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PORCUPINE TREE + STICK MEN tocaron en Madrid

25 noviembre, 2009, 3:53 pm

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PORCUPINE TREE

+ STICK MEN

Domingo 22 de Noviembre de 2009 – Sala La Riviera – Madrid

De cátedra.

Con poner esto, podía dar por terminada la crónica. De cátedra.

Pero no sería de recibo no describiros lo que la noche del 22 de Noviembre nos regalo PORCUPINE TREE, sinceramente, no se me ocurre un único adjetivo que lo describa, pero fue sublime, mágico, único, enternecedor, intimista, salvaje, y sobre todo y por encima de todo, su música supo transmitir. Un tema que me gustaría tratar.

Hace cosa de un mes, estuve en el Progressive Nation liderados por DREAM THEATER y OPETH, creo, que dentro del género progresivo en su versión más alejada del extremo, los líderes en cuanto a prestigio, reputación y calidad (los tres adjetivos a la vez) son PORCUPINE TREE y DREAM THEATER. Pero, a parte de las diferencias musicales más que obvias entre una banda y otra, que haría que su comparación fuese imposible, hay un hecho que quiero destacar. Y es que PORCUPINE TREE sí ha sabido escoger ese camino en el que su música SÍ que transmite algo, dolor, amor, frustración, cariño… lo que sea, PT parece más cercano a tus experiencias a través de la música. Mientras que, de un tiempo a esta parte, vengo pensando que DREAM THEATER se ha alejado de ese camino y que su música se limita a una exposición de la técnica y la calidad por encima del «feeling» que debe transmitir. Ahora, comparando los dos conciertos, debo decir que PORCUPINE TREE ganó por goleada a esos que reventaron La Cubierta de Leganés. Esto no es una crítica a DREAM THEATER, su último disco me gusta, pero creo que cada vez se van dejando más por el camino la expresividad de la música (que por otra parte han sabido recuperar en algunas partes de algunas canciones de su último álbum, pero solo en algunas). En mi humilde opinión y resumiendo, PORCUPINE TREE me ha puesto la carne de gallina muchas más veces que DREAM THEATER. Sinceramente, todo esto a raíz de una interesantísima entrevista con Wilson horas antes del concierto, que espero podáis disfrutar de ella en breve, porque, no dejará indiferente a nadie y supo levantar en mi cabeza algunas inquietudes que se estaban manifestando. Dejando de lado esta humilde opinión de un servidor demos paso a lo que sucedió aquella noche.

La noche la abrirían STICK MEN. Sinceramente se me había despertado el interés en la banda cuando me informe de ella, con Tony Levin, Michael Bernier y Pat Mastelotto, los tres, con un pasado atractivo del nivel de KING CRIMSON, PETER GABRIEL, ALICE COOPER, PINK FLOYD y YES. Además, debía añadirle mi interés y curiosidad por el «stick», una especie de guitarra pero solo con mástil y que se toca mediante la técnica del tapping. Pero me temo que se quedó en eso, en saciar interés y curiosidad sin llegar a engancharme en exceso, con una elección desacertada de Tony como vocalista.

Con puntualidad británica salió a escena PORCUPINE TREE a las 20.55. Con una pequeña intro y descargando caña de la mano de «The Blind House». Ya me sucedió lo mismo el año pasado con su anterior visita, pero es que en directo, sus temas toman un volumen y una fuerza espectacular, el riff más «normal» del disco, se convierte en una inyección de fuerza en directo, creo, que es una banda que gana muchísimos enteros en directo. Le siguió «Great Expectations» y la cosa ya empezaba a estar clara, como vienen haciendo en su gira, nos iban a deleitar con el primer disco al completo de «The Incident», como debe ser. Un álbum, que está creado con una identidad conjunta y que no tiene sentido con canciones sueltas, el año pasado lo hicieron con «Fear Of A Blank Planet» así que la idea de Wilson, está clara, lo que se concibe como conjunto en disco, debe ser desarrollado como conjunto en concierto. Admirable. Y efectivamente, justo antes de «Kneel And Disconnect» Wilson habla al respetable para informar que se tocará el disco al completo y que no harán interrupciones entre temas. Dicho y hecho.

Es aquí donde entra, a mi modo de ver, lo que he comentado antes sobre la expresividad de la música, ya que este disco al completo, de seguido, tiene un significado y un sentimiento que en directo pone los pelos de punta sobre todo con esas partes más dulces de Wilson con la acústica como la mencionada «Great Expectations», «Your Unpleasant Family», «I Drive The Hearse», «Octane Twisted» o la mera electrónica «The Yellow Windows Of The Evening Train». No quiero dejar de comentar las imágenes que proyectaban en una pantalla tras ellos. Demuestra un Wilson exquisito en los detalles, con esas ilustraciones simbólicas pero cargadas de significado que a la vez te cuentan una historia, van de la mano de la música, la engrandecen. Imágenes sencillas como un tren recorriendo paisajes durante un corte más calmado, o una joven recortando la cara en todas sus fotos, una familia al completo con rostros difuminados o la bella historia de «Lazarus» con el niño en el balancín. Es sencillo pero complejo, todo adquiere un significado en su conjunto y eso le da más sentimiento a toda su música. Sinceramente, no se podía esperar nada menos de una de las bandas con los mejores art-book.

Como ya dije, tocaron al completo el primer disco de «The Incident» con su momento de gloria entorno a «Drawing The line», «The Incident» y, por supuesto, «Times Files». A pesar de que pudiesen pecar de aburridos y excesivamente calmados en algunas partes, la fuerza con la desmigajan cualquier riff levanta el ánimo con una rapidez inusitada, sin duda, una faceta con la que creo que mucha gente se sorprendió.

Tras este repaso a «The Incident» se retiraron a descansar unos minutos mientras un reloj nos mostraba la cuenta atrás, y con el 00:00:00 iniciaron «The Start Of Something Beautiful» sin duda, una de las mejores canciones de PT y que disfruté a más no poder cargada de sentimiento y rabia hacia quien pensó «que aquello era el comienzo de algo bonito, pues piénsatelo otra vez». Mágico. La única visita a «Lightbulb Sun» vino con «Russian On Ice», una de las mejores elecciones para representar el disco, y luego, sin apenas tiempo para respirar los acordes más ásperos de «Aneshtetize» abren veda a uno de los temas que más fuerza pueden transmitir en directo, aunque, esta vez, solo fue la segunda parte del tema (la mejor todo ahí que decir) y el público la recibió con la pasión y la fuerza que se merece.

Esta segunda parte del concierto es radicalmente distinta a la primera, con un componente más agresivo pero sin olvidar el trasfondo expresivo de su música, pero, como no, nos tenían que sumergir en el remanso de emotividad con «Lazarus» y luego desgarrarnos con «Strip The Soul». Estábamos ante una de las mejores elecciones de set-list de los británicos (aunque en realidad varía muy poco respecto a lo que están tocando en otros países). Volvimos a «The Incident» con «Remember Me Lover» y cerraron filas con «Way Out Of Here». Y aún faltando el bis de rigor, aquello ya se había convertido en una noche mágica e increíble.

Tras el segundo descanso y momento de deleite de la banda con vítores y cánticos, aparecen en escena con «Sound Of Muzack». Respiramos hondo. No se la pueden dejar. Wilson coge un patito y habla de que la próxima canción es una ironía, con tintes cómicos pero con mucho sentimiento así que, dice que es hora de «Free Bird»…pero se decide, «es una broma. Trains». La sala estalla, rebosa alegría y felicidad ante uno de los temas que debería pasar a la posteridad de la historia. Y como siempre, en ese momento que se para toda la música, Wilson presenta a su banda uno por uno mientras Barberi pone música dedicada a cada mencionado, a Gavin Harrison música de mago mientras hace un pequeño truco con una toalla, a John Wesley el «Born In USA» porque es de ese gran país (palabras irónicas de Wilson), a Colin Edwin le planta una canción donde se repite constantemente la palabra canguro puesto que es de Australia y al propio Richard Barberi, Harrison le recibió con la batería. Me faltó que alguien de la banda presentase a Wilson para que pudiese recibir nuestro afecto. Entonces, retomó «Trains» con esa parte de palmas que crece y crece y crece hasta que volvimos a estallar.

Aquí acabo todo.

Por favor, no me gustaría olvidarme y hacer una mención especial al señor Gavin Harrison, una de las mejores baterías del momento en lo que se refiere a flexibilidad de sonido, es como una nube, etérea, que se adapta a todo su kit, fluye y rebota, una sutil fiera encerrada deseando expresarse con cada golpe. Un genio.

Lo dicho, de cátedra. De cátedra.

Set-List: