Teatro “The Point”, Dublín
El frío húmedo de Dublín no se reflejaba para nada en el ligero atuendo que llevaba la mayoría del público que se agolpaba a las puertas del mítico teatro “The Point”, situado al margen del río Liffey.
Nada más cruzar las puertas principales apreciamos enseguida el nivelazo del recinto en general, con un aforo de 8000 personas, las cuales se pueden mover con comodidad por las instalaciones, repletas de stands de cerveza y merchandising, además de una infraestructura de las que aquí se echan en falta: cuartos de baño impecables, personal de seguridad supercoordinado y profesional, y por supuesto, el factor principal, una acústica perfecta, gracias a la cual disfrutamos de un sonido inmejorable.
Aunque la sala no se llegó a llenar, el ambiente era de fábula, gracias al gran poder de convocatoria que poseen los DARKNESS por aquellas tierras, (se vendieron más de 5.000 tickets según la organización).
Un dato muy digno de reseñar y agradable de ver fue la gran afluencia de chavales de corta edad a un evento de Rock, hecho que no se da de la misma forma en nuestro país.
La degustación de unas pintas de Guinnes nos privó de disfrutar de la banda telonera.
A las 21:15 de la noche las luces se atenúan y las pantallas gigantes que flanquean el escenario cobran vida proyectando videos de KISS, HUEY LEWIS y AEROSMITH, que calientan a una audiencia ávida de Rock&Roll. La gente se vuelve loca al ver a Justin y los suyos llegando en helicóptero a través de las pantallas, y tras la proyección de un potpurrí de sus videoclips con banda sonora de AC/DC , los acordes de “Knockers” dan la entrada a Justin Hawkins en escena, pero no una entrada normal, lo hace montado sobre dos enormes tetas voladoras que cruzan el teatro de lado a lado dejando al personal con la boca abierta y una sonrisa en su cara.
Y es que desde un principio ese es el principal objetivo de Justin: hacer que la gente no pare de sonreir, bailar y cantar.
El ritmo de “Knockers” nos trae a la mente a Robert Palmer, y enseguida el teatro se mueve coreando la canción que da título a su nuevo disco, después suena “Is it just me” y el teatro se vuelve a caer con su megaéxito “Growing on me”.
El escenario, bastante amplio, se llena con la figura del frontman, ataviado con uno de sus estrambóticos modelitos que solo él y Steven Tayler pueden llevar sin temor a hacer el ridículo.
Luces de primera, guitarras estrafalarias, una batería con cuernos, fuego, pirotecnia, y unas cuantas sorpresas que guardaban para el final adornan temazos como: “Dinner Lady arms”, “Seemed like a good idea”, “Black shuck” o “Givin’ up” de su “Permission to land”.
Todo ello me produce envidia.. ¿porqué nosotros no podemos disfrutar de salas así con capacidad de albergar grandes montajes de bandas de alto calibre? Sr. Gallardón menos gruas y más recintos culturales para el pueblo llano!!
En fin, volvamos al espectáculo; en “Blind man” Justin consigue que el público cante cual gnomos del bosque, y la diversión aumenta cuando no se decide a quitarse la levita por vergüenza a mostrar los excesos que ha cometido durante todo el año pasado (eso de vender casi cuatro millones de discos es lo que tiene). Finalmente se despoja de la parte superior de su atuendo y la audiencia se queda alucinada al ver el cambio que ha dado este hombre en un año. El Justin tirillas de “Permission to land” se ha comprado un billete de ida y vuelta al infierno y allí se ha “jartao” de birras y polvorones, porque sinó no lo entiendo.
Pero Sres. No hay complejos, en menos que canta un gallo nuestro showman favorito tiene a todo el teatro cantando al ritmo de los movimientos de su estómago en una especie de danza del vientre en plan histriónico.
Y si las 5.000 almas cortan el concierto para cantar el “Oé oé oé oé” típico (allí olé olé olé olé), (¿??) pues el Justin se improvisa el acompañamiento y se curra un Rock&Roll guapísimo con toda la banda .
Mientras, siguen sonando cañonazos de la talla de “Get your hands out of my woman”.
El hermano de Justin es Malcolm Young con permanente, sus zapatillas también están pegadas al suelo del escenario y sus riffs apoyados en la simplicidad de la batería de Ed Graham y el bajo del nuevo fichaje Richie Edwards enmarcan perfectamente el show de Justin: canta, baila, toca el piano, cuenta chistes, vuela, toca la guitarra…
Suenan “Fryday night” y en “Girlfriend” Justin, con el piano y Ed con una caja de ritmos improvisan una versión de la aparición extraterrestre de “Encuentros en la tercera fase”. Con “I believe in a thing” llega el delirio y arrasan el teatro a fuerza de coros bailables y explosiones de fuego dejando al público pidiendo los bises como posesos.
En menos de 2 minutos aparece Justin enfundado en cuero y plata cual torero sideral, subido a un órgano de Iglesia gigante para interpretar “English country garden” con reminiscencias de “La Reina” para terminar con su particular himno a los calvos “Bald” en la que la gente vuelve a alucinar al ver al frontman despegar del escenario y atravesar el teatro volando varios metros sobre la audiencia mientras se marca un solo de guitarra mientras rota sobre si mismo en plan “Tommy Lee” en sus viejos tiempos. Más pirotecnia y explosiones y llega el final que nadie quería que llegara.
La escena necesitaba una banda como “ THE DARKNESS ”. El Rock& Roll es locura, ritmo y diversión, y Justin y sus colegas saben como dártelo.
Texto y fotos: Wences de la Rosa
Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchar sobre ellas.
Set List:
- Knockers
- One way ticket…
- Is it just me
- Growing on me
- Dinner lady arms
- Seemed like a good idea
- Givin’ up
- Black shuck
- Love on the Rocks
- Love is only a feeling
- Blind man
- Hazel eyes
- Get your hands out…
- Friday night
- Girlfriend
- I believe in a thing called love
- English country Garden
- Bald