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+ VIRIUM
Domingo 23 de Diciembre de 2012 – Sala Monasterio – Barcelona
OSCUROS RITUALES EN LAS PROFUNDIDADES DEL MONASTERIO
Serán las conjunciones astrales, las torticeras y apocalípticas interpretaciones del calendario maya o, simplemente, lo que desencadena el aleteo de una mariposa en Brasil. Vayan ustedes a saber. Pero algo debió ocurrir realmente para que un evento, que realmente se preveía grande dentro de sus limitadas pretensiones, viera finalmente su cartel mutilado a la mitad, limitado únicamente a la propuesta de unos voluntariosos VIRIUM, que pusieron todo el empeño del mundo por agradar y convencer como acto previo al plato fuerte de la noche, o sea, INQUISITION.
Por el camino se habían caído, de un modo un tanto extraño, los gallegos BALMOG, una de las bandas punteras del metal negro estatal. Remarco el supuesto carácter paranormal del asunto –si puede así llamársele, por todo lo rocambolesco-, puesto que tras llevar varias semanas anunciados en el cartel, un comunicado de la banda destapó que nunca hubo acuerdo con la agencia que manejaba la gira de los colombianos afincados en Estados Unidos. El promotor barcelonés, Hans, al que la citada agencia le comunicó la presencia de los gallegos en el paquete, jura y perjura que se enteró de la movida por Internet, cuando la noticia ya corría y generaba sin cesar cascadas de comentarios de dudosa seriedad en las redes sociales.
Por si todo esto fuera poco, pocas horas antes de dar inicio el bolo, desaparecían del cartel otra de las dos bandas que abrían: los también catalanes RAGNOR, cuyo guitarrista había sufrido un aparatoso accidente en el ojo un día antes. Dicen que los INQUISITION suelen llenar hasta los topes cuando su gira tropieza por Barcelona. Esta vez, quizás toda la retahíla de hándicaps sobrevenidos junto a una fecha no demasiado propicia -para algunos- subvirtió este principio no escrito. A pesar de los pesares, alrededor de 60 almas negras acudieron a la llamada de su ritual en un local –de nombre Monasterio-, cuanto menos pintoresco, por su ubicación subterránea: una bóveda oscura de ladrillo a la antigua usanza, ubicada en el inframundo de la Barceloneta que, sorprendentemente, sonó mejor de lo que esperábamos.
La difícil papeleta de abrir la lata la tuvieron los barceloneses VIRIUM. Una banda con gente joven pero experimentada en batallas varias, con buena predisposición y proyección. Su sonido bebe directamente de las fuentes del Black metal escandinavo. Ofrecen riffs rápidos, pegadizos, atmósfera gélida. Puesta en escena correcta, esqueletos y calaveras adornando pies de micro y la batería. Tras la intro de rigor, descargaron "March of the Goat", el primer tema de su reciente demo ‘Pure Hate from the Abyss’. En su sonido, especialmente en los pasajes más veloces, se atisban claras influencias noruegas, principalmente MAYHEM y DARKTHRONE, pero también algunas pinceladas suecas, en plan DARK FUNERAL.
Una decena de cortes, procedentes tanto de las tres demos como del nuevo EP ‘Beyond the Gates of the Obsydian Kingdom’, dieron cuerpo a su set. Una propuesta sin grandes alardes ni tecnicismos pero honestamente seria en su aproximación a los sonidos negros y crudos. "Wolved", "Vlad Tepes" y "Tears of Sorrow", siguieron. Su devoción por el Black Metal directo y de la vieja escuela no impide a los Virium ofrecer temas que llegan o sobrepasan los siete u ocho minutos de duración. "The Whisper of the Silent Forest" fue el ejemplo de la noche. Intercalando blasts, breves interludios atmosféricos e incluso algún que otro solo, lograron mantener la atención sin caer en la excesiva redundancia. Tuvieron un sonido decente y quizás se echó en falta un poco más de apoyo por parte de un público algo disperso que guardaba energías para la aparición de INQUISITION. No cejaron en su empeño los barceloneses con "Hate, Vengeance" y "Cthulu".
Con una parroquia cada vez más animada y la bóveda oscura caldeada, llegó el remate final. "Cold Winter / Snow Over Wallachia", con su intro arpegiada que crece en velocidad hasta desembocar hasta un torrente de gélidas melodías, simples pero efectivas, con un apoyo sólido en la base rítmica. Despedida final con la rapidísima a "A Path of Evil Thoughts", un tema para desollar y arrasar, fiero, rápido y crudo, en una línea que por momentos remite al primigenio e influyente ‘Transilvanian Hunger’ pasado de revoluciones. Un buen broche para una actuación sin respiro.
INQUISITION, la excepción
INQUISITION son, casi a ciencia cierta, la excepción que confirma la regla de que para producir algo con cara y ojos se requiere una variedad instrumental mínima, un cierto nombre de músicos con variadas competencias. Nada más lejos de la realidad. El caso de este grupo de origen colombiano y afincado ya hace más de tres lustros en la costa oeste de los Estados Unidos demuestra con creces que la calidad compositiva, la capacidad para transmitir oscuridad con su música –que en ningún caso puede tacharse de una sucesión más o menos afortunada de riffs simples pero efectivos- no está reñida con una formación limitada a la mínima expresión.
La guitarra de Dagon escupe acordes oscuros, rapidísimos, con reminiscencias de thrash de la vieja escuela en algunos momentos, pero al mismo tiempo los alterna con pasajes arpegiados de corte épico, melodías infernales procedentes del mismísimo abismo. Tras los tambores, Incubus –que se unió a la banda tras la llegada a los Estados Unidos del fundador de la banda- desempeña a la perfección su cometido, sin grandes aspavientos: clavando los altísimos tempos con la suficiente contundencia y versatilidad.
A priori, la lógica de cualquier aficionado mínimamente avezado a los sonidos extremos sugeriría, cuando menos en el caso del directo, la pertinencia de un bajista que hilvanara el conjunto y diera la consistencia necesaria a la base rítmica. Aunque su aportación resultaría innegable, el sonido que ha construido el dúo no precisa necesariamente de aditivos. El muro sónico resultante que consiguen levantar con las seis cuerdas y los parches se presenta sorprendentemente cohesionado y desgarrador. Si a todo ello añadimos el peculiar vozarrón de Dagon, algo así como un bastardo entre Abbath y Attila, todavía más extremo y ronco (llegando casi a tonos robotizados), la singularidad de la propuesta parece asegurada de antemano.
Una buena muestra de todo ello quedó compendiado a la perfección con el tema que eligieron para abrir su actuación en Barcelona: "Astral Path to the Supreme Majesties", que cierra su último disco ‘Ominous Doctrines of the Perpetual Mystical Macrocosm’. Colosal, con un arranque rabioso y sus épicos interludios a base de guitarra acústica. Sin duda, uno de los mejores cortes del álbum: una síntesis de furia, sentimiento y oscuridad. Quizás llevando la exageración hasta límites más o menos opinables, el sonido con el que INSQUISITION hizo estallar las entrañas del monasterio evoca el camino que algún día pudieron seguir los mismísimos IMMORTAL, especialmente tras sus reverenciados ‘Pure Holocaust’ y ‘Battles in the North’, antes de que las influencias más heavies predominaran en sus composiciones.
"Nefarious Dismal Orations", de su homónimo penúltimo trabajo de 2007, se convirtió en el segundo capítulo del "ritual", como así Dagon definió la experiencia en una de sus escasas alocuciones al público –esto sí, en castellano-. Ciertamente, el dúo no se anda con discursos baldíos y concentra sus energías en la descarga de sus himnos o plegarias blasfemas, según se considere. Salto en el tiempo hasta su primer disco completo –’Into the Infernal Regions of the Ancient Cult’, considerado ya todo un clásico por los acérrimos a la banda- para interpretar su "Empire of the Luciferian Race" y sus riffs de regusto thrasher ejecutados a alta velocidad, alternados con esos malévolos arpegios marca de la casa.
Como ya ocurrió con VIRIUM, el sonido que envolvió el oscuro monasterio subterráneo se reveló como más que decente para un ceremonial de metal negro. El lugar suele albergar actuaciones de jazz y jams sessions de lo más variado con un aforo bastante limitado. Pero INQUISITION supieron sacar partido de ello y se lanzaron por la pendiente de un setlist que picoteó en toda la discografía de la banda, privilegiando velocidad y oscuridad. Retorno al ‘Ominous’ con "Command of the Dark Crown" y primera incursión en el ‘Magnificent Glorification of Lucifer’ con "We Summon the Winds of Fire (For the Burning of All Holiness)", con sus blastbeats y dobles bombos desenfrenados para mayor gloria de unos riffs que cortan los oídos cual cuchillos carniceros.
Los títulos –peculiarmente largos- y las letras de sus temas no dejan lugar para la duda sobre el concepto y el substrato filosófico subyacente de la banda. "When Darkness is Lord and Death the Beggining", "Embraced by the Unholy Powers of Death and Destruction" e "Imperial Hymn for our Master Satan", dieron buena prueba de ello. En esta misma línea llegó el momento para "Crush the Jewish Propeth", del ‘Magnificent’, un título muy apropiado en fechas prenavideñas. El ambiente de inframundo debajo de la bóveda de ladrillo rojo de Monasterio enfatizó, si cabe, el impacto de la descarga de unos INQUISITION muy metidos en la actuación ante un público entregado, que se agolpaba a un palmo de sus narices en un escenario que se elevaba escasos centímetros sobre el suelo, hecho que dificultaba sobremanera seguir visualmente la actuación, especialmente, desde las filas de atrás.
Inmiscuidos, absorbidos, abducidos por el torrente maléfico de su oscuro sonido, nadie esperábamos ni mucho menos presagiábamos lo peor: estábamos llegando al final del ceremonial. Predominio, en este momento, de los temas de su genial ‘Ominous’. Y así descargaron "Desolate Funeral Chant", para seguir con "Cosmic Invocation Rites". Dagon e Incubus sacudían sus cabezas sin dejar de aporrear sus instrumentos, con las pinturas corridas por el sudor, el esfuerzo y el compromiso con su música. "Ancient Monumental War Hymn", primer tema del Nefarious, sacudió de nuevo las 60 almas allí presentes de tal modo que, a su finalización, casi nadie había recuperado el aliento para darse cuenta que el dúo había abandonado el escenario.
Quizás, reafirmando su condición como grupo de excepción incluso en el underground, INQUISITION desoyeron los gritos y casi súplicas de sus fans para un encore y se enclaustraron súbitamente, bien sea reposando o recitando letanías luciferianas en el diminuto backstage del Monasterio. Quizás tras los baches, imprevistos e infortunios varios que sufrió la gestación de este concierto durante las últimas semanas, los fieles que siempre arrastra la banda no merecían una especie de coitus interruptus de difícil digestión tras unos 50 minutos de ritual realmente intenso, pero manifiestamente corto para servir a sus blasfemos propósitos.
Texto: Jordi Marsal
Fotos: Carlos Oliver (facebook.com/Carlos.Oliver.Music.Photography)
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