Lunes 19 de Octubre de 2015 – Sala Razzmatazz 2 – Barcelona
En la colección de cualquier amante del hard rock que se precie los discos de CINDERELLA deben ocupar un lugar destacado junto a los de RATT, TESLA o WHITE LION. Y es que durante la segunda mitad de la década de los ochenta trabajos como "Night Songs"(1986), "Long Cold Winter"(1988) o "Heartbreak Station"(1990), vendieron unos cuantos millones de copias alrededor del mundo. Sin duda uno de los grandes artífices del rotundo éxito del que disfrutaron los de Filadelfia fue su vocalista y guitarrista Tom Keifer, quien ha sido considerado como uno de los mejores compositores de su generación.
Desafortunadamente los problemas con sus cuerdas vocales nos han privado de disfrutar en más ocasiones de ese registro rasgado y afilado que siempre le ha caracterizado. Pese a estar programada para la jornada del lunes, la descarga de Tom Keifer presentando las composiciones de su primer álbum en solitario, "The Way Life Goes", representaba una excelente oportunidad para volver a recordar algunos de los temas legendarios de los míticos CINDERELLA. El enclave escogido para la puesta de largo de Keifer como solista en nuestro país era la sala mediana del Razzmatazz, donde varios centenares de veteranos seguidores se dieron cita para seguir de cerca las evoluciones de un músico que no ha perdido ni una pizca de carisma y personalidad.
A diferencia de lo que suele ser habitual, en esta ocasión, no tendríamos aperitivo previo. Así que la hora prevista para la apertura de puertas se retrasaba hasta las 20 horas, quedando el inicio del show fijado para las 21,15 horas. Al acceder al recinto un sobrio escenario, -sin ninguna clase de telón de fondo ni adorno escénico-, aguardaba el desembarco del admirado compositor de Springfield (Pensilvania). Con absoluta puntualidad se apagaban las luces y la banda que acompaña a Keifer empezaba a tomar posiciones para dar el pistoletazo de salida a la velada con los aromas sureños contenidos en «Bad Seamstress Blues/Fallin´ Apart At The Seams", el primer clásico de CINDERELLA que servía para inaugurar un show repleto de actitud, elegancia y buen rock n´ roll.
Ataviado con una larga chaqueta negra y empuñando su guitarra Keifer se situaba en el centro del escenario para comandar a sus compañeros. Decir que el vocalista sigue sonando igual de potente que en la década de los ochenta sería faltar a la verdad, -ya que todos conocemos los diferentes problemas vocales que ha sufrido a lo largo de los años-, pero lo cierto es que sigue conservando ese feeling roquero y rasgado que siempre le ha caracterizado. Tras romper el hielo con el primer clásico de la noche llegaba el momento de adentrarse en las composiciones de su trabajo en solitario, siendo la escogida como primera muestra del mismo la marchosa "It’s Not Enough", que nos hacia mover los pies contagiados por su vitalidad y dinamismo. Sin abandonar el material contenido en "The Way Life Goes", la siguiente en sonar sería "A Different Light", con la que Keifer demostraba no haber perdido la habilidad para transmitir emociones y contar historias en cuatro minutos.
Pese a que fue Keifer quien llevó sobre sus hombros el peso del show, contó en todo momento con el respaldo de una banda solvente y de plenas garantías, que se mostró impecable durante toda la velada, tanto a la hora de interpretar las nuevas composiciones como a la hora de atacar clásicos como "Somebody Save Me". Y es que el concurso del guitarrista Tony Higbee, erigido como mano derecha de Keifer, fue absolutamente fundamental, apoyando en las voces y repartiéndose los solos con su "jefe". Con la gente cada vez más animada, Keifer dejaba de lado por primera vez su guitarra para ejercer únicamente como frontman durante el tramo inicial del eléctrico "Shake Me", que nos dejaría la estampa del vocalista paseándose por el escenario aferrado a su pie de micro.
Tras un arranque protagonizado por la intensidad y la marcha roquera, Keifer nos deleitaba con un rotundo cambio de tercio, cambiando las guitarras eléctricas por las acústicas para ofrecernos un tramo central en el que desplegó toda la magia contenida en piezas más relajadas como "Heartbreak Station". La respuesta de la audiencia fue absolutamente abrumadora, con toda la sala coreando intensamente el clásico cántico "oe, oe, oe", que Keifer inmortalizó grabándolo con su teléfono. Sin abandonar esa atmósfera más intimista y relajada llegaba el momento de presentar el primer single de "The Way Life Goes ", la delicada "The Flower Song", que de entre las nuevas fue de las que mejor acogida obtuvo.
Tampoco faltaría el recuerdo hacia su mujer, Savannah, ausente en esta ocasión y con quien suele interpretar habitualmente piezas como «Don’ t Know What You Got (Till It’s Gone), que fue la elegida para la entrada en escena de Kendra Chantelle, que siguió el tema cómodamente sentada sobre la tarima de la batería. Pero sería a partir de este momento cuando la atractiva vocalista se convertiría en un miembro activo de la formación, respaldando a las voces en temas como "Nobody’s Fool", que ponía el colofón a este pequeño set acústico.
La escogida para recuperar esa flema genuinamente roquera, con las guitarras volviendo a ser las auténticas protagonistas, serían piezas como "Solid Ground" y la «stoniana» "Cold Day In Hell", una doble ración de material de nuevo cuño que suponía otra buena muestra del trabajo en solitario de Keifer, y que lejos de relajar los ánimos del personal servían para espolearnos al máximo antes de una nueva ración de deliciosa nostalgia protagonizada por los aires blueseros de la inevitable "Coming Home" y la marchosa "Shelter Me", que fue la elegida para finiquitar esta primera parte del show.
Para su regreso sobre las tablas la formación se dejó una suculenta colección de versiones de clásicos del rock n´ roll. Su personal homenaje a sus Satánicas Majestades llegaría de manos de "It’ s Only Rock n´ Roll (But I Like It)", con un Keifer sencillamente sensacional, paseándose por el escenario muy metido en su papel de frontman, para posteriormente dejar paso a una soulera versión del clásico de The Beatles "With A Little Help From My Friends". Para cerrar la noche con una tripleta que sonó como toda una declaración de intenciones que mejor que un apoteósico "Gypsy Road", que ponía la sala literalmente patas arriba, ratificando la estima y la devoción que se ha ganado Tom Keifer a lo largo de las últimas tres décadas.
Texto: Alfonso Díaz
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