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Un año más nos resultó imposible faltar a la cita con uno de los festivales de Rock que se celebran en Europa.
Bien es cierto que el hecho de que no se agotaran las entradas días antes del comienzo del festival como en ediciones precedentes dan fe que el nivel en cuanto a bandas se refiere es algo inferior a años anteriores. En esta ocasión, el festival abarcó cuatro días en lugar de tres, aunque el primero resultó bastante más flojo que el resto.
Miércoles 6 de junio
Día idóneo para visitar sin prisa la gran cantidad de puestos en los que podrás arruinarte en cuestión de minutos gracias a las joyas tanto en CD como en vinilo que puedes encontrar, aparte de ropa, chupas y pantalones de cuero o incluso cuadros al óleo de tus bandas favoritas.
Después de ver por encima la descarga de la banda del ex-WASP Randy Pipers, el cual no se conserva en su mejor forma ni mucho menos, esperamos hasta las 22:00 para comprobar si los glammers CRASHDIET hacían honor al ruido que están haciendo en el panorama actual.
Si el año pasado la banda sueca revelación fue HARDCORE SUPERSTAR, en esta ocasión CRASHDIET pusieron los pelos cardados, el maquillaje y las poses macarras en el Gibson Stage.
El repertorio se basó en su hasta ahora único álbum «Rest in Sleaze» además de un par de temas que seguramente aparecerán en el que saldrá a la venta en breve, en el cual, por cierto, ha colaborado el mismísimo Mick Mars de los CRÜE.
El poder de convocatoria, en efecto, fue importante y el stage se petó de chavales de 20 años llenos de laca con camisetas de POISON y MÖTLEY CRÜE. La banda presentó nuevo cantante, tras el trágico suicidio de Dave Lepard con tan solo 26 años, el cual lo hizo bastante bien a pesar de no tener la presencia de Dave. Los temas más coreados fueron «Breakin’ the chainz» y «It’s a miracle».
A la misma hora, ANNIHILATOR descargaba su thrash metal ante los seguidores más heavys en el Zeppelín Stage, obviamente con mejor sonido del que disfrutaron en su reciente venida a Madrid.
Waters y los suyos dispusieron de 75 minutos para atacar los oídos de los asistentes con sus riffs asesinos. El concierto en general estuvo más que aceptable con temas bien escogidos de toda su discografía: comenzaron con 2 nuevos, «Operation annihilation» y «Clown parade» aunque las más coreadas entre las primeras filas fueron «Refresh the demon», «Set the world on fire», y su tema más clásico «Alice on hell». Lo que más sigo echando en falta en esta banda es a un vocalista de verdad que se dedique exclusivamente a la labor vocal y así los guitarristas puedan hacer su trabajo como es debido, amen que Jeff Waters no tiene la voz poderosa que el power-thrash de ANNIHILATOR demanda.
El primer día de festival casi concluía y a las 23:00 en punto todo el mundo tomaba posiciones frente al Sweden Stage, (los dos escenarios principales no se abrirían hasta el día siguiente) para ver al cabeza de cartel de la noche: AUSTRALIAN PYNK FLOYD SHOW.
No hace falta dar mucha explicaciones: grupo de versiones de la mítica banda progresiva, que con buenos medios (gran equipo de sonido, diseño de luces espectaculares, proyecciones iguales a las de los originales y hasta canguros gigantes hinchables) nos otorgaron un show muy agradable tanto a nivel visual como instrumental clavando uno a uno los clásicos de tan mítica banda.
En cualquier caso me faltó un grupo de más peso para cerrar como cabeza de cartel un día de festival, peeero……
Jueves 7 de junio
El jueves amaneció de la misma manera que el resto de los días que duró el evento, con un sol que sentenciaba y quemaba las blancas espaldas de los suecos.
De entre las 28 bandas que tocaban ese día solo pudimos disfrutar de 10 de ellas, con todo el dolor de nuestros corazones, pero no daba tiempo material para más.
A las 12:00 de la mañana DARK TRANQUILITY y su death metal melódico de corte elegante ayudó junto al sol nórdico a que nuestros cuerpos empezaran a ponerse en tensión.
Con trabajo recién parido, Mikael Stanne y sus compis ofrecieron un estupendo show, lleno de los condimentos típicos de la banda, base de ritmo contundente tras la poderosa voz de Mikael, el cual, como siempre, se mostró muy abierto hacia su público, (jugaban en casa), y unos arreglos de teclados que equilibran el sonido de la banda consiguiendo un resultado magnífico.
Todos los temas sonaron con un gran empaque, tanto los de su nuevo álbum, «Terminus», como los clásicos «Damage done» o «The wonders at your feet».
A las 13:30 los británicos THUNDER estrenaban el escenario principal con un calor que iba en aumento. Llegamos cuando sonaba «River of pain», de su tercer trabajo, y enseguida nos acomodamos con la voz superelegante de Danny Bowes y la sutileza de las guitarras de Morley y Matthews.
Lo cierto es que las bandas de este estilo se encuentran en un peligroso estado de peligro de extinción, y es una pena, porque tanto en estudio como en directo THUNDER consiguen dejar claro que con el tiempo no hacen sino que mejorar, y si no que se lo pregunten a los suecos cuando coreaban la preciosa «Low life in high places».
Sonaron temas de su último trabajo, como el que da nombre al título, «Robert Johnson’s tombstone» y obras maestras de la talla de «Backstreet symphony» o «Dirty love».
Danny Bowes hizo cantar al personal con «You can’t keep a good man down»; sonaron más temas nuevos como «The devil made me do it» y se acabó lo que se daba con «Dirty love». Me atrevo a decir que THUNDER fue una de las bandas triunfadoras a pesar de la hora y del sol que jugaban en su contra.
En medio de su descarga fuimos a la carrera al escenario «Zeppelín» para ver algún tema del grupo italiano de metal progresivo, ELDRITCH, últimamente más metaleros que progresivos.
Pese a que no disfrutaron de demasiada audiencia y si de mucho sol, los temas sonaron bastantes contundentes y demostraron ser músicos de gran nivel.
A las 13:00 AXEL RUDI PELL y su superteam asoma la cabeza en el Rock Stage.
Un servidor ha asistido ya a unos cuantos shows de este señor y continúo afirmándome en lo que siempre escribo de él: Axel es el que menos me gusta de la banda. De Johnny Gioeli no hace falta decir casi nada: una voz tremenda y una performance sobre el escenario brutal que consigue que Axel no nos duerma, mientras que la base rítmica compuesta por el bestia de Terrana y el simpático y efectivo Volver Krawczak compactar el sonido de la banda perfectamente.
El repertorio comenzó con «Fly to the moon» de su última obra «Mystica», después siguieron los clásicos de siempre, «Strong as a rock», «Casbah», el solo de batería, (bastante manido ya) de Terrana, «Tear down the walls», la que da nombre a su último trabajo, la versión de marras de RAINBOW, «Temple of the king», «Fool, fool»…en fin, más de lo mismo, aunque hay que reconocer que muy bien ejecutado.
16:30: QUIET RIOT, (bueno, lo que queda de ellos) aparecen en el Festival Stage.
La verdad es que a todos nos sorprendió el rejuvenecido aspecto de Kevin Dubrow con look bastante cuidado y melenas rubias. A las baquetas le sigue acompañando el aporreador Frankie Banalli y junto a dos nuevos compañeros se dedicaron a desgranar los temas que les encumbraron en los 80, (aunque la mayoría fuesen versiones).
Sonaron «Slick black cadillac», «Mamma we’re all crazy now», «The wild and the young», «Let’s get crazy», temas de su nuevo «Rehaz» como «Free», y quemaron, como no, con «Metal Health» y «Cum’ on feel the noise».
Dubrow y los suyos disfrutaron de lo lindo al ver una audiencia tan concurrida, experiencia que no creo que experimenten muy a menudo desde hace ya algún tiempo.
18:15 SYMPHONY X es una gran banda, posee excelentes músicos y uno de los mejores vocalistas metálicos de la actualidad; también atesoran buenas composiciones en sus trabajos, y sin embargo no acaban de convencerme en directo.
Comenzaron con mi favorita «Of sirens and shadows» con una base progresiva genial y un Rusell Allen muy en su sitio desde el principio.
Le siguieron «Domination», «Inferno», «Comunión and the oracle» y así hasta 9 temas, además de 2 nuevas canciones de su recién estrenado «Paradise Lost», «Serpent’s kiss» y «Set the world on fire» en los que hubo momentos de lucimiento para todos, sobre todo para Allen y Romeo, aunque en conjunto no acabaron de conectar plenamente con el público. Terminaron con la épica «The Odyssey» una actuación correcta que nunca llegó a levantar la pasión en el público.
A las 8 en punto de la tarde aparecía en escena uno de los platos más apetecibles del festival: gran escenario repleto de músicos, coristas, muñecos inflables que imitaban a los músicos originales y, por supuesto, el director de la orquesta, MEAT LOAF.
Desde el principio el «ya no tan orondo» cantante sabe captar perfectamente la atención del espectador mediante la teatralidad que usa al interpretar los temas.
En «Paradise by the dashboard light» y «You took the words right out of my mind» se ayuda de una de las coristas, de aspecto indescriptible y voz alucinante a la que a modo de show de Pimpinela, (pero a lo bestia), pilla por banda y se mete el lote del siglo (magreo incluido). ¡Lo que la tiene que pagar!
Los músicos que acompañan a MEAT LOAF son increíbles, así como las dos cantantes que le sirven de apoyo fundamental y a la vez camuflan un poco las carencias que se empiezan a apreciar en la voz del jefe.
Sin embargo, el show no bajó en intensidad y si ganó en espectacularidad a base de explosiones de fuego en «Out of the frying Pan». Sonó, por supuesto «Bat out of hell» y terminó el bolo con varias versiones como «Mercury blues» de KC Douglas, o el «Gimme shelter» de los Rolling, hecho que no acabo de entender, después de dejarse fuera del repertorio muchos temas clásicos como el imprescindible «Deadringer for love» sin ir más lejos.
Aún así el gran espectáculo que ofreció dejó más que satisfecha a la audiencia.
Escogimos a THIN LIZZY en detrimento del Black metal de DIMMU BORGIR, y aunque más tarde nos informaron que éstos últimos no lo habían hecho nada mal, no nos arrepentimos de nuestra elección.
Para disfrutar de un concierto de THIN LIZZY has de partir del hecho de que hay hándicaps y factores que obviamente son insalvables a la hora de ser objetivo.
Una vez hecho esto, y manteniendo en nuestro recuerdo al enorme Phil Lynott, es cuando disfrutamos de un concierto en el que ni un tema es de relleno; es más, se podría diseñar un set list de 50 temas y ninguna desentonaría en el repertorio. Comenzaron como antaño, con sirenazo y «Jailbreak» al canto, y a partir de ahí ristra de joyas: «Waiting for an Alibi», «Don’t believe a word», «Cold sweat», «Are you ready», «Chinatown» y así hasta 17 clasicazos con los que disfrutó un Sweden Stage que se llenó hasta los topes.
John Sykes sabe estar en su sitio cuando emula la voz del moreno dublinés, aunque bien es cierto que los mamporrazos de Tommy Aldrige no tienen nada que ver con la sutileza y el feelling que desprendía el insustituible Brian Downey; ni los puazos al bajo de Marco Mendoza al idioma que sabía sacar de él el bueno de Phil.
Aún así insisto en que siempre es un placer disfrutar de esas armonizadas en «Emerald», «Cowboy song», «The boys are back in town» o «Black Rose», con la que terminaron triunfalmente.
Y llegó la hora de la oscuridad. Todo el aforo en el stage principal estaba preparado para disfrutar una vez más del SABBATH negro, aunque bajo otro apelativo: HEAVEN AND HELL.
Según empezó a sonar la clásica introducción de «E5150» la gente dio un paso hacia delante y se metió en la máquina del tiempo para disfrutar de una reunión muy esperada y que causó dispares impresiones al respetable.
Bien es cierto que el repertorio de Dio con SABBATH no abarca más de tres trabajos en estudio y aún así dan para mucho, y podían haber dado para mucho más.
Para empezar sonaron dos buenas salvas: «Mob rules» y «Children of the sea», a la vez que las luces verdes y azuladas dejan ver un bonito escenario muy gótico compuesto por unas vidrieras en las que aparece la portada del «Live evil» y unas verjas ante un fondo de piedra que representa una catedral o los alrededores de un cementerio. Prosiguen con «I», «Sign of the southern cross» y «Voodoo», donde el amigo Vinnie Appice nos machacó con uno de sus soporíferos solos de batería.
Prosiguieron con «Computer God» de Deshumanizer y «Falling of the edge of the world» con la banda muy estática al fondo del escenario a excepción del bueno de Dio que no cesaba de apuntarnos con esos cuernos desafiantes marca de la casa.
El siguiente tema en caer fue uno de los nuevos que aparecen en el recién salido recopilatorio de la etapa Dio, «Shadow of the wind» donde Iommy nos demuestra porqué es el rey de los riffs y no de los solos de guitarra.
Los tres últimos temas del set fueron los que cualquier fan del heavy metal clásico soñaría para terminar un show: «Die young», «Heaven and hell», en la que se explayaron en demasía y «Neon Knights», que no acabó de sonar con la contundencia que nos transmite ese tema en estudio.
Al final el repertorio se nos hizo cortísimo, entre solos insulsos y coros con el público no llegaron a tocar más de 70 minutos reales, dejándose fuera joyas de la talla de «Wishing well» o «Lady evil», cuando en el cartel estaba anunciado que tocarían dos horas y media. El señor Dio cumplió y aguantó bien los temas, mientras que al resto de la banda se les quedó algo grande un escenario en el que no se movieron del fondo en todo el show.
En general un concierto para nostálgicos entre los que me incluyo pero que no nos llegó al corazón.
Texto: Wences de la Rosa
Fotos: Wences y Jato
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