Lunes 4 de Octubre de 2004 – Sala Razzmatazz – Barcelona
Este año la sala Razzmatazz está siendo escenario de noches inolvidables. Si Scorpions nos hizo pasar una increíble «big city night» y Dio reunió a su «night people» para demostrar que es el más grande, ayer los «children of the night» (y los no tan «children») nos acercamos a disfrutar de WHITESNAKE para vivir otro conciertazo imborrable, lleno de sentimiento, fuerza y magia.
El porqué de la vuelta de tantos clásicos a pocos nos debería importar si vienen abalados por puestas en escena como la que vimos ayer. Un grupo excelente y compacto en conjunto, y magistral individualmente arropó a un David Coverdale pletórico. Si bien su voz no es la misma que veinte o incluso diez años atrás, la supo administrar como sólo alguien con su experiencia puede y sabe hacer. El volumen de su micro estaba ligeramente bajo, no obstante demostraba su calidad y forzaba la voz al máximo en momentos cumbre, mientras que en el resto de los temas o bien hacía cantar al público o se veía ayudado por los coros de Marco Mendoza y Reb Beach. Ya que citamos a los miembros de la banda, voy a enumerar al resto de la alineación. A la guitarra Doug Aldrich, regalando complejos y precisos solos con gran maestría. El increíble Tommy Aldridge a la batería fue el motor (perfectamente engrasado) del grupo, mientras que Timothy Drury a las teclas completó el plantel. Aunque la serpiente blanca ha cambiado muchas veces de muda en sus casi tres decenios de historia, sin duda la presente es una de las mejores formaciones que Coverdale ha conseguido reunir.
La sensación que nos quedó, al salir de la extremadamente calurosa lata de sardinas barcelonesa, es que Mr. Coverdale está en plena forma. Hablando de la sala, los motivos de la ubicación del concierto en un recinto de aforo reducido como es Razzmatazz sólo las conocerá el promotor, pero lo que no puede ser es que pagando el precio que se paga actualmente por una entrada no tengas un mínimo de comodidad. No pedimos sofás y camareros que nos sirvan las bebidas en copas de cristal y a un precio más razonable que el actual, sólo unos pocos centímetros para poder respirar y aire acondicionado que evite el agobiante y asfixiante calor al que por desgracia ya estamos acostumbrados por estos lares en sus diversas salas de conciertos.
Pero ni las duras circunstancias ambientales ofuscaron lo que aconteció, desde el mismo momento en que la banda pisó el escenario, no en vano las serpientes se desenvuelven perfectamente en lugares cálidos. Dio el cañonazo de salida «Burn» (con algún guiño a «Stormbringer»), una canción de Deep Purple que celebra su treinta aniversario, ni más ni menos. No hace falta ni comentar la energía con la que WHITESNAKE saltó al escenario, ni la reacción del público, que no cedería ni un paso en su ánimo en lo que quedaba de concierto. Coverdale no paraba quieto sobre el escenario, invitaba al público a participar, agitaba el palo de su micro arriba y abajo, bailaba, cantaba, sonreía, incluso daba palmas «a la española». La serpiente volvía a dejarse la piel sobre el escenario.
Con este primer corte ya pudimos evaluar que el sonido era excelente, absolutamente nada que reprochar. La voz de Coverdale se diluía a veces entre riffs de guitarras, pero se oía lo suficiente como para ser disfrutada. Si el inicio fue espectacular, con «Bad Boys» se acabó de desatar la fiesta. Y es que los temas más coreados y aplaudidos son sin lugar a dudas los del gran » 1987″ . La banda estaba disfrutando en el escenario… y pasando calor, tal como quedó demostrado cuando Marco Mendoza fue a secarle el sudor al jefe, quien no tardó en hacer comentarios acerca de la temperatura reinante.
«Love Ain’t No Stranger» fue muy coreada en su emocionante inicio, y finalizó con gritos de «David , David». Pero para generar decibelios de voz, la siguiente «Ready An’ willing» fue aún más propicia. El público se dio la dulce satisfacción de cantar el estribillo «Sweet satisfaction, Ready an’ willing» con el maestro de ceremonias animando a los presentes.
Y llegó el momento de «Is This Love». La serpiente mostraba su lado más romántico, apoyado por un juego de luces que daban el toque definitivo al ambiente. A Coverdale apenas se le oyó, debido a que cantó en un tono más bajo que el original, el volumen de su micro seguía siendo bajo, de cualquer forma, el público se desgañitó cantando. Estas circunstancias deslucieron un poco el tema, aunque no dejó de emocionarnos. Y es que quien no se emocione escuchando «Is This Love» en directo interpretado por el mismísimo David Coverdale con pocas cosas se emocionará. Como anécdota decir que no vi ningún encendedor encendido (lo que quizás fue debido a que no había oxígeno suficiente para que la llama prendiera…)
Le siguió otro tema del laureado » 1987″ . «Give Me All Your Love» hizo saltar a todos los allí presentes, embravados por las luces que les enfocaban durante el cantadísimo estribillo. Reb Beach se marcó un solo espectacular, como todos los que interpretó a lo largo de la velada, pierna en alto sobre un bafle. El solo precedió de nuevo a los coros en solitario del público, primeramente acompañados por bajo y batería, y finalmente estrictamente en solitario, muy agradecidos por un sonriente Coverdale. El grupo retomó el tema para finalizar con redobles de batería, cuerdas sacando humo y el front-man jugando eróticamente con el soporte del micro, arrancando los primeros «oés» del público, que fueron in crescendo hasta la extenuación.
En «Judgement Day» quedó claro que la banda está perfectamente compactada, a resultas de una impoluta interpretación. Excepcional el intercambio de solos Aldrich / Beach, perfectos redobles de Aldridge a la percusión y emocionantes voces agudas de Coverdale cantando «on the road to Judgement Day», que demuestran que aún es capaz de cantar como pocos, si bien mide y controla mucho más sus energías que antaño, y es que el tiempo pasa igual para todos (menos para Ronnie James Dio).
Llegó el turno del lucimiento de Doug Aldrich. Tras la presentación del Coverdale empezó un solo que acabó de confirmar lo que ya habíamos visto hasta el momento, que es un señor guitarrista. Ágil y preciso en los momentos rápidos, y desprendiendo sentimiento a través de su compañera dorada en los pasajes más lentos (acompañado por los teclados de Drury). Al final del solo reapareció la banda y se fusionó con unos momentos de rock’n’roll bluesero que desembocaron en «Crying In The Rain». Coverdale reapareció habiendo cambiado su (sudadísima) camisa azul, por una blanca. Tras un perfecto solo de Aldrich el grupo volvió a abandonar el escenario para dejar únicamente al que nos iba a ofrecer un espectacular solo de batería, el alocado y profesional Tommy Aldridge. No fue sólo espectacular, fue ESPECTACULAR. Tras acelerón, frenazo y vuelta a acelerar de prodigiosos redobles se olvidó de las baquetas y redobló sólo con las manos sobre los timbales. Impresionante, como impresionante fue la ovación que se llevó tras la cual volvieron los músicos para acabar de rematar el tema.
Hora de presentar a la banda y de hacer broma con el público. Especialmente con aquellos que se sentaban en el piso de arriba del Razzmatazz, justo encima del escenario, que ven el concierto tras unas rejas. «¿Estáis bien?,» preguntó, «parece que estéis en la cárcel.» Y el vocalista volvió a forzarse al máximo en la siguiente «Ain’t No Love In The Heart Of The City», con un hábil solo de Aldrich incluido. Volvimos a los mejores tiempos de Coverdale con sus gritos finales, que promovieron la segunda tanda de «oés», acompañada por bajo, batería y con el mismo David Coverdale bailando al ritmo marcado por el público. La correcta y (como no) coreada «Don’t Break My Heart Again» precedió a los dos grandes hits que cerraban el set. Empezaron a sonar los acordes de «Fool For Your Loving», David Coverdale nos regaló la canción («a song for you»), y el público volvió a saltar y a cantar, empujados por el líder de la serpiente, cosa que le permitió descansar un poco la voz. Beach de nuevo estuvo magistral a las seis cuerdas en la interpretación del solo.
Y llegó el éxtasis colectivo con «Here I Go Again», con intercambio de líneas de la primera estrofa entre público y Coverdale, quien dejó cantar el estribillo al público, para cantar con su registro más agudo y fastuoso el último «here I goooo», poniendo la piel de gallina a más de uno.
Y con este temazo abandonaron el escenario, para entre griterío del público volver e interpretar dos temas más. En el primero Coverdale cogió las maracas para iniciar el «Take Me Whit You», que nos trasladó al rock de finales de los 70. Con él pudimos disfrutar de un solo de bajo de manos del polivalente (bajo y voz) Marco Mendoza, quien no paró ni un segundo en todo el concierto. Le siguió «Still Of The Night», donde me gustaron especialmente los teclados de Drury en el momento más sosegado del tema. No hace falta mucha imaginación para saber cuál fue la reacción del público a la interpretación de uno de los mejores temas de WHITESNAKE. Cantada de nuevo a medias, Coverdale estuvo exquisito en sus intervenciones. Parece como si se hubiera estado reservando parte del concierto sólo para la interpretación de este tema. No paró de cantar como él sabe hacer de principio a (especialmente) fin del tema, donde se le vio animadísimo. Con la mano en el corazón dio las gracias a los presentes (por cierto, a los que fuisteis a los conciertos de Madrid y San Sebastián os dio las gracias también) y la banda se despidió entre palmas y ovación de gala.
En agradecimiento, Coverdale volvió a salir sólo al escenario para interpretar a capella parte del «Soldier Of Fortune» de los Purple (que debieron disfrutar más en el sector derecho de la sala que en el izquierdo, pues dos energúmenos embriagados y cuatro miembros del staff de seguridad se encargaron de romper a empujones y griterío el encanto del momento). La ovación final aún debe estar retumbando en la sala de Poble Nou.
Con las notas grabadas del «We Wish You Well» fuimos tomando rumbo a la calle, contentos por haber asistido a un conciertazo y también, porque no, por salir al exterior y respirar un poco de aire fresco.
Texto: Hèctor Prat
Fotos: Carlos Oliver y Hèctor Prat
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