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GODS OF METAL – Sábado 2 de junio

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Gods of metal

Sábado 2 de Junio de 2007 – Idróscalo – Milán

Llegamos a Milan el viernes por la tarde, nos cayó la primera chupa de agua del fin de semana (que no sería la única como luego comentaremos), tardamos casi tres horas (entre unas cosas y otras propias del «síndrome de la llegada del turista a un sitio que no conoce y que encima tiene que ir a otro que conoce menos»), en llegar al recinto de Idro Park (en un pueblo llamado Idróscalo, a unos 8 km de Milán, pero a muchos más del aeropuerto de Malpensa, digamos 50, dónde habíamos aterrizado desde Madrid) que era dónde se celebraba el festival; y pernoctamos en el propio camping del festival (en una zona adyacente y a unos 15 minutos andando del recinto, y en una perfecta explanada con espacio de sobra, césped y completamente arbolada), con sus consiguientes anécdotas a la hora de montar la tienda, conocer a otros festivaleros, entre ellos algunos españoles, comer y beber las primeras viandas de la zona, y demás detalles que siempre nos ocurren a todos pero que realmente no interesan demasiado más que a los propios insurrectos que lo sufren.

Bueno, y por la mañana prontito (horario europeo digamos) comenzaba el propio festival en sí (todavía con sol aunque es algo que no duraría mucho) pero hasta pasadas las 10:30 no se abrieron las puertas y las colas eran para todos igual (en este caso no nos sirvió apelar al pase de prensa para poder entrar antes por lo que nos fue imposible hacer fotos al primer grupo del día y ver su concierto entero… y es una pena porque lo poco que vimos y sobre todo lo que oímos me pareció buenísimo.

PLANET HARD – «Genial comienzo metálico»

El festival lo abrió a eso de las 11 de la mañana una banda italiana llamada PLANET HARD que nos sorprendieron con un sonidazo, potencia y clase impropia de las grupos generalmente más bisoños que tienen la mala suerte de tener que lidiar con dar el pistoletazo de salida a los festivales importantes. Ya digo que no pudimos ver su concierto entero, pues todavía estábamos en la cola de entrada cuando comenzaron, pero me recordaron de primeras al estilo macarra y guitarrero de unos MÖTLEY CRÜE, aunque desde un punto de vista más heavy, incluso con reminiscencias de grupos alemanes como RUNNING WILD o HEAVEN’S GATE, especialmente a nivel vocal. Muy buena banda y que además tuvo bastante respuesta para ser los primeros en tocar en el festival (imagino que influía que jugaban en casa) pero que nos parecieron realmente buenos e interesantes (y sonaron de modo más que aceptable para ser los primeros), así que habrá que seguirle la pista a esta joven banda.

Tras ellos apareció en el escenario un monje roquero (ya bastante mayor y con su barba blanca y todo, además de un hábito franciscano cuanto menos curioso) que nos dio la bienvenida, presentó por encima el festival, nos dijo en tono de broma que nada de sexo, drogas y rock n’roll (o eso me pareció porque el italiano y el español no son precisamente similares aunque pensemos lo contrario) y nos instó a disfrutar de todo lo que iba a acontecer la edición de 2007 del Gods of Metal. Fue curioso y un detalle simpático para dar comienzo y es que me dio la impresión que el personaje en cuestión es un habitual en el festival italiano y que si no lo presenta inicialmente él mismo y nos da su «bendición», la gente lo echaría en falta (ahora, que nos confirmen este detalle otros lectores y/o foreros que hayan estado anteriormente en el festival porque no esto no pudimos constatarlo al 100%).

Texto: David Esquitino

GLYDER – «Alumnos aventajadísimos de los mejores THIN LIZZY»

La siguiente banda en subir al escenario fueron los irlandeses GLYDER, un grupo del que ya tenía excelentes referencias y de los que me había encantando su disco debut, editado hace pocos meses. De primeras sorprendía ver una banda bastante joven sobre el escenario, con pinta de roqueros clásicos (vaqueros, botas y camisas roquerillas de las que toda la vida hemos visto en portadas de discos de PURPLE, ZEPPELIN, RAINBOW, WHITESNAKE…), melenas y un estilo de hard rock guitarrero a la vieja usanza, de reminiscencias totalmente setenteras y muy influenciados por sus compatriotas THIN LIZZY (de hecho, comenzaron directamente siendo una banda de versiones de sus ídolos, así que no extrañaba que el bajista era también el cantante, que su voz tuviera un genial deje a la exquisita forma de cantar del señor Phil Lynnot, y que el estilo de los dos guitarristas y el batería, tuviera mucho que ver también con la forma de tocar de Sykes/Gorham y Brian Robertson). Ahora, influencias aparte, me encantó comprobar que presentaban su propuesta con una personalidad, calidad y buen gusto que asustaba.

Tocaron aproximadamente 30 minutos, recibieron muchos aplausos (incluso había 3 o 4 personas ondeando banderas irlandesas y no parecían ser compatriotas precisamente) y la verdad es que dieron un conciertazo (muy breve pero es lo que había) a base de 5 buenísimos temas de hard rock a la vieja usanza, entre los que me quedé sobre todo con la segunda canción, «Stargazer» (que no era una versión de RAINBOW sino un corte más suave, casi a medio tiempo y muy pegadizo) y con una genial «PUP (Pretty useless people)» dedicada a todos los borregos que pasan horas pegadas al televisor viendo reality shows y programas basura por el estilo, y que me encantó con su ritmo 100% LIZZY y su elegancia roquera clásica. La única pega es que la voz de Tony Cullen se escuchó algo baja pero, por contra, las guitarras de Bat y Pete Fischer sonaron de cine. Una bandaza que espero ver de nuevo más adelante en puestos más altos en los festivales e incluso a ellos sólos (o teloneando a alguien, vamos) en España… Además, luego estuvieron todo el sábado y domingo (con una eterna lata de cerveza de medio litro en la mano, como todo buen irlandés, jeje) deambulando por el festival y viendo conciertos (no se perdieron a THIN LIZZY, claro) y no fuimos los únicos en felicitarles por su buen hacer. Otra banda a tener en cuenta para el futuro, vaya que sí.

Texto: David Esquitino Fotos: Fernando Checa

ELDRITCH – «La progresión de la agresividad italiana»

Había ganas de ver a ELDRITCH, interesante banda italiana con ya diez años de carrera a sus espaldas, especialmente cuando en estos días se edita en todo el mundo «Blackenday», su nueva propuesta musical que continúa en la senda de la evolución de su sonido hacia entornos mucho más melódicos y actuales. Puntuales, como todas las bandas a lo largo de ambos días de festival, y tras una excelente descarga de GLYDER, la banda de Terence Holler aparecía en el escenario. Desde el primer momento la comunión entre los cientos de fans, que ya comenzaban a abarrotar las primeras filas, y la banda local fue grande. Jugando en casa, ELDRITCH demostraron estar en forma y sonar perfectamente compactos en la media hora que duró su show . Por ejemplo sonó el temazo con el que abren su nuevo disco, «Silent flame», duro y poderoso, perfectamente acompasado con un sonido de guitarras realmente brutal. «Blackenday» o «Why», pertenecientes a su último trabajo, que fueron interpretadas con auténtica pasión, además de un par de guiños a sus trabajos anteriores, como es lógico, y que sus fans más antiguos agradecieron sin duda.

«PEK» Proieti, auténtica máquina de crear riffs, y Eugine Simone, perfecto en su virtuosismo hacían las delicias del público, mientras que el señor Holler se convertía en el auténtico foco al que se dirigían la mayoría de las miradas. Histriónico, agresivo, utilizó su carisma para levantar a un público que, dentro de su pasividad generalizada (y es que los heavies italianos, aunque sean latinos, moverse se mueven poquito), disfrutó la descarga de sus paisanos. Cada vez más cercanos al metal progresivo, mostraron un sonido muy moderno que se afianza cada vez más dentro de un universo sonoro plagado de genialidades, con una personalidad propia interesante de descubrir por aquellos que no lo hayan hecho todavía.

Texto y fotos: Fernando Checa

TIGERTAILZ – «Los gatos siguen con las garras afiladas y el maquillaje intacto»

Tras unos ELDRITCH que no me gustaron demasiado con su propuesta mucho más actual de su último disco y su «nuevo» estilo, volvía el tono más hardroquero del sábado en el festival con los ingleses TIGERTAILZ, una de esas bandas divertidas, «bailonas» y macarrillas que, lamentablemente, nunca llegaron a pasar de la segunda división pero que siguen ofreciendo un nivel muy alto en directo y que parece que están viviendo una segunda juventud de la mano de un buen «Bezerk 2.0.» y sobre todo de una genial labor en directo, mostrándose ahora mucho más en forma y mejores músicos que en sus primeros años.

Tocaron unos 50 minutos y dieron un concierto realmente entretenido a base de buenos clásicos de su discografía, más un par de temas de su último lanzamiento. Además, fue la primera banda que ya reunió a un buen número de incondicionales (aunque la gente se mostró todavía bastante parada… aunque bien es cierto que el público italiano tampoco se caracteriza por moverse demasiado en los conciertos, la verdad) y que realmente comenzó a caldear el ambiente que iría subiendo hasta el calor máximo (y la lluvia máxima también) que supuso el esperadísimo concierto de MÖTLEY CRÜE… pero no adelantemos acontecimientos y vamos con TIGERTAILZ, que comenzaron sobre la 13:30 de la tarde y dieron un gran concierto, bastante mejor que el que tuvimos la ocasión de ver en Lorca el verano pasado, y en el que todos lo pasamos realmente bien cantando y bailando al ritmo que nos marcaban las huestes del «gato-vampiro» Kim Hooker (con su habitual mechón rojizo en lo alto de la cabeza, y esta vez con un elegante abrigo largo negro, que le daba un punto curioso a lo «conde hardroquero»), un más macarra y roquero que nunca Jay Pepper (y con Les Paul en vez de la guapa Explorer plateada que llevaba en Madrid hace pocos meses cuando telonearon a HOUSE OF LORDS) y el recuperado Pepsi Tate (mucho más delgado y con mejor aspecto que el año pasado), que recordemos que ha tenido un grave problema de salud en los últimos meses y a todos nos gustó verle de nuevo, con su bajo más glammy que nunca y su pelo teñido de «rubio pollito», disfrutando realmente del concierto. Además de ellos mismos, que creo que vivieron a tope el concierto (los vi muy entregados, moviéndose todo el rato, acercándose al borde del escenario y haciendo poses, detalles que me encantaron), la gente disfrutó mucho de clásicos como «Sick sex» con la que comenzaron, la pegadiza «Living without you», la balada «I believe» (que Kim dedicó a las «calientes chicas italianas»), «Murderess» o la movida y hardroquera «Dirty needles».

Para terminar, Kim salió envuelto en una bandera de Gales y ya sin guitarra para decirle al público que eran «so fuckin’wild», que disfrutaran del resto del día, que ellos mismos tenían muchas ganas de ver a VELVET REVOLVER y sobre todo a los MÖTLEY «fuckin'» CRÜE (como efectivamente hicieron, por cierto) y dedicarles «Call of the wild» y cerrar, tras preguntar a modo de broma porque sabía perfectamente la respuesta, sobre qué tema queríamos escuchar para terminar. Evidentemente fue su clasicazo por excelencia, «Love bomb baby», muy coreada y bailada por todos como es lógico, la que puso el genial punto y final al mejor de los tres shows que he tenido la oportunidad de ver hasta ahora de los galeses. Buen sonido, gran actitud de ellos y ya digo que gran concierto de una de esas bandas histórica e injustamente infravalorada.

Texto y fotos: David Esquitino

WHITE LION – «El león blanco sigue mordiendo más agresivo y menos meloso que nunca»

Tras el buen sabor de boca de TIGERTAILZ, la siguiente banda en tocar eran los actuales WHITE LION (aunque yo los seguiría llamando «Mike Tramp’s WHITE LION» porque sin Vitto Bratta no es la misma banda). Matizaciones sobre el nombre aparte, nos demostraron que están en una forma realmente excelente y dieron uno de los mejores conciertos de todo el festival a base de un set list acojonante (para los fans de WHITE LION, claro), una bandaza hardroquera pero muy macarra que tira para atrás (y es que Mike Tramp no es el mejor cantante del mundo precisamente y sabe que necesita guardarse bien las espaldas) y una gran actitud, personalidad, sonido y feeling que hizo que disfrutara realmente muchísimo de la actitud de los «americanos» (aunque Mike Tramp es danés). Hace pocos meses la formación había tocado en Madrid pero yo no pude verles y tenía esa espinita clavada pues WHITE LION siempre fue una de mis favoritos dentro del estilo.

Pues bien, ya digo que Mike Tramp actualmente deja mucho que desear como vocalista pero luego lo da todo en el escenario, haciendo gala de una actitud mucho más roquera y «macarra» de la que mostraba en los primeros años de WHITE LION. Además, la banda que le acompaña me pareció excelente, como digo, con una gran imagen y actitud, compenetrándose de maravilla y sonando como un cañón, y mucho más duros y agresivos de lo que lo hacían los discos originales de la formación (con Vito Bratta, Greg D’Angelo y James Lomenzo, actualmente en MEGADETH, por cierto). Especialmente me encantaron el guitarrista Jamie Law (de vieja escuela y casi más heavy que hardroquero) y el batería Tony Patrick Farrell, que le daba a los temas un punto mucho más potente que en sus melódicas versiones originales; además del propio Mike Tramp, que ya digo que no cantó ni mucho menos bien (y eso que sigue siendo un placer oír ese tono melódico y personal que aporta a los clásicos temas del set) pero que me parece excelente como frontman, moviéndose sin parar, animando el público, «bailando» y viviendo mucho los temas, además de aportar esa personalidad de los vocalistas de vieja escuela que tanto se echa de menos en muchas de las nuevas formaciones de cualquier estilo. Además, lógicamente gustó mucho a las féminas del lugar, que a veces se quedaban más con su rubia melena y su camiseta turquesa bien ajustada a los músculos (que el colega sigue estando muy cuadrado y es un «guaperas» y lo sabe, y actúa como tal, pese a que enfatizó su faceta roquera antes que la de figurín como pudiera ser antaño), que con los tatuajes y botas rojas con las que me quedé yo, por ejemplo, jaja.

Volviendo al concierto, fueron 50 minutos de puro rock n’roll, con un set list totalmente centrado en los temas más conocidos de WHITE LION, y dónde además nos respeto la lluvia (detalle que destacó en un gesto muy simpático el propio Tramp al final del concierto, mirando al cielo y diciendo «grazie for the sunshine», ya que después del concierto cayó de lo lindo).

Es cierto que el concierto comenzó algo raro, con el bajo altísimo, comiéndose casi todo el sonido y relegando al total ostracismo al teclado y la voz de Mike muy baja. Poco a poco se fue arreglando esto y a partir del tercer tema mejoró muchísimo el sonido y ya digo que el concierto fue subiendo enteros hasta ser, para mí, en uno de los shows más destacados de todo el festival.

Comenzaron con ese temazo que es «Hungry» para abrir boca, aunque fue realmente con el segundo, un pegadizo «Little fighter», uno de los clásicos más rotundos de la banda desde su «Big game» del 89, cuando la gente comenzó a disfrutar… Y bien es cierto que Mike comenzó cantando horriblemente mal, aunque esto no empañó la magia del tema para animar el concierto desde el principio.

A partir de aquí ya digo que se comenzó a oír todo mejor, el bajo volvió a su volumen, se comenzó a escuchar el teclado, la guitarra tomó el protagonismo como debe de ser en toda buena banda de rock, y Mike empezó a entonar mejor y cantar de manera aceptable (porque en el propio principio del tercer tema soltó un «gallo» de los de época). «Broken heart» fue la siguiente en caer, comenzando por esa mágica intro acústica con casi todo el mundo cantando, y que fue de lo mejor del concierto, con un sólo de lujo por parte del guitarrista, y un feeling realmente especial. «Tell me why» sonó menos melódico y más guitarrera y fue otro momento divertido, especialmente por los «uoh’s» constantes del público que siempre animan y mucho los conciertos. El siguiente tema no me lo esperaba y es que «Lady of the valley» siempre fue mi favorito, junto con «Warsong», de WHITE LION y fue una gran sorpresa. Eso sí, es un tema largo, con muchos cambios y un tono vocal muy exigente, y se notó que Mike llevaba agudos grabados y su voz con mucha reverb para soportar una canción tan exigente vocalmente (aunque, por contra, el batería y el teclista se salieron). «Wait» de su disco más exitoso, «Pride» del 88, también sonó más potente que la original, aunque realmente el punto álgido lo puso otro de sus temas más conocidos, como es la versión de «Radar love» de GOLDEN EARRING que hicieron casi suya hace muchos años. Además, me hizo mucha gracia la presentación, diciendo que había que volver al espíritu de los 80 y que todos tenían que bailar este tema, desde los «pretty boys» (y es que ya decíamos antes que había muchísimos hardroqueros pintones entre el público el primer día de festival) hasta los «death metal», porque si no lo hacían, él mismo bajaría del escenario y les patearía el culo. Sonó muy bien, incluyendo un mini sólo de batería en medio incluso, y con un Mike Tramp más macarrilla que nunca (aunque volvió a usar gritos grabados, jeje).

Final del concierto y ya digo que todo el mundo salió bastante satisfecho y con muy buen sabor de boca de la actuación, y creo que ellos mismos, por lo que pudimos hablar después, también quedaron muy contentos del show y la participación de la gente. Eso sí, me resultó curiosa la despedida dejando de fondo una de sus baladas más famosas… ¡y corriendo al foso de fotógrafos que comenzaba THIN LIZZY en breve!

Texto: David Esquitino Fotos: Fernando Checa

THIN LIZZY – «Si Lynnot levantara la cabeza… se sentiría muy orgulloso»

Tras el buen concierto de los actuales WHITE LION, venía uno de los lujazos del día de la mano de uno de los grupos más clásicos e importantes de la historia… o lo que actualmente queda de ellos, a modo de lujosísima banda de versiones u homenaje a la que era la banda del gran Phil Lynnott. Con todo el cariño y respeto del mundo, desde hace varios años, la pareja clásica de guitarristas de la banda irlandesa, John Sykes y Scott Gorham, decidieron resucitar la leyenda y girar por el mundo rememorando lo que fue el legado de uno de los grupos que siempre estarán en el Olimpo. Además, es curioso porque, nostalgias aparte, la voz de Sykes cumple perfectamente el espectro y tono del malogrado Lynnot con lo que es realmente una delicia ver y oír sus conciertos, como efectivamente ocurrió esta vez.

De todos modos, además de ser la primera vez que yo tenía oportunidad de verles en directo, y ya había ganas, con la sensación que me quedé es que tuvimos la oportunidad de disfrutar de una de las mejores bandas que he visto en directo en mi vida, y es que las reminiscencias y mezclas entre BLUE MURDER (Sykes, Marco Mendoza y Tommy Aldridge), WHITESNAKE (Mendoza y Aldridge) y los propios THIN LIZZY, hacen que la propuesta en directo sea exquisita, con un buen gusto y encanto supremo y una calidad, clase y elegancia que, sinceramente, es un lujo poder disfrutarlo.

Sonido perfecto, 4 musicazos como la copa de un pino (excelente el feeling de los dos guitarristas, el punto sensual y roquero de Marco, y la fuerza impresionante de Tommy, posiblemente el mejor batería que pasó por el festival, con el permiso de Vinnie Appice y Mike Portnoy), y una ristra de clásicos y canciones inolvidables que quita la respiración… Todo ello aderezado por la voz parecida y el constante recuerdo al propio Lynnot, al que siempre dedican todos sus conciertos.

Aproximadamente una hora fue la que estuvieron sobre el escenario, lloviendo a mares casi desde el principio, por cierto, pero esto no desanimó a nadie para disfrutar muchísimo de la leyenda. Comenzaron con «Jailbreak», «Waiting for an alibi» y una preciosa «Don’t believe a word», que no me esperaba y me encantó. Tras el comienzo, más «suave», roquero y con mucho feeling, engancharon con tres de los temas más movidos y cañeros de la historia de la banda como son la genial «Cold sweat», un temazo que a Sykes le encanta como «Are you ready» (muy WHITESNAKE, jeje) y la macarrilla «Bad reputation», donde quizás sí eché más de menos la voz de Lynnot. Por aquel entonces todo el público estaba entregado, mirando embobados a Tommy Aldridge, disfrutando con la pasión y sonrisas constantes de Sykes y Gorham, y alucinando con el animal de escenario (y buenísimo bajista) que es Marco Mendoza, siempre en primera línea y haciendo mil poses.

El sólo de Tommy Aldridge me gustó, como siempre, pues es una demostración brutal de fuerza, clase y buen hacer, pero lleva repitiéndolo desde los tiempos de Ozzy, por lo que cansa un poco pese a todo (porque sí, mola verle tocar con los puños, verle dando mucha cera a sus años, acabar haciendo la señal de la cruz con las baquetas… pero después de haber tocado con OZZY, WHITESNAKE, THIN LIZZY… es algo que la mayoría ya hemos visto.

Una bonita (y dedicada de nuevo a Phil) «Cowboy song» y «Emerald» retomaron el concierto tras el sólo, con Scott sonriendo y mirándonos con un gesto tipo «vaya tela lo que estáis aguantando ahí abajo», seguidas de una más movida «Suicide» y el inevitable final con la esperada «The boys are back and town». Cuando todos pensábamos que aquello estaba finiquitado, nos sorprendieron con una genial y extensa versión de «Black rose», que daba título a uno de sus mejores discos, allá por 1979.

Eso sí, pedir un «Out in the fields» sí me hubiera parecido totalmente fuera de lugar así que nada, conciertazo y otra muesca más en mi revolver (ya sólo me quedan los KISS, ¡leñe!)… Y venían SCORPIONS que se salieron pero os lo cuenta Fernando.

Texto y fotos: David Esquitino

SCORPIONS – «Mortal de necesidad. Picaron y engancharon»

Nadie puede discutir que SCORPIONS están dentro de ese podio de intocables del Metal por derecho propio. Pueden oscilar hacia los sonidos más melódicos, Incluir orquestas o volver a la crudeza. Y pueden convencer más o menos en disco, pero no cabe duda que verles en directo es un espectáculo maravilloso y que, no por repetido, se convierte en un ritual menos necesario.

Su inicio del concierto tenía lugar a las 17:30, una hora nada habitual para un grupo que se disfruta bajo los focos de su back-line y que en esta ocasión íbamos a ver a plena luz diurna… y digo diurna ya que sol no pudimos ver durante su actuación. Al contrario, la lluvia arreció cayendo como si el cielo se confabulase con una organización que relegaba a los germanos a un papel secundario en un cartel tan amplio. Dio igual, porque pocos grupos son tan solventes en directo como SCORPIONS. Crecidos ante el cúmulo de adversidades climáticas, superando el cabreo que nos consta que tenían (especialmente Klaus) por estar situados debajo de VELVET REVOLVER, ofrecieron uno de los mejores conciertos que les he visto. De hecho, si tengo que decir cual fue para mí el mejor concierto del festival, o al menos en el que más disfruté, no puedo más que quedarme con su picadura, dulce y adictiva.

Cubriendo el escenario con tres telones, dos en los laterales y uno al fondo representando la portada de su nuevo trabajo, lanzaban desde la circense intro con la que abren su último disco su «Hour 1», mucho más duro y crudo de la tónica general de «Humanity hour 1». Desde ese preciso momento, ya calados completamente, sabíamos que íbamos a asistir a algo grande. Klaus se empeñó en cantar como sólo él sabe en los mejores momentos, perfecto, Rudolf y Matthias fueron los escuderos perfectos, Kottak hizo el bruto con sus baquetas como si nunca hubiera subido al templete en el que se sitúa su batería y Pawel, perfecto en su papel secundario a la par que necesario.

A partir de esos primeros momentos íbamos a asistir al desgranar de los temas que todos queremos escuchar en un concierto de SCORPIONS: «Bad boys runing wild», «Love em or leave em all» y «The Zoo» nos hicieron olvidar las penurias climáticas. La vista saltaba de las enloquecidas carreras de Rudolf al inmenso buen rollo que emana un Matthias eterno. Y una voz perfecta que apenas necesitó ayudas desde la mesa de sonido, hicieron de los primeros clásicos perlas que ponían los pelos de punta.

Con «Deep and Dark» no olvidaron su «Unbreakable», disco que les llevó de nuevo al corazón de los fans que pedían mayor dureza, y tras un «Coast to coast» necesario para el descanso de las cuerdas vocales de Klaus, vino uno de los momentos cumbres no sólo de su concierto sino de todo el festival: «Holiday», con una voz absolutamente perfecta, con un sentimiento genial, y sólo empañado mínimamente por un público cuya participación podría haber sido esencial y cuya frialdad hacía soñar en otros miles de gargantas coreando la que tal vez sea la balada más perfecta de SCORPIONS. De hecho, sonó tan bien que pareció que las nubes decidieron apiadarse de nosotros por unos minutos, mientras enganchaban con «Humanity» y los pelos se pusieron de punta de nuevo con uno de los mejores temas del nuevo disco. «Tease me please me» y «321» nos hicieron regresar a la actualidad sónica, con toques guitarreros mucho más acordes con el sonido actual al que SCORPIONS están tendiendo, lo cual no significa en absoluto que no sea una evolución interesante y que en directo luciera perfecto.

Hubo guiños a ZEPPELIN e incluso a METALLICA en un breve pero divertido solo de bajo, seguido del aporreo brutal de un intenso y afortunadamente corto solo de batería (dónde, esta vez sí, hubo «botellazo» de James Kottak), y finalmente la apoteosis final: «Blackout», «Dynamite», «Big city nights», «Still loving you» y «Rock you like a hurricane». Pues sí, porque fueron tocadas deliciosamente bien, sonaron duras, con sentimiento, con feeling, y con todo lo que uno puede pedir a una leyenda. Saltamos, nos emocionamos, nos llenamos de barro hasta las rodillas pero no importó. La picadura del escorpión nos había vuelto a envenenar y sus toxinas se quedarían en nuestro cuerpo durante todo lo que duraría el festival. Mucho, mucho mejor que en Puertollano hace tres semanas y sin duda unos de los rotundos triunfadores de Gods of metal 2007.

Texto: Fernando Checa Fotos: Rafa Basa

VELVET REVOLVER – «Pólvora mojada»

El lugar de privilegio previo a la descarga de los cabezas de cartel había quedado reservado a VELVET REVOLVER, lo que significaba una magnífica oportunidad de ver a la banda antes de que vuelvan a Estados Unidos tras la cancelación de buena parte de su gira europea (entre ellos el Monsters of Rock de Zaragoza). Por otro lado, poder asistir al corazón de GUNS´ N´ ROSES en directo (con el obligado permiso de Axl) era lo suficientemente interesante como para perdonar un sitio en el cartel que algunos habríamos puesto un poco antes. A fin de cuentas, VELVET REVOLVER se están promocionando como el último gran «supergrupo» de esta década (más por reminiscencias del pasado y miembros que por méritos propios, las cosas como son). En cualquier caso, observar a un personaje como Slash sobre el escenario es siempre emocionante.

Esta vez sí, que hubo que esperar unos minutos más de la cuenta a que hicieran su aparición, a sones de «Let it Roll», tema que abre su segundo disco, «Libertad». Todas las miradas buscaban a Slash, vestido totalmente de vaquero con su sempiterna chistera y sus inmensas gafas de sol. No parecen pasar los años por él… ni por Duff, o en todo caso por él parece hacerlo para mejorar, perfecto en su papel de bajista que abandonó la pose más barriobajera para sustituirla por otra de dandy chulesco y vacilón (con bufanda al cuello y todo). Y a la voz, Scott Weiland, ex cantante de Stone Temple Pilots y que hacía su aparición con abrigo de plumas, gorra de plato y todos los ingredientes de la imagen más glam y, como decía un asistente, muy «fashionable».

Con «Do it for the kids» y «Sucker train blues» volvían a «Contraband», su primer disco mucho más «Sleezy» y cercano al Rock violento y sucio en el que todos pensamos cuando recordamos el trabajo de G´n´R. A partir de ahí, el concierto iba a caer en una dinámica cada vez más sosa y aburrida, en la que el trabajo vocal iba a ser en buena parte culpable. De acuerdo, se puede decir que no debemos pretender ver en VELVET REVOLVER unos nuevos Guns, pero Scott Weiland no deja de mostrarse como un pésimo imitador de Axl Rose. En su forma de bailar, histriónicamente imitada, en su manera de dirigirse al público, forzada y demasiado fría en definitiva, e incluso en sus tímidos intentos de alcanzar registros de voz totalmente ajenos a su forma de cantar. Mientras, Slash a lo suyo, como siempre ha hecho, Matt Sorum pegándole duro aunque tapado bastante por el sonido de guitarras, Duff paseándose por el escenario como si tampoco fuera con él la cosa, y Dave Kushner de convidado de piedra, más para aumentar el sonido que para aportar algo realmente interesante.

Aburrirse en algún concierto es algo comprensible en un festival, a fin de cuentas son muchos grupos y el cansancio hace mella. Pero con VELVET REVOLVER esa sensación se vio incrementada hasta volúmenes insospechados. Intentamos animarnos con «It´s so easy» y «Mr. Brownstone», curiosamente los temas que empleaba Axl para calentar su voz y descansarla, pero dio igual porque sonaron como tocados por una mediocre banda de versiones. Y ni tan siquiera la versión de «Whish you were here» de Pink Floyd, con Slash armado con la inmensa Gibson SG bicéfala y roja nos sacó de la atonía. Hubo también recuerdos a la ex banda de Scott, con una versión de «Sex Type Thing», que poco motivó, y el obligado cierre con «Slither», que pudo haber sonado más potente y que finalizaba un concierto que ofrecía una imagen de obligado trámite.

Así pues, los tanto tiempo esperados VELVET REVOLVER defraudaron, y mucho. Además, por lo que pudimos comentar con asistentes de todas las nacionalidades, la sensación de desencanto con ellos fue generalizada. Por fortuna, quedaba el plato fuerte del día. Y ellos no iban a seguir el camino del desencanto…

Texto: Fernando Checa Fotos: David Esquitino

MÖTLEY CRÜE – «Gritando al diablo de la lluvia… y venciendo»

Cómo ya hemos comentado, el sábado era el día hardroquero y clásico por excelencia del festival, y el broche de oro (y la razón principal para que poblaran la embarrada pradera miles y miles de jóvenes vestidos a la usanza de Los Angeles allá por… 1989, por ejemplo) lo iban a poner los míticos, legendarios y admirados MÖTLEY CRÜE, una de las bandas más polémicas, macarras, controvertidas y adoradas de toda la historia, amen de una de las más grandes y principal influencia para tantos y tantos grupos de hard rock, sleazy, heavy metal y shock rock que surgieron a partir del éxito brutal y descarado de «Too fast for love» y sobre todo «Shout at the devil» a principios de los 80.

Pues bien, se han drogado más que nadie, han tenido más groupies que ninguna otra banda, sólo gente como Ozzy o los propios GUNS N’ROSES les superan en leyenda negra y mala prensa, han provocado, escandalizado, peleado, separado y experimentado en su historia más que nadie, y aún así, después de reunirse hace dos años siguen estando a la cabeza de las preferencias, leyenda, influencia y admiración (y caché, jeje) de todo aquel que considera el rock como mucho más que sólo un estilo de música.

Como es lógico, la pradera de Idróscalo se llenó hasta los topes cuando se acercaba la hora de comienzo del concierto (y eso que empezó con retraso), y se observaba en las caras ese ilusión y expectativas iniciales que sólo se tienen cuando se espera a una banda realmente especial.

Ya encabezaron el propio Gods of Metal hace dos años (que fue cuando tuvimos la ocasión de ver los dos conciertos inolvidables en España, concretamente en Madrid y Zaragoza) y ahora volvían sin disco nuevo ni realmente nueva gira (aunque no traían el mastodóntico montaje circense con el que nos apabullaron en dicha ocasión), pero con el mismo estigma de dioses del hard rock más macarra y guitarrero, leyendas vivas (afirmación que todos sabemos que no es gratuita hablando de MÖTLEY CRÜE… y si queréis más datos no tenéis más que leer su controvertida y genial biografía en forma de libro llamado «The dirt» y alucinar mucho) y banda absolutamente legendaria.

Desde el principio del día se podían observar al fondo del escenario un par de pasarelas, y como dos pies de micro negros y con calaveras que todos sabíamos que eran de los MÖTLEY. Pues bien, al final el escenario no fue para tanto pues ,aparte de esto, una escalera y pasarela alta justo a la derecha de la batería transparente de Tommy Lee (levantada, eso sí, por un pedestal formado como con huesos y calaveras, realmente impresionante), además del pie de micrófono móvil a modo de péndulo de Nikki Sixx, era todo lo que traían aparentemente en esta ocasión… Ahora, la pirotecnia (el único grupo que tuvo en todo el festival) fue impresionante, desde los petardazos del comienzo, pasando por los fogonazos de fuego rojo en «Louder than hell», las explosiones en temas como «Live wire» o «Kickstart my heart» o las cortinas de chispas al final del concierto. De todos modos, todo en conjunto, además de la propia banda, que ocupaba y llenaba el escenario como poquísimas bandas hicieron durante todo el festival, conformaban un escenario, y un show en sí excelente, ya digo que menor y menos espectacular que el anterior «Carnival of sin», pero igualmente impresionante, macarra y 100% CRÜE.

El concierto fue bastante más corto de lo que en teoría estaba anunciado (pues de las dos horas que ponía en los horarios, nos quedamos en 1 hora y cuarenta minutos, pero además muy recortado este tiempo por casi diez minutos de parón antes del bis, y parones constantes, casi siempre innecesarios, entre tema y tema) pero aún así nos dejó plenamente satisfechos a todos los fans de MÖTLEY y de la buena música en general. Eso sí, me gustó menos que la vez anterior, pero está claro que el factor novedad no estaba esta vez, que el espectáculo era menor y que el tema de que los italianos corean y dan palmas pero moverse, bailar y cantar poquito, muy poquito, y esto le quita «vidilla» inevitablemente a los conciertos (si al final va a ser verdad que en España el público es «la ostia» y entiendo al 100% como los grupos flipan tanto cuando vienen a nuestro país). Además, les vi a ellos menos concentrados, como más relajados y sin tomarse el concierto demasiado en serio y sólo divirtiéndose y pasándoselo bien con 10.000 amigos. Ojo, no lo digo exactamente como algo negativo,pero sí es cierto que los parones entre tema y tema deslucieron el concierto, y sobre todo un Nikki Sixx muchísimo más apagado y menos protagonista que nunca (cómo más comedido y tranquilo y se echó de menos al Sixx más salvaje de la gira anterior), le dio al concierto sólo una puntuación de notable alto. Por otro lado, Vince Neil y sobre todo Tommy Lee llevaron el protagonismo esta vez (aunque no hubo «titty cam», jaja), y se les notó con muy buen rollo (incluso entre ellos, algo que era impensable hace años) y ganas de pasarlo bien. «Vincenzo» cantó realmente bien, con ese tono de «puta angelina histérica» tan característico, pero además sin parar de moverse, bailar y animar a todo el mundo en todo el concierto, un diez para él. Tommy Lee me pareció una vez más un batería excelente, sin ser el más brillante o técnico, es potente al 100%, muy duro y macarra, pero a la vez muy preciso y con un sonido muy suyo (es mejor o peor pero nadie suena como él), además de un gran comunicador y «frontman» cuando coge el protagonismo (además tenía un micro inalámbrico y fueron constantes las bromas, el dirigirse al público, hacer coros y presentar temas por parte del loco Tommy Lee… ¿y Mick Mars?, pues igual que la otra vez, está hecho polvo pero sigue tocando de lujo. Además esta vez se permitió el lujo de hacer un sólo de guitarra, comenzando con el «Little wing» de Hendrix, por cierto, y demostró que no es un virtuoso pero a la hora de sonar duro, macarra y dar el toque CRÜE a los temas, nadie puede hacerlo como él.

El concierto comenzó con petardazo y una genial «Dr. Feelgood» (el set list fue parecido a la pasada gira pero algo recortado y sobre todo en distinto orden) entre luces verdes y azules (también acojonantes las luces de los MÖTLEY, por cierto, además fueron el primer concierto de noche del festival, con lo que destacaron todavía más), seguidas inmediatamente y sin pausa por dos de los cañonazos más rotundos de la banda como son «Shout at the devil» y «Looks that kill» (impresionante). Primera parada y ligera subida del pie del acelerador para presentar «Wild side» (bailona y con mucho feeling, de todos modos). En el set venía «Knock’em dead kid» pero no la tocaron sino que siguieron directamente con uno de los temas más macarras y rotundos de la historia del rock duro, un «Live wire» que puso patas arriba Milán desde el clásico y durísimo primer riff y la presentación de Vince haciendo referencia a los comienzos de la banda y el primer disco «Too fast for love». Segunda parada de la noche y se meten todos brevemente para adentro hasta que sale Vince y le pregunta a Tommy si está preparado… En cuanto el tatuado batería está listo (y le ponen el teclado justo detrás de la batería), comenzaron con una preciosa versión de «Home sweet home», que sonó mil veces mejor que en el concierto de Madrid en julio de 2005 (que fui el que yo vi) y en la que pudimos escuchar la voz más afeminada pero con mucho feeling de Vince, además de una segunda parte del tema mucho más cañera y sonando realmente bien. El punto bailón y divertido lo recuperaron con «Same ol’situation», uno de los mejores temas de «Dr. Feelgood» y que les quedó de lujo (además con Vince acompañando a la guitarra rítmica y Nikki más cercano al público y menos escondido entre la niebla como hasta entonces). Fue sin duda uno de los puntos álgidos y que además hizo sonrojar un poco al siguiente «Louder than hell», un tema más flojo y que se hizo un poco aburrido, pese a la impresionante pirotecnia que acompañó durante todo la canción.

Otro parón y de nuevo sale la banda y Vince nos pide que levantemos el puño derecho y hagamos el gesto como de acelerar una moto y darle caña al son del principio de la genial «Girls, girls, girls», otra de las más coreadas de la noche (por cierto, en el lado izquierdo del escenario les esperaban un nutrido grupo de idems, quizás esperando «su turno», quizás viendo el concierto en situación privilegiada, pero el caso es que cada dos o tres temas, salía un fornido segurata y cogía a una o dos de ellas y se las llevaba para adentro… que cada uno imagine lo que quiera pero no fui el único en pensar cosas malvadas, ¿no?, jeje, y es que me temo que la edad no les ha cambiado mucho)… Bueno, tras esto anunciaron que iban a tocar uno de los temas nuevos aunque al final escogieron la misma que ya tocaron en la gira anterior, una interesante «Sick love song», que sonó 100% CRÜE, pero que quizás podrían haber cambiado por alguna de las otras dos que salían en el último recopilatorio de la banda.

Nuevo parón y sale una chica muy ligerita de ropa hablando en italiano y haciendo el juego de presentar a la banda, juguetear un poco con ellos (curioso cuando le preguntó a Tommy si tenía la «figa» caliente o cuando se dio un supermorreo con Vince Neil al que le presentó como el guapo y fortachón «Vincenzo» Neil), y hacer el numerito, curioso y divertido para unos, e innecesario para otros. Tras esto le puso una bonita acústica gris a Vince Neil para que diera comienzo a otro de los temas más hardroqueros y divertidos de la noche como fue «Don’t go away mad… just go away» también de «Dr. Feelgood», que sonó de lujo y con la voz de Vince en muy buen estado (y Nikki macarreando a gusto con su pie de micro a modo de balancín… y Mick más concentrado pero tocando realmente bien). «Primal scream» sonó bien pero el cañonazo final (con mogollón de pirotecnia y la banda más desatada) vino con otro de los clasicazos por excelencia como es «Kickstart my heart» que fue un gran subidón para todos y que cerró el concierto con una impresionante cortina de chispas de fondo y una lluvia de aplausos que rivalizó en protagonismo en ese momento con la que nos seguía cayendo encima.

Por cierto, decir que durante todo el concierto llovió a mares pero poco nos importó (aunque era cuanto menos gracioso ver la pradera poblada de paraguas y chubasqueros y sobre todo a muchos hardroqueros «pintones» con el pelo empapado y el maquillaje corrido) a los que llevábamos mucho tiempo esperando volver a ver a MÖTLEY (incluso para muchos era la primera vez así que la ilusión era máxima). Yo por aquel entonces era una sopa andante pero tremendamente feliz, con el pelo empapado cayéndome por los ojos y la espalda (y dando algún latigazo a mis congéneres de alrededor… lo siento…) y dándome cuenta de que hay pocas, poquísimas bandas como MÖTLEY CRÜE encima de un escenario (y me sigue sorprendiendo verles en tan buena forma después de tantos años, drogas, peleas, problemas, enfermedades…).

Tras un nuevo parón, excesivamente largo esta vez, volvieron para terminar con esa versión del «Anarchy in the UK» de los PISTOLS que han hecho casi un clasicazo del hard rock americano más guitarrero. Eso sí, sólo un ramplón tema en el bis que nos supo a todos a poquísimo y nos quedamos con ganas de más y más y más MÖTLEY CRÜE (ese «Too fast for love» o «Too young to fall in love», ¡buaaaaaah!)

En definitiva, muy corto pero genial set (aunque era lógico que nos gustara más el de la gira anterior con temas distintos, además de los clásicos, y más largo), una banda ya digo que algo relajada y con más ganas de divertirse que de dar un gran concierto (que a la postre lo fue, no nos equivoquemos), y sobre todo un Nikki Sixx más apático que sí que deslució un poco la actuación de MÖTLEY (es que si el jefe no está a tope se nota).

Aún así, un concierto muy especial, que lo disfruté muchísimo y que puso perfecto punto y final hardroquero y macarruzo a un primer día pasado por agua pero donde casi todas las bandas brillaron y lo hicieron realmente bien (quizás con la única pega de VELVET REVOLVER que sí nos parecieron mucho más flojos).

Texto: David Esquitino Fotos: Rafa Basa

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