«Bat Out of Hell», «Keeper of the 7 Keys», «Land of the Free», «Hellbilly Deluxe», y muchas más que me dejo en el tintero… no han sido pocos los casos de segundas partes de los discos más carismáticos de un artista. Precisamente en los últimos años parece que tenemos una tendencia a la «secuelitis» algo generalizada en el mundillo del metal.
¿Intentos de revitalizar una carrera en la que los discos precedentes no tuvieron éxito? ¿Querer demostrar que el espíritu de antaño aún está presente? ¿O simplemente estrategias de marketing orquestadas por las compañías discográficas? Pues habrá casos en los que predomine más una cosa u otra, pero es inevitable que lo que se pretende -y consigue- es acaparar la atención del público que en su día alabó la obra original. Hacer de un disco una saga tiene también sus inconvenientes, sobre todo porque la valoración de la nueva obra será inevitable y lógicamente comparada con la original, y en función a ello se establece el baremo que determine su calidad. No son pocas las veces que hemos leído/oído opiniones de «tal disco no estaba mal, pero al tener por título que es segunda parte de aquel pierde bastante».
«Return to Heaven Denied» fue uno de esos descubrimientos que marcan el año en el que salen. Publicado en 1998, a muchos nos supuso el mirar hacia nuestra casi vecina Italia y darnos cuenta que allí también se hacía música de calidad. ¿Era factible combinar el power metal reinante aquellos días con lo progresivo? LABYRINTH demostraron que sin ningún problema, y lo mismo que oías ritmos que bien pudiera haber parido el bueno de Kai Hansen, te encontrabas detrás con otros momentos en los que decías «estos chicos han mamado bien de Queensryche«, todo bien hilado de forma coherente. Todo desde una perspectiva en la que el conjunto de músicos desbordaba personalidad, terminando de forjar un sonido propio que ya empezaran a fraguar en «No Limits», disco con grandes temas pero deficiente producción, y es que casi parece una maqueta.
Que su segundo álbum fuera una obra maestra supuso, con la debida promoción, que LABYRINTH fueran reconocidos por toda Europa, a la par de buenas ventas y conciertos, pero a la vez, un handicap que terminó por lastrar su carrera, pues lanzamientos posteriores no tuvieron ni de lejos la misma repercusión. Tras un «Sons of Thunder» que decepcionó por no ser lo esperado ni el paso lógico a seguir tras «Return…», álbumes como «Labyrinth», «Freeman» y «6 Days to Nowhere» seguían una línea evolutiva coherente (siendo estos tres últimos muy buenos y apreciados por mi) pero no despuntaban igual que lo hizo aquella ya lejana segunda obra, perdiendo entre medias a su guitarrista y principal compositor Olaf Thorsen (conocido en su casa como Carlo Andrea Magnani).
En todo caso, les honra el no haber querido repetir la fórmula, arriesgarse probando tesituras musicales nuevas y crecer, aún a costa de su éxito. Así ha sido hasta el presente, en que, buscando la gloria perdida (o el cielo negado, casi mejor dicho) mostrando cierta incoherencia con la filosofía de la banda de no repetirse, o bien porque así les ha venido en gana y gracias a la reunión con el fugado Olaf, nos presentan esta segunda parte, con el casi Shakesperiano sobrenombre de «El sueño de una medianoche de Otoño».
Bien puedo afirmar que, salvo las secuelas editadas por Meat Loaf de «Bat Out of Hell», no recuerdo un disco que se mereciera como tal la etiqueta de secuela como este (ahí tenemos ese «Land of the Free» como mera etiqueta, ajena la segunda parte del leit motiv reinante en el original). Es pura y dignamente una segunda parte de «Return to Heaven Denied» en toda regla, respetando los patrones musicales y compositivos, artísticos, gráficos (por el artwork en general) e incluso con una producción y mezcla que es casi literalmente calcada de la obra del 98.
Tan calcada que el primero de los guiños es que ambos discos empiezan igual, con la misma melodía que antaño destapara «Moonlight» (sólo que esta vez hecha por las guitarras en lugar de las teclas) subiendo el volumen poco a poco y arrancando con «The Shooting Star» un tema que es puro «LABYRINTH» 100% de la vieja escuela, veloz pero a la vez lleno de matices y cambios de ritmo por doquier (hacia la mitad hay un cambio a balada y de ahí a otro que es puro progresivismo y técnica que es una virguería). Por similares derroteros se mueve «A Chance» un tema muy heavy con precioso puente lento que desemboca en un estribillo de puro power metal. «Like Shadows in the Dark» es un medio tiempo precioso, pese a que acelere en el estribillo con unos teclados de esos que algunos momentos parecen sacados de otra galaxia y un dulce piano en otros. «Princess of the Night» de nuevo vuelve al heavy metal lleno de matices, cambios de ritmo y elegancia.
«Sailors of Time» tiene, al comienzo, una similitud pasmosa con «A Pice of Time» de su primera obra (y clásico indiscutible en sus shows), si bien en el coro rompe con dicho parecido. «To Where We Belong» es lo más agresivo y duro del álbum, en la línea continuísta de lo que fuera «Thunder» en la primera parte, con esquemas menos enrevesados y yendo al grano en el que es el tema más estándar. «A Midnight Autumn’s Dream» es la -preciosa- balada que medio bautiza el disco, donde Roberto se sale imprimiendo un sentimiento y matiz en las voces enorme, y es que pedazo de vocalista que tiene esta gente señores. ¡Qué poco reconocido fuera de sus fronteras, y sin tapujos pienso que tenemos en el una de las voces del metal de la última década, y lo que le queda! «The Morning’s Call» es una nueva muestra de sus composiciones mezcla de heavy, power y progresivo, aunque si de progresivo hablamos, «In This Void» se lleva la palma sacrificando la velocidad en pro de un tema muy bien hilado e interesante. «A Painting on the Wall» cierra el álbum siendo un tema más rockero y calmado y, en cierta medida, fiel a la línea evolutiva que venían siguiendo hasta el disco anterior y que han sacrificado en este.
Como decía arriba, como continuación es más que digno y fiel a la idea y concepto de aquella obra maestra. De hecho no sería mala ocasión para quien no les haya prestado atención desde entonces se reenganchara ahora con esta segunda parte (¿quién dijo que nunca fueron buenas?), aunque quién sabe, de haberlo sacado en lugar de «Gods of Thunder» se les habría acusado de emular la fórmula para continuar el éxito. Cierto que «Return to Heaven Denied» es un disco irrepetible lleno de virtudes, además de llegar justo en la época acertada (con esto no desanimo al que no lo conozca a día de hoy, porque merece mucho la pena), pero aunque no sea calcado al milímetro y se encuentre por debajo, como continuación es lo mejor que se podría haber hecho.
J. José Jiménez.
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