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Viernes 29 de Julio de 2005 – Sala Razzmatazz – Barcelona
Asistir a un concierto de ALICE COOPER siempre es garantía de espectáculo y buena música, y el concierto de Barcelona no fue una excepción.
Las encargadas de calentar motores eran GIRLSCHOOL, que presentaban su nuevo álbum «Believe», después de unos años de poca actividad.
Empezaron ante escasa audiencia, pues su hora de inicio coincidió prácticamente con la hora de apertura de puertas, lo que hizo que muchos estuvieran en la cola cuando el cuarteto británico empezó su descarga.
Y lo hicieron con dos clásicos, como son «C’mon Let’s Go» y «Hit And Run», entonados por la formación que ha grabado su nuevo álbum «Believe»: Enid Williams al bajo, alternándose a la voz con la guitarrista Kim McAuliffe , Denise Dufort a la batería, y a la guitarra solista Jackie Chambers.
Tras ellos se mezclaron temas nuevos como «Never Say Never», «Future Flash» o «New Beginning» con singles más veteranos como «Screaming Blue Murder», «Yeah Right», «Race With The Devil», «Demolition», «Emergency» y «Take It All Away».
Fue un concierto muy breve (cerca de 30 minutos) y correcto, sin alardes ni excesos, recibido moderadamente por el público, de rock puro y rudo en las que las MOTÖRHEAD femeninas dejaron el camino preparado para lo que se avecinaba, ni más ni menos que ALICE COOPER.
La leyenda de Detroit venía presentando su nuevo álbum «Dirty Diamonds» en un escenario y sala más pequeños de lo habitual. De la última visita a Barcelona ante un Palau Sant Jordi a medio llenar se ha pasado a la sala Razzmatazz , una sala poco recomendable para conciertos veraniegos debido al calor sofocante al que nos tenemos que enfrentar los asistentes. Es sorprendente y digno de mencionar que dentro de tal horno la gente aún tuviera ganas de saltar y cantar, como así sucedió desde que ALICE COOPER saltara al escenario para interpretar «Department Of Youth».
El tema de «Welcome To My Nightmare», en el que ALICE se presentó ante el público barcelonés con su habitual bastón, fue el pistoletazo de salida de un recorrido por más de treinta años de historia y clásicos, que empalmó sin descanso con «No More Mr Nice Guy». Ante la inquietante mirada de sus ojos pintados de negro como telón de fondo, escuchamos un repertorio que se basó más en el material inicial que en el material más reciente, escuchando únicamente un tema del gran «Thrash», otro de «Hey Stoopid» y ninguno de «Constrictor».
Salto de tres décadas para presentarnos el tema que da título a su nuevo álbum, «Dirty Diamonds», un tema con riffs a lo Queens Of The Stone Edge y con aires punk, en el que el señor COOPER repartió collares de simuladas perlas al público.
Espectacular y contundente inicio, con una banda muy profesional sobre el escenario, con actitud muy rockera, que se reflejó en su sonido. A las guitarras un recién llegado, Damon Johnson, y Ryan Roxie, ya habitual en la formación. Al bajo encontramos a Chuck Garrick y tras los parches al gran Eric Singer, el único del grupo que no participó en la grabación de Dirty Diamonds, y que demostró su gran calidad durante todo el concierto.
Hablando de sonido, fue uno de los (pocos) aspectos negativos del concierto, pues no acabó de alcanzar la calidad deseada, poco nítido y con volúmenes descompensados que hacían caso imposible escuchar los coros.
Uno a uno fueron cayendo «Billion Dollar Babies», «Lost In America», la balada «I Never Cry», interpretada con los músicos sentados y tocando instrumentos acústicos y la nueva «Woman Of Mass Distraction».
En «I’m Eighteen», en el que presenciamos buenos solos cruzados del dúo Johnson/Roxie, ALICE COOPER apareció apoyado en una muleta. Siguieron «Between High School And Old School», «What Do You Want From Me», «Is It My Body» y «Go To Hell», en el que vimos por primera vez a la hija de ALICE, Calico, dándole a su padre látigo en mano. Al finalizar la canción levantó su capa y tras ella su señor padre desapareció. El calor de la sala ayudo en la ambientación final del infierno, cuando la banda se quedo únicamente enfocada por luces rojas.
Tras una cañera versión instrumental de «The Black Widow», y un gran solo de Eric Singer con el doble bombo como conductor, sonaron «Gimme» y «Feed My Frankenstein», en el que ALICE fue colocando, una a una, partes de un cuerpo en el ataúd que presidía el escenario, mientras caminaba como el monstruo nacido de la imaginación de Mary Shelley.
Ruidos de tormenta presentaban «Welcome To My Nightmare», que se repitieron al final en lo que era el preludio de la parte más espectacular y teatral del concierto. Como pieza conductora de la escena, «The Piece», formada por momentos clave de los temas «The Awakening», «Steven», «Only Women Bleed», «Ballad Of Dwight Fry», «Killer» y «I Love The Dead».
El argumento de la historia empieza con ALICE COOPER intentando matar a una bailarina vestida de rojo, interpretada por su hija, pero en el justo momento en que le intenta clavar el puñal que lleva en la mano aparecen dos espantapájaros y le ponen una camisa de fuerza. Impresionante en este punto ver a ALICE COOPER cantando con amargura agachado en el suelo con un único foco alumbrándole, como impresionantes fueron los instantes instrumentales que le acompañaban en la sombra.
Al final consigue zafarse de la camisa de fuerza, y vuelve a intentar matar a la bailarina. Pero de nuevo los mismos espantapájaros impiden que lleve a cabo su plan. Como la camisa de fuerza no fue suficiente deciden matarlo con la guillotina. El acto lo presenta una especie de tétrico jorobado, y la ejecutora es la misma bailarina, que en este punto ya debe estar curada de espantos. Corta la cabeza al señor COOPER, la recoge y la enseña al público. Lo más curioso es que ella misma se encarga de poner la cabeza encima del cuerpo dentro del ataúd, para que quien le ha intentado asesinar dos veces reviva.
¿Y quién resucita en ese cuerpo? Pues sí señor, ALICE COOPER para acallar a quienes gritaban «guillotine, guillotine» con «School’s Out», celebrada con inmensos globos que él mismo se encargaba de petar con una espada.
Primera despedida, para volver con tres trallazos en forma de bis. «Poison», en una versión distinta sobretodo en lo que hace a la batería y que no acabó de sonar del todo bien. La rockera «I Wish I Was Born In Beverly Hills», con Calico Cooper parodiando a Paris Hilton y acabando siendo atacada por su osito de peluche. Y como remate final «Under My Wheels», que cerró el espectáculo ente grandes aplausos.
De nuevo vimos a un ALICE COOPER en plena forma, tanto musical como teatral. Consiguió mediante su música adentrarnos en su mundo de terror y maldad, en el que paradójicamente nos sentimos tan bien y del que tan poco nos gustó salir tras casi dos horas de visita.
Texto y Fotos: Hèctor Prat
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