UDO. 4 de febrero de 2006. Sala Heineken. Madrid
La sensación del verano pasado fue la vuelta de ACCEPT a los escenarios. Tras tantos años de espera, por fin pudimos ver a la legendaria banda en unos conciertos que se antojan ya irrepetibles. Después del verano UDO volvía al trabajo con su banda, que en ningún momento pensó en abandonar. Y menos tras ciertos encontronazos con Wolf Hoffman que llevaron a ambos a declarar que ACCEPT ha terminado para siempre y que el verano fue tan sólo eso, una gira especial en la que miles de personas disfrutaron con los clásicos de los alemanes, y punto y final.
Así pues, en el mes de septiembre veía la luz “Mission nº X”, el nuevo álbum de UDO, que aportaba un nuevo sabor a la música del grupo, mucho más rockero, y con ciertas pinceladas de suavidad, al incluir un par de baladas en esta ocasión. No obstante, “Mission nº X” suena a ACCEPT por los cuatro costados, así que había muchas ganas de ver cómo el pequeño cantante y sus compinches presentaban el disco en directo en la larga gira que les está llevando a recorrer media Europa.
Un par de horas antes del concierto tuvimos la ocasión de charlar un buen rato con Udo, una persona tremendamente cordial que se transforma al subir a las tablas, y entre otras cosas nos comentó que estaba muy satisfecho de sus shows en Bilbao y Valencia, especialmente por el calor con el que se acogía siempre en España. Incluso llegó a aventurar más conciertos por nuestro país… tal vez y pronto…
La antigua Sala Arena, ahora reconvertida a nombre cervecero, aunque sin bajada de los precios de ese elemento líquido, por supuesto, era el marco escogido para su actuación. En esta ocasión UDO iban a tocar en solitario y la entrada se produjo de forma bastante puntual. No era para menos, ya que a las 21:00 estaba anunciado el inicio del concierto y que se produciría de forma muy puntual.
Una buena entrada aunque tampoco un lleno estrepitoso esperaba ansiosa a que se apagasen las luces y a que sonase “The embarkation”, la introducción que abre su último trabajo y con la que se inauguraba un show claramente centrado en la carrera en solitario de UDO, aunque sin abandonar obligados recuerdos a su antigua banda. “Missión Nº X” es un tema directo, pesado y que sirve perfectamente para arrancar un concierto. En un escenario tan pequeño, una banda tan grande se hace pequeña, pero al menos los fans pueden estar cerca, casi tocar al germano del pelo corto.
Vestido con un guardapolvos de cuero, con gafas de sol, la imagen de UDO sigue siendo la de ese pequeño cabreado que no resulta divertido, que es pura agresividad. A veces su apariencia en escena es un tanto fría, pero es que Udo es la mala leche en persona cuando canta en un escenario. El contrapunto son un Igor Gianola mucho más cercano que Stefan Kaufman, el otro gran impasible, y Fitty Wienhold, impresionante en su labor de bajista. Jovino, la nueva incorporación en la batería se mostró como una máquina perfectamente ajustada desde el primer momento. La fiesta empezaba más que bien.
A “Mission nº X” siguió “24/7”. Reconozco que tengo debilidad por este tema y que no me canso de escucharlo en disco. En directo fue mucho mejor aun. Tal vez se echaba algo en falta más calor por parte del público en esos momentos, ya que, pese a ser el single del disco, daba la impresión de no ser un tema muy conocido.
El sonido en los primeros temas no fue muy malo, aunque los coros, pieza fundamental en la música de UDO quedaban un poco ahogados entre la música. Aun así, con un sonido correcto y un juego de luces, que sin ser espectaculares, cumplieron para ser una sala de pequeño tamaño, comenzó “Independence Day”, que sirvió para arrancar los primeros coros en el público. Fue el momento en el que pareció realmente empezar el concierto, y que siguió con el recuerdo de “Trip to nowhere”. La reacción seguía siendo bastante tibia por parte de la mayoría de la sala, que sin duda se mantenían expectantes a la escucha de temas más conocidos.
“The bullet and the bomb” es de esas canciones que tienen implícita la esencia del Heavy Metal. Duro, pesado, agresivo, directo. Ahora ya sí se pudieron escuchar los coros mucho más claros y la sala volvió a calentarse con los coros del público que reconocían este tema de los últimos tiempos de UDO sin dificultad.
Si “Missión…” es un disco que me ha gustado en términos generales, “Mean Streets” es la canción que más complicada veo. Un tema extraño, especialmente en sus compases iniciales. No me acaba de convencer, pero hay que quitarse el sombrero ante la versión que hicieron en directo. Mucho más Heavy. Convirtieron una canción bastante normalita en un momento impresionante. Y es que una vez más se comprobó como las grandes bandas son capaces de convertir un tema normalito en un gran hit en directo. Eso es lo que les hace grandes, sin duda. Eso y recuperaciones de temas como “Heart of Gold”, con 15 años de historia pero perfecto para conocer la evolución del grupo.
UDO siempre ha querido mostrar su lado más suave en todos sus discos, y en directo tampoco lo evita. “Blind Eyes” y “Cry soldier cry” llegaron a lo más íntimo de los presentes en la sala. Eso sí, la versión de “Cry” sonó mucho más dura, menos suave que la versión del disco. Fueron dos temas que engancharon con un solo bastante acertado por su duración, menor de lo habitual, de Igor. De acuerdo, la sombra de Hofmann es alargada, pero Gianola siente esta música desde dentro y lo transmite. Además, ¿quién podía permitirse disquisiciones sobre guitarristas cuando se intuía el inicio de “Princess of the Dawn”?
Había pasado casi una hora de concierto pero la espera mereció la pena. Decenas de puños en el aire y todas las gargantas coreando el estribillo de un tema único, fantástico. Y que decir de los gritos de “Oooooooh”. Se inventaron aquí. Fueron 10 minutos inconmensurables y de locura absoluta, y es que hay momentos en todos los conciertos que llegan a lo más adentro del corazón. Este fue uno de ellos, por derecho propio.
La versión de “Thunderball” fue brutal, el perfecto contrapunto del medio tiempo anterior. Puro “Headbanging” de nuestro tiempo. Y todo un acierto incluirla en el set list, ya que sin duda, con el paso del tiempo, acabará por convertirse en un clásico.
El solo de batería de Francesco Jovino nos mostró en plenitud al batería de la banda. Conciso y no demasiado largo, sirve para que los miembros del grupo puedan tomar aire, y es que la sucesión de canciones prácticamente no permite un solo momento de descanso. Y qué mejor tras ese solo que volver al primer disco de UDO. “They want war” y “Animal House” fueron las elegidas para llevarnos al pasado. Pasado del grupo que veíamos, composiciones que merecen ser siempre destacadas y que es gozoso poder disfrutar en directo.
“Man and Machine” tuvo su sitio en el set list como una de las mejores composiciones de UDO en su última etapa. Esta vez no hubo artificios de ningún tipo (al estilo de la gira de presentación de dicho album, en la que UDO parecía un pequeño ciborg con lucecitas por todos lados), tan sólo música. Puro metal. De siempre.
Junto con “24/7”, “Mad for crazy” es otra de esas canciones que no dejan impasibles por su frescura. Da igual quien esté tocando. Si cierras los ojos y te dicen que son el mítico grupo que un día revolucionase el heavy metal a lomos de Flying V lo disfrutarás como si estuvieras oyéndoles en su momento más glorioso. Impresionante y grandioso para terminar antes de retirarse para los bises.
A las 22:25 de la noche comenzaba un nuevo concierto. Iba a constar de tan sólo 5 temas, y a durar media hora. Pero “Holy”, y especialmente “Metal Heart”, “Ball to the wall”, “Burning” y “Fast as a shark” son tan importantes en la historia de nuestra música, que resulta muy difícil no emocionarse oyéndolas. Bien, habrá personas que consideren que Udo es un cantante muy limitado y que su voz cascada no es comparable con ninguna de las grandes del género. Kaufman no es el mejor guitarrista del mundo, y su papel no suele alejarse del guitarra rítmico que mantiene la parte baja del tema. Pero ver una Explorer blanca en sus manos, una Stratocaster a la sombra del color camuflaje de su compañero de tantos años, impresiona.
Cantamos, saltamos, movimos la cabeza. No podía ser de otra manera puesto que sabíamos que era el momento. Sudamos y entramos en calor coreando los himnos tantas y tantas veces escuchados. Y finalmente, cuando el concierto tocaba a su fin, muchos sentimos que por los 5 trallazos de ACCEPT, había valido la pena.
La palabra con la que se puede definir a Udo es Honestidad. Honestidad por llevar trabajando en la música desde 1979 sin haber cedido a las presiones. Honestidad por defender sus ideas musicales más allá de las presiones que la fama podía acarrearle. Honestidad, por seguir trabajando año tras año y luchando por no quedarse como la mera estrella que vive de las rentas y cobra por tocar una y otra vez sus grandes éxitos. Honestidad, en suma, por demostrar un profesionalidad inmensa siempre que tiene la ocasión de subirse a un escenario, directo y conciso.
Todos echamos de menos a ACCEPT. Pero afortunadamente su espíritu, sigue vivo y creativo…
Texto: Fernando Checa
Fotos: Rafa Basa
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