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+ Alyanza
Viernes 18 de Marzo de 2011 – Sala Salamandra 2 – L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
LA LEYENDA DEL TÍO TOM
A su edad, con 30 años de trayectoria a sus espaldas y más de un millón de discos vendidos por todo el mundo, Tom ‘Angelripper’ Such no parece un tipo al que se le caigan los galones a la hora de sudar la camiseta ante su público. SODOM consolida su estatus de leyenda adquirido por méritos propios con el ‘savoir fer’ que les dan las tablas durante lustros. Salamandra 2, un escenario aparentemente poco propicio, por sus características y aforo, vivió con la descarga de los teutones un concierto remarcable –aunque no excepcional- que satisfizo a sus viejos seguidores de siempre y a la nueva hornada de jóvenes que, como sucede cíclicamente, parece haber echado ávidamente la vista hacia atrás en busca de nuevos referentes musicales en medio del marasmo y la aridez creativa reinante actualmente.
A priori, no ayudaban en exceso las condiciones que se anunciaban para el evento. No es tampoco que Salamandra 2 sea un lugar inhóspito para estas juergas, pero realmente se queda muy corta ante las prestaciones que ofrece Salamandra 1, esta noche ocupada en otros menesteres. Especialmente, si atendemos ya no sólo al sonido que, dentro de lo que cabe, fue bastante correcto, sino esencialmente por la extraña distribución de su espacio interior, con una gran columna circular en el centro del pit que oculta buena parte del escenario desde el costado derecho. Aunque la gente se agolpó y apretujó en las cercanías del escenario, la sala finalmente no se llenó. Los SODOM contaban únicamente con el apoyo de la banda local Alyanza y aunque el inicio del bolo estaba anunciado inicialmente para las siete de la tarde un viernes, todo acabó empezando algo más tarde, para suerte de muchos.
Poco podemos explicar del set de Alyanza, un trío de Badalona escorado en sus inicios hacia un estilo de reminiscencias heavies y speed metal que, con los años, terminó por mutar hacia terrenos de contundencia más thrash. Pese a la corrección horaria sobre la marcha, no llegamos a tiempo para ver su actuación, que debió extenderse durante unos 45 minutos, aproximadamente. Cuando concluían su repertorio, muchos todavía apuraban sus cervezas en las terrazas de los alrededores de la Avinguda del Carrilet. Quizás la señal definitiva de que el horario, realmente, no fue el más apropiado.
Pero todas estas disquisiciones terminaron pasando a segundo plano cuando el engranaje de la máquina de Gelserkirchen empezó a rodar. SODOM planteó un inteligente despliegue de su setlist. Hubo, obviamente, temas nuevos pertenecientes al flojo ‘In War and Pieces’, pero su repertorio prácticamente no olvidó ninguno de los clásicos de la banda, que fueron ubicados estratégicamente a lo largo de la noche para mantener en alto las pulsaciones del show en todo momento.
Ataviado con una camiseta de una perteneciente a una de las últimas giras de AC/DC, se plantó sobre el escenario el ‘Ángel Destripador’ –como le apodó en castellano el guitarrista del pelo blanco, Bernd ‘Bernemann’ Kost-, listo para iniciar la descarga con el tema homónimo de su último disco. Un arranque, de otro modo, bastante previsible. Pero fue esta vez la típica incursión en el material más reciente un mirjae de lo que vendría a continuación: "Sodomy and Lust", "M-16" y "Outbreak of Evil" del tirón. Tres clásicos directos a la vena, sin concesiones para las promociones de última hora.
Aunque no fuera para tirar cohetes -misiles o ráfagas, en el caso que nos ocupa-, el sonido cumplió con creces el cometido de la contundencia y los alemanes lograron caldear enseguida el ambiente, especialmente en las primeras filas. Llegaban esta vez SODOM con un nuevo elemento en sus filas tras el enésimo relieve en la formación –que sólo mantiene a Tom desde el principio de los principios-. Se trata del batería Markus "Makka" Freiwald -ex Despair y ex Voodoocult-, un tipo sobrio y currante detrás de los tambores, con una contribución notable en la ejecución brillante de los clásicos de la banda.
Porque, efectivamente, señores y señoras, comandos y guerrilleros, SODOM continúan siendo SODOM a pesar de sus altibajos y sus discos más o menos memorables. Sus himnos continúan sonando como cañonazos, auténticos disparos de bazooka en directo. Atraviesan estómagos y arrancan cabezas con una facilidad pasmosa. Ya sin camiseta y nada que se le pareciera, el Tío Tom y su bajo se plantaron frente al micro para después de "The Saw Is the Law", se lanzaran hacia la sempiterna "Nuclear Winter", esta vez con dedicatoria a Japón incluida.
Más clásicos, con "Proselitysm Real", y vuelta al nuevo disco, en las dosis justas, eso sí, con "The Art of Killing Poetry". Le siguió "I am the War", de su vitoreado ‘M-16’ i "The Vice of Killing", perteneciente a su ‘Code red’, de 1999. Lo que vino después fue ya el epítome de lo que durante los 80 representó el esplendor del thrash metal germánico, un género en el que los SODOM han vivido muchas veces –quizás injustamente en algunos momentos- a la sombra del éxito casi de masas de sus compatriotas Kreator.
"Blasphemer" es de esos temas que se clava en tu cabeza la primera vez que lo escuchas. Es casi imposible que no te vuelva a la cabeza con cierta asiduidad para machacarte el cerebro con su endiablado riff de guitarra y las malignas voces de Tom. Fue el preludio de un arreo final plagado de sus clásicos más celebrados. Y así, tras otra nueva, "Feigned Death Throes", llegó la elevada y musicalmente dañina toxicidad del agente naranja, "Agent Orange", quizás uno de sus temas más populares de uno de sus discos enseña.
Tras" Eat Me", de su ‘Get What You Deserve’ (1994), llegó "Augesbombt", con su entrada totalmente a lo Motörhead, que volvió a poner pelos de punta, cuernos arriba y marea de cuerpos inundados en sudor en las primeras filas. Para el último tramo quedaron "Wachtturm", el grandísimo riff de "Remember the Fallen" y, cómo no, "Bombenhagel", esa concesión del thrash sucio de los germanos al macarrismo punky más sucio. Ya por si fuera poco, decidieron culminar la fiesta en los bises con un nuevo guiño a Lemmy y sus huestes con una versión del "Ace of Spades" que para nada pareció desentonar con el resto del repertorio. La leyenda del Tío Tom sigue bien viva, hasta el punto de superar la inexorable prueba del tiempo.
Texto: Jordi Marsal
Fotos: Carlos Oliver
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