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+ CANCER BATS + THE OCEAN
Jueves 21 de Octubre de 2010 – Sala Razzmatazz 2- Barcelona
Si hay un grupo que sabe dar todo y llevar la energía y el caos sobre los escenarios traspasando con creces los límites establecidos por cualquier mortal esos son THE DILLINGER ESCAPE PLAN. Un caos aparentemente controlado (o eso parece) aunque hay momentos en que esto pueda ponerse en duda, visto los riesgos que corren cada uno de sus componentes durante sus conciertos (verdaderamente están hechos de una pasta especial), de los cuales suelen salir, por arte de magia o milagro, airosamente sin nada más que alguna magulladura y un montón de calorías perdidas. Sus anteriores visitas a nuestro país ya habían quedado clavadas en la retina y el cerebro de muchos como algo excepcional. En la presente ocasión, no fue para menos sino, mejor dicho, fue a más.
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La velada fue abierta por THE OCEAN que, en esta ocasión, presentaban su reciente trabajo «Heliocentric», el primero de los dos discos conceptuales que tienen previstos editar en el 2010 bajo la idea común de criticar la filosofía de la doctrina cristiana a lo largo de la historia. «Shamayim», «Firmament» y «Swallowed By The Earth» fueron los tres cortes del citado álbum elegidos para abrir su actuación, ante un público todavía escaso y bastante frío, a pesar de un muy óptimo sonido y los esfuerzos de la banda, especialmente por parte del cantante Loï Rossetti y el guitarrista Jonathan Nido, el más activo.
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Tuvieron que llegar temas más antiguos y conocidos por la audiencia para que esta se empezase a motivar. Así sucedió con «The City In The Sea» y «For The Great Blue Cold Now Reigns» (de «Aeolian» y «Precambrian» respectivamente). Retomando su reciente disco, finalizaron su breve actuación con «Origin Of Species» y «Origin Of God», abandonando uno por uno el escenario. La actuación de los alemanes pecó del mismo modo en que sucedió en su anterior visita a la península, junto a Cynic. Supo a poco. Un show demasiado corto para una banda injustamente reconocida, con un excelente nivel musical sobre la que se necesitan varios minutos o temas para sumergirte totalmente en esa complejidad ambiental. Nos enteramos también que, lamentablemente, el grupo había sufrido un robo el día anterior habiéndoles sido sustraído gran parte del dinero con el que afrontaban esta gira. Por todo ello, ojalá podamos verles en otra ocasión encabezando su propia gira, como bien se merecen.
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Con más seguidores entre el público, CANCER BATS lo tuvieron mucho más fácil. A pesar de ser una banda relativamente joven, con poco más de cinco años de actividad, han sabido forjarse un pequeño legado gracias a su ecléctica apuesta musical, capaz de recoger influencias desde el punk y el rock más clásico a sonidos mucho más actuales y contemporáneos. Temas rápidos, casi sin descanso y tocados a piñón.
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A destacar, el cantante Liam Corner, que no paró en todo momento de saltar y correr de un lado a otro del escenario ejerciendo como gran frontman, y el bonachón guitarrista Scott Middleton que no paró de despedazarnos sin piedad con demoledores riffs. En poco más de cuarenta minutos, los canadienses bordaron doce temas destacados de su discografía, especialmente de su estrenado «Bears, Mayors, Scraps & Bones». No faltó su peculiar y aclamada versión de «Sabotage» de los Beastie Boys y otros más clásicos y coreados como «Lucifer’s Rocking Chair», «Sorceress» o el punto final con su emblemático «Hail Destroyer».
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Con la tremenda «Farewell, Mona Lisa» y una batería de leds intermitentes que dejaría por los suelos a cualquier propenso a ataques epilépticos empezó la peculiar batalla de THE DILLINGER ESCAPE PLAN. Un juego de luces que arruinó casi por completo el trabajo de los fotógrafos, preocupados también porque no se les cayese encima, ya desde un primer momento, el fornido Greg Puciato. Con la adrenalina por las nubes y el grupo poseído en su propia muralla sónica enlazaron con «Fix Your Face» ante una locura generalizada y el aspecto boquiabierto de aquellos que los veían en directo por primera vez. Más accesible, pero no menos intensa, fue su interpretación de «Milk Lizard».
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Si comparamos un concierto de THE DILLINGER ESCAPE PLAN con una dura sesión de gimnasio, esto había sido sólo el calentamiento. Ahora tocaba entrar en materia con ejercicios más pesados. Así, durante los siguientes temas («Room Full Of Eyes», «Chinese Whispers» y «Sugar Coated Sour») ya pudimos también deleitarnos con el provocativo guitarrista Jeff Tuttle, retando en todo momento al público, y algunos peligrosos saltos a gran altura del otro hacha, el genial Ben Weinman, capaz de tocar con precisión los ritmos más técnicos de la banda al mismo tiempo que quedaba colgado del techo de la sala con una mano. Toda una amenaza a las leyes de la gravedad. Gran trabajo también el del bajista Liam Wilson y el joven y nuevo batería del grupo, Billy Rimer.
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Con «Gold Teeth On A Bum» ya se inició una merecida pausa, que se hizo evidente con la sorprendente «Widower», un tema en el que Puciato reluce sus mejores registros vocales y Weinmann a los teclados demuestra su liderazgo compositivo. Muy coreado por la audiencia fue también el tema «Black Bubblegum». Ante un limitado intento de hablar español por parte de Greg, resumido a poco más de algunas gracias e insultos varios, la agresividad volvió a escena con «Good Neigbour» y una tremenda «Sunshine The Werewolf», con el primer y ya tardío salto al público del cantante. Y esa es sin duda una de las virtudes de esta banda, la facilidad de pasar de temas más melódicos y ambientales a otros totalmente opuestos, manteniendo siempre unos mismos niveles de alta intensidad. La otra gran virtud sería la de saber jugar con los límites del caos, traspasando en ocasiones un ‘aparente’ orden, pero con la capacidad de que no se les escape nunca nada de las manos y se genere un clima intolerante e ingobernable.
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La sorpresa de la noche llegó con la inesperada «Mouth Of Ghosts». Un sobresaliente tema, de claras influencias NIN, con Weinmann de nuevo a los teclados. De hecho las semejanzas con la banda liderada por Trent Reznor son cada vez más evidentes, ya no sólo en el aspecto musical, sino en la concepción escénica (la iluminación y, especialmente, esas lámparas colgadas del techo que iban balanceando continuamente). Sorprendente. Tanto como el final que depararía el concierto, uno de los más brutales que un servidor ha presenciado en su trayectoria como aficionado y cronista musical.
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La banda sonora del apocalipsis final vino firmada por «Panasonic Youth» y «43% Burnt». Ya sabemos que el concepto espacio no se limita para esta banda al escenario en si mismo, sino también a las primeras filas y, en esta ocasión, a toda la sala. De este modo, pudimos ver a un Jeff Tuttle con su guitarra en medio de un pogo generalizado en medio de la sala, a Bein Weinmann recorriendo la barra del local y un Greg Puciato al que perdimos de vista y luego encontramos colgado literalmente del techo por los pies y boca abajo. Descomunal, sin palabras.
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Texto y fotos: Carlos Oliver
Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchar sobre ellas.
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