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Sábado 13 de Noviembre de 2010 – Sala Porta Caeli – VALLADOLID
Si formas parte de una banda de tributo a Led Zeppelin es que realmente tienes un trabajo duro. Primero porque te encuentras ante un repertorio conocido hasta el mínimo detalle por todo fan del rock de cualquier época y donde el detalle más insignificante, un coro, un lick de guitarra o un arreglo es esperado como en la versión grabada. Y segundo porque probablemente no haya existido en la historia de la música una formación en la cual los cuatro miembros tengan unas personalidades, tanto musicales como humanas tan acusadas.
Además las ganas de muchos de nosotros, que no hemos tenido la oportunidad de ver a la formación original, de poder vivir lo más cercano a la experiencia real de un concierto de los Zep son tales que no fue extraño ver como la remozada sala Porta Caeli (auténtico lugar de peregrinación para los amantes de la música en vivo de la ciudad del Pisuerga) presentaba una estupenda entrada a pesar de los 16 euros que costaba la anticipada.
LETZ ZEP se presentan como la auténtica y más cercana banda de tributo de Zeppelin, con el respaldo del vocalista original, y la primera impresión, nada más salir al escenario, es que quizás la imagen de la formación sea un poco deslavazada. Si lo comparo con mi única experiencia con una banda tributo (Bon Scott Band aparte), los impresionantes Dios Salve a la Reina (banda homenaje a Queen) aquí los detalles están menos cuidados.
Su guitarra, Chris Cawte (como «Jimmy Page») aparece con un traje bordado con un dragón en plena imagen de los últimos años 70 de la banda original, tiene una selección de guitarras bastante similar (aunque ni la principal ni la de doble mástil, que utiliza para interpretar Starway to Heaven, son originales de Gibson) excepto una Stratocaster roja que emplea para las canciones con slide (In my Time of Dying y Kashmir, que además fueron las mejores interpretaciones de la noche). Cawte es un buen guitarra, maneja bien el sonido de su equipo, a pesar de lo sencillo que es, tan solo un pequeño combo de Marshall y unos pedales, y sabe ocupar su lugar en el escenario, muy comedido en los ritmos y ajustándose a las pentatónicas blues de los punteos originales apenas se sale de los patrones grabados, salvo en la larga improvisación de la sección central de Who lotta Love y en la parte protagonista de Over the Hills and Far Away, y se lleva las mayores ovaciones de la noche. Sabe su papel y lo interpreta de manera acertada aunque le falta ese toque personal que diferencia, como es lógico, a un genio de la guitarra de un gran músico.
Steve Turner (como «John Paul Jones»), bajista y teclista; ocupa un segundo plano muy discreto sobre el escenario, con unos pantalones de campana blancos pierde protagonismo cuando se ocupa de las cuatro cuerdas, intercalando canciones en las que emplea la púa (la mayoría) con los dedos, y siendo parte fundamental del show en los teclados (de modelo y tecnología completamente distinta del original) y tanto en Kashmir, como en No Quarter o Misty Mountain Hop, acapara todas las miradas con un sonido alto y fiel a los discos.
Simon Jeffrey (como «John Bonham») tiene una apariencia física mas cercana a Vinnie Paul que a Bonzo, lleva un pequeño set de batería sin ninguna referencia al original, ni el gran bombo con el símbolo de la banda, ni el gong…y además es el miembro en el que más se diferencia la pegada. Es un buen batería pero a distancia infinita del titular del puesto y simplemente cumple. El momento en que más se notó fue durante Moby Dick, en la que tras unos primeros «golpeos» se difuminó hacia un solo en el que empleó las manos y que nada tuvo que ver con el original. Simplemente correcto.
El papel más complicado es el de Billy Kulke (como «Robert Plant») porque simplemente no se puede sustituir lo que es insustituible. Coincide con el original en su larga cabellera rizada rubia pero su imagen (pantalones vaqueros, botas y camisa estampada) le emparenta más con alguno de los veraneantes ingleses que pululan las costas españolas que con un rock star. Su concierto fue de menos a más. Empezó muy dubitativo en Inmigrant Song (unos agudos muy complicados para comenzar) y flojeó en la impresionante Achiles Last Stand, la final Black Dog o la parte final de Starway to Heaven y en los tonos altos de Since I´ve Been Loving You, donde la exigencia de este blues es máxima, y se sintió más cómodo cuando no tuvo que forzar sus cuerdas vocales como en No Quarter o Who Lotta Love. Es cierto que el timbre general de la voz es similar a la de Plant pero está varios tonos por debajo y obvia algunas partes en los arreglos donde sabe seguro que no va a alcanzar la grabación primigenia.
Meterse en los zapatos de Robert Plant cada noche es más que difícil (además ni siquiera Plant canta con la misma calidad que en la época del zepelín desde hace varias décadas) y realiza su labor con respeto y admiración pero como en todos los casos la distancia con el original es inmensa.
¿Qué diferencia a una banda tributo de una de versiones? ¿La calidad o el atuendo? ¿El cuidado de los detalles visuales mínimos o la similitud a las partituras originales?. LETZ ZEP te ofrecen dos horas de viaje al recuerdo con uno de los repertorios mejores de la historia, con bastante respeto por el original y con muchas ganas de agradar. Sin embargo si cierras los ojos y escuchas la interpretación no tienes la sensación de estar ante los Page, Plant, Jones y Boham clásicos. Una manera estupenda de pasar un sábado noche entre cervezas y de aplacar la falta de los originales con un sucedáneo voluntarioso pero algo descafeinado que sin embargo consiguió enfervorizar a todos los presentes que se entregaron a la labor de los ingleses y que les mostraron un respeto digno de la formación original. Un gran concierto si les vas a ver con pocos prejuicios y muchas ganas de diversión, pero no sustituye ni apacigua la sensación de habernos perdido en directo a los grandes dominadores del género.
Texto y fotos: Fran Cea
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