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+ DESECRATION + KÖRGULL THE EXTERMINATOR
Viernes 21 de Junio de 201 – Sala Bóveda – Barcelona
EVOLUCIÓN, MALDITA EVOLUCIÓN
¿Está realmente sobrevalorada esa aura de misticismo, de intocabilidad incluso, que protege a los conceptos –musicalmente hablando- de evolución y progreso en el metal extremo? Muchas veces se nos presentan como metas, referentes inexcusables para cualquier forma de expresión artística. Retozar en el fango de los sonidos clásicos, aunque sea tratando de llevarlos a un nuevo extremo, de forzar sus límites hasta el más allá, es frecuentemente denostado, de forma inmisericorde, con el azote del inmovilismo, el desdén hacia una supuesta parquedad de ideas o el reproche al estancamiento creativo. Huyendo pavorosamente de estos clichés, muchos tratan de ocultar sus verdaderas raíces e identidad recurriendo a malabarismos creativos de dudoso gusto, enfrascándose en una odisea sin final tratando de hallar del sacrosanto grial de la originalidad –a la par que, en ocasiones, también el del ansiado reconocimiento comercial, todo sea dicho de paso-.
Es en este preciso contexto –sin ánimo de bascular pendularmente desde un extremo al otro del espectro: ambas deben ser tratadas como opciones absolutamente lícitas y legítimas, en ningún caso excluyentes- cabe reivindicar el papel que muchas bandas en este rincón del mundo de la tralla que, sin tratar de vender lo que no son, han decidido llevar al escenario su devoción por un sonido y una estética concretas. Aunque cabe reconocer que, algunos ciertamente, han caído en una sórdida y caricaturesca copia del patrón original otros, con la honestidad por bandera, han decidido libremente llevar el estandarte hasta sus últimas consecuencias. Sin trucos, sin cambalaches, ni fuegos artificiales. Consecuentes hasta el último aliento. Ello no quita, sin embargo, que en una escena que muchas veces se proclama ufanamente auténtica al 100 por cien, libre de trampa y cartón, los haya quienes por creerse la élite de algo realmente etéreo e intangible, lleguen a presentar sus credenciales como un dogma digno de adulación per se, permitiéndose la injuriosa licencia de plantarse sobre el escenario subidos hasta las cejas y descargar en modo autómata el repertorio escogido para tal ocasión.
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Justo ya casi inmersos de lleno en el solsticio estival, el público barcelonés adorador del Black /Death /Thrash de la vieja escuela pudo disfrutar de una descarga en la que sobre el escenario de la Bóveda convivieron estos dos espíritus. Por una parte el macarra, adorador de las antiguas esencias pero comprometido hasta la médula con lo que hace. Por la otra, aquel que, pese profesar teóricamente estos mismos valores, parece vivir para la adoración ciega de sus seguidores. Cumpliendo, quizás sí, pero lo justo y nada más. Cuando, desde los altares del directo –el verdadero juicio al que se enfrenta el músico-, la actitud, ese valor tan manido y reverenciado por los defensores de las esencias, transmite este tipo de claroscuros, el valor real de una banda underground, por muy buena que sea su capacidad de ejecución, cae en picado. Si, encima, hablamos de los cabezas de cartel, un grupo que pese a su relativa antigüedad ha logrado construir a su alrededor cierta aureola de culto, en buena medida justificada por unos primeros discos excelentes, el efecto se agranda.
Era viernes y el sol del atardecer todavía no había cedido por completo su supremacía a la oscuridad cada vez más lejana del atardecer. Bailaban todavía los botellines de cerveza medio vacíos sobre las mesas de bares y terrazas. Procesión de cuerpos oscuros por las calles aledañas a la Bóveda en forma de goteo constante. Eran alrededor de las nueve de la tarde cuando los jóvenes DESECRATION, de Viladecans, abrieron el fuego con su thrash añejo del viejo continente. Reminiscente a ratos a SODOM y, también, cómo no, a los viejos KREATOR. "No Gods, No Masters", de su primer y hasta ahora único disco, ‘Scorched Earth’, fue el tema elegido. Le dan duro, sin complicarse la vida en exceso, y tienen las ideas claras. Su gusto por las vertientes thrashicas menos modernizadas es patente y no lo esconden. La propuesta, en algunos momentos, roza incluso el Death.
Poco ambiente en la Bóveda en el primer tramo del bolo, con un público más bien frío. La banda puso todo de su parte para conectar con los presentes y ganó confianza a medida que ejecutaban los temas. Repasaron, en buena medida, los temas de su larga duración. "Mental Anesthesia" o "Scorchead Earth", fueron algunos de los cortes presentados. Se apreció algún pequeño fallo, nada destacable que lastrara su puesta en escena seria, decidida y sin grandes aspavientos. DESECRATION tienen mucho camino por delante todavía y son la demostración palpable del recorrido que todavía puede ofrecer el thrash de la vieja escuela y cargado de mala leche que nunca debió sucumbir a los cantos de sirena de la comercialidad banal. No cerraron con el "Agent Orange" que culmina su disco, esta vez escogieron "Chemical Warfare" de los SLAYER, como homenaje y declaración de intenciones.
Salida en tropel hacia la calle y encendido masivo de pitillos en las inmediaciones de la Bóveda. Todavía difícilmente identificable tras esta nueva denominación, la sala coge el testigo y el espacio de la antigua Mephisto. Quizás no sea el lugar más adecuado para tomar unas copas a ciertas horas de la madrugada, visto lo visto, para alguien que ya tiene una cierta edad y profesa gustos bastante particulares. Pero lo cierto es que, a pesar de sus antiguas limitaciones, algunas de las cuales todavía permanecen, hay que felicitarse por la reapertura de un espacio tan singular y que tan buenos conciertos ha acogido. Un asunto inapelable, sentimentalmente hablando. Quizás el sonido todavía no haya mejorado lo que debería, pero se mantuvo a un nivel bastante decente durante los tres conciertos. Sin adentrarse en grandes revoluciones, la Bóveda ha cambiado, transmutando el espíritu de Mephisto, en muchos aspectos para mejor, esencialmente en lo más práctico: la insufrible carga salina y soporífera en el ambiente se ha evaporado, los precios de la cerveza se han ajustado razonablemente y el corralito vallado frente a la puerta, reducto para fumadores y cerco infranqueable para los que trataban de saciar la sed sin que su bolsillo corriera un peligro inasumible, ha pasado a mejor vida –eso sí, sustituido ahora por un tortuoso laberinto de acceso con doble sentido de circulación -.
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KÖRGULL THE EXTERMINATOR, los Black/thrashers de Lloret de Mar y la Batlloria, no son de los que se andan con florituras. Volvían a jugar en terreno propicio, frente a su público más cercano, y su bolo había creado una cierta expectación. No solamente porque presentaban en Barcelona, frente a los suyos, su nueva y desgarradora tormenta de sádicos riffs a velocidad de ráfaga hostil, bautizado convenientemente como ‘Metal Fist Destroyer’. Era, además, el primer bolo con la nueva formación de directo, tras la anunciada baja temporal de Steel Maniac a las cuatro cuerdas. Javi Bastard de los GRAVEYARD, también mundialmente conocido como el Swanö de Sant Cugat, por sus múltiples y variadas ocupaciones en el mundillo de las cuerdas y los controles, es el encargado de llenar temporalmente el vacío que deja la bajista de la larga melena.
Acostumbrados ya a los retrasos habituales con el cambio de bandas sobre el escenario, todo un clásico inherente a la personalidad de la sala que en su día fue Mephisto, el desgarrador "Los cavallers roñosos" sacudió el amodorramiento inducido del personal. Lo suyo es, precisamente, esta clara apuesta por un sonido definido y sin concesiones. Tralla des de los intestinos y des de la firmeza genital, por decirlo sin caer en cierto lenguaje soez que nunca pasad de moda. Beben de los antiguos KREATOR, SODOM, DESTRUCTION a la vez que de VENOM, BATHORY o POSSESSED. Hay Black, hay Thrash incluso Speed por momentos. Por etiquetas que no quede. Se mantienen fieles a sus orígenes y a los de sus influencias, pero saben dotar a su directo de un plus de mala leche interesante. "Metal Fist Destroyer", el tema homónimo de su último állbum, para retroceder hasta su ya algo lejano, aunque sean solo algo más de cinco años respecto su fecha de edición, "Devoted the Death".
Fueron capaces de trasladar esta energía al público, esta vez sí, más entonado y más predispuesto a mover el culo y los pelos por aquí y por allá. La figura de Lillith Necrobitch y su pose demoníaca sobre las tablas, impone. Con un adecuadamente tuneado pie de micro sus agónicos versos llenaron cual espíritu maligno el ambiente de la sala. Korgull, como su voivodiano nombre indica, invocan con éxito a las almas de la vieja escuela de los años 80, ese periodo dorado que dejó para la posteridad del metal extremo una formidable cantidad de espejos en los que reflejarse. Incursiones en todos sus discos, con un set compensado, sin una tendencia excesivamente marcada hacia los temas recientes, quizás por la inteligente idea de haber establecido una pauta casi de alternancia simétrica. "Sado Soldiers", de su ‘War of the Voivodes’, para volver al último con "Death Beast".
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Mark Wild, un tipo que parece poner invariablemente cara de malo a lo largo de toda la actuación, castigó sus cuerdas sin remedio, auspiciado por una base rítmica sólida, martilleante y veloz, cortesía de Joe Bastard, con el inestimable apoyo del nuevo Bastard, el nuevo bajista para los directos. Sonaron bastante bien tratándose de la Bóveda y teniendo en cuenta las escasas mejoras introducidas en la sonorización estructural del antro. Cayeron "The Flag of Hate Shall Rise Again" –un título de indudables reminiscencias kreatorianas- y la nueva "Obliteration". Sangre, sudor y rostros enfurecidos. No hubieron apenas discursos entre tema y tema. Sólo cabía esperar que cayera un rayo tras otro, dejando tras de sí su estela de destrucción. "Awaiting for Death’s Embrace", "Wild Forces" y el cierre, curiosamente, con el tema que pone punto y final a su nuevo plástico, "Revenge of the Dead". Una lección de actitud añeja y espíritu thrasher, con algunos guiños a la nostalgia, pero empujando el pedal del acelerador sin perder la vista en el retrovisor, con la conciencia de un recorrido meditadamente old school en tiempos de cierta confusión y desfase de personalidad. Grandes.
Aunque muchos no dudábamos de la eficacia y las tablas de los KÖRGULL en este tipo de saraos, a los DESTRÖYER 666 se les suponía, casi se les exigía, que cumplieran de antemano con el guión que les asignaba el papel de triunfadores de la velada sin haber jugado el partido. Pero quizás esta vez, sin ofrecer un mal concierto, ni mucho menos, todas las quinielas al respecto se estrellaron contra la tozuda realidad. Tampoco se prodigaron con su setlist, más bien corto y dejando algunos de sus clásicos en el tintero. Quizás el señor KK Warslut, que giró con una panda de mercenarios de lujo bajo sus órdenes durante unos días por diferentes ciudades del estado –incluido el final épicamente desastroso en Granada: guitarra al traste y visita al hospital, además de incontables quebraderos de cabeza para la promotora-, tenía la mente ocupada en otros menesteres.
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Y, ciertamente, la descarga de DESTRÖYER 666 no sonó mal, e incluso dejaron caer algunos de sus himnos más dignos de recuerdo para toda la parroquia que goza con su mezcolanza de Black/Thrash/Death. Pero, hay veces, que los detalles matan y, aunque la verdad duela, muchos de los seguidores de estos géneros otrora –y todavía ahora- comercialmente marginales nunca vamos a comulgar con actitudes propias de algunos que se creen los gallitos del patio, léase estrellas del rock, encima cuando no media una demostración en toda regla y se quebranta la ley del directo, esa insuperable prueba de vida y muerte para todo músico/banda de metal extremo. "I Am Not Deceived", de su disco último disco de su estudio ‘Defiance’, ya de 2009, casi nada, ejerció como ariete de apertura. No es su mejor disco, ni el más representativo, pero ya de entrada se notó que muchos les esperaban con ansia, con la vista puesta en sus primeros álbumes, absolutamente hitos del Black/Thrash/Death. Y así llegó la hora de "Damnation’s Pride", de su grandísima y primera obra maestra, ‘Unchain The Wolves’, un compendio macarra, rebelde y sucio de furia de las antípodas.
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Establecido en Londres desde hace ya algunos años, lejísimos de su Autralia natal, Warslut ha reclutado en ocasión de su gira ibérica a personajes como Per Karlsson, batería de los suceos Nominon, y RC, de los oscurísimos deathmetaleros ingleses Grave Miasma / Cruciamentum. Que no quepa ninguna duda sobre la contrastada capacidad de este equipo para ejecutar según el patrón el repertorio. Karlsson, con un kit bastante sencillito y sin las habituales multitudes de platos, mantuvo las pulsaciones a un tempo más que aceptable. "A Breed Apart", de su EP ‘Terror Abraxas’, fue el capítulo siguiente en el repaso de la trayectoria nacida com un proyecto del propio guitarrista/cantante australiano tras su salida de Bestial Warlust. Blasfema, rápida y acompañada por punteos mareantes, "Raped", de su ‘Cold Steel.. for an Iron Age’, precedió uno de los grandes momentos de la noche con ""Genesis to Genocide", probablemente, mi tema favorito de su primer disco: una canción larga, rimbombante y guarnecida con coros infecciosos, remachados por el batería sueco con sus martilleantes acentos con el chino, una vez tras otra.
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Habiendo ya descargado dos temas de este ‘Unchain the Wolves’ –el tema homónimo, uno de los más esperados por sus fans tendrá que esperar a una nueva ocasión- Warslut y sus compinches decidieron homenajear a SLAYER con "Black Magic" y lanzarse a la yugular con la que es, muy posiblemente, su canción más aclamada y conocida "I Am the Wargod", un temazo donde los haya, que crece en intensidad de forma progresivamente espectacular, con galopantes melodías sobre el doble bombo y una excelente composición de bajo y guitarra rítmica. Fue una lástima ver cómo los incondicionales disfrutaban lo suyo y lo exteriorizaban, pero sin apenas obtener respuesta, feedback por parte de la banda. Se acercaba el súbito final, y ahí estuvieron "Satanic Speed Metal" y "Trialed by Fire", adornadas por la rotura de cuerda de la guitarra del frontman australiano que, compuesto, sin novia ni sustituta –algo bastante incomprensible en grupos que encabezan giras, por cortas que sean-, la dejó a un lado para centrarse únicamente en las voces. Cuentan que fue uno de los integrantes de DESECRATION el que, por su propia cuenta, reaccionó y decidió ceder su instrumento al señor Warslut para que pudiera terminar el show de una forma decente. "Black City-Black Fire", primer tema del ‘Cold Steel’ zanjó el asunto de un modo un tanto frío, con la banda retirándose del escenario sin más y un público que esperaba un par de bises.
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No hubo nada más. Quedó flotando, en medio del ambiente de incredulidad que emerge con el prematuro encendido de las luces de la sala y el sonido enlatado de los altavoces de PA, la sensación que la actitud es lo que muchas veces mueve realmente a la gente, precisamente al público que adora estos estilos. Esta noche, los DESTRÖYER 666 quizás no tuvieron la más adecuada cuando lo tenían todo a favor, engrandeciendo la propuesta de las bandas precedentes –especialmente KÖRGULL THE EXTERMINATOR– que, sin poder presentar todavía una hoja de servicios que goce de un reconocimiento y adulación mundial equiparables, supieron sacar partido a sus puntos fuertes poniendo por encima de todo su honestidad, con una propuesta ejecutada concienzudamente desde lo más profundo de las tripas.
Texto: Jordi Marsal
Fotos: Carlos Oliver (www.facebook.com/Carlos.Oliver.Music.Photography)
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