+ THE SIXXIS
Sábado 21 de Septiembre de 2013 – Sala Apolo – Barcelona
Durante décadas uno de los entretenimientos preferidos entre los seguidores del hard rock ha sido el de elucubrar sobre como sonarían "hipotéticas" formaciones creadas a partir de músicos de diferentes bandas ya establecidas. De un tiempo a esta parte, parece que está cada vez más en boga que diferentes artistas, virtuosos instrumentistas en la mayoría de los casos, unan fuerzas en diferentes proyectos que tanto la prensa como los fans tienden a etiquetar como super grupos. Durante los últimos años nombres como AUDIOSLAVE, THEM CROOKED VULTURES, CHICKENFOOT o BLACK COUNTRY COMMUNION han copado la escena roquera revitalizando el denominado "classic Rock". Una de las ultimas agrupaciones en sumarse a este resurgir de clasicismo roquero ha sido el trío americano THE WINERY DOGS, una formación que cuenta entre sus filas al talentoso guitarrista Richie Kotzen (POISON, MR.BIG), al virtuoso bajista Billy Sheehan (TALAS, DAVID LEE ROTH, STEVE VAI, MR.BIG) y al incombustible batería Mike Portnoy (DREAM THEATER, AVENGED SEVENFOLD, ADRENALINE MOB, FLYING COLORS y una interminable colección de diferentes proyectos).
Tras plasmar el trío todo su potencial y calidad técnica en un fantástico disco homónimo que vio la luz a finales del pasado mes de Julio, llegaba el momento crucial de defender en directo las composiciones de su debut discográfico. Para la ocasión, el laureado power trío había optado por presentarse en una sala de mediano aforo como es la Sala grande del Apolo de Barcelona, un marco ideal para poder seguir, muy de cerca y sin perderse ningún tipo de detalle, las evoluciones sobre las tablas de los maestros americanos. Desde primerísima hora de la tarde ya se podía palpar en los alrededores de la sala la enorme expectación que había suscitado esta primera visita del trío americano, con una gran número de fans apostados a la entrada del recinto aguardando pacientemente que saliera a firmar autógrafos algunos de los protagonistas de la velada, o que se abrieran las puertas para poder tomar una buena posición frente al escenario. Este fenomenal ambiente se tradujo en una sala que rozó prácticamente el lleno.
Como aperitivo antes del recital del power trío americano teníamos programada la actuación de sus compatriotas THE SIXXIS. Aunque la formación ha publicado recientemente su álbum debut, lo cierto es que el quinteto de Atlanta posee una longeva trayectoria a sus espaldas, amén de una amplia experiencia batallando en el circuito underground americano, mostrando unas tablas y un aplomo que quedaron acreditados desde los compases iniciales de la intimista "Coke Can Steve", proponiéndonos una calma armoniosa que rápidamente cedería ante la avalancha roquera contenida en la eléctrica "Long Ago", en la que los poderosos estribillos fueron los auténticos protagonistas.
Lejos de centrarse en un estilo pragmático y acotado, el quinteto de Atlanta demostró una gran cintura estilística a la hora de moverse con soltura por diferentes estilos y sonoridades, sabiendo desenvolverse por los pasajes funkeros de "Nowhere Close", en los que brilló especialmente la aportación de su bajista Mark Golden, y que fue fundida con la intensidad contagiosa del medio tiempo "Believe", que fue una de las composiciones que mejor respuesta obtuvieron por parte de un público que permaneció muy atento y expectante ante la descarga del combo americano.
Tampoco faltaron durante su show los pasajes elegantes y llenos de melodía contenidos en piezas como "She Only", con una fantástica demostración de guitarra "slide" a cargo de Paul Sorah, ni la potencia arrolladora de los up tempos, como en el caso de la intensa "I Wanted More", durante la que el vocalista Vladdy Iakhavok alargó sus tonos al máximo, llevando al límite sus cuerdas vocales. Si durante toda su actuación, los miembros del quinteto de Atlanta se mostraron como unos músicos solventes e imaginativos, mención especial merece el batería Josh Baker, quien fraguo una actuación realmente compacta y completa, dando feeling y personalidad a piezas como la progresiva "Opportune Time".
Los últimos compases de la actuación del combo americano estuvieron marcados por las densas guitarras de "Out Alive", con esos pequeños toques "grunge" impregnando la composición, y la contagiosa "Snake In The Grass", que fue la encargada de cerrar una actuación más que notable del heterogéneo quinteto de Atlanta, que se marchó del escenario con una sonrisa dibujada en el rostro y con la satisfacción del deber cumplido.
Después del acostumbrado descanso, y del pertinente cambio de "backline", con suma puntualidad sobre el horario previsto saltaban sobre las tablas el impactante trío THE WINERY DOGS. En un escenario sobrio y desnudo, engalanado únicamente con un gran telón de fondo que reproducía el "logo" de la formación americana, la encargada de abrir fuego, al igual que sucede en su álbum debut, fue la marchosa "Elevate", una fantástica carta de presentación con la que consiguieron meterse a toda la audiencia en el bolsillo, desatando la euforia de una sala que les tributó una bienvenida de auténticos héroes, constatando el enorme tirón y carisma que atesoran los músicos que integran este nuevo proyecto. Fue el propio Portnoy, quizás el más carismático de los componentes del trío, el encargado de darnos la bienvenida desde su kit, situado en la parte central de escenario, para rápidamente atacarnos con la más densa y crujiente "Criminal", en la que destacó un estelar Richie Kotzen, muy metido en su papel de guitar-hero, sacando brillo a su guitarra mientras nos ofrecía ese envolvente aroma bluesero del que está impregnada la composición.
Una fastuosa primera ovación fue la encargada de dar continuidad a una fiesta que prosiguió de la mano de "We Are One", con Portnoy dando rienda suelta a su peculiar y vistosa forma de tocar la batería, golpeándose en la cabeza, levantándose de la banqueta, haciendo coros y recurriendo a todo su arsenal de trucos para demostrar, una vez más, que este hombre lleva el ritmo metido en el cuerpo. "One More Time", fue la encargada de sumergirnos de lleno en ese rock clásico de raíces setenteras durante el que pudimos degustar la excelencia sonora que proporciona tener una pareja rítmica con las tablas y la experiencia que poseen Sheehan y Portnoy, capaces de llevar todo el peso de la composición mientras Kotzen se concentraba en dar brillo a sus líneas vocales.
Lejos de los egos y las individualidades, lo cierto es que THE WINERY DOGS funcionan en directo como un equipo perfectamente engrasado y conjuntado, y más después de que la banda llegara a tierras catalanas muy rodada tras una extensa "tourne" por el continente Americano. Ese feeling y complicidad que dan los directos se pudo apreciar, especialmente, en el apartado vocal donde las voces de los tres protagonistas se fundían para rubricar unos coros realmente efectivos y armónicos que hicieron ganar muchos enteros a la interpretación de cortes como la poderosa y "grungera" "Time Machine", o la más relajada e introspectiva "Damaged", con la que nos proponían un rotundo cambio de tercio, apostando por las atmósferas más melancólicas y elegantes.
Aunque hasta ese momento la descarga de la formación americana estaba siendo impecable, sobretodo en el apartado técnico, lo cierto es que me pareció excesiva la agrupación, en un mismo tramo de show, de tantas baladas y medios tiempos con lo que se perdió un poco la intensidad con la que había arrancado la descarga. Es por ello que al reconocerse los primeros compases del potente "Six Feet Deeper", la sala volvió a rugir con fuerza siguiendo los estribillos al pie de la letra como si de un verdadero clásico se tratase. Un escueto y concentradísimo solo de Mike Portnoy sería el encargado de dar la entrada a un fantástico e irrefrenable "The Other Side", con el que parecía recuperarse el apabullante ritmo inicial manteniendo el nivel de euforia entre las primeras filas.
Acto seguido, sería el veterano bajista el que disfrutaría de tiempo para su lucimiento personal, con un solo bastante más extenso que el de su compañero, que nos sirvió para comprobar la maestría y pericia del mago de las cuatro cuerdas, provocando una de las mayores ovaciones de la noche, que nos dejó con la estampa del propio Portnoy rindiendo pleitesía desde su kit. Sin darnos un segundo de tregua, el trío se sumergía de lleno en el intimismo melódico propuesto en la delicada y reflexiva "You Saved Me", que nos dejó un final estratosférico con Kotzen volviendo a erigirse como la piedra angular en torno a la que gira este nuevo proyecto. Tras haber recuperado el aliento, la adrenalina y la emoción volvían a desatarse al ritmo clásico y setentero de la contagiosa "Not Hopeless", que volvía a poner la sala patas arriba, certificando que cuando el trío saca a relucir su parte más marchosa y eléctrica es cuando ofrece sus mejores prestaciones.
Con la sala sumida en la más absoluta penumbra fue Richie Kotzen el encargado de llenar el escenario, con la única compañía de su guitarra, para interpretar una coreadísima versión del "Stand" de Poison, en el que la colaboración de la audiencia en los coros fue fundamental para dar al corte esa ambientación gospel que tenía la versión original contenida en el álbum "Native Tongue" de 1993. Siguiendo con el protagonismo del guitarrista, la siguiente pieza en caer fue una tierna y emotiva "You Can´t Save Me", perteneciente al material en solitario del propio Kotzen, que fue seguida con palmas desde el público, para dejar paso posteriormente a una melódica y contagiosa "Shine" extraída del álbum "Actual Size" de 2001, una composición no muy conocida de la época en la que Richie y Sheehan compartían tablas en Mr. Big.
Tal y como sucediera durante la primera parte de su actuación, de cara a este tramo final de show, THE WINERY DOGS volvieron a apostar por una sucesión de baladas y medios tiempos con lo que el ambiente se relajó notablemente, lo que propició que la audiencia se concentrara en seguir de cerca todos los detalles técnicos de la actuación del trío americano. En un entorno más relajado e intimista fue la guitarra de Kotzen la encargada de volver a impregnar el ambiente de ese penetrante aroma bluesero, dando paso a la dupla compuesta por el segundo single de la banda, el envolvente y melódico, "I´m No Angel" y el intimista "The Dying", que sería el encargado de dejar paso a los teclados, tocados por el propio guitarrista, protagonizando los primeros compases de la elegante "Regret", que a la postre sería la composición escogida para cerrar la actuación de un trío que abandonó por primera vez el escenario al grito de "Peace & Love".
Ante la insistente demanda de una audiencia totalmente entregada, la banda no se hizo de rogar en exceso a la hora de regresar sobre sobre las tablas para dar el pistoletazo de salida a los bises. Siguiendo con la tónica que había dominado el tramo final de su actuación, la banda apostó por la elegancia contenida en su versión del "Fooled Around And Fell In Love" del veterano bluesman americano Elbin Bishop, para posteriormente acabar rematando la faena ofreciéndonos la genialidad "zeppeliana" de "Desire", toda una bomba de relojería que puso a toda la sala a cantar, rubricando un excelente colofón final para esta primera visita del trío americano.
Aunque resulta evidente que no se puede poner ninguna clase de pega al nivel técnico y de entrega de la formación americana, sí que me pareció que el ritmo de su actuación fue algo lineal, y en algunos momentos monótono, mostrándose excesivamente densos al enlazar muchos medios tiempos y baladas con lo que el show perdió algo de chispa y frescura. En cualquier caso, para ser una primera toma de contacto, el trío formado por Kotzen, Sheehan y Portnoy, o lo que es lo mismo THE WINERY DOGS, se mostraron como una banda "real" y solvente, constatando que, si sus agendas lo permiten, tenemos ante nosotros a una gran banda de hard rock que puede ofrecernos muy buenos momentos durante los próximos años.
Texto: Alfonso Díaz
Fotos: Carlos Oliver (www.facebook.com/Carlos.Oliver.Music.Photography)
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Yo creo que Kotzen y Sheehan le vienen un pelín grandes a Portnoy.
Y «Shine» claro que es conocida. Sólo tienen 3 canciones que hicieran nº1 en las listas de USA, EU, o Japón, y Shine es una de esas 3.
Saludos
Que Portnoy sea un bocazas no quita que sea un gran bateria y el complemento ideal para Kotzen y Sheehan , no se puede decir lo mismo de su sustituto en Dreamtheater. Con todos mis respetos a Mangini pienso que aunque tiene un gran nivel tecnico en nivel creativo va muy justito , despues de haber oido el ultimo trabajo de Dreamtheater se echan de menos las baterias de Portnoy.
Bueno, no digo que Portnoy sea mal batería (esta claro que portnoy toca una barbaridad), pero no sé, desde mi punto de vista le falta «rollo», feeling o el «duende» que tienen los otros dos, y que muchos baterías de «serie alta» tienen (por ejemplo vinnie colaiuta).
Mangini no sé, pero yo lo he visto en directo varias veces con diferentes grupos y creo que va sobraisimo de todo, pero vamos, esto sigue siendo mi opinión 🙂
Saludos!