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JUDAS PRIEST
Viernes 25 de Junio – Plaza de toros de Valencia
¿Orgasmo total? ¿La gran ceremonia del heavy metal? ¿Show histórico? ¿El mejor concierto de nuestras vidas? ¿El reencuentro con el DIOS del metal? ¿La reunión más esperada? Estas y otras preguntas similares sirven para arrancar una de las crónicas más ansiadas por muchos, algunos asistieron a la cita de METAL MANIA, otros a Barcelona, y otros esperan leer las crónicas y escuchar que les cuentan los colegas y así ahorrar para el mes de enero o febrero para ver a JUDAS PRIEST presentar su nuevo álbum en varias ciudades españolas (según me dijo K.K. Downing en la entrevista que leeréis en breve, la intención del grupo es tocar en muchas).
Un servidor Basa ha visto a JUDAS PRIEST en cinco ocasiones con Rob Halford, sin contar ésta. La primera vez fue el 2 de febrero del 1984 presentando «Defenders Of The Faith», en el Pabellón del Real Madrid, donde tocaron los desaparecidos madrileños Sobredosis de teloneros, luego en dos ocasiones en Madrid y Alemania presentando «Turbo, posteriormente en Londres en 1988 en la etapa «Ram It Down», y más tarde en el Palacio de los Deportes madrileño en un conciertazo enseñándonos a todos como sonaban en vivo los puñales de «Painkiller». Esos cinco conciertos si fueron para mi históricos, sobre todo el primero de 1984 y el último de 1991. JUDAS PRIEST estaban pletóricos en aquel entonces a todos los niveles, JUDAS PRIEST sentían plenamente y más que nunca lo que interpretaban, vivían por y para el heavy metal, independientemente que Tipton también vivía para jugar al golf, y sobre todo Halford cantaba como el Metal God que es y se ha ganado ser a lo largo de la historia, entre otras cosas por que tenía muchos menos años y batallas a sus espaldas que en el presente, eso es innegable.
Luego con Tim Owens reconozco que orgasmé en la presentación de «Jugulator» que vi en Bruselas y tuve la suerte de filmar con el que entonces era mi equipo de producción de mi añorado programa de televisión «Más Metal», luego los vi en Madrid y posteriormente en Valladolid, para terminar de verles en Madrid ante solo 2000 personas presentando por última vez «Demolition». A parte de éstos, y algunos de Halford en solitario, no puedo olvidar el gran concierto ofrecido por FIGHT en la sala Canciller en 1993, realmente memorable. Por ello, entiendo que para los que el concierto de Barcelona o METAL MANIA ha sido el primero de PRIEST con Halford, haya sido el mejor de vuestra vida o similar… pero, sinceramente para mí no lo ha sido, pero leído lo que he escrito entenderás por que lo digo.
Para mi JUDAS PRIEST siempre ha sido y sigue siendo la banda número 1 del heavy metal, y lo digo a nivel personal, como fan, independientemente de mi trabajo como periodista. Mi discografía está llena de discos piratas y rarezas de la banda, cosa que no ocurre con otras formaciones. Por lo que, haceros a la idea…Para mi, la reunión de JUDAS PRIEST es una feliz realidad; agradezco mucho que Halford haya vuelto al grupo, pero sinceramente, podría haberlo hecho años antes. A parte de echar en falta a Halford, lo que realmente echamos de menos desde hace años los verdaderos fanáticos de JUDAS PRIEST es un gran álbum de heavy metal «de verdad». Ripper ha sido un genial sustituto, y así lo ha demostrado, pero nunca olvidemos que Owens ha bailado con la más fea ya que lo de Jugulator y sobre todo Demolition ha distado mucho de lo que todos ansiábamos de JUDAS. Solo haré una pregunta… ¿Os imagináis un «Painkiller II» con Ripper en el 2005? Lo que ocurre es que Tipton quería experimentar con otro tipo de público e hizo que la banda se la jugara con Jugulator y Demolition aprovechando la juventud de Ripper y su voz polifacética que emulaba perfectamente a Halford y se podía acercar a lo que años atrás hicieron Pantera. Tristemente la fórmula no funcionó ni en ventas, ni asistencia a los conciertos, y sobre todo en cuanto a la credibilidad de los verdaderos fans que comenzaron a darle la espalda a su grupo sagrado de siempre pidiendo «ya» la vuelta de Halford. Esa es la verdadera historia, o al menos asi la veo yo, como seguidor de JUDAS y como periodista. Ahora la banda jura que su vuelta será heavy metal 100% y que el nuevo disco será la continuación lógica a Painkiller… saldremos de dudas el 9 de noviembre.
Tranquilos que hablaré del concierto de JUDAS PRIEST en Valencia, voy a ello. En cuanto sonido y montaje el asunto me pareció sobresaliente. Sonaron poderosísimos, cristalinos y muy contundentes, casi perfectos. El montaje escénico fue gran aliado para que el sabor de boca dejado fuera extraordinario. No podían hacerlo de otra manera distinta… el montaje recordó los 80´s y principios de los 90´s, y fue el apropiado para recibir a todos sus más célebres hits de antaño en una noche histórica, tras 30 años y Halford de nuevo, como miembro activo de la familia.
Reconozco que cuando escuché la introducción de The Hellion me emocioné, mientras me disponía a disparar mi cámara en el foso y realizar el reportaje fotográfico que ilustra ésta crónica. ¡Eran ellos! ¡Allí estaban de nuevo! ¿Era 1991? Se iluminó el escenario, y con KK, Ian, Tipton y Travis tocando Electric Eye como en los viejos tiempos, mi objetivo buscaba a Halford que ya cantaba… Apareció tras la tarima de batería emulando salir del gigantesco ojo dibujado genialmente en el telón de fondo del montaje. Fue moviéndose a cámara lenta, emulando ser el robot de la letra de la canción, y recordando lo que años atrás hacía, aunque esta noche de forma más exagerada si cabe. Se movió hacia la izquierda del escenario para aparecer desde abajo a arriba en una plataforma elevada hidráulicamente, lo que causó un afecto visual excelente. El escenario estaba lleno de luces, de plataformas, escaleras, tarimas, el símbolo de JUDAS PRIEST por todas partes… un auténtico montaje de heavy metal de verdad.
Llega «Metal Gods» y la historia escénica continua, con Halford como centro de todas las miradas, con una imagen 1000% heavy metal, ataviado con un tres cuartos negro de cuero lleno de tachas y flecos, y unos pantalones a juego, una alucinante indumentaria que le acompañó gran parte del concierto… la imagen de un gran Dios del Metal, ni más ni menos…»se acabaron las gorras y las camisetas de fútbol americano, por fin». Llega el tercer himno, «Heading Out to the Highway» y Halford se quita las gafas negras y se acerca al borde del escenario con su micrófono por primera vez en el show. El duo KK y Tipton se movían como siempre, menos activos que hace años, sin dar carreras constantes, pero con la actitud heavy que la ocasión obligaba y ellos mismos sentían. Hill, como siempre arremetía contra sus cuatro cuerdas a la espalda de Tipton, moviéndose armónicamente al ritmo en su centímetro cuadrado habitual, y Scott Travis le pegaba con su contundencia conocida, demostrada y colosal. El solo a duo de KK y Tipton fue inconmensurable, juntos uno con el otro. Llega «The Ripper» sin que Halford preguntara a la audiencia eso de «What is my name?», lógicamente, en vez de preguntar eso, el vocalista se dirigió al respetable comentando lo felices que se encontraban, lo de la esperada reunión, que aquello era una noche especial, etc, no era para menos.
Halford mostró hasta éste punto sentirse seguro y sobrado de voz, efectos de reverb a parte. Hay quien dice que se dejó acompañar y ayudar por demasiado eco, efectos y reverb en directo, pero seamos realitas: Halford lleva usando esos efectos, reverb y repeticiones de eco desde siempre. Es su estilo, y así, con ayuda de esos efectos técnicos, ha cantado en vivo desde sus inicios. Para sus casi 54 años se encuentra en muy buen estado, y esperemos que aguante muchos años. Es claro que tras casi 13 años desde su último concierto con JUDAS PRIEST no lo podía hacer igual… Las cuerdas vocales no son cuerdas de guitarra que se afinan o se cambian, y listo. Además, en el caso de Halford, con esos altos agudos y fragmentos desgarrados la cosa es más compleja aún. Por ello, Halford comenzó a sufrir más de la cuenta en «Touch of Evil» donde los esfuerzos de éste eran infinitos por emular la versión original registrada en «Painkiller». Yo también sufrí con él. Mi subconsciente le decía: «¡Vamos, Rob, tu puedes!».
Llega «The Sentinel», más lenta de lo habitual, y Halford se anima, deja los movimientos robóticos y recuerda a retazos al mismísimo Ian Anderson de Jethro Tull al moverse levantando los brazos y una de sus piernas como el veterano flautista y cantante hace, junto a K.K. y Tipton. A veces recordaba a Ian y otras a un encantador de serpientes vestido de metal hasta los dientes. Una de las mejores interpretaciones de la noche de Halford fue la de «Turbo Lover», cantada por el público hasta la extenuación.
Otro momento abrupto para el cantante fue «Victim Of Changes», un tema muy difícil, donde el joven Ripper Owens en directo también sufría lo suyo. Ayudado por el público, el eco y los recursos de un viejo zorro como es Rob se fue haciendo con el tema, saliendo airoso, y vestido en las alturas de las plataformas con un nuevo guarda polvos. Halford cantará menos que hace 13 años, es innegable, pero sigue poseyendo el mismo carisma, incluso más que antes, continua llenando el escenario con un leve movimiento de manos, como el solo sabe hacer. Su reputación de «Metal God» se la ha ganado por algo… Su personalidad es enorme y mágica. Rob Halford es único e irrepetible, y así lo demostró esta noche especial.
De repente aparecen KK y Tipton armados con guitarras acústicas, el escenario se llena de humo, Travis se levanta, y suenan los acordes fascinantes de «Diamonds and Rust» en una nueva versión, más cercana a la original de Joan Baez que nunca. Halford imposta la voz, canta muy grave y hace de ésta interpretación una de las piezas más aplaudidas del show, aunque yo particularmente me quedo con la anterior versión de JUDAS más eléctrica y con más garra o incluso con la de Ripper, más acústica, pero con más fuerza.
Rob se cambia de «chupa» de nuevo y la banda rompe la ley sonora con su afilado «Breaking the law». JUDAS PRIEST triunfaban, convencían, sonaban potentísimos y dejaban claro que su reunión no es una simple broma. Halford vuelve a triunfar, pero llega «Beyond the Realms of Death», que sinceramente me dejó bastante rabioso. Un tema como éste no se puede cantar así, Rob, de verdad… Es simple… hay decenas de temas clásicos más cómodos de cantar, por ejemplo «Desert Plains» o «Exciter» o cualquier otro. Seguro que a muchos fans no les importa que el arduo difícil «Beyond the Realms of Death», no forme parte del set list. Siento decir que en él, Halford no estuvo nada afortunado. Un temazo como éste debe ser interpretado como merece, y Halford no puede o no pudo esta noche llegar al nivel necesario para que dicha medio balada triunfara como debía, a pesar que la banda iluminara el escenario con unas luces especiales tipo las que en los 80´s lucían en las discotecas producidas por una enorme bola de cristalitos que se encumbraba en lo alto del puente delantero de luces.
Mi amigo y colaborador Mariano Palomo, que estaba a mi lado, me decía… «a ver como canta ahora el The Green Manalishi…», y bueno, no lo hizo como antaño, pero tampoco deslució. Fue entonces cuando volví a pellizcarme y preguntarme a mi mismo si aquello era real, si JUDAS PRIEST habían vuelto a ser «los de siempre», los que nunca debieron dejar de ser. Ojalá dure hasta el fin de sus días la formación estelar y sea por muchos años, aunque los rumores dicen que no hay buen ambiente entre Halford y Tipton/KK, y que incluso viajan en transportes diferentes y camerino a parte, y que la reunión se ha realizado con un contrato blindado entre las partes y con una lista detallada de condiciones muy «pijotereas» que dejan muy claras muchas cosas para que la convivencia sea aparentemente duradera y solvente.
Rob chilla: «Painnnnnn!!!» y el público responde «¡Killerrrrrr!», y llegó el temazo esperado por todos. Las guitarras eran verdaderas cuchillas y la batería de Travis una bomba nuclear constante, pero Halford volvió a sufrir. Cantó casi todo el tiempo encorvado, hizo verdaderos esfuerzos para que su garganta escupiera verdadero fuego, y lo hizo. Solo faltó que su calva se pusiera al rojo vivo. No llegó a hacer los agudos de antaño, pero hizo «lo imposible» por echarse el tema a al espalda, y lo consiguió. No cantará como antaño, pero Halford le echó dos cojones como pocos, así, «¡como suena!», o «como se diga» (ya sabéis que un servidor no acostumbra a escribir «tacos», pero en ésta ocasión era necesario). Fin del show.
Se echa el telón, y nunca mejor dicho, por que el que en la parte trasera lucía durante toda la actuación se cambió por otro con el logotipo gigante de JUDAS PRIEST. Unos minutos, y de repente, como no, suena el rugido de la enorme moto!!!! Se abre la parte de debajo de una de las elevadas plataformas elevadas laterales y aparece el Dios Halford con su gorra de cuero y la moto para realizar un inolvidable Hell Bent For Leather, con el frontman montado en el sillín cantando con chulería y Tipton a su lado como escudero del metal matando con su hacha. En los bises no faltaron «Living Alter Midnight», «United» y el final «You Got Another Thing Coming» que yo escuche desde la puerta de la Plaza de Toros, ya que tuve que anticipar mi salida de ésta para adelantarme a la del público y llegar antes que la «peña» a la Sala Repvplicca y preparar la fiesta que duró hasta las 8 de la madrugada, como ya he contado en el resumen ya publicado.
Espero que los que alucinaran plenamente y afirman que éste ha sido «el mejor concierto de su vida» no queden decepcionados con mi crónica, así como los que hayan visto en los 80´s a JUDAS PRIEST y hayan quedado un poco «moscas». Espero y deseo que éstos últimos estén de acuerdo conmigo y sepan encajar que Halford tiene 13 años más que la última vez que cantó con PRIEST en directo.
Los Reyes y su máximo Monarca han vuelto a reunirse. En enero o febrero volverán a estar entre nosotros, antes, el 9 de noviembre publicarán su nuevo álbum. Ya queda menos…
Texto y Fotos: Rafa Basa
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