Desde el nacimiento de SONIC SYNDICATE la mayoría de las voces se alzaban en contra de ellos, se les criticaba por no ser fieles a su lugar de procedencia, Gothenburg. Personalmente, siempre me pareció una soberana tontería, es como si una banda de Sevilla tenga que componer flamenco y no pueda hacer heavy, pop o lo que sea. Me mostré muy críticos con todos aquellos y en parte, porque lo que hicieron con discos como «Only Inhuman», «Love And Other Disasters» y «Eden Fire» me gustaron, ofrecían una versión muy moderna de ese metal agresivo y abrasador, donde los duelos entre sus vocalista con guturales y voces limpias eran de lo mejorcito. Pronto ficharon por uno de los grandes sellos, Nuclear Blast. Giraron como locos con los grandes del sello, como por ejemplo, NIGHTWISH, IN FLAMES, DEATHSTARS… el mensaje del sello era claro «mirar lo que tenemos nuevo y lo mucho que os tiene que gustar». Y gustaban. Karin Axelsson (bajo) se convirtió en una de las musas del metal y empezó a acaparar portadas y fotos. No lo critico, tienen una baza que explotar y todo camino es valido (y más como esta el mercado) para hacerse un hueco y darse a conocer. Se marchó su vocalista de registros limpios, Roland Johansson, con un siempre desagradable cruce de declaraciones. Y estos eran los ingredientes que demostraban que SONIC SYNDICATE sería carne de cañón, sensación del momento, música guiada por la moda, con un sello detrás que busca la recuperación de la inversión y el éxito de su banda a toda costa, y por desgracia, han hecho que los suecos se alejen «muy mucho» de lo que fueron. Richard, encargado de los guturales ha pasado a segundo plano, apenas tiene partes como protagonista y siempre va respaldando al nuevo Nathan Biggs, desapareciendo por completo los combates tan abrasivos que podíamos disfrutar antes. Las guitarras apenas se distinguen en un mar de arreglos electrónicos, de bases pregrabadas y samples varios, incluso alguna vez me he preguntado si de verdad había dos guitarras sonando a la vez. La batería de Bengstsson no se percibe con claridad entre ese maremagno de bases pregrabadas y cuando se descubre parece simple y carente de pegada, originalidad y ritmo, abusando del medio tiempo sencillo. Y es que las «baladas» y medios tiempos prevalecen en el disco generando el mejor campo de batalla de Nathan (vocalista de registros limpios). Parece evidente que el nuevo vocalista (muy bueno, por cierto) sería el principio del cambio de sonido en SS.
Sin desmerecer el disco ni la banda, el trabajo es aceptable, si buscas algo que nunca antes te ha ofrecido SONIC SYNDICATE.
Llaman poderosamente la atención temas como «Turn It Up» y «Break Of Day» donde ni cortos ni perezosos abusan de «teclados» para dar atmósferas más techo-pop. Lo que no sería del todo sorprendente en el grupo (recordar el tema «Zion Must Fall» de su primer redondo con unas partes totalmente techno) pero es que, ahora, las guitarras no tiene fuerza, no son sucias, no distorsionan, ¡si es que apenas se notan!.
Las baladas como «Leave Me Alone», «Miles Apart», «My Own Life» no son tan emotivas como «Enclave» que fue tan criticada pero que, sinceramente, siempre estará muy por encima de las anteriores citadas. Realmente rescatable son «Revolution, Baby», «Beauty And The Freak» y «Burn This City», donde se parecen más a los anteriores SONIC SYNDICATE.
Sinceramente, pocas veces podréis encontrar una crítica más dolorosa. A un servidor le venía gustando lo que hacían los suecos en sus primeros trabajos pero con este «We Rule The Night» creo que SONIC SYNDICATE no van a mandar mucho en la noche, se alejan de su sonido, se acercan a otro terreno, cambios, muchos cambios y como siempre, habrá a quién les guste y a quién no. A mi, un (ya ex) defensor de su sonido, no le ha convencido y le ha parecido artificial.
Jorge Cárcamo Yagüe
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