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+ TESTAMENT
Viernes 31 de Octubre del 2008 – Palacio de los Deportes – Ciudad de México
…Y finalmente JUDAS PRIEST regresó a México. Muchos (incluyéndome) creímos que la pasada visita en el 2005, promocionando su álbum de reunión «Angel of Retribution» podría haber sido la última. Los años pasan y afectan, y prueba tangible de ello fue la pobre y lamentable interpretación de Rob en aquélla ocasión. La entonces impensable y espectacular presencia del legendario quinteto sobre el escenario, fue eclipsada (y por mucho) por David Coverdale y su gran Serpiente Blanca. ¿Sería posible un desquite? Para este tour, JUDAS venía lujosamente acompañado por los americanos TESTAMENT, como una ligera calentada de motores a lo que será el PRIEST FEAST europeo que arranca en Febrero del próximo año con las dos bandas más MEGADETH.
La noche anunciaba un gran espectáculo, y no iba a defraudar a nadie. Muchos teníamos curiosidad por ver nuevamente a TESTAMENT (yo los vi hace más de 10 años en el Ex Balneario Olímpico de Pantitlán, pero me los perdí en Abril del año pasado) y por tanto se esperaba una gran entrada en el recinto. Chuck Billy y compañía en esta ocasión sólo tendrían unos 40 minutos para su set, por lo que la selección se centró más en su última producción, «The Formation of damnation», que en profusión de clásicos. Eran las 20:30 de la noche cuando las primeras notas de «Over the wall» irrumpirían a través de los altavoces provocando el alarido de la masa. La mancuerna thrashera Chuck – Peterson venía acompañada por su compañero Greg Christian en el bajo, Paul Bostaph (¡bárbaro!) detrás de la batería, y Glen Drover (EIDOLON, y también ex-MEGADETH) sustituyendo a Alex Scholnick en la otra guitarra esta vez. «Into the pit» vino a continuación y aquí nos quedaba claro que Chuck y su vozarrón de poseído es brutal y no tiene comparación. Este cantante tiene una presencia impresionante, su cuerpo no está proporcionado (no logro definir todavía que es lo que tiene de raro) pero un jabalí diabólico sería la forma mas cercana para definir su figura en mi opinión. «The new order» y «Practice what you preach» continuarían con ese bombardeo de clásicos mientras que un mosh pit arremolinado era lo único que se veía desde el palco donde nos situaron a la prensa.
TESTAMENT es thrash a morir y los aztecas saben como celebrarlo… Después de algunas palabras para el público y regresarían con «More than meets the eye» y «Henchmen Ride». La banda suena perfecta, como si desde sus inicios siempre hubieran sido los mismos. Por supuesto que se extraña a Alex, pero Glen tiene lo suyo y lo hace efectivo. ¿Y qué podemos decir de Paul? Es una afortunada mezcla entre lo bestial y lo técnico. Preciso como pocos, su ejecución se eclipsó tal vez por el saturado audio que distorsionaba toda la instrumentación. Aún así, incluso desde lejos se vio que Paul toca realmente bien. «Do not resucitate» (DNR para los familiarizados) y «3 days in darkness» fueron las siguientes y entre medias un solo «doblado» por las dos guitarras espectacular… Siempre he pensado que hay momentos que consagran un concierto, y ver a Peterson y Drover soleando de un lado del escenario, Chuck casi hincado al otro lado y Greg batiendo furioso las cuerdas de su bajo en absoluta comunión con Paul Bostaph es un gran recuerdo que me llevo para siempre. Amarraron el broche final con «The Formation of Damnation» (buen track que da nombre al nuevo disco) y la banda se despidió bajo grandes aplausos de un público impaciente pero perceptivo y respetuoso a la banda en este caso telonera. Baquetas y púas al aire, el «jabalí demoníaco» levantando ambos impresionantes y tatuadísimos brazos;, y toda la banda en definitiva agradeciendo profusamente la reacción de su gente. Y todavía nos faltaba lo mejor…
Hace poco hablaba con un amigo acerca de las nuevas producciones y «regresos» de bandas clásicas. Él afirmaba que le daba absoluta flojera escuchar nuevos discos de clásicos. Por supuesto que hay excepciones, pero la charla se tornó en discusión y en algún momento abarcó el «Nostradamus»…»¿Una banda clásica haciendo un álbum conceptual a estas alturas?» criticaba él, – «¿qué tiene de malo? ¿Puede ser el álbum que les faltaba en su discografía» – dije yo… Está claro que el plan radical que han asumido algunos fans para con el nuevo disco de JUDAS PRIEST es polémico. «Hay que andarse con cuidado en el Otoño de la existencia» diría un amigo, escritor frustrado. «¡No jodas!» le contesté.
Ver a JUDAS PRIEST es toda una experiencia, sea el año que sea, y este concierto lo confirmó. Para empezar, el escenario estaba perfectamente diseñado y «engalanado» como pocos: Tres plataformas, arriba al centro la batería, abajo al fondo una puerta… y enmarcado todo por un gran telón con la portada del disco y unas luces rojas en donde van los ojos de la imagen. Sonido perfecto, da hasta escalofríos recordarlo. Fuera luces y «Prophecy» como comienzo y preámbulo del espectáculo. Glenn, K.K., Ian y Scott en plena forma haciendo sus clásicas coreografías con un nuevo tema. La gente que ya había escuchado el nuevo disco se mostró entregada totalmente. Otros, (las que no) no tanto. Al momento de entrar la voz todo el mundo buscaba a Halford, pero no fue sino hasta después de algunos segundos que apareció sobre la plataforma izquierda y arriba. Enfundado en una capa plateada, báculo en mano (¡¡con el símbolo de la banda!!) y cantando casi mirando al piso como es su reciente costumbre. ¿Qué mas se puede pedir?… Siguieron con «Metal Gods» y ahora sí la gente salió de su estupor.
Glenn, K.K. y Ian (bien plantado en su sitio como siempre) balanceando guitarras y crines saludaron a la Ciudad más contaminada de Latinoamérica con su heavy metal clásico como el vino tinto. Rob salió con nuevo vestuario, chaleco, y pañuelo amarrado a la calva. En realidad cambió de cazadora casi en cada canción, cosa que personifica más su figura a un frontman de grandes y casi galácticas ligas. «Eat me alive» y «Between the hammer and the anvil» siguieron con la noche y el público no lo podía creer, sobre todo con la primera, que sonó perfecta, como si escucháramos un CD en vivo. Empalmada con «Between …», «Devil’s Child», y después la clásica entre clásicas y probablemente mas versioneada en el mundo «Breaking the Law». Ya sé que hemos escuchado millones de veces esta canción y que casi todas las bandas (metaleras y no) la tocan alguna vez en sus inicios. Pero NUNCA va a haber comparación con escucharla en vivo y con la voz original. Rob Halford en el micrófono es único y ya se había sacado la espina de hace tres años. Aquí cantó muchísimo mejor que en aquel 2005 y demostraba porqué es el auténtico Dios del metal. Recuerdo haber grabado con el móvil algunas canciones en el pasado concierto, y al reproducirlas se notaba a una banda cansada y tocando con un ritmo más lento. En este concierto no pasó eso en absoluto, y es que tuvieron una ejecución impecable.
Otra de las sorpresas de la noche fue sin duda «Hell Patrol», que hizo delicias en los asistentes, y de distintas generaciones. Ver y escuchar la canción fue de lo mejor en la noche. Desde abajo la impresión fue la de una canción bien coreografiada y con sólos perfectos, naturales, sin prisas. Arriba, en la batería, nos encontramos a Scott haciendo un excelente trabajo, malabares perennes y miradas de simpatía hacia Rob que andaba rondando como un loco entre las plataformas. Una breve pausa y la entrada de un tema del nuevo CD venía a engrosar la historia del concierto. «Death» fue la seleccionada y durante sus siete minutos y pico que dura haría una extraordinaria representación del tema. Quien haya escuchado el nuevo CD completo sabrá a que me refiero. ¿Cómo evitar que se ponga la piel de gallina al ver a Rob Halford salir de la puerta central del escenario sentado en un magnifico trono, empujado por un encapuchado? IMPRESIONANTE (¿alguien en estos momentos me puede decir el significado de la frase «Otoño de la existencia»?) Les aseguro que cualquier otra banda en cualquier otro concierto o Festival hubiera hecho un gran ridículo con el vocalista saliendo al escenario en un trono. Aquí no porque los tronos se reservan solamente a bandas de la talla de JUDAS PRIEST y el espectáculo fue extraordinario.
«Dissident Agressor» (gran trabajo vocal) y la sensible «Angel» (por cierto, única balada) continuaron con el concierto antes de un cambio del telón gigante al fondo. Un enorme ojo color azul eléctrico anunciaba y confirmaba el siguiente corte: «Electric eye» y su inseparable y nostálgica intro, «Hellion», desencadenarían otro de los mejores momentos de la noche. Cabezas agitando cerebros y médulas, ritmo absolutamente rockanrolero y riffs honestos, quien tenga sangre en el corazón sabe de lo que hablo. De hecho, ésta fue una de las canciones más coreadas. Terminando, el álbum «Defenders of the Faith» mandaría su representante encarnado en «Rock Hard, Ride Free» para deleite de todos. ¿Cómo se escucha esta canción en vivo? FENOMENAL. Siguió «Sinner» que Halford aprovechó para caminar al extremo derecho del escenario y saludar aquélla parte de la audiencia. Tipton hizo lo mismo del otro lado. Tras otra breve pausa, Scott empezaría un solo de batería que ya es clásico entre clásicos: «Painkiller» es por mucho una de las mejores canciones de metal de la historia, y escucharla en vivo por los creadores emociona al extremo. Las guitarras sonaron espectaculares y de verdad, nadie debe perderse la ejecución PERFECTA de los sólos. Rob hace tiempo que no canta igual, pero aquí demostró que sigue siendo un Dios, pues hay que hacer un esfuerzo adicional para sacar esos agudos, pero la rabia y sentimiento es exáctamente el mismo de antaño. En este punto la banda se despidió unos momentos para preparar el encore.
Una Harley Davidson rugiendo sobre el escenario y un par de riffs metaleros a tope iniciaron «Hell bent for Leather», que Rob cantó casi toda sobre la motocicleta. Coreografía incluida, memoria añeja, y casi 15.000 corazones palpitando al unísono prepararon otra súper clásica: «Green Manalishi», que convirtió el concierto en una fiesta rockera y que nadie querría que terminase. Puños arriba, air guitars, coros a todo pulmón en los momentos precisos (hasta para acompañar el sólo de guitarra)… toda una fiesta del metal. El Palacio de los Deportes retumbaba y parecía a punto de desmoronarse como terrón. Finalmente fueron las notas de «You’ve got another thing coming» las que cerrarían tristemente el concierto.
Si bien JUDAS PRIEST decepcionó a muchos en 2005, aquí encantó a todos y vino a remendar (con remache de metal, por supuesto) malos testimonios anteriores. Europa y España verá el próximo año el mismo cartel más MEGADETH y eso es envidiable. Y es que el sacerdote de metal no está de regreso, sino que simplemente nunca se ha ido. Excelente concierto.
Gracias a Luis Jasso y a OCESA por las facilidades para hacer esta reseña.
Texto: Victor Varas
Fotos: Fernando Aceves (OCESA)
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