Hace ya años que empecé a interesarme por estilos que no fueran simplemente death o black metal a piñón fijo, aunque todo sea dicho, sin experimentos raros, quizá ese aspecto sea un poco «metaliban», todo me gusta y todo me interesa, siempre dentro de unos parámetros de lo que servidor considera «metal», sea del palo que sea, pues cuando quiero otra cosa, recurro a otros tipos de sonidos, sin necesidad de mezclarlos. Para gustos…
Fue así como empecé a investigar cada vez en el viking, folk, pagan…y todo ese embrollo que al final viene a ser lo mismo en diferentes idiomas o con distintas creencias, unos géneros muy mal entendidos por algunas bandas más «mainstreem» (que no por ello dejan de gustarme), pero por fortuna aún quedan muchas formaciones que no pierden el norte pese a la popularidad de la que gozan en estos tiempos, especialmente las bandas de la Europa del este, países y lugares donde he conocido algunas de las formaciones más originales y a la vez autenticas de la escena, como es el ejemplo de los letones SKYFORGER.
Poco queda sus raíces más agresivas, pero siguen siendo una banda única y diferente, épicos, arcaicos y melódicos a la vez, oscuros y agresivos a la vez que alegres y festivos en algunos momentos, una mezcla de sonidos y sentimientos que una banda del montón jamás conseguirá, aunque consigan más fama y reconocimiento del merecido. Buen ejemplo de esa épica es el comienzo de «Curse of the witch» entre aullidos y redobles marciales, con unas guitarras que enseguida se recuerdan pese a una producción un tanto cruda, que no sucia, en el punto justo para sonar a la vieja escuela pero sin llegar a ser tan corrosivos como un tornillo como el azufre. En «Son of the mare» gana protagonismo la sección de instrumentos tradicionales aunque esas guitarras pesadas y sin virtuosismos siempre están ahí, y por supuesto la voz rota de Peter, santo y seña de la banda. Un tema más alegre y pausado que el anterior sin duda alguna, las gaitas le dan un aire muy festivo.
«The nine- headed» es un tema que inicialmente puede ser un tanto desquiciante, pero al entrar en juego las gaitas, flautas y demás todo parece cobrar sentido en un tema donde el doble bombo de Mazais sorprende en contraste con la forma de cantar de Peter, aunque en general se trata de un tema bastante alegre a diferencia de lo que auguraba su inicio, todo lo contrario que «Bewitched forest», un corte muchísimo más serio, casi melancólico en algunas partes si hubieran rebajado un poco el tempo, pero lo que está claro es que es más oscuro y sin lugar para alegres melodías.
El pequeño pasaje vocal que supone «In the yard of the father’s son», muestra perfecta del folclore de su país, contrasta claramente con «The devilslayer», el tema más rápido hasta el momento con diferencia, pero pese a su ritmo acelerado suena alegre y divertido, aunque siempre hay lugar para partes más lentas donde las guitarras se tornan rudas y ariscas. Una de las cosas que más llama la atención en esta gente son sus cambios constantes, y es que todo amago de fiesta y alegría desaparece con «The Stone sentinel», un tema muy cañero, pesadísimo, claro recuerdo de su pasado relacionado con el death metal, un corte poderoso como pocos sin necesidad de ir a cien por hora.
Una vuelta de tuerca más a su música es lo que supone «In the underworld», y es que las gaitas del principio sobresaltan a cualquier tras lo escuchado momentos antes, pero es increíblemente como mezclan voces rotas y claras, flautas y riffs pesado con doble bombo de fondo o partes lentas y repetitivas donde predomina la voz de Peter por encima de todo, desde luego nada que ver con lo que bandas como KORPIKLAANI, TURISAS o SKILTRON por nombrar algunas suelen hacer, y ojo, todas ellas bandas que me encantan. Por primera vez en el disco dos temas seguidos suenan parecidos, y es que «Black rider» comienza con un aire muy festivo, aunque rápidamente camina hacia senderos más oscuros y pesados, donde la voz de Peter se torna rasgada al máximo, muy cercana a lo habitual al black metal, un tema realmente desconcertante, primitivo, crudo, muy thrasher por momentos.
Con «The last battle» vuelven al ruedo del folk, pero un folk con fuerza y sin atisbos de ritmos de fiesta ni cerveceros, un tema para escuchar con calma y disfrutar de su oculta melancolía en los pasajes más melódicos, porque el resto vuelven a estar llenos de furia arcaica, muy diferente al tema que cierra y da nombre al disco, «Kurbads», donde el doble bombo campa a sus anchas, y aunque sin abandonar nunca ese aire oscuro de la banda, es sin duda un tema bastante marchoso y sobre todo rápido, sin descanso.
El folk, pagan, viking o cómo demonios queramos llamarlo es sin duda alguna un estilo muy mal etiquetado en mucho casos, ya que al menos para mi, son pocas las bandas dignas de llevar con orgullo dichas etiquetas, y esta es una de ellas dada su complejidad y espíritu guerrero, quizá esos sonidos de los países bálticos inicialmente se nos hagan un poco extraños, pero enseguida se les coge el gusto, palabra.
Ángel Ruiz
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