La traducción de NEGURĂ BUNGET viene a significar una densa niebla que desciende por bosques espesos. Nada mejor describe su música, su atmósfera, su entorno y todo lo que lo rodea. La antigua WICCAN REDE cuya temática central giraba entorno al vampirismo más tétrico se mudó con el paso de los años a los bosques más oscuros y afilados acantilados más destruidos por el tiempo y la oscuridad, NEGURĂ BUNGET supo crear y concebir un black más folk y autóctono que destructivo y anti-cristiano, los rumanos miraron a su alrededor y supieron poner notas a una oscura cultura pagana. Es innegable la excelente reputación que alcanzaron con su inmejorable «OM» allá por 2006. Únicos en su especie, mágicos y tétricos, oscuros, paganos, autóctonos… ese era el mundo de NEGURĂ BUNGET, esa densa y oscura niebla. Pero la niebla se volvió contra ellos, las disputas internas entre sus miembros fundadores, Negru, Sol Faur y Hupogrammos, terminaron con la marcha de estos dos últimos. Siempre es duro ver como la semilla que germinó en una banda se termina desmembrando, pero más duro es cuando se complican las cosas y se suceden los cruces de declaraciones. Sol Faur y Hupogrammos criticaban que Negru continuase con el nombre de NEGURĂ BUNGET y que no se hubiese cumplido la palabra de poner fin a la banda, por su parte Negru se escudaba en los contratos. Más complejo resulta todo cuando cada una de las partes esperaba que continuasen su camino con sus nuevos proyectos, (Negru con DIN BRAD y Sol Faur y Hupogrammos con DORDEDUH) lo que facilitaría el fin NEGURĂ BUNGET, pero no fue así. Y, a pesar de todo, aún así, este mismo año han regrabado su «Maiastru Sfetnic» de 2000 bajo el nombre de «Maiestrit». (Otro motivo por el cual Sol Faur y Hupogrammos se sintieron profundamente traicionados).
Pero, por suerte para la música, NEGURĂ BUNGET sigue en pie, y a pesar de los cambios tan dolorosos, no podemos negar, que «Vîrstele Pămîntului» conserva la vieja receta de hace 15 años y siguen siendo referencia obligatoria dentro de esta peculiar rama del black o del folk (según como quiera verse), continuando con su línea, el disco tiene constantes toques de folk, con innumerables elementos autóctonos y atmósferas lúgubres, muy oscuras, inspiran terror, con susurros en lenguas incomprensibles, con gritos y desgarros, es por aquí por donde parece que siguen conservando esa reminiscencia vampírica original, ese terror, esa atmósfera tétrica… esa densa niebla. Pero, como solo ellos saben hacer, son capaces de meter esos riffs multiescala inagotables, los guturales rasgados, la batería prominente, sin miedo a tener que enfrentarse a una flauta, una gaita, un xilófono o unos teclados.
En realidad solo lamento una cosa. Hace apenas una semana estuvieron por tierras madrileñas y un servidor no pudo asistir. Así que me quede con las ganas de ver a la nueva formación, saborear su nuevo redondo en directo, sentir ese olor a niebla que me cautivó en el 2008 cuando pude verles en una reducida carpa de W:O:A. Y más doloroso es aún, cuando hay auténticas joyas en su último lanzamiento.
Algunas de esas joyas como «Pamînt» con unos primeros compases espectacularmente autóctonos y un final brutal con los alaridos de Ageru apoyados en esos riffs tan envolventes e inacabables, característica principal de este álbum. No puedo dejar atrás tampoco a «Dacia Hiperboreana» que de nuevo mezcla ese toque tan rural y montañoso con la cavernosidad y oscuridad de su concepto de black; y por supuesto no podría ser menos «Ochiul Inimii» una de las mejores piezas que haya podido facturar NEGURĂ en toda su vida. Sublime. Especialmente cuando en el estribillo entran esas flautas maravillosas dándole al black un olor a folk simple pero magistral. También sobresale «Arborele Lumii» (aunque seguiré diciendo que los vocales limpios destrozan el tema por mucha épica que le otorguen). Curiosamente, según escribo estas líneas, me doy cuenta que las canciones que acabo de destacar son las piezas más largas del disco. Y es que, si por algo destaca NEGURĂ BUNGET, es por su increíble capacidad de mezclar distintas atmósferas, comenzar con susurros, con el miedo y el terror de un simple xilófono de madera, adornarlo con unos tambores de piel de cordero y convertirlo en folk, para incluso arriesgarse a meter lenguas antiguas (creo que hay algo de latín aunque pienso que es una lengua antigua de Rumania la que más usan) y sin miedo, incrustar esos riffs inagotables que no se acaban, descienden, ascienden, moldean y no se consumen, en cierto aspecto me recuerda a esas partes en las que OPETH pueden estar minutos dándole vueltas a una misma estructura de guitarra. Sinceramente, creo que los rumanos sean convertido en los únicos en lograr esta preciada mezcla de folk y black, que va más allá de la música y unas notas, es que toda su aureola inspira esa oscuridad, esa espesa niebla. Creo que esas partes más autóctonas no tendrían nada que envidiar a los grandes SUMMONING.
Por el camino, y entre medias de esas joyas que he querido resaltar anteriormente (donde creo que mis palabras se quedaron cortas) hay otros tantos cortes igual de buenos. Me apasiona «Umbra» con este toque tan «percusionado», una auténtica locura de bases rítmicas y disonantes con instrumentos autóctonos que al final logran que tengan ese ritmo tan sufrido y lloroso. «Chei De Roua» tiene las partes más black del disco pero de nuevo, meten ese registro vocal tan lineal, es como una voz hablando con un ritmo de encantamiento medieval, pero es que, sinceramente, parece tan forzado, con una voz tan antinatural… me ha costado muchísimo hacerme a esa voz y aún hoy, sigo pensando que no debería estar en muchas partes. «Tara De Dincolo De Negura» tiene una de las mejores guitarras del disco, con ese concepto de menos a más que tan bien desarrolla la banda. Y «Jar» que es una pieza completamente instrumental que bien podría servir para cualquier película ambientada en la edad media con tintes oscuros y terroríficos (son innegables sus raíces vampíricas)
Jorge Cárcamo
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