ARMA GATHAS…curioso nombre y unos totales desconocidos para mi, nunca había oído hablar de estos suizos antes de este «Death to this world», un disco con una portada muy sugerente que no deja entrever de ningún modo lo que tras ella se esconde, así que a investigar tocaba.
Tras indagar un poco pude comprobar que con razón nunca había nada de ellos, pues se trata este de su trabajo de debut, pero para nada son unos novatos pues en sus filas cuentan con gente de renombre como pueden ser Che Snelting, ex vocalista de los holandeses BORN FROM PAIN o el guitarrista original de los también suizos CATARACT, Simon Fuelleman, banda que siempre me ha gustado pero con quienes parece ser no debía compartir la misma dirección musical.
¿Y qué nos vamos a encontrar en este cd?, pues de entrada mucha rabia y mala uva mal gestionada, una banda que si bien tiene muchos puntos cercanos al death metal y algún que otro ramalazo tomado del metalcore, basa la mayor parte de su música en un hardcore sin miramientos que incluso en algún momento coquetea con el grindcore, recordándome temas como «The damage done» a los dioses del genero, que no son otros que NAPALM DEATH, con permiso de BRUTAL TRUTH y pocos más.
El disco comienza de forma prometedora, «Antagonist» es la intro instrumental que va allanando el terreno para «The rise and fall», un tema potente, poderoso y en cierto modo pegadizo, uno de esos temas que hacen que movamos la cabeza instintivamente, lo cual es bueno, pero mucho me temo que ahí acaba todo.
«Losing hope» ya tiene poco de lo escuchado en el anterior corte, nos encontramos con un estilo ramplón y un tanto carente de gancho, con alguno momentos que suenan a un punk embrutecido que no hace sino desconcertar al oyente, no es que a esta gente les falten cualidas, claramente se ve que a Simon va sobrado a las seis cuerdas, pero no aprovechan en absoluto sus cualidades.
En «The lies of man» parecen intentar retomar de nuevo las ganas por la melodía, cuenta con partes interesantes e ilusionan con una remontada sonora, pero finalmente todo se queda en agua de borrajas, ya que de aquí en adelante la falta de ideas es demasiado acusada, uno tiene la sensación de estar escuchando el mismo tema una y otra voz, no hay nada que haga resaltar a uno entre los demás ni nada que los haga más interesantes, lo que se traduce en un álbum muy difícil de escuchar de un tirón.
Con el potencial que tienen espero y creo que tienen un margen más que amplio para mejorar, el último corte del disco, «Our final breath – our last goodbye», suena bastante esperanzador y un tanto diferente al resto del redondo, los teclados incluidos son un soplo de aire fresco dentro de un disco repetitivo a más no poder. Solo el tiempo dirá de qué serán capaces, pero les queda mucho por andar.
Ángel Ruiz
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