+ VORTICE
Martes 1 de Junio de 2010 – Sala Razzmatazz – Barcelona
Desde muy temprana hora, la gente se agolpaba en la entrada de Razzmatazz para copar las primeras filas, así que la noticia corrió como la pólvora: como hacía unas semanas en Suramérica, MEGADETH iban a interpretar su obra maestra «Rust In Peace» al completo aquella noche. Así se lo confesó el propio Dave Mustaine a esta santa página web durante el encuentro que tuvo con el chico malo del thrash horas antes del show. Así que la expectación en una sala llena hasta la bandera era máxima, y tras un bolazo, bajo mi modesto punto de vista, simplemente sobrenatural, MEGADETH no dejaron a nadie indiferente. En primer lugar, porque los fans que se rezagaron en las últimas filas se quejaron de unos graves demasiado acuciantes, en los que sólo se oía el bajo del hijo pródigo David Ellefson y el doble bombo de Shawn Drover, y poco o nada la mítica voz nasal del genial Mustaine. Otros se quejaban de que el «Rust…» no era precisamente su álbum preferido de los californianos, pero que quieren que les diga: al menos, visto tamaño concierto entre la merecida violencia de las primeras filas, sólo se puede afirmar que aquello fue una bellísima carnicería que pocos soñábamos y muchos disfrutamos, empezando con los cañonazos de su último «Endgame», mediando entre la celebración del veinte aniversario de tan grandiosa obra de arte ya citada, y acabando con esos pedazo de clásicos con los que MEGADETH, alabado sea el Señor al que Mustaine profese, siempre nos bombardean.
Con la difícil papeleta de tener que abrir para un público mayoritariamente fan del thrash metal old school, VORTICE no lo tuvieron en ningún momento de cara. Muchos se preguntaban qué carajo pintaba un combo de death metal experimental tirando al math metal haciendo de teloneros de MEGADETH, por lo que, cuando el bombo de Llorenç Puig se salió de madre en el primer tema y se evidenció el pésimo sonido que les habían brindado para la ocasión, haciéndose hasta imposible escuchar la bronca del voceras David Martín, muchos lo tuvieron a huevo para emprenderla con ellos. Los barceloneses aguantaron el tipo y se fueron dignamente en una actuación que en los ochenta abría acabado con lluvia de objetos sobre el escenario, pero se les veía a la legua que lo pasaron mal. Habrá que esperar a otra ocasión para degustar su propuesta, aunque un servidor emplaza a todo el mundo a hacerse con su reciente álbum «Zombie», un pelotazo de guitarrazos sincopados que te revientan sin piedad. Con tiempo, más tablas y unas cañas, los veremos seguro en plena forma. Eso sí, con la técnica que requiere se música, con un sonido así es imposible mostrar nada.
La espera no fue demasiado larga, pero los nervios ante la inminente descarga de Mustaine y los suyos ayudó a que las primeras «Dialectic Chaos» y «This Day We Fight!» atronaran con el público rendido de antemano. Presentaban su más que notable «Endgame», así que cuando de buenas a primeras ya cayeron dos clásicos como «Wake Up Dead» e «In My Darkest Hour», el respetable enloqueció en lo que ya se preveía como otro show memorable del resucitado Dave Mustaine. Ni dolores de espalda, ni manos maltrechas tras un accidente. Como un jovencito advenedizo del thrash se movía el héroe de la guitarra por su mástil, clavando cada uno de los solos que lo hicieron grande y, cómo no, gracias a la inestimable ayuda de Chris Broderick, ese hacha de guitarra que tiene todas y cada una de las notas de MEGADETH grabadas a fuego para que nunca nadie vuelva a preguntar por Marty Friedman, Chris Poland o cualquier otro seis cuerdas. A estas alturas, son un dúo formidable.
Y entonces llegó la conjunción de los astros: bajo una enorme lona con la mascota Vic Rattlehead del álbum «Rust In Peace» y saliendo el frontman con una guitarra con dicha portada impresa, la descomunal «Holy Wars… The Punishment Due» dio el pistoletazo de salida al repaso del que, para muchos, es el mejor disco de la historia de MEGADETH. Las primeras filas eran un infierno, un hervidero de moshing donde no se salvó ni el apuntador. Cuando estalló «Hangar 18», los que no habían conocido la noticia antes se llevaron las manos a la cabeza: ¿Serían tan brutos de interpretarlo todo? Vaya si lo fueron: «Take No Prisoners» acabó de implosionar una sala que no daba crédito, mientras la seguían bombazos como «Five Magics», «Tornado Of Souls» y así, hasta llegar a «Rust In Peace… Polaris». Una lección brutal, un día inolvidable. Ocho años después, Ellefson volvía a disfrutar de su bajo en Barcelona, y así le cedió el protagonismo Mustaine en temas como «Posion Was The Cure» o, evidentemente, «Dawn Patrol», que interpretó en solitario con el batería Drover.
Tras la celebración del veinte aniversario de tan mayúsculo pepinazo volvimos de nuevo a «Endgame». «Head Crusher» y «The Right To Go Insane» fueron las elegidas, y fueron igualmente bien recibidas por unos fans que intuían que estaban viendo algo muy gordo. Tras éstas, momento sólo para temazos de siempre de la banda estadounidense: «Sweating Bullets», el baladón «A Tout Le Monde» y la descomunal «Symphony Of Destruction», que no puede crear más caos con tan pocas notas. Cuando Shawn se quedó solo en su batería nos pensábamos que iba a llegar un solo de esos de batería que no llevan a ningún sitio, pero qué equivocados estábamos… La inesperada «Trust» nos golpeó a todos como uno de los grandes momentos del show, mientras la última «Peace Sells» cerró un gran bolo con remake de «Holy Wars…» incluido. Agradecido Mustaine a sus fieles, se fue ovacionado como merecía.
Fue una verdadera lástima que el sonido no llegara en condiciones a todos los rincones de Razzmatazz, porque lo que vimos los que nos dejamos la vida en las primeras filas dudo mucho de que volvamos a verlo. Allí todo reventó de manera impoluta, cada solo, cada palabra mascullada por Mustaine, cada redoble de batería. Increíble disfrutar de una obra tan genial como «Rust In Peace» de tirón, y más todavía con las pedazo de canciones que lo acompañaron. Al menos, los que estuvimos en el pit, podemos dar fe de que aquello fue una actuación impresionante, estratosférica. Y desde que Mustaine dejó toda droga o alcohol y se pasó al cristianismo, que esto es norma general en sus bolos con MEGADETH, así que por muchos años que le dure la fe. Gloriosos.
Texto: Pau Navarra
Fotos: Carlos Oliver
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