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CRISIS… ¿QUÉ CRISIS?
El sacerdote avanzaba con paso firme y la cabeza erguida esquivando casi instintivamente a todos los demonios que ya por el mediodía encontraba a su paso en aquel malsano camposanto de música satánica y perversiones varias. Gesto circunspecto y alzacuello enfundado, con aires a lo padre Merrin, sin sombrero ni maletín, pero vestido, eso sí, de riguroso negro, como la mayoría de los allí presentes, algo que no le ayudó a pasar desapercibido para los metalheads que se agolpaban en el recinto. Muchos contemplaban con cierta expresión de incredulidad y sorna, aunque sin grandes aspavientos, el improvisado espectáculo de un cura con reminiscencias de exorcista que cruzaba todo el recinto del HELLFEST acompañado por un equipo de televisión profesional.
Detectamos, por casualidad, la presencia de la sacrosanta comitiva justo en uno de los accesos del personal del festival. Desde allí cubrieron los escasos centenares de metros hasta la zona reservada para la prensa mientras la cámara de televisión no dejaba de tomar imágenes de la curiosa procesión. No venía sólo nuestro padre Merrin: otro cura, de aspecto algo más discreto, se mantenía prudencialmente unos metros por detrás. Justo antes de acceder a la zona restringida, le preguntamos a este por el motivo de tan inesperada visita. ‘Hemos venido para participar en un debate televisivo sobre la música metal y la religión’, zanjó, antes de cruzar el rubicón del control de paso y dirigirse hacia el plató televisivo montado en las entrañas de la zona reservada del festival.
Y así fue, cómo el supuestamente amenazado HELLFEST, denigrado inquisitorialmente por el integrismo ultracatólico y ultramontano francés (parece que la cosa llegó incluso hasta la mismísima Asamblea Nacional, donde el mismísimo ministro de Cultura conservador llegó a pedir calma a sus encendidos detractores), ha hecho casi de la necesidad virtud, aplicando concienzudamente aquella vieja máxima interiorizada por los publicistas de todo el mundo: para bien o para mal, lo importante es que hablen de ti. Y para ello, la organización no puso reparos a la hora de que una cadena de televisión regional montara durante el festival un debate-espectáculo, más propio del sensacionalismo barato de la telebasura, para promocionar el cotarro, aunque sea a costa de profundizar en una confrontación alimentada de forma artificial y conceptualmente sin fundamento en los tiempos que corren.
Súmese a todo ello el hecho de que el supuesto boicot de Coca-cola que anunció el año pasado la organización nunca ha llegado a ser tal realmente (la bebida energética Monster, perteneciente a la multinacional, se mantiene bien presente y visible en el patrocinio del festival). Además, los vecinos y comerciantes de la zona continúan tan encantados con el sarao que hasta organizan patrullas de limpieza voluntarias para adecentar las calles de los residuos vertidos por algunos desaprensivos (que los hay, en todos lados).
Quizás el relato sirva para ilustrar de algún modo el secreto de la vitalidad y las perspectivas de longevidad del HELLFEST. Más, si cabe, durante los tiempos revueltos, de convulsión económica y espasmo social, que vivimos: es ahora cuando la supervivencia de los grandes eventos se pone a prueba más que nunca. Y en términos meramente cuantitativos, el festival ha conseguido superar con nota, nuevamente, la situación de unos maltrechos bolsillos populares, sin apenas despeinarse. Éxito de público más que total y un cartel abarrotado, al máximo, que continúa sin dar respiro. Sin duda, una aparente buena noticia para la salud del metal extremo que un festival de estas características continúe en liza y al alza, sin notar de forma sensible las dificultades que han de afrontar muchos de sus seguidores en su día a día.
Hubo de nuevo una apuesta por la variedad estilística, una mezcolanza entre los nombres consagrados y las propuestas más underground dentro de un nutridísimo cartel, con cuatro escenarios ya establecidos y una parrilla de horarios algo más equilibrada y sincronizada que en ocasiones anteriores (aunque algunas malditas coincidencias nos llevaran, por momentos, hacia la senda de la desesperación ante la complejidad del dilema). Admitamos que, para alguien al que le guste el metal extremo en directo, el HELLFESTes un festival realmente agotador, que te lleva de un rincón a otro cual pelota de ping pong en una sucesión continúa de descargas infernales, sin apenas tiempo para el avituallamiento de cerveza o comida.
Plenamente conscientes de ello, algunos pudimos desquitarnos viendo por vez primera (¿será esta la última?, se admiten apuestas…), a los Godflesh, muy poco dados a los directos, a pesar de que para ello, Justin Broadrick tuviera que comerse 20 minutos de su actuación tratando de resolver inexplicables problemas técnicos. Fue también el HELLFESTde los bolos que ofrecían como base la interpretación de discos clásicos enteros. Una especie de moda a la que se apuntaron, y muy acertadamente, valga decirlo, tanto los Exodus, con su grandísimo ‘Bonded by Blood’ (con lo que, además, evitaron al respetable la modorra que generan algunos de los temas de sus más recientes y ya algo cansinos discos), o los mismísimos Carcass, con el también inigualable ‘Necroticism’, mostrando una notable mejoría en la ejecución y el directo desde que decidieran pisar de nuevo las tablas por las razones que ya conocemos o intuimos.
Nos quedamos con las ganas de ver el directo asesino de los Dying Fetus (que se cayeron a última hora por enfermedad de uno de sus miembros dos días después de haber tocado en Barcelona) o a los Count Raven (una huelga de controladores aéreos les impidió llegar a tiempo), así como Atheist, Overkill y Nachtmystium, entre otros, que ya habían anunciado previamente su baja. Y nos pusieron ya los dientes largos para el año que viene con el rumor de una más que posible reunión de los infravalorados reyes del thrash técnico suizos Coroner.
El público respondió a la llamada de un cartel de lujo (hubo autocares que partieron desde casi todos los puntos de la península) y el ambiente en los conciertos fue, en general, entusiasta, gracias también a un tiempo apacible, sin apenas chaparrones destacables. En los momentos álgidos, el trote del personal llegó a levantar una espesa nube de polvo que difuminaba la constelación de banderas y muñecas hinchables que sobrevolaban nuestras cabezas, además de dificultar seriamente la respiración normal. El Metal Corner se consolida como el espacio de ocio paralelo, una especie de HELLFESTque nunca duerme, con cabareteras, conciertos y fiesta hasta casi más allá de la madrugada. Incluso, por una vez, por lo menos en la sala de prensa, la organización decidió envasar y vender su propia cerveza (marca HELLFEST, of course), con un 6,66% de alcohol y un más que aceptable sabor.
Volvieron a pasear por algunos de estos espacios las versiones charanga de clásicos del metal a cargo de Pastor of Muppets, convertidos ya en unos clásicos del cotarro, muy competentes en su faceta, ciertamente. También hubo tiempo para los partidos del Mundial, en pantallas instaladas en la misma sala de prensa y que congregaron, por momentos, un cierto número de espectadores, uniforme futbolístico incluido. Sin embargo, y de forma sospechosa, las páginas dedicadas a la selección francesa de un ejemplar del diario deportivo francés L’Équipe que pululaba por ahí habían desaparecido súbitamente domingo al mediodía y las pantallas de televisión permanecían cerradas. Justamente el día después de la debacle de los bleus frente a México.
Tuvo esta vez más espacio para un metal market, que salvo honrosas excepciones (léase Relapse), ofrecía casi a proporciones iguales buen material a precios realmente disparatados (y cuesta creer que por iniciativa espontánea de los propios comerciantes…). Camisetas de dudosa oficialidad a 20 euros, una cifra a la par que muchas de las que colgaban las bandas en el stand oficial del festival. Aunque algunos, sin rubor (léase aquí Slash), no tuvieran reparos en ponerlas a 30 euros, ignorando (o quizás no) que, en su caída, el euro todavía no ha quedado hundido por debajo del dólar americano.
Y es que en el horizonte futuro de este festival se afianzan algunas señales de alarma (indicios, si así se prefiere) que deberían llevarnos a reflexión: después de haber tocado techo en lo cualitativo, y rebasar hartamente lo cuantitativo, la gallina de los huevos de oro corre cierto riesgo de morir de un éxito súbito y, en una suerte de resurrección gloriosa, ascender a los cielos del divismo y la banalización comercial. No sólo porque la organización, que estuvo garantizando durante meses a través de su publicidad que iba a organizar un festival para ‘sólo’ 20.000 personas, admitiera abiertamente a los medios de prensa locales aforos de cerca 30.000 asistentes diarios, alimentando una más que palpable masificación del recinto –casi una tercera parte más de público que el año pasado en prácticamente el mismo espacio -.
En su afán de ofrecer más de lo que nadie nunca se haya atrevido, el HELLFESTse ha convertido en un festival que requiere ya de ciertos madrugones (especialmente si uno no se aloja en el camping, un lugar nada recomendable para descansar), para no perderse algunos de sus platos preferidos en horarios matutinos casi intempestivos: así, tras jornadas de conciertos que terminaban más allá de las dos de la madrugada, los bolos volvían a arrancar de nuevo a las diez y media de la mañana. Y quizás, lo que más inquieta y duele a una parte importante del público: meter a tantas bandas requiere acortar conciertos, dejándolos en la mínima expresión, con lo que, pese extenderse nominalmente unos 40 minutos, quedan a la práctica reducidos a cerca de media hora y a merced de cualquier contingencia con el sonido, las luces o el suministro eléctrico (que se lo pregunten a The Young Gods).
Aunque de buenas a primeras pueda resultar extraño intentar convencer de ello a alguien que no lo haya podido experimentado todavía en sus propias carnes, la carpa más pequeña y alternativa, la llamada Terrorizer Tent (donde se concentraban invariablemente las bandas experimentales, sludge, mathcore o crust/punk, directamente), continúa ofreciendo el mejor sonido y el mejor ambiente del festival. Inexplicable continúa siendo, por otro lado, que grupos de la talla de Slayer suenen deficientemente en uno de los escenarios principales, donde cualquier ráfaga de viento es capaz de mover las torres de altavoces (colgadas con cables metálicos de la estructura principal) generando la sensación de que se va y vuelve por momentos.
Urge, pues, una respuesta esclarecedora y convincente a la gran cuestión que nos asalta: ¿resulta posible sacrificar cierta cantidad para recuperar y afianzar un necesario salto de calidad, sin desvirtuar la diversidad estilística y manteniendo la raigambre en el espíritu underground? Todavía es factible evitar el atajo fácil de empujar el festival por la pendiente de la filosofía fast food que impera en los mayoritariamente pésimos (y extraordinariamente caros) puestos de comida del recinto. Pero más allá de presuntos devaneos y un rumbo más o menos incierto en busca de terrenos quizás más comerciales, nos queda la certeza de que, por el momento, la crisis pasa de largo para el HELLFEST.
PS: Un fuerte abrazo y muchos ánimos para mi buen amigo y gran fotoperiodista, Carlos Oliver, que este año, lamentablemente, no pudo cubrir el HELLFEST para esta web a causa de un desafortunado percance de última hora. Recupera’t aviat: l’any vinent hi tornem!!!
Texto y fotos: Jordi Marsal
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Impresiones Generales
Ya de vuelta de una de las primeras fechas importantes de la maratón veraniega de festivales, toca comenzar con el clásico balance de generalidades acontecidas en la edición 2010 de un festival ya totalmente asentado y todavía creciente como es el Hellfest, uno de los festivales más importantes pero sobre todo originales y atractivo de todo el continente que está ahí porque las cosas se han hecho muy, muy bien, especialmente en cuanto a contratación y en cuanto a gestionar una identidad que ningún otro festival tenía, la del festival para todo el mundo, con bandas de todos los estilos que se dan la mano a lo largo y ancho de tres días de variedad, con la buena música como denominador común, algo de lo que ha habido muchísimo este año.
Tengo que comenzar diciendo que aunque por afinidad llevaba ya dos o tres años queriendo asistir, hasta este año no me había sido posible acercarme al festival galo por excelencia, por lo que esta ha sido mi primera experiencia allí. De todos modos, y como ya hemos publicado las crónicas y opiniones sobre este festival desde que comenzó, tampoco quisiera extenderme demasiado con los entresijos que lo componen, sino que más bien me limitaré a dar mi opinión sobre el festival desde mi punto de vista, el de alguien que ha estado por primera vez y lo compara con otros festivales europeos «grandes», sin más. Así, desde este punto de vista, y a pesar de lo que muchos puedan decir, tengo que decir que Hellfest me ha dejado muy, muy satisfecho a todos los niveles, con aspectos para la mejora, pero sin nada que envidiar al resto de eventos de metal importantes en el viejo continente.
Había escuchado hablar de desorganización, de que es un festival con grandes carteles pero que decepciona, e incluso escuché a gente decir que era un festival «cutre», algo que para mí no puede estar más lejos de la realidad. Hellfest es un festival competente al 100%, uno de los festivales más sólidos de Europa y seguramente la gran sorpresa en cuanto a crecimiento de los últimos años, un festival a la altura de un país como Francia y con el que nos sentimos identificados todos los que disfrutamos por igual un gran concierto de CARCASS o GENERAL SURGERY y uno de RAVEN o Y&T, tanto a nivel de cartel, donde Hellfest desde luego cada año está mejor, como a nivel de organización, recinto y servicios, con algunas cosas a mejorar (como siempre sucede) y mucho de bueno en general.
El tiempo los tres días fue realmente bueno. Se esperaban lluvias, por eso el sol que brilló especialmente el último día nos cogió a la mayoría desprevenidos con las clásicas quemaduras festivaleras de todos los años por estas fechas. De la lluvia casi ni rastro, tan sólo hizo acto de presencia el Sábado por la mañana y de forma muy leve y efímera, por lo que la ausencia de precipitaciones, la buena temperatura y las nubes que nos protegían del sol hicieron que se pudiera disfrutar del festival plenamente sin barro ni nada que se le parezca, todo un lujo que después de la semana de precipitaciones torrenciales que habíamos tenido por el norte de la península e imagino que también por aquellas tierras nadie esperábamos.
La distribución de escenarios fue la misma que en otras ediciones. Dos escenarios principales, el Mainstage 1 y el Mainstage 2 y dos carpas no demasiado lejos entre sí, las patrocinadas por las revistas Rock Hard y Terrorizer, donde se desarrollaron los conciertos «más underground» en la mayoría de los casos, aunque más en el escenario Terrorizer, que como siempre acogió las bandas menos multitudinarias y las sonoridades más «minoritarias», por así decirlo, una carpa que por cierto tuvo muy buena asistencia durante la mayor parte del festival. Luego la zona de conciertos tenía exactamente todo lo que uno espera de ello, ni más ni menos. Había un par de cajeros (especialmente concurridos el último día de festival), servicios suficientes pero muy mal mantenidos (los urinarios atascados todo el festival, con lo cual la gente optó por la opción seto), muchísimos puestos de comida de todo tipo (que dejaba bastante que desear, por cierto) a precios algo caros igual que la bebida, con cuyos precios se pasaron un poco ( 25 cl de cerveza a 2€, 1 litro a 8 y 1,5 a 18€).
Además había también una enorme zona de mercadillo con ‘stands’ de la mayoría de sellos importantes así como de particulares, un gran punto a favor, además por supuesto del merchandising del festival y el de los grupos, a los precios normales: de oro. Me llamó la atención ver un puesto de vinos de la región del Loira, que estuvo además bastante concurrido, así como uno muy grande también de Kronenburg, con una gran terraza arriba, y como decía puestos de comida de todo tipo (hasta chucherías y gominolas), aunque al personal pareció gustarle especialmente el bocadillo de patatas fritas… Sobre la zona de acampada y sus servicios no puedo hablar, aunque el problema del polvo que al parecer hubo otros años este año no fue tal, ya que había bastante humedad y había mucho verde dentro de la zona de conciertos, y solo el último día, que hizo más sol, pudieron verse algunas polvaredas puntualmente en algunos «moshpits» como en SLAYER, pero de forma poco destacable.
Aparte, no hubo ningún problema destacable en los accesos al festival, y como siempre el civismo fue la nota dominante de los tres días de festival. Sí que quería terminar poniendo de relieve algo importante y que desde mi punto de vista fue lo más negativo de la edición de este año, el descontrol con los horarios/ actuaciones de las bandas. Había habido unos cuantos cambios de bandas importantes en las tres o cuatro semanas anteriores al festival, lo que ya estaba produciendo algo de desconcierto entre sus asistentes, pero es que además hubo un cambio de última hora y sin aviso entre los slots de FINNTROLL y WALLS OF JERICHO que mosqueó a muchísima gente y que a muchos les impidió ver el show de los suecos. Además, DYING FETUS no salieron a tocar por motivos que hoy todavía desconozco, pues no hubo explicación alguna. Tan sólo, y veinte minutos después de la hora estipulada para el inicio de su concierto, un miembro de la organización salió para decir que los FETUS no iban a tocar, y que nos veíamos a las 17 con KATATONIA en la propia carpa Rock Hard, nada más…
Viernes 18 de Junio:
Tras esperar la inevitable cola previa a la recogida de acreditaciones, un servidor volaba a la Terrorizer Tent para ver la segunda mitad del concierto de THE FACELESS, quienes tenían el «marrón» de abrir el primer día a eso de las 10.30 de la mañana. Fue cuarto de hora y lo cierto es que tampoco hay que comentar, pues como ya les sucedió el año pasado las horas y duraciones que se les da de momento a los californianos son más bien malas y cortas respectivamente. Sonaron regular, o al menos no tan bien como aquella primera vez que pude verles el año pasado en Summer Breeze, aunque la gente que madrugó desde luego pudo disfrutar de una de las bandas más importantes y con más potencial de la escena deathcore y del metal técnico en general de los últimos tiempos. Estuvieron algo fríos, aunque se le perdona por lo enormes músicos que son y lo mucho que todavía tienen que decir.
Después restaban 40 minutos perfectos para la clásica «vueltecita de reconocimiento» al recinto, situar todos los escenarios y puntos importantes del festival, y ya acercarnos al segundo escenario para presenciar la también corta pero exquisita descarga de unos SWALLOW THE SUN a quienes el horario no favoreció lo más mínimo, primer día y a primera hora de la mañana, aunque el escenario era de los «importantes», eso sí, pero no puedo dejar de pensar que si la hora hubiese sido más avanzada se hubiese acercado bastante más gente. El suyo se hizo un concierto algo breve, imagino porque personalmente lo disfruté bastante. El sonido acompañó, y aunque las condiciones no eran las mejores para ver a STS, la banda estuvo a la altura y dio todo lo que tuvo para enganchar a su concierto a las 500 o 600 personas que como mucho habría por entonces. Matti está imnenso de voz, y en escena el grupo estuvo bastante más activo que en aquella última vez que pude verles en La Boite en una pequeña gira española presentando «Hope». El setlist fue por su parte una muy buena muestra de algunas de sus mejores canciones, con atención a sus tres discos y a temas tanto más movidos como más pesados, así que poco más se les puede pedir.
Setlist SWALLOW THE SUN:
- These Woods Breathe Evil
- These Hours Of Despair
- Sleepless Swans
- New Moon
- Swallow (Horror Pt. 1)
Turno después para la primera visita al escenario Mainstage 1, donde le llegaba la hora a un grupo que a pesar de todos los contratiempos que lamentablemente ha sufrido en los últimos meses ha decidido seguir más fuerte que nunca, unos EVILE que ya van teniendo ciertos galones y que lo bordaron el pasado Viernes en su concierto del Hellfest, ante una asistencia muy destacable para ser una banda de thrash metal con tan sólo 2 discos en el mercado.
Gran concierto el que nos ofrecieron, con un Joel Graham bastante más asentado que en aquella vez en Madrid y un Matt Drake que se mostró realmente disfrutar con lo que hacia, pues no paró de sonreir en todo el concierto, en el que por cierto creo que eligieron muy bien su repertorio, con la cantidad justa de material de su segundo trabajo, más elaborado, largo, complejo y pesado, y otros tres temas del primer disco como «Thrasher», «Bathe In Blood» y «Enter The Grave», mucho más ‘oldschool’ y movidos, mitad y mitad, todos contentos.
Setlist EVILE:
- Infected Nation
- Those About To Die
- Thrasher
- Time No More
- Bathe On Blood
- Enter The Grave
Después restaba algo menos de una hora para la descarga de NECROPHAGIST, tiempo que fue muy bien empleado en terminar de echarle un ojo a la enorme zona de mercadillo, a la que habría que hacer alguna visita más a posteriori. Luego NECROPHAGIST la liaron literalmente parda en nuestra primera visita a la Rock Hard Tent, con muchísima gente viéndoles, concierto en el que experimentamos por primera vez la mala visibilidad de esa carpa, una pena, porque como comprobaréis después nuestras visitas allí fueron continuas. El escenario estaba bastante bajo, lo que impedía la buena visión a poco apartado que estuvieras del mismo, algo que fue la comidilla sin duda durante los tres días y que convendría revisar en el futuro. En cuanto al show de NECROPHAGIST, no diré que quedé sorprendido porque no me sorprendió lo más mínimo lo tremendamente buenos que son estos músicos, como demostraron también en directo, algo que todavía no había tenido oportunidad de comprobar. El grupo tuvo la actitud que exige la música que tocan, concentración y agresividad, en un show que tuvo de ambas a partes iguales. Sólo tienen dos trabajos en el mercado, aunque desde luego en Hellfest se pudo ver a un grupo consagradísimo y muy, muy querido ya en la escena del death metal. Cayeron temas como «Epitaph», «Stabwound», «Only Ash Remains», The Stillborn One» o «Foul Body Autopsy», y desde luego que ya toca un tercer disco que está tardando ya en salir… Descomunales los alemanes, ayudados con un sonido muy decente.
La siguiente parada volvía a ser en la carpa Rock Hard, esta vez para ver el show de una de las bandas más atractivas que el pagan/ black metal tenía que ofrecer en Hellfest este año, Kampfar desde Noruega, una formación que sin hacer demasiado ruido llevan unos cuantos auténticos discazos del género, especialmente sus dos últimos «Kvass» y «Heimgang», y que contaron en Francia con una gran legión de fans apoyándoles, y eso que tampoco es que el black ni mucho menos el pagan fuesen los géneros predominantes del cartel… El sonido fue bueno aunque el bajo de Jon Bakker sonó quizás un poco por encima del resto, aunque al personal no le importó lo más mínimo. Enorme la aria presencia de su frontman Dork, muy bien acompañado por sus compañeros, que dieron un conciertazo, de los mejores posiblemente del género en todo el festival.
Tras otro descansito bien aprovechado para reponer sólidos y líquidos, volvíamos a la carpa de la Rock Hard para presenciar una de las actuaciones más exclusivas del festival y una de las que más me apetecía ver a título personal, la del mítico Ihsahn en solitario con su propia banda, un concierto que no se ve todos los días, como así reflejaba el ambientazo que mostraba la carpa. Muchos estaba claro que estaban allí por si se escapaba algún temita de EMPEROR, pero no coló. En cambio, todos los que apreciamos sus tres trabajos en solitario con IHSAHN lo pasamos en grande con su concierto, centrado exclusivamente en su trayectoria en solitario. Quizás no será recordado como el concierto del festival ni por su vistosidad ni espectáculo, pero musicalmente fue desde luego de lo mejor del Viernes y de toda la edición 2010. Abrieron con «The Barren Lands» y «A Grave Inversed», primer y segundo corte de su último trabajo en solitario, «After», y lo cierto es que desde el principio se notó que aquellos temas no iban a sonar tan mágicamente apocalípticos como en el disco, algo lógico, por otra parte. El músico se mostró muy sobrio y serio en todo momento, sin hacer aspaviento alguno y centrándose en hacer su papel de maestro de ceremonias, con una pose cercana a la que tenía con EMPEROR sobre el escenario, más bien estática, aunque esta vez más sosegada, tranquila. Todos los arreglos de saxofón y orquestaciones corrieron a cargo de Einar Solberg a las teclas, quien solía también hacer los teclados en EMPEROR, e incluso estuvo sobresaliente a la segunda voz, todo con un gran sonido. Cayeron temas de los tres discos por igual, por lo que la gente salió realmente contenta de un concierto que de nuevo se nos hizo algo corto.
Setlist IHSAHN:
- The Barren Lands
- A Grave Inversed
- Misanthrope
- Scarab
- Emancipation
- Invocation
- Called by the Fire
- Unhealer
- Frozen Lakes on Mars
Cambio rápido después para dirigirnos al casi contiguo escenario dos, donde en breve iban a saltar Peter Tägtgren, Mikael Hedlund, Horgh tras los platos (con su aspecto habitual, de rubio) y un segundo guitarrista de directo cuya identidad desconozco, frente al enorme telón con la portada de su último «A Taste Of Extreme Divinity» saliendo a matar con «Valley Of The Damned», ante una muchedumbre muy a tener en cuenta. No había podido ver en directo todavía a HYPOCRISY, pero lo cierto es que la sensación que me dejaron fue la de estar ante una banda bastante más brutal que en sus discos, tanto en sus temas más recientes como en los más clásicos y menos melódicos, que también los hubo. Sonaron enormemente compactos y graves, casi más como una banda de death metal al uso, y Peter demostró el animal de escenario y eterno personaje que siempre ha sido y será, algo flojo de voz, por cierto, como demostró por momento. El grupo tuvo un sonido espectacular, alto y claro, y destacaría la enorme compenetración entre Peter y Mikael, que no pararon de hacer headbanging juntos, en un concierto realmente movido tanto arriba como abajo. No faltaron temas como la siempre aclamadísima «Eraser», «A Coming Race», «Let The Knife Do The Talking», «The Killing Art», «Warpath» o el esperado final con «Roswell 47» (rebautizada como «France 47»), aunque casi con el tema que más disfruté fue con «Pleasures Of Molestation», esa gran y primitiva primera etapa del grupo… ¡que no falte!
Tras el gran show de HYPOCRISY, tocaba de nuevo aprovechar para descansar un buen rato, tras el cual todavía hubo tiempo para ver el apocalíptico final de unos INFECTIOUS GROOVES que liaron la de Dios, con el escenario hasta arriba de público que se subió con ellos, tras lo cual tuvo que intervenir la seguridad para evitar que aquello se viniese abajo y todo se fuera al garete. Nuestra siguiente parada de todos modos iba a ser a las 21 de la tarde (en Clisson por cierto anochece bastante más tarde que aquí), con unos WATAIN que tenían la carpa Rock Hard a sus pies demostrando que son probablemente la banda de black metal más influyente y revolucionaria de la pasada década, unos llamados a ser grandes que ya ejercen y que dieron no sólo uno de los conciertos del primer día, por no decir el mejor, sino que dieron también el mayor espectáculo, con un escenario plagado de parafernalia muy acorde a su estética, con un par de símbolos de los que ellos suelen utilizar ardiendo, varias velas, y algún que otro emblema más, todo a huevo para que con un sonido tan imperfecto como el de sus discos (que nadie se engañe) abrieran con «Malfeitor» si mal no recuerdo y la gente cayese a sus pies. Fue un concierto realmente intenso, oscuro, básico y lleno de actitud, los pilares sobre los que WATAIN se asientan, y que llevan al directo tan bien como en sus discos. La voz de Erik quedó quizás un poco baja, aunque sus bemoles sobre el escenario y su maligna presencia lo hizo olvidar todo. Sonaron temas como «Reaping Death», «Legions Of The Black Light», «Wolves Curse», «Sworn To The Dark», «On Horns Impaled» y alguna que otra versión de BATHORY, un conciertazo para ver de los que aparecían al final en todas las listas de lo mejor, y de verdad lo fue.
Después hubo otro rato ideal para cenar y descansar un poco antes de la traca final, e incluso un buen rato para ver un trozo de la reunión de GODFLESH, que quizás diría que causó menos expectación de la que me esperaba, sobre todo porque la carpa no estaba totalmente llena. Sonaron realmente crudos y graves, y su concierto fue un caos de humo, siluetas y metal crudo, pesadísime e industrial. Por lo visto su show debió acortarse por problemas técnicos arrastrados desde el concierto previo de THE YOUNG GODS, aun así, este fue su setlist:
Setlist GODFLESH:
- Like Rats
- Christbait Rising
- Streetcleaner
- Tiny Tears
- Avalanche Master Song
- Weak Flesh
- Spite
- Crush My Soul
Eran las 23 y la curiosidad pudo conmigo a la hora de acercarme o no a presenciar un concierto que difícilmente iba a poder ver de nuevo en mi vida, unos ULVER que eran un oasis en un desierto de tralla y a quienes finalmente me acerqué a ver, en principio por curiosidad, para un rato, e incluso con la vana esperanza de que tocasen algo de su primer trabajo, algo que como es lógico no sucedió. Aun así, poco consciente era en ese momento de que el de los noruegos iba a ser uno de los conciertos más especiales y memorables desde mi punto de vista de todo el festival. Lo cierto es que tardaron muy poco en atraparme. Salían en medio del misticismo y obscurantismo que les caracteriza, de forma muy sobria, en su papel de músicos experimentales, y su comunicación con el público fue nula, ni falta que hizo.
Pronto empezaron con las proyecciones, comenzando con cebras y leonas en la sabana, pasando por saltos en trampolín en blanco y negro a imágenes de la segunda guerra mundial, y así durante todo su concierto, que duró una hora exacta. Quedé un poco defraudado con la asistencia a la carpa Rock Hard, la verdad, pues como digo no todos los días se tiene la oportunidad de ver a una banda tan suya como ULVER, y lo cierto es que la carpa estaba a la mitad y poco más. En cuanto a su show, para mí fue perfecto, de lo mejor de la edición 2010, totalmente obnubilante, etéreo, místico, emocional, poderoso, inquietante… Las proyecciones parecían abrazar su música en todo momento, como si de una especie de película psicodélica y emocional se tratase, de tal manera que ULVER conseguían que la gente ni parpadease en todo el concierto, que todos permaneciésemos atrapados en la tela metálica que sus atmósferas sonoras y visuales tejían con cada cambio y transición que sus texturas dibujaban, ayudándose también mucho del juego de luces para ello, la banda que mejor lo aprovechó sin duda alguna al menos en las carpas. No soy capaz de nombrar un sólo tema de su concierto, aunque algo me dice que no es relevante, sino más bien el todo, en el que como digo hubo de todo, desde pasajes muy tranquilos hasta tempos aplastantes de oscura electrónica pura y dura en la que también jugaron con el volumen (enorme la parte del ojo), donde parecían oprimir al oyente, realmente sobrecogedor. El final fue precioso, un leve piano sonando mientras se proyectaba un vinilo girando en su tocadiscos, y sin cambiar esas líneas de piano, se proyecta un niño mirando al público muy serio, con un leve gesto triste también, y así termina todo. Un 10 para ULVER, una experiencia única que recomiendo encarecidamente a todo amante de este tipo de sonoridades.
Finalmente nos acercábamos al escenario principal para ver un concierto al que también tenía bastantes ganas, el de FEAR FACTORY, y que resultó ser finalmente una de las decepciones del festival, tanto a nivel de expectación (no había tanto público como esperaba, aunque el primero fue lógicamente el día con menos asistencia) como a nivel musical, en el que FEAR FACTORY dejaron bastante que desear. El sonido para empezar no acompañó demasiado, demasiados graves y poca guitarra, y eso que el gran Dino Cazares fue lo que más me gustó de su actuación, junto con Gene Hoglan, por supuesto, siempre incomesurable aporreando los bombos. La nota negativa del show más clara para mí fue la voz de Burton, que ví más cascada que nunca, muy por debajo de su rendimiento en los discos (incluso en el último), desluciendo bastante el concierto en general. El set por otro lado fue también de lo mejor, temas de su último trabajo como «Powershifter» y otros clásicos como «Demanufacture», «Shock», «Replica» o «Edgecrusher», aunque el público no se si por el cansancio se mostró bastante estático en todo momento. Una pena, porque tenía bastantes más expectativas entorno a este concierto…
Setlist FEAR FACTORY:
- Shock
- Edgecrusher
- Smasher/Devourer
- Acres of Skin
- Linchpin
- Mechanize
- Powershifter
- Fear Campaign
- Martyr
- Demanufacture
- Self Bias Resistor
- Zero Signal
- Hunter Killer
- Replica
Texto: Jorge del Amo Mazarío (jorge_del_amo@rafabasa.com)
Fotos: Eric Bagnaro – OZIRITH.com – Hellfest Prod
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