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Sábado 22 de Septiembre de 2007 – Sala Copérnico – MADRID
Como dice un colega mio técnico de sonido de una conocida sala madrileña, hay grupos que suenan solos, lo único que hace falta es ecualizarlos y ellos hacen el resto. No es algo tan sencillo como parece, aunque debería ser así, pero la experiencia de muchos conciertos a nuestras espaldas siempre nos demuestra que hay bandas que suenan y otras que no.. Algunas necesitan de «trucos» de sonido, samplers, etc, y hay otras que sin embargo ya sea en un recinto más grande o más pequeño, en un local de ensayo, o donde fuere, sencillamente suenan. Es la misma sensación que pude tener el pasado mes de agosto viendo a Queensrÿche en La Riviera, y es la misma que tuve viendo a AFTER FOREVER en Copérnico, una sala que hizo gala de su mejor sonoridad para albergar con un aforo medio a un sexteto que estuvo inconmensurable y pletórico en apenas hora y media raspada de actuación. A destacar una impecable labor rítmica de Luuk y Andre, unas poderosas guitarras de Bas y Sander (quien denota en directo que él es el motor que mueve a la maquinaria del grupo tras la salida de Mark Jansen hace años) unos teclados preciosistas cortesía de Joost, y una Floor que me dejó impresionado con el torrente de voz que posee, sin flaquear en ningún momento, pese a que a mitad del concierto nos pidiera que intentáramos no fumar ya que ello le estaba afectando a la garganta, aunque a nosotros no nos lo pareciera.
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El set list elegido supuso un paseo por toda la discografía de los holandeses, recorriendo su etapa gótica del principio, combinada por otras más heavies a veces, más experimentales otras, de sus discos más recientes, pero denotando siempre una calidad tanto compositiva como interpretativa de altos octanajes.
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Sin banda telonera y con todo preparado, empezaron el concierto igual que su último disco homónimo con los poderosos teclados de «Discord» y ese dueto brutal de voces entre Floor Jansen y Sander Gommans. Desde el primero momento ya podíamos ver a una banda muy bien conjuntada, disfrutando sobre el escenario de la interpretación de su música y, que como decía al principio sonaba perfectamente, basando su espectáculo precísamente en eso, y obviando otro tipo de elementos ajenos a lo que es la música en si. La majestuosidad de «Discord» se fundió seguidamente con la caña de «Transitory», también de su última obra «After Forever».
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No tardaron en dar el primero de los repasos a «Dechipher», que para muchos aún es la obra cumbre de la banda, primero con los sonidos arabescos de «My Pledge of Allegiance 1» (con el inevitable recuerdo hacia Mark Jansen y su gusto hacia estos sonidos) seguida de «Monolith of Doubt».
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Una corta introducción de los teclados de Joost van den Broek nos transporta al nuevo y ultramelódico single «Energize Me», el cual adquiere una nueva dimensión sonora en directo, convirtiéndose en uno de los momentos más celebrados de la noche. Nueva vista atrás, y nueva mirada a «Decipher» con la ultra cañera «Stranged». Otra mirada al pasado más reciente, con la primera mirada a «Remagine» de manos de «Face your Demons», tirando por terrenos más progresivos, los cuales adquirieron su mayor plenitud en «Digital Deceit», única representante de esa maravilla de disco llamada «Invisible Circles» -que a día de hoy sigue siendo mi favorito de AFTER FOREVER– y que sonó pletórica, grandilocuente; enorme en definitiva.
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De nuevo se metieron con el último disco, con «Lonely», bonus track del mismo (y que tocaron dejando en el tintero otras, cosa que no entiendo) y la caótica «De-Energized» (otra quizás de las menos esperadas). «Being Everyone» supuso el segundo momento melódico de la noche (junto a la ya mencionada «Energize Me») poniendo la sala patas arriba cantando el estribillo voz en grito.
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En este punto Floor decide tomarse un descanso, y el resto de sus compañeros atacan con la versión de Metallica «For Whom the Bell Tolls», cantada magníficamente por el guitarrista Bas Maas, quién dio un grito espeluznante al final de la frase «It’s the last time your will». Las últimas referencias al disco «After Forever» vendrían de manos de «Equally Destructive», y ese ritmo tan a lo «Dead Gardens» de Nightwish y la compleja «Dreamflight», canción de más de once minutos con reminiscencias al pasado de la banda, alternando partes acústicas con cañeras, otras sinfónicas, etc, tras la que se despidieron brevemente antes de encarar el único bis.
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La vuelta al escenario supuso un nuevo repaso a sus comienzos discográficos, esta vez con «Forlorn Hope», canción que cerraba «Decypher» y los aires arabascos de «Follow in the Cry», única representante del álbum «Prison of Desire» con la que se despidieron definitívamente.
Un buen concierto en definitiva, de un grupo al que llevo siguiendo bastante tiempo y con el que la suerte siempre me había sido exquiva a la hora de verlos en directo, hasta esta ocasión. Sobria puesta en escena del sexteto que, como decía al principio apuesta todas sus bazas en la sonoridad de sus canciones, obviando otro tipo de elementos escénicos.
Texto: J. José Jiménez.
Fotos: Rafa Basa
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