alguna, y como siempre en Latinoamérica y en especial en la Ciudad de México, se tenía ganas de ver a Jose. El Foro Moctezuma, un pequeño garito donde cabrán unas mil personas (y que la asistencia rondó cerca de la mitad), fue el lugar en donde se efectuaría el evento. Lastimosamente, la organización del promotor con la anda fue pésima y el concierto empezó pasadas las veintitrés horas. Aunque esa no sería la única pena por la que la banda pasaría esa noche.

La primera y más importante baja fue la de Sergio Cisneros, «Kiskilla», por razones de salud. Esto causó, a gusto del redactor, que la banda que se presentara (que de por sí, no fue su mejor noche) fuera totalmente distinta a lo que habíamos escuchado en los últimos dos discos, en donde los teclados forman la estructura central de la agrupación. Y aunque contaran con un joven teclista (Adrián Rosas) que reclutaron en la misma CDMX, sólo los terminaría apoyando en puntuales ocasiones (Gaia, por ejemplo) y con un volumen prácticamente insonoro.

La segunda, fue la trágica actuación de Jose Andrëa. En un epítome de alaridos, de letras olvidadas, de pérdidas de compás y del tono de muchas de las canciones, Jose nos mostraba que aunque de salud está recuperado, su nivel está muy por debajo de lo que un concierto de estas proporciones exige. Intentó ocultar muchas veces su distracción en cuanto a las letras y dejó muchas veces que la improvisación de sus líneas melódicas superara su actuación como frontman.

El show comenzó sin introducción pero con un gran vitoreo de parte del público. Jose y sus compinches empezaban con la tralla de «¡Vive!», el tema probablemente el tema más rainbowiano de su última producción. La mezcla era tremendamente mala, y aunque la voz de Jose estaba a buen volumen, recurrió a sus ya-identificables trucos- de alejar su boca del micro cuando alguna frase se le escapaba de la memoria, algo que lamentablemente ya es muy común en él. También, prácticamente poco de lo que cantaba se le entendía.

Finalizando el tema y después de recibir el infinito cariño del público mexicano, presentó el segundo corte de la noche: «Vanidad». Le siguieron la olvidable «Flores en tu Colchón» y el primer pelotazo de la noche, «El que Quiera Entender que Entienda», corte en donde en contraste de lo que estaba haciendo la banda, demostró el amor y la devoción que le tiene el público y que incluso pusieron a bailar hasta a los distraídos que tenían la cabeza sumergida en su smartphone.

Le siguió «Al Otoño Espero», un bonito corte en donde la cara más melódica de Jose saldría a flote. Durante la extendida sesión de solos y tal cual Gillan en un Made in Japan, el cantanteempezó a alternar agudos con las guitarras de «El Chino» Flores y de José Rubio, resultando en una combinación de agudos muy llamativa, siendo de los pocos momentos rescatables de la noche.

Aunque no todo fueron pegas, considero que hubo más desfalcos que aciertos. Otra de las contras de la noche fue la exclusión de varias canciones del repertorio habitual de la banda. No se escucharon «En mi Barrio Nadie quiere Dormir», «La Torre de Cristal», «La Salida del Averno», ni «El Pacto». La respuesta de la banda fue que esto se debió el cansancio acumulado a través de la gira (con bastantes fechas seguidas), pero en detrimento de lo dicho, las improvisaciones de los virtuosos miembros del grupo rondaron cerca de los 20 minutos a través de todas el show, minutos que podrían haberse utilizado para tocar alguno (o varios) de los temas mencionados al principio de este párrafo.

La noche siguió su rumbo con una floja «Canción de los Deseos», que no termina de pegar entre los asistentes. Le siguieron un virtuoso (y tal vez largo) duelo de guitarras entre Rubio y el Chino, y después «La Posada de los Muertos», en donde el público volcó el Foro por segunda ocasión. Después de un breve descanso, un prolongado aullido introduciría «La Mujer Lobo», uno de los mejores temas de su última producción y también uno de los más resentidos por la voz Jose y la ausencia de Kiskilla en la agrupación. «Sobreviviendo» pasó desapercibida, pero «Hasta que el Cuerpo Aguante» se encargó de resucitar los ánimos.

El clímax del recital lo ocuparían las dos siguientes canciones, la genial y blusera «A Cubazos», donde los miembros de la banda ocuparían su respectivo espacio para lucirse en esta aglomeración de talento y virtuosismo, llamándome de sobremanera la atención el solo de «Teto Viejo» (baterista y miembro más nuevo de la banda), pero por la monotonía y el cansancio evidente que presentaba el también percusionista de ARS AMANDI, el cualse hizo evidente en los 5 minutos que los demás miembros del grupo le dejaron a solas con el público. La banda regresaría para terminar la canción y para tocar «Gaia», una de las más esperadas del público y de nuevo, otra de las más resentidas por la falta de instrumentación y el volumen que se le dio al teclista sustituto.

Después de despedirse por primera vez, el grupo interpretaría los bises de la noche, empezando con una celebrada «Para que Nunca Amanezca», último videoclip de la banda y una canción hecha a partir de una melodía que interpreta El Chino, el cual la tocó con una teatralidad que no tiene nada que envidiarle a Angus Young. Aunque como pie de nota, la banda, en especial Jose, estaba notablemente cansada, al punto de repercutir en la calidad interpretativa.

La función empezaría a cerrar con la homónima «Resurrección», en donde el grupo evidentemente empezó a dar «el bofe». La fría interpretación y el evidente cansancio del conjunto contagiaron al público haciendo pasar al tema prácticamente inadvertido, aunque eso cambió con el clásico de La Leyenda de la Mancha, «Molinos de Viento». El grupo aprovechó que éste sería el último jalón y aún con la falta de teclados, instrumentación y de energías, logró conquistar al público de la Ciudad de México por última vez en esa noche.

Sin duda alguna, JOSE ANDRËA Y URÓBOROS son un fenómeno muy interesante. La banda la constituye un afamado cantante dentro del medio, que lamentablemente sufre los estragos de la insuficiencia de práctica, la falta de cuidados y de exceso de confianza, que junto a una banda con un nivel de cohesión tan alto, unos músicos impresionantes y un recibimiento tan cálido como el que les da la Ciudad de México podrían haber sido la fórmula para una noche de ensueño, pero debido a los ya mencionados y constantes baches que se le presentan, como la mala retención de las letras del Boliviano-Español, una mezcla de sonido poco profesional, el recorte del show y la ausencia de uno de los titanes de la banda, mermaron lo que podría haber sido un concierto legendario.

Habrá que esperar que dentro de este medio de la prensa escrita del rock, en donde todo es «alábame o eres enemigo del movimiento», un texto como este evidencie y le plantee varias preguntas a sus protagonistas, los cuales están cómodamente disfrutando fugaz popularidad, olvidando lo que sería más importante de entre todas las cosas: su producto. Habrá que esperar a la salida de su próximo disco de estudio para corroborar que la banda quiera seguir creciendo y que podrá dar más de lo que nos da hoy en día, con recintos más espectaculares y shows más llamativos.

Nota: 6/10

1. ¡Vive!
2. Vanidad
3. Flores en tu Colchón
4. El que Quiera Entender que Entienda
5. Al Otoño Espero
6. La Canción de los Deseos
        Solos de Guitarras –
7. No Cuentes con Ellos
8. La Posada de los Muertos
9. La Mujer Lobo
10. Sobreviviendo
11. Hasta que el Cuerpo Aguante
12. A Cubazos (Solo de Batería)
13. Gaia
        Bis –
14. Para que Nunca Amanezca
15. Resurrección
16. Molinos de Viento

Texto: Miguel A. Ramos Vera (miguel.astaroth@hotmail.com)

Nota: Quiero agradecer a Eddiede La Cueva de Oz por haber cedido las fotografías del evento y por haber conocido a un nuevo, gran amigo. ¡Gracias!