¡¡¡¡¡Por fin!!!!! Es lo que mi cabeza dijo cuando pude escuchar el nuevo disco de AC/DC. El grupo con el que entré en esta música, hace ya 29 largos años. La banda sonora de mi vida, sobre la que vuelvo una y otra vez. Al único grupo al que se lo perdono todo. Y sobre el que me cuesta tolerar las críticas. Aunque a veces no quede más remedio que hacérselas. 8 años. 8 largos años en los que la música ha evolucionado, en los que para algunos parecían haber desaparecido hasta que vuelven a emerger. Dispuestos a conquistar un trono que nunca se les debería haber disputado. Hace años, cuando el mundo de la música era mucho más inalcanzable las portadas se repetían una y otra vez: AC/DC, los Reyes del Hard Rock. Nadie lo discutía. Y menos cuando a semejante frase se le acompañaba la foto de Angus en pleno éxtasis guitarrero. Hoy, en una música globalizada, clonada una y otra vez, con decenas de subestilos y miles de grupos, de nuevo aparece el combo que marcó un par de generaciones para decir: aquí estamos, nunca nos fuimos, simplemente estábamos descansando.
La expectación ha sido inmensa. Meses y más meses con filtraciones de noticias. Con un disco que parecía no acabar de salir a la venta nunca. Con retazos que íbamos conociendo para poner si cabe los dientes más largos. Y finalmente la música. En su estado puro. El Rock and Roll que se resiste a modas que vienen y van. La electricidad que salta como una chispa y se expande a golpes de riff: «Black Ice» disponible.
Todos los discos de AC/DC suenan a AC/DC. Parece una verdad de perogrullo. Es marca de la casa. Y muy pocos fans aceptaríamos que no fuera así. Para ellos no ha habido etapas muy definidas, más allá del cambio obligado de Bon Scott por Brian Johnson. Si oímos su discografía una y otra vez descubrimos que esta afirmación tampoco es monolítica. Son inconfundibles, pero no es cierto que todos los discos sean tan parecidos. De ser así ¿alguien podría entender que lleven 35 años en lo más alto? Y «Black Ice» no es una excepción. Tiene poco que ver con «Stiff Upper Lip» o «Ballbreaker» y sin embargo nos retrotrae a los tiempos de «Flick of the Switch» e incluso a «Blow up your video», denostados en su día y recuperados con el paso de los años. Pero tampoco es un clon de estos. Jonna supera con creces el trabajo vocal de aquellos días, y realiza uno de los discos más completos de su larga carrera, además de tener una producción acorde a los tiempos en los que vivimos que permite disfrutar como se merece al alma escondida al lado de la batería, al otro Young que no viste de colegial.
AC/DC no experimentan nunca. Otro de esos axiomas que parecen ser intocables y que vuelve a caer por los suelos. Desde el propio lanzamiento de diferentes versiones, con colores distintos de portada, incorporando más material a sus ya antológicas espartanas presentaciones de disco, pasando por temas que se convierten en rara avis dentro de su carrera. No hay más que escuchar «Anything Goes» para quedarse boquiabierto ante un tema cuya melodía y aire comercial era casi inédita hasta la fecha. O disfrutar con «Stormy May Day» y la incorporación del slide guitar, muy poco o nada utilizado hasta la fecha. Incluso la cantidad de temas incluidos, 15, que lo convierten en el disco en estudio que incluye más temas de toda su carrera. Una cantidad que podría considerarse excesiva de no ser por las ganas que había de nuevo material.
Así pues, y con todos estos mimbres, uno se pregunta si este será un disco más dentro de su larga carrera o se convertirá en una grabación mítica a la altura de «Back in Black» o de «The Razors Edge», por citar 2 obras muy distintas y alejadas entre sí, pero ya aclamadas como históricas y la respuesta, a día de hoy, con apenas una docena de escuchas, es que no llega a la categoría de obra maestra. Sí hay temas impactantes. Canciones que tienen el sentimiento eterno que hace a AC/DC tan grandes, pero el sabor final es que le falta un poco, un «pelín», pero que es el necesario para convertir algo bueno en algo grandioso. Puede ser que la gran cantidad de temas, que afortunadamente tienen una duración razonable, haga necesarias muchas más escuchas. Y que, como siempre ha pasado con sus trabajos anteriores, haya que recuperarlo una y otra vez para descubrir matices desapercibidos las primeras veces.
En el apartado del sonido sí que estamos ante un disco que cumple los cánones de calidad que hoy exigimos. Limpio y rotundo. Con todos los instrumentos reclamando y consiguiendo el protagonismo debido. Sin que la batería de Phil Rudd, tantas veces oculta, se esconda esta vez. Permitiendo seguir los ritmos que marca Cliff Williams y disfrutar con el espíritu endiablado de Malcolm. Y sobre todo, un trabajo casi perfecto en la producción de las voces. Sin duda el trabajo de Brian es de lo mejor que podemos oír comparándolo con los discos anteriores.
La música, los más importante, se nos muestra en 15 cortes que oscilan entre los poco más de tres minutos de «War Machine» y la «algo» más larga «Rock´n´Roll Dream», pero en cualquier caso, fieles a su historia, todos los temas son breves, concisos, directos. Esta vez los estribillos no son tan rotundos como en otros discos, y posiblemente uno de los problemas que podamos achacarle a Black Ice son las pocas canciones que desde el primer momento se vean como clásicos futuros.
El tema de apertura, «Rock´n´Roll Train» es puro AC/DC, una vez más atemporal, rockero y pegadizo. La mejor manera de abrir boca con una canción directa que gustará a todos, incluidos a los más reacios a disfrutarles. Seguida por «Skies on fire» un tema precioso, no tan rápido con Brian maravillando en todas las estrofas, especialmente en momentos en los que sube hasta donde alguno pensaría que nunca llegaría.
Con «Big Jack» podemos disfrutar del booggie eléctrico más clásico. Excelente la base rítmica, a base de una batería tan sencilla como efectiva y un bajo matador. Aquí sí, un estribillo digno de cantar a voz en grito, levantando el puño. Y a continuación el tema más controvertido del disco, «Anything Goes», una canción que de no estar firmada por AC/DC podría ser parte de un enloquecido Brian Adams, con toques que recuerdan incluso a Springsteen. Melódica, vacilona y perfectamente indicada para sonar en cualquier emisora de radio, es necesario oírla muchas veces para cogerle el puntillo. A mí es el tema que más se me ha atragantado. Y aunque reconozco que poco a poco me voy acostumbrando a ella, es que menos me ha gustado. Sin duda esta puede ser una opinión minoritaria, pero prefiero los AC/DC de otras tesituras. Como por ejemplo la que ofrecen en «War Machine» con cierto regusto al riff de «Given the dog a bone», uno de mis temas favoritos de toda su historia. Son dos concepciones absolutamente diferentes y lo grande es que los australianos han conseguido unirlas, una a continuación de la otra, de forma que nadie quede insatisfecho.
«Smash´n Grab» sin embargo vuelve a ser un tema que cuesta entrar. Un tema a medio tiempo que no aporta gran cosa y que podría haber quedado perfectamente como cara B de un sencillo. Mucho mejor es «Spoilin´ for a fight» donde de nuevo la voz de Brian es sobresaliente y los riffs de Malcolm desprenden calidad. Otra vez volvemos a cantar un estribillo moviendo el cuello al ritmo que Cliff Williams nos marca.
«Weels» es un tema que va ganando según avanza hasta llegar al estribillo, alegre y muy marchoso. Es otra canción que perfectamente puede llegar a ser número uno. Tanto por el incremento de ritmo como por la guitarra de Angus, jugando en un segundo nivel hasta que alcanza el protagonismo en el solo, el cual termina de forma absolutamente genial.
Con «Decibel» es imposible dejarse llevar a los discos ochenteros del grupo. Esa forma de mezclar las guitarras y mantener un tempo de blues enloquecido y electrificado hace del tema una auténtica delicia. Aunque si me tengo que quedar con una canción, sería con «Stormy May Day» y sus slide guitars a la vieja usanza. Una especie de rock sureño y descarnado, pasado deliciosamente de vueltas. Fantástica. Tal vez la parte intermedia desmerece un poco pero aun así cuando la voz de Jonna acaricia el micrófono segundos antes de terminar, los pelos llegan a ponerse de punta.
«She likes Rock´n´Roll» de nuevo vuelve a bajar el pistón. Es un tema perfectamente reconocible, pero también de esas canciones que acaban ocultas en su discografía. Y no le hace especial bien un estribillo demasiado machacón, ni tan siquiera escuchar la voz de Angus, cascada como pocas, en una parte del estribillo.
Siguiendo con temas a medio tiempo, «Money made» se hace también bastante machacona. Es una canción en la que las líneas de guitarra tardan en hacerse con el protagonismo, aunque al final llegan a mejorar algo el conjunto. Incluso el solo de Angus resulta algo insulso.
«Rock´n´Roll dream» arranca nuevamente a ritmo de blues, pero el sentimiento que desprende llega mucho más directo. Sube y baja, siendo otra de las canciones que mejoran el conjunto del disco. La voz suena mucho menos aguardentosa de lo que es habitual en Brian, y el conjunto hace que incluso en momento parezca ser un tema de otro grupo diferente. Una perla para descubrir, sin duda.
Cachondeo y fiesta. Siempre serán sinónimos unidos a AC/DC y «Rocking all the way» encajaría perfectamente con esos argumentos. Pero un poco más de fuerza la habría hecho perfecta. Da la impresión de que le falta un punto de «punch», un poco más de garra tal vez.
El disco llega a su final con «Black Ice», otro tema de esos que se hacen complicados de escuchar. Algo confuso en algunos momentos, echo de menos un estribillo o unos coros más contundentes. Resume de alguna manera el conjunto general. Notable pero sin llegar al sobresaliente deseado.
Una y otra vez suena el disco en mi reproductor de CD. Y ahora también en mi plato, gracias a la edición en precioso vinilo doble. Y cada vez que la aguja empieza a rasgar el surco de «Rock´n´Roll train» agradezco a AC/DC que nos hayan brindado otro disco. No importa que haya temas que piense que podrían ser mejores. Me da igual que haya algunos altibajos. Y es que «Black Ice» hay que escucharlo en su conjunto, como todos los discos de AC/DC. Por ello comprendo su negativa a vender el disco troceado a través de I-Tunes. Es una obra que se paladea en toda su amplitud, con lo bueno y con lo mejorable. Es un disco de los que ya no se graban y por eso gustará a muchos y será denostado por algunos.
Es lo de menos, son AC/DC y han vuelto. Y eso es lo único, eso y lo que marca el espíritu de la banda, el Rock´n´Roll más esencial y primario. Felicitémonos por ello y esperemos que sigan ahí, por muchos años, permitiéndonos decirles a voz en grito, «AC/DC, We salute you!!!»
Fernando Checa García
Track list:
- Rock ‘n Roll Train
- Skies On Fire
- Big Jack
- Anything Goes
- War Machine
- Smash N Grab
- Spoilin’ For A Fight
- Wheels
- Decibel
- Stormy May Day
- She Likes Rock N Roll
- Money Made
- Rock N Roll Dream
- Rocking All The Way
- Black Ice