Cada vez me gusta más CHINCHILLA, no lo puedo evitar. La banda de Udo Gerstenmeyer y Thomas Laasch me han vuelto a sorprender con esta nueva joyita de power metal del bueno con el que espero que definitivamente suban al puesto que se merecen en este mundo de copias, bandas sin personalidad, «moñas» y grupos voluntariosos pero inevitablemente inferiores a la calidad de esta poderosa formación alemana.
Este es ya su quinto disco con el que mantienen el nivel de calidad supremo que siempre han mostrado, sobre todo con sus dos últimos lanzamientos. Como era de esperar, siguen practicando ese estilo tan particular de su país justo entre medias del heavy metal más clásico y el power/speed metal que iniciaron bandas como Rage, Heaven´s Gate, Blind Guardian o Running Wild a finales de los 80-principios de los 90, pero sin olvidar el componente melódico y hardroquero incluso que les hace tan especiales. Poderío, melodía, personalidad y feeling junto con una voz suprema que sabe y puede transmitir todo esto es lo que sigue ofreciendo CHINCHILLA en este «Take no prisoners».
Este disco se podría calificar como una mezcla entre la tendencia más potente de «The last millenium» y el toque algo más melódico (aunque igualmente genial) de «Madtropolis» del año pasado. Quizás la «cara A» del disco tienda a esa vertiente más netamente heavy metalera de la banda y la «cara B» se decante por tesituras algo más melódicas. Aún así, no es necesario realmente hacer esas «distinciones sónicas» entre las canciones porque todo el disco mantiene un nivel musical excelente. En este sentido de todos modos, quiero destacar por igual la increíble base rítmica como base de las canciones (detalle que, mezclado con los coros épicos poderosos marca de la casa, le dan un cuerpo y una fuerza a los temas impresionante), la guitarra poderosa de Udo que no es un virtuoso pero toca con el corazón de metal que nos guía a muchos en la música (y esto me sigue pareciendo lo más válido a la hora de componer canciones que lleguen a la gente), y la voz de Thomas Laasch, un portento vocal que, aunque se ha cortado la melena, una vez más me ha dejado con la boca abierta con ese tono tan potente, desgarrado y cargado de sentimiento heavy que me tiene loco desde que escuché «The last millenium» (creo que no me tiro a la piscina si lo califico como uno de los mejores cantantes de la actualidad junto con Johnny Gioeli y Jorn Lande).
Para este disco la formación aparece remozada una vez más con la entrada del bajista Roberto Palacios (supongo que tendrá ascendencia española o latina, ¿no?) que además ha participado en el proceso compositivo y ha diseñado el concepto artístico del disco. Esto es algo que hay que destacar ya que la presentación es exquisita, con un formato digi-pack de lujo y creado a modo de un periódico tipo «Chicago, años 20» con los miembros de la banda vestidos a modo de elegantes gangsters de la época y con cara de malos, malísimos. Las fotos del libreto y portada, en color sepia y así como envejecido a propósito, son impagables lo que hace que el resultado final sea ciertamente impresionante. Aparte de Roberto (y de Udo y Thomas, capitanes sin duda de la banda), continúa con ellos el batería Criss Schwinn que ya participó en «Madtropolis» (gran trabajo el suyo en el disco, por cierto) y esta vez ha sido el propio Udo Gertensmeyer quien se ha encargado de tocar los teclados que aparecen de fondo en algunos temas.
En cuanto a los temas ya hemos comentado que no hay sorpresas considerables: el disco es CHINCHILLA 100%, heavy metal poderoso y contundente y con la dosis de melodía necesaria para no dejar indiferente a nadie que disfrute con la música hecha a la vez con una parte de corazón y otra de coj… digo de actitud. Entre ellos podemos destacar por un lado los más cañeros y poderosos como «The almighty power» (todo un trallazo para comenzar el disco y supongo que también los directos actuales del grupo), la homónima «Take no prisoners» (power metal del de verdad… y no me estoy refiriendo a Rhapsody o Stratovarius precisamente) o «Money Talks» (donde colabora Stefan Leibing de Primal Fear, por cierto); u otras algo más melódicas como «Death is a grand leveller» (un tema cargado de feeling, con guitarras hardroqueras y estribillo más acelerado), «The call» (más heavy tradicional, con teclados de fondo y cantada de lujo por Thomas), «The ripper» (muy pegadiza y perfecta para tocar en directo) o la «power ballad» llamada «Silent moments», de tempo más reposado y donde colabora Elisabeth Palacios metiendo un violín para darle un aire distinto al tema ciertamente interesante.
Como ya comenté en la crítica de su disco anterior: no siempre los mejores trabajos los sacan las bandas más conocidas. CHINCHILLA es un lujazo de banda que merece ser descubierta porque de verdad que dentro de toda la mediocridad que nos acompaña últimamente (especialmente en cuanto a heavy de siempre se refiere), hay grupos intentando sacar la cabeza que merecen realmente la pena y estos alemanes son sin duda uno de ellos. «Take no prisoners» es un trabajo de heavy metal con mayúsculas que forma junto con «The last millenium» y «Madtropolis» un tridente discográfico de lujo del que sinceramente muy pocas bandas pueden presumir en la actualidad. Por cierto, están teloneando a Saxon en su gira europea y este fin de semana tenemos la suerte de poder disfrutar de ambos en España. No os perdáis a CHINCHILLA porque son «la bomba».
Tracklist de «Take no prisoners»:
1 – The allmighty power
2 – Death is the grand leveller
3 – The call
4 – The ripper
5 – Take no prisoners
6 – Lost controll
7 – Money talks
8 – Silent moments
9 – Stillborn soul
10 – Ritch hounds
David Esquitino, www.rafabasa.com y «Corsarios del metal»
(domingos de 22:00 a 24:00 en Radio Enlace, 107.5 fm y www.radioenlace.org)
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