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ROSENDO – El Endémico Embustero y el Incauto Pertinaz

7 junio, 2007, 6:42 pm

Es evidente que a estas alturas nadie puede discutirle al señor Rosendo Mercado la importancia e influencia clave que ha tenido en el rock nacional, tanto a nivel musical como letrístico, de actitud y personalidad barriobajera y “carabanchelera”, desde los tiempos de LEÑO hasta todos los años que lleva en solitario desde aquel excelente “Loco por incordiar” del 85. Por otro lado, también es cierto que no sólo la leyenda sirve para sacar adelante y sostener todos los nuevos lanzamientos de artistas míticos y, al igual que con su anterior “Lo malo es… ni darse cuenta” creo que sí hizo un genial trabajo, con este nuevo disco me ha dejado igual de indiferente que con trabajos más anodinos de sus últimos años como “Veo, veo mamoneo” o “Canciones para normales y meros dementes”.

Eso sí, esto no significa que no estemos ante un buen trabajo, con una presentación absolutamente de lujo y muy, muy exquisita (en formato libro tipo “incunable” medieval, con tapa dura, inscripciones en relieve, libreto en forma de códice y portada haciendo un guiño a los libros populares de hace varios siglos), buen sonido y ese inconfundible “toque rosendiano” que siempre es y será marca de la casa. El problema es que nos encontramos con que casi todos los temas tienen un tono base prácticamente a medio tiempo y con ese toque casi reggae que tanto parece gustarle a Rosendo en los últimos años. Además, priman los riffs y ritmos monótonos y sencillos de más, además de unas letras con demasiadas vueltas de rosca, más enrevesadas y rebuscadas que nunca (y lo dice alguien al que siempre le encantó el punto de expresión directo pero diferente del guitarrista madrileño) y, en mi opinión, demasiado forzadas por un lado, y con rimas demasiado facilonas por el otro… De todos modos, se agradece que, al menos, le de tantas vueltas a la sesera y trate de ofrecer textos diferentes, ricos en lenguaje (aunque sean excesivamente rebuscados a veces, como digo) y alejándose de los tópicos y/o letras al uso de la mayoría de bandas nacionales que casi siempre se quedan a medias en este sentido.

La labor de Rafa al bajo y Mariano a la batería es sobria y efectiva, como siempre, y no se le puede poner ningún “pero” a su trabajo, al igual que a la guitarra de Rosendo (pese a lo dicho anteriormente), ya que suena como siempre: cruda, directa y con su toque roquero de siempre… eso sí, ya digo que demasiado simplona y con menos chicha y sobre todo “vidilla” que otras veces. Y la voz es Rosendo al 100%, como no podía ser de otro modo, pero no sé, me transmite menos que otras veces, aunque supongo que serán por los propios textos y/o canciones en sí que me han dejado bastante frío. Un punto que no me ha gustado tampoco demasiado es el sonido, demasiado opaco y como escondido, menos nítido y claro que en otras ocasiones, con poco cuerpo y fuerza en mi opinión… También es cierto que con varias escuchas va entrando mejor, pero no termina de enganchar más que en momentos puntuales y ya digo que se queda como un buen disco más pero en la onda de casi todos los trabajos de “Listos para la reconversión” en adelante, en esa tónica más lenta, sosilla y un tanto forzada de casi todos estos discos de la segunda época del mítico guitarrista de Carabanchel. Ahora, siguiendo con este razonamiento, imagino que sí convencerá a los que les gustan estos discos pero a los que crecimos con “Para mal o para bien”, su genial directo del 89 o un buen álbum como fue “Deja que les diga que no” por ejemplo (además de con todas las coplillas populares del grandísimo “Loco por incordiar”, o de unos muy decentes “Fuera de lugar” o “Jugar al guá”), posiblemente se nos quede al mismo nivel que la mayoría de los discos de esta segunda etapa como decía (y eso que reitero que el anterior me gustó mucho pero las expectativas no se han cumplido con “El endémico embustero y el incauto pertinaz”).

Hay buenos temas como “Harto” (sencilla pero pegadiza), “Quien le mece la hamaca” (que me recuerda a algunos temas guapos de estos últimos años más movidos), “La verdad vencida” o “Colosal colofón” (mucho más clásicas y que me suena a los buenos temas a medio tiempo y con encanto de “Para bien o para mal” o “La tortuga”, e incluso de “Fuera de lugar”), “Sólo heridas” (un tema roquero sencillo pero que tiene su punto) o “Una duda razonable” (un medio tiempo con regustillo reggae pero hecho con mucho gusto y buena letra que me ha gustado bastante); pero por otro lado hay canciones muy sosas como “La triste cagalera”, “Nadie sabe el paradero” (casi a ritmo de blues pero muy aburrida) u “Horizontes” (que tiene incluso una parte de hip hop entre medias) que me parecen realmente flojas… Además, echo especialmente de menos ese tema o dos que siempre hay en todos los discos de Rosendo que, pese a que el resto del trabajo tenga más o menos relleno, siempre destacan, a modo de “Vaya ejemplar de primavera”, “Cada día” o “A la sombra de un farol”, por citar algunas de los últimos años.

En definitiva, un nuevo disco de título rebuscado (sagaz donde los haya, eso sí) y presentación exquisita pero que sigue la misma línea de los últimos trabajos del carabanchelero por excelencia. Con estas premisas, la conclusión en clara: a quien le guste la última onda más reposada y aperturista de Rosendo en los últimos años, seguro que también le convence “El endémico embustero y el incauto pertinaz”; pero a los que prefieran el punto más canallesco, barriobajero, urbano y netamente roquero de los tiempos de LEÑO, los primeros años ya en solitario y/o la magia y vidilla de temas como “Agradecido”, “Flojos de pantalón”, “¿De qué vas?”, “Navegando”, “El asa del cubo”, “Borrachuzos”, “Hasta de perfil” o “Cómo el pico de un colchón” mismamente, se le seguirá quedando atrás. Al menos se agradece que siga estando ahí, dando el callo y tratando de seguir aportando cosas al rock nacional desde su experiencia y leyenda, pero no evita que el último disco vuelva a mostrar a un Rosendo a medio gas.

David Esquitino (david_esquitino@rafabasa.com)

Track list del disco: