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Miércoles 16 de Septiembre de 2015 – Sala La Riviera – Madrid
Los amantes de la buena música teníamos una cita ineludible el pasado miércoles con el mago británico del rock progresivo STEVEN WILSON, quien venía a presentar su aclamado nuevo disco en solitario «Hand Cannot Erase» ante una enorme expectación por parte de un variopinto público, de mediana edad en su mayoría, que abarrotaba los aledaños de La Riviera minutos antes de la apertura de puertas.
La melancolía propia de las composiciones que se desgranaron durante más de dos horas vino amparada por un inmejorable marco otoñal en el Septiembre madrileño, lluvia incluida. Junto a STEVEN, una banda de primerísima línea conformada por las nuevas incorporaciones Dave Kilminster a la guitarra y Craig Blundell a la batería, el teclista Adam Holzman y Nick Beggs encargándose del bajo y del Chapman Stick, realizando además unos imprescindibles coros, generalmente doblando por arriba la voz principal de WILSON.
Con un sonido que fue algo embarullado al comienzo, pero fue mejorando hasta rozar la perfección (si bien en ocasiones parecía estar demasiado alto), el público asistía embelesado al espectáculo audiovisual en el que no sólo la música, sino las imágenes que acompañaban a casi todas las canciones junto con el ambiente de los focos formaban un conjunto conceptual sobre las historias cotidianas que inundan los discos del artista.
Con imágenes de un vecindario (sus casas, parques, calles, carreteras) y con una toma fija sobre las ventanas de un edificio, se iba preparando la descarga ante el atento público que guardaba silencio atento a todos los detalles mientras se encendían y apagaban las luces de los hogares reflejados. Se rompería la quietud ante la salida del líder y ante la ovación inicial, éste se sentaría al teclado para iniciar, al igual que en su último disco (el cual desgranó completamente), con un dinámico «3 Years Older».
Hubo un pequeño alto en el camino para recordar que había tocado en Madrid menos de lo que le gustaría e incluso hablar de la ocasión en la que Porcupine Tree sustituyeron a Heaven and Hell en el Sonisphere getafense, para continuar encarando «Hand Cannot Erase» en el mismo orden que en el disco: el tema título, «Perfect Life» y «Routine» (haciendo inciso sobre lo miserable y triste que es su música y que ésta es una de sus favoritas por ser una de sus composiciones más miserables).
Haciendo un alto en la historia sobre Joyce Carol Vincent (mujer sobre la que está inspirada «Hand Cannot Erase», quien estuvo cerca de tres años fallecida en su apartamento sin que sus amigos o familiares parecieran darse cuenta de ello), hubo un receso hacia su segundo disco en solitario, «Grace for Drawning» para tocar un alucinante «Index» que fue introduciéndonos a su pequeño pandemónium musical gracias al juego de chasquidos de dedos de toda la banda coordinados con los cambios de foco e imagen de la pantalla.
Retomando la nueva obra, en el mismo orden del track list, «Home Invasion» y «Regret #9» fueron una pasada a nivel musical, llevando al público al clímax gracias a las controladas subidas de intensidad con el colofón de los duelos de solos entre guitarra y teclado. Llegaría la primera de las canciones de Porcupine Tree con la intensa «Lazarus» impregnando de melancolía cada recoveco de La Riviera.
WILSON pediría a su público respeto hacia las personas que estaban haciendo fotografías, ya que a él no le importaba (pese a que denegó el acceso de fotógrafos profesionales pocas horas antes, todo sea dicho) pero podían molestar a las personas que estuvieran detrás suyo entre el público. «Harmony Korine» vino representada por un vídeo de hombres con máscaras de cabezas de pájaro, troncos de árbol y caretas anti-gas al más puro estilo Buñuel para encarar la recta final de su nueva obra gracias a «Ancestral», «Happy Returns» y «Ascendant Here On…», fundiendo las tres partes en una sola súper canción donde el despliegue de técnica de cada músico llegó a la cumbre.
Pequeña retirada de la banda para cubrir el escenario con un telón blanco semi transparente tras el que reaparecerían los músicos para encarar uno de los momentos cumbres, un alucinante «The Watchmaker» (con una introducción de sonidos de relojes panoramizados) que nos dejó con la boca abierta. «Sleep Together» de Porcupine Tree volvería a dejarnos con la miel en los labios antes del segundo mutis, tras el que toda la sala corearía el clásico «The Sound of Muzak». Para introducirnos a «Open Car», WILSON nos comentaba que ese día le habían entrevistado varios medios con la coletilla «metal» en su nombre y le gustaba saber que, pese a que él no hace metal (aunque sí le gusta), su música es apreciada por los fans de esa música. Y he aquí que el riff de «Open Car» es lo más parecido que ha hecho a dicho estilo.
La guinda final, el colofón de oro y personalmente lo mejor de la noche en cuento a emotividad, lo puso la imprescindible pieza «The Raven That Refused To Sing», formando un conjunto de música e imágenes (con el videoclip de la canción), que a muchos nos puso la sensibilidad a flor de piel. Justo después de terminarla, y mientras la banda se despedía de su público, fue salir de la sala estando como en una nube, como si el frío y la lluvia poco importaran o directamente no estuvieran presentes.
J. José Jiménez – J_Jose_Jimenez@RafaBasa.com – Twitter.com
Nota de Redacción: A pesar de estar acreditados previamente, a última hora, el artista se negó a ser fotografiado en directo, por lo que tristemente, vosotros, los fans, no podéis disfutar de ninguna fotografía del concierto. Gracias a Madness Live! por las gestiones y el interés, como siempre.
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