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Miercoles 7 al Sábado 10 de Agosto de 2013 – Fortress Josefov – República Checa
RENDIDOS AL ASALTO DE LAS HORDAS EXTREMAS
Cuando el general francés Duhamel de Querlonde recibió, a finales del siglo XVIII, el encargo del emperador José II de diseñar la construcción de una fortaleza militar inexpugnable en la región este la Bohemia checa, entonces dominio del otrora poderosísimo Sacro Imperio Romano Germánico, poco podía imaginarse que más de 300 años más tarde unas huestes bárbaras y atronadoras, armadas con guitarras, tambores y un hambre insaciable de ruido metalero, se convertirían al asalto en las dueñas y señoras del lugar, aunque fuera sólo por cuatro días. Levantado para albergar a 12.000 soldados, el fuerte Josefov resistió las embestidas de las tropas prusianas, que pensaron que la mejor alternativa a un asedio de incierto final era rodear a distancia el fuerte.
Sus vigías también vieron pasar, a lo lejos, a los soldados de Napoleón hacia la fallida invasión de Rusia. Posteriormente habilitado como campo de prisioneros durante la primera Guerra Mundial, también las infames tropas nazis fijaron allí uno de sus acuartelamientos. El ejército rojo soviético, en su camino para aplastar la primavera de Praga, se apoderó del recinto hasta la caída del muro, fecha que también marcó el declive de su uso militar.
Todo un indiscutible, privilegiado e impasible testimonio de una historia militar de lo más convulsa, como la que ha sacudido a Europa durante estos últimos siglos, escrita en sangre en sus muros de ladrillo rojo. Duhamel de Querlonde debe revolverse todavía en su tumba al constatar que su creación, un prodigio de la ingeniería militar de la época con una extensísima red de túneles subterráneos, robustos baluartes y su propia ciudad adosada, se convertiría en la plaza fuerte de uno de los festivales de metal más consistentes y atractivos del viejo continente.
Todavía nos asombra, visto el trato que reciben numerosos complejos monumentales y arquitectónicos en otros parajes, que las autoridades checas abran las entrañas de un complejo como este, consagrado en estos momentos a satisfacer la curiosidad de las hordas turísticas, para un evento de tales características. Y aunque pueda parecer mentira, la convivencia entre la descarga de la tropa metalera con el lugar, lejos de tópicos y prejuicios ya trasnochados, respeta por completo el entorno y su integridad. Y viceversa. Los habitantes de la ciudad de Jaromer celebran cada año el evento como maná caído del cielo y todo el mundo da rienda suelta por unos días a su lado oscuro extremo metalero.
Un esfuerzo y un acierto notables, que confieren al festival un carácter único. Un activo que los organizadores ya han sabido incorporar convenientemente a la marca Bruta Assault, indisolublemente vinculada a su propia ubicación. El espacioso patio de armas resulta perfecto para acoger los dos escenarios gemelos que alternan bolos durante horas sin odiosos solapamientos. Espectaculares refugios cerveceros en el interior de los baluartes, en harmónica convivencia con los murciélagos y otras especies noctámbulas. Comodidad más que suficiente en las laderas opuestas, visibilidad correcta y un sonido, a pesar de las pequeñas torpezas que han aflorado este año, en general espectacular. Zonas amplias para la acampada, algunas incluso arbolados, y hoteles cercanos con servicios de bus lanzadera.
Precios bastante más que aceptables para los estándares hipertrofiados de nuestras precarizadas economías más allá al sur de la zona euro. Riadas de cerveza de calidad –aunque bastante ligera en graduación- a precios exiguos, algo que ayuda sobremanera a compensar la desquiciante imprevisibilidad climatológica pero, sobre todo, la proverbial apatía –cuando no directamente antipatía- que exhiben una buena parte de los checos con sus visitantes, algo que, por otra parte, no lastra un ambiente general de respeto, sin apenas conatos de cizaña etílica.
Y lo más importante: un cartel que junta lo bueno y mejor de la escena extrema, las vacas sagradas del momento con los más activos y bulliciosos grupos underground. Para los puristas, los abanderados de la vieja escuela, sobrarán los devaneos modernillos, con algunos guiños al metalcore y demás subgéneros de reciente eclosión comercial. No hay que alarmarse de buenas a primeras: con una diversidad medida casi al milímetro, el Brutal Assault basa su oferta en una justa proporción con la que puede sentirse plenamente satisfecha la mayoría de sus miles de asistentes –unos pocos más que las 12.000 plazas para las que De Querlonde erigió la fortaleza-: predominantemente eslavos, pero abriéndose paso año tras año las incursiones europeas e internacionales-. Death, brutal, grindcore, Black, thrash, doom, industrial y lo que haga falta.
No queda tiempo para aburrirse, ciertamente. Las primeras confirmaciones para esta décimo-octava edición ya presagiaban, con escaso margen de error, un derroche apoteósico de descargas extremas en toda su variedad. No había lugar para la duda: el asalto a la plaza fuerte del metal extremo de la Europa Central, estratégicamente situada entre los ríos Elba y Metuje, muy cerca de la frontera polaca, no podía esperar.
MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO
Preparados tras el trayecto desde Praga y después de superar el engorroso protocolo para el acomodamiento inicial, los veteranos yanquis JUNGLE ROT abrían fuego ardiente desde las alturas. Su death metal de corte clásico y aires belicosos, simple pero efectivo, muy lejos de los excesos y la verborrea del hipertecnicismo, tuvo una buena acogida entre los más madrugadores. Dobles bombos y medios tiempos, guitarras pesadas y vozarrón de rigor. Un grupo que, indiscutiblemente, gana enteros sobre las tablas. Caldo de cultivo perfecto para los primeros circle pit del festival. La banda liderada por Dave Matrise llegaba al escenario del Brutal Assault con su nuevo álbum ‘Terror Regime’, bajo el brazo, el octavo en su carrera. Directos, sólidos y al grano, sin florituras. Un buen aperitivo.
El punto macarra del día lo pusieron los autóctonos MALIGNANT TUMOUR, banda que ya pudimos disfrutar en abril cuando acompañaron los míticos Possessed en su periplo por la península. Habiendo abandonado definitivamente sus raíces grindcore de sus primeros discos, el trío checo hizo muestra de su propuesta reciclada a lo Motörhead subido de revoluciones, todo ello aderezado con diversión y un notable sentido del humor. Además, contaron con fuego y pirotecnia lo que acrecentó su efectiva puesta en escena. Temas como la pegadiza "Earthsaker", la speedica "Metal Artillery", la hilarante "Saddam Hussein is Rock"n"Roll" o la coreada "We are The Metal" resultaron de lo más ameno y festivo. Cachondeo, buen rollo y canciones que entraban tan bien como la cerveza checa que dispensaban a raudales los puestos de bebida localizados en la explanada de los escenarios principales.
El himno nacional americano en versión electrificada a lo Jimi Hendrix anunciaba por megafonía la entrada en escena de TESTAMENT. Sin duda, el plato fuerte de la velada de presentación de esta edición del Brutal Assault. Con su formación original de lujo prácticamente al completo, los de San Francisco llegaron y arrasaron con todo ya desde los primeros acordes de la potente "Rise Up", toda una declaración de principios y un tema ideal para iniciar su potente show. Chuck Billy demostró que sigue siendo una bestia en el escenario y su voz sigue conservando todo su poderío. Con su peculiar pie de micro, esta vez en forma de fluorescente y con el que no paró de emular solos y punteos de guitarra, entonó cada uno de los temas del repertorio como si para él no pasaran los años. Siguiendo con "More Than Meets The Eye", quedo una vez más patente que Alex Skolnick sigue siendo uno de los guitarristas que desprende más feeeling de la escena: para quitarse el sombrero con cada uno de sus espectaculares solos. El tándem Skolnick/Peterson volvió a mostrarse cien por cien efectivo en compenetración. "Burnt Offerings" fue la primera aportación al legado clásico de la banda que fue recibido por entusiasmo por toda la audiencia congregada.
El siguiente tramo del concierto sirvió para repasar su más reciente trabajo, "Dark Roots Of Earth", entre las que sobresalió la potente "True American Hate" con un Gene Hoglan a la batería aporreando los parches y el doble bombo a una velocidad de vértigo, casi sin despeinarse. Con el anuncio de Billy de homenajear el ‘oldschool" comenzaron a caer toda la retahíla de temas imprescindibles. La tríada "Into The Pit" / "The New Order" / "The Preacher" se llevó, como era de esperar, las mayores ovaciones. Tras una breve pausa, retomaron el escenario con una brutalísima "D.N.R." con unos Greg Christian y Gene Hoglan inconmensurables. El inmenso -en todos los sentidos posibles- batería angelino sigue empeñado en demostrar al mundo que su talento para el metal extremo no tiene límites, sea cual sea el estilo o la banda. Su ejecución dejó con las mandíbulas desencajadas a los aficionados más avezados en el arte de machacar los parches a todo trapo.
Con el ya mencionado "D.N.R." y el posterior "3Days In Darkness", Chuck Billy desengranó sus registros más guturales mientras el headbanging se apoderaba de forma contagiosa entre el público. No faltó un abultado wall of death con "The Formation Of Damnation", corte que puso el punto final a una actuación soberbia de los californianos y que sirvió para demostrar, una vez más, que a día de hoy siguen siendo la banda más en forma de la escena thrash metal americana. Sin duda, los triunfadores –por amplísima goleada- de la jornada "preliminar".
JUEVES 8 DE AGOSTO
No había llegado todavía el mediodía entre los muros de fuerte Josefov cuando el sol empezó a ajusticiar uno por uno a todos los intrépidos madrugadores que, pese a la juerga de la noche anterior, se agolpaban ya en las barras luchando por conseguir un pedazo de terreno en la sombra y la preciada birra, cual sagrado grial. Un ambiente aparentemente poco propicio para la lúgubre y mortífera cadencia de los japoneses COFFINS, aclamados maestros de la vertiente más cafre del Death/Doom de innegable ascendencia ‘autopsiana’. Para muchos, era el bolo de los nipones una de las grandes atracciones del festival, grandes nombres aparte. Resultaba por ello ciertamente extraño su destierro a un horario hostil, muy poco atractivo para una relevante mayoría. Y en esas estábamos, cuando el reloj empezó a correr bajo el sol sin rastro alguno del trío sobre el escenario. Pasaban los minutos: el sudor y la impaciencia se multiplicaban.
Para alivio general, y tras algo más de un cuarto de hora de incertidumbre e incredulidad, Uchino y los suyos hicieron acto de presencia para disipar cualquier atisbo de pánico entre la parroquia. Montaron el equipo a toda velocidad y se volcaron sin más dilación a machacar los oídos y el estado emocional de sus más que sufridos seguidores. Consiguieron sonar de forma decente, pesada y oscura. Pero el desajuste organizativo lastró el que debía ser uno de los grandes números del festival. Apenas cuatro temas, algunos de ellos relativamente largos, como "The Vacant Pale Vessel", de su nuevo larga duración ‘The Fleshland’, de donde también sacaron "Hellbringer". Se quedó corto en todos los sentidos. En su intento de evitar el efecto bola de nieve sobre los horarios, los organizadores no dieron su brazo a torcer. Coffins removió, aunque de forma muy breve, los cimientos de una fortaleza que había abierto sus puertas a su ingente potencial de destrucción masiva.
Tras la muralla sónica nipona, los sonidos más estruendosos se trasladaban al escenario vecino, donde la intro "Of Genocide" anunciaba la inminente descarga de DECREPIT BIRTH, que empezaban en tierras checas su segundo periplo de giras y festivales en tierras europeas. Con su particular filosofía de vida y su pinta de "homeless", el ya carismático cantante Bill Robinson se metió rápidamente al público en el bolsillo desde los primeros instantes en que sonaron temas como "Prelude To Apocalypse" y "The Resonance", muestras evidentes de la evolución que han seguidos los californianos introduciendo más elementos melódicos y progresivos dentro de sus cimientos de brutal death. En un segundo plano, el guitarrista Matt Sotelo, alma mater y miembro fundador, demostró que es quien lleva el peso de la banda, muy bien respaldado por el joven Chase Fraser. Cuotas más extremas se alcanzaron con "The Infestation", única interpretación de su primer disco. A la batería no estaba ya el joven malabarista Alex Fernández-Bentz, que tocó con ellos en la reciente visita a nuestros escenarios y que tan buenas sensaciones causó cuando sustituyó temporalmente el puesto de Sam Paulicelli. Como punto final a su actuación, todo un homenaje a la banda del ‘padre del death metal" en forma de una más que acertada versión del "Crystal Mountain" de Death, vitoreada por todo el público.
A diferencia de ediciones como la del pasado 2012, el grindcore más ortodoxo y salvaje estuvo en esta ocasión ciertamente infrarrepresentado en el cartel. Ello fue compensado con la presencia de bandas que, a pesar de tener limitada su proyección a la escena underground, desbordan los límites del sonido y del escenario con su actuación. Procedentes de Washington DC, MAGRUDERGRIND, un trío explosivo, sin complejos de ningún tipo –como lo atestigua perfectamente una estética que recuerda al psychobilly y su empeño en prescindir del bajo en sus directos sin apenas desmerecer el esfuerzo final-, arrollaron, como suele ser habitual. Transmiten una energía casi sobrenatural y desatan la locura entre los aficionados grindcorianos más proclives a movidas de corte powerviolence o hardcore extremo. Llevando la regla de oro del grindcore en directo –velocidad, intensidad y brevedad- hasta sus últimas consecuencias, desencadenaron una tormenta de riffs y blast beats de lo más vigorosa y gratificante.
A Dr. LIVING DEAD les tocó sufrir en sus propias carnes el peor desenlace de unos problemas técnicos que no parecían solucionarse del todo desde primera hora de la mañana. Nada más salir al escenario, enfundados en sus peculiares máscaras de calavera y badanas en la frente y con el pit a máxima ebullición una de las guitarras dejó de sonar. Lamentablemente, el percance que inicialmente se tenía que haber resuelto de forma rápida se demoró varios minutos. Tras soltar unos cuantos sonoros "Fuck!" su cantante no paró de animar a la gente que, pese al sol apabullante que caía en tromba, aguantó pacientemente la desdichada espera. Evidentemente, esto se tradujo en un notable corte de la duración de la actuación. Por lo que una vez solucionado el problema, los suecos concentraron en veinte minutos lo mejor de sí y sin respiro nos deleitaron con su propuesta heredera de los mejores Suicidal Tendencies. Temas de sus dos únicos discos editados como ‘Dead End Life" o ‘Bearer of Truth", que fueron secundados por interminables circle pit por un público ejemplarmente activo. Contagiosamente divertidos.
De no contar con Dave Lombardo en sus filas, posiblemente PHILM hubiese pasado como un grupo bastante desapercibido en un festival de estas características. El interés por ver de cerca al batería de Slayer por excelencia -su kit fue estratégicamente situado en primera línea y en el centro del escenario, dejando a sus dos compinches arrinconados en los laterales-, se tradujo en una buena congregación de gente.
El trío, completado por Gerry Nestler a la guitarra/voces y Pancho Tomaselli al bajo repasó su álbum debut, ‘Harmonic" y aprovecharon la ocasión también para presentar algún tema nuevo, con lo que se augura un buen futuro para el proyecto del ahora más liberado Lombardo, un tipo ya habituado a lidiar con fórmulas más alternativas y alejadas del metal más purista.
Llegó la hora del atrezzo bondage-matarife en el escenario con los austríacos BELPHEGOR. Calaveras de chivo sanguinolentas y grandes huesos adornaban los pies de micro de un modo un tanto descuidado, sujetas con una cinta adhesiva transparente pero de aspecto visiblemente vulgar. Gazapos estéticos al margen, contaban los vieneses con una legión de irreductibles seguidores en el pit, que no cejaron de repartir estopa por doquier con la ejecución de "Feast Upon Dead". Endiabladas melodías interpretadas a velocidades ultrasónicas se hallan en la base de la fórmula magistral que Helmuth, el fundador y amo del cotarro, desarrolló con el tránsito de un melódico pero rabioso black metal inicial hacia terrenos más death metaleros."Belphegor-Hell’s Ambassador", uno de sus temas más representativos de esta nuevo época, fue recibido con una salva de violentos empujones por el pit.
Su propuesta, de hecho, se ha mantenido casi invariable durante los últimos tiempos, fiel a la doctrina del blast beat y el tremolo picking. El nuevo disco ‘Blood Magick Necromance’ y el anterior ‘Walpurgis Rites’ aportaron buena parte de los cortes en el tramo central del bolo. Para el cierre, la clásica "Lucifer Incestus" y "Bondage Goat Zombie".
DEVILDRIVER son un grupo por y para festivales, estando presentes casi cada año en los más destacados eventos veraniegos europeos. A punto de sacar al mercado su nuevo trabajo, ‘Winter Kills", no desaprovecharon su paso por el Brutal Assault para presentar a sus fans dos nuevos temas en directo, "Ruthless" y "Appetite", que fueron de lo más destacado de su actuación. El resto del repertorio fue un compendio de sus hits de siempre. Los de Dez Fafara son el claro ejemplo de grupo que sabe ofrecer lo que su público quiere, sin concesiones. De este modo, no se obviaron canciones como "End Of The Line ", con la que abrieron, "Not All Who Wander Are Lost", y ya en el tramo final, "Clouds Over California" o "Hold Back The Day". Efectivos como siempre, hicieron levantar el polvo enfrente del escenario Jagermeister con un enloquecido pita merced de la música de los californianos.
Cualquier ávido seguidor del brutal death no refutaría la idea de que DYING FETUS son una de las bandas en mejor forma del género. Con veinte años de historia, los de Maryland siguen convenciendo tanto en pequeñas salas como en grandes festivales. Reafirmados bajo el formato trío desde hace unos años, parece mentira la candela que John Gallagher, Sean Beasley y Trey Williams son capaces de generar en escena. Ritmos altamente intrincados, velocísimos y compenetración extrema, en un estilo en que velocidad, pausas y ritmos más groove se suceden sin respiro así como el efectivo intercambio de voces entre Beasly y Gallagher. Con "Grotesque Impalement" como punto de partida, Dying Fetus volvieron, una vez más, a dejarnos a todos boquiabiertos. Temas más recientes como "Second Skin" o "From Womb To Waste", se sucedieron entre clásicos de siempre como "Killing On Adrenaline", "Kill Your Mother, Rape Your Dog" y "One Shot, One Kill". Una autentica apisonadora rompecráneos.
Con mucho sudor y esfuerzo, GOJIRA han sabido ganarse durante los últimos años un respetado sitio dentro del primer nivel en la escena metalera mundial. Sobrevalorados para unos y envidiados por otros, los vasco franceses han sabido labrarse su fama aportando innovación en un estilo bastante enquistado de por sí. Así lo demuestra la atiborrada multitud que se divisaba desde la colina natural ubicada enfrente de los dos escenarios principales. La banda de los hermanos Duplantier volvió a convencer con un efectivo juego de luces, a medida que caía la noche, y con el mejor sonido de la jornada.
Ofrecieron un setlist muy parecido al que llevaron a cabo en sus citas españolas la pasada primavera, repasando detenidamente su exitoso último trabajo "L"Enfant Sauvage" sin olvidarse de temas más antiguos como "Backbone", "The Heaviest Matter Of The Universe" o "Remembrance". Una actuación poderosa con momentos cumbres como una espectacular "Flying Whales" con un Joe totalmente pletórico. Cuando otros caerían en la autocomplaciente relajación saboreando las mieles del éxito, Gojira siguen avanzando.
Por nombre y trayectoria, ANTHRAX eran la banda más importante de esta primera jornada completa del Brutal Assault. Con el excelente sabor de boca que nos dejaron en el Sonisphere, donde dejaron el listón muy alto. Y así volvió a ser de nuevo, demostrando que siguen estando en un increíble nivel de forma. Acompañados esta vez por John Dette, quien sustituyó a la batería a un Charlie Benante que no parece recuperarse del todo con sus lesiones en la mano que arrastra desde hace tiempo, los neoyorkinos salieron fuertes con un "Caught In A Mosh" que puso al público de patas arriba. Con Scott Ian ejerciendo de maestro de ceremonias y Belladona eufórico, "N.F.L." y "Got the Time" sonaron poderosas. Como ya es habitual, Frank Bello no paró de moverse de lado a lado del escenario mientras que Jonathan Donais, pese a mantenerse más estático, volvió a convencer y demostrar que se ha ganado a pulso su puesto permanente en la banda.
La interpretación de "In The End", con los rostros de Dimebag Darrell y Ronnie James Dio en los telones laterales fue un emotivo homenaje a todos los iconos del metal caídos. Una de las sorpresa vino de la mano de "Deathrider", el "primer tema del primer disco" de la banda como bien presentó Scott. Fue un placer volver a escuchar esta pieza en su versión fidedigna con Belladona a las voces y ante unos amenazantes truenos alumbrando el cielo. "T.N.T" de AC/DC fue la representante de su reciente disco de versiones mientras que con "Indians" se armó un inmenso circle pit en su parte intermedia al ritmo de la ‘danza de la guerra" que nos trasladó a la época dorada del thrash metal. Con las imprescindibles "I Am The Law" y un prolongado "Antisocial" con el protagonismo del público hizo presencia la lluvia. Anthrax demostraron que pese a los múltiples cambios de formación que han tenido en los últimos años siguen con fuerza. Despedida triunfal con "Long Live Rock"n"Roll" sonando de fondo. Esperemos que sigan manteniendo álgida su productividad, así como recuperen en un futuro en sus directos algunos de los grandes temas de la era Bush, que son también parte esencial de su aclamada trayectoria.
Casi sin respiro y todavía con algunas de las mejores canciones de thrash metal de los 80 rezumando en nuestros cerebros, tocaba recuperar a una de las grandes bandas de los 90 y adalides del llamado metal industrial, FEAR FACTORY. Así es la magia y uno de los grandes atractivos de los festivales, el poder saborear en cuestión de minutos diferentes estilos y rememorar diferentes épocas que han marcado la historia del metal. Muchas dudas sobre la mesa, centradas especialmente en Burton C. Bell, que lejos de disiparse se volvieron lamentablemente a confirmar. Sin miedo en poner la mano en el fuego, Fear Factory sellaron la peor y más decepcionante actuación de todo el festival. Mantener una formación original que lideró una de las mejores etapas del metal de hace dos décadas con un cantante que ni puede ni sabe ya cantar es como mínimo vergonzoso. Una mezcla entre mucha rabia contenida, como fan, y lástima ajena, por la propia banda. Es más, incomprensiblemente en vez de intentar aminorar esta notable deficiencia, incluso se atrevieron a tocar en directo los temas que dejan más en evidencia estas evidentes carencias, como "Shock" o "Archetype". Ni la parte final de la actuación, centrada exclusivamente en su obra magistral ‘Demanufacture", pudo salvar mínimamente un show frustrante. Hasta la contundente "Martyr" sonó descafeinada. Dino Cazares también mostró una actitud poco convincente a lo que nos tenía acostumbrados, mientras que el sorprendente batería Mike Heller fue, sin duda, el mejor de todos. Una banda que, si no quiere seguir manchando su brillante legado, debería reflexionar sobre su futuro o simplemente plantearse el dejar de existir.
Algún día, esperemos que en un futuro no demasiado lejano, alguien pueda dar con una explicación lógica, razonada y más o menos certera al gran enigma que se esconde tras una de la anomalías históricas más inexplicables en la historia del metal extremo. Los quebequeses VOIVOD son, sin merecerlo, una de las bandas más injustamente infravaloradas y olvidadas de la escena a pesar de contar con una discografía y una trayectoria sin igual. Quizás la bofetada en toda la cara con la que muchos recibieron la mediocre actuación de Fear Factory o el cansancio acumulado tras un día de calor y sol torrenciales explicaran una merma de público ya considerable en su actuación. Incansables al desaliento y con un fantástico nuevo álbum, ‘Target Earth’, como renovada tarjeta de presentación, Snake y compañía cuajaron un bolo estupendo, incluyendo nuevos y excitantes cortes de la talla de "Kluskap O’Kom" o "Mechanical Mind". Con Mongrain de nuevo en estado de gracia y escupiendo riffs sin cesar, la compenetrada y a la vez compleja apuesta musical de Voivod no descuidó, para deleite de sus fans más clásicos, un más que merecido repaso a sus himnos de composición más temprana, su época más thrasera, como "Ripping Headaches" y la homónima "Voivod". Guardaron "Nothingface" fue el broche final a una nueva reivindicación de principios por parte de los veteranos y reverenciados quebequeses.
De nuevo era un placer volver a reencontrarse con ENTOMBED, supervivientes y máximos exponentes de la vieja escuela del death metal escandinavo. Y es que los suecos firmaron una actuación redonda con un setlist para quitar el hipo para los amantes del género. Empezar con un tema poco habitual como "Living Dead" era el mejor de los presagios. De hecho, basaron toda su actuación en sus tres primeros trabajos. Temas como "Out of Hand", "Revel In Flesh"o "Stranger Aeons" se sucedían para mayor satisfacción del público. Con el bonachón de LG Petrov al frente y el mejor resultado que les viene dando el volver a contar con dos guitarras fueron sucediéndose viejos temas tanto de sus etapas más death metaleras como su derivación al denominado ‘death"n"roll". El punto álgido llegó con "Supposed to Rot" y la aclamada "Left Hand Path". La comunión audiencia-banda siguió patente con "Chief Rebel Angel" y "Demon". Entombed tenían ganas de más y demostraron no tener ninguna prisa por largarse. Pero los chavales de la organización estaban ahí para recordar y exigir a Alex Hellid que los horarios debían cumplirse a rajatabla, por lo que tuvieron que abandonar el escenario ante las quejas y silbidos de la gente, eso sí, dejándonos la sonrisa boba de satisfacción a más de uno.
Totalmente exhaustos, sacrificamos parte de la actuación de WHITECHAPEL para reponer fuerzas. Ante una audiencia más reducida pero fiel -mucha gente ya se había retirado a descansar a la zona de camping o los hoteles de las inmediaciones-, los de Tennesse dieron buena muestra de su devastador deathcore. Basaron su concierto en repasar exhaustivamente su último trabajo, destacando trallazos como "MakeIt Bleed" o "I, Dementia" reservando sólo para el final algún tema anterior como "Possession" o "This Is Exile". Contundentes.
MARDUK asumieron el encargo de liquidar la primera jornada en el patio de armas de Josefov, levantando para ello su ya tradicional muralla sónica de norsecore. Esperando la oportunidad de gozar en directo de los temas de su último ‘Serpent Sermon’, un disco realmente sobresaliente en el contexto de su discografía, los suecos se perdieron de nuevo en el lodazal de un sonido poco definido y una ejecución precipitada. Algo bastante recurrente en la trayectoria en directo de la banda de Hakansson y compañía. Recurrieron a un set list más bien corto, sin grandes ambiciones y mínimamente representativo de la trayectoria de la banda –incluida "The Black…", de su ya lejano y legendario primer trabajo ‘Dark Endless"-. "Serpent Sermon", se quedó finalmente como el único tema de su último disco. A cierta distancia del escenario el sonido parecía fundirse en una amalgama confusa, un efecto bola que restó buena parte del potencial del repertorio. No fallaron, en el tramo final, algunos de los clásicos: el estribillo contagioso de "Slay the Nazarene", el vértigo de "Christraping Black Metal" y los tempos más relajados, aunque no menos oscuros, de "Wolves".
Texto: Carlos Oliver y Jordi Marsal
Fotografías: Rafal Kotylak, Petr Hoffelner, Radek Bártík y Polina Kulikovskikh
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