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WASP – En Barcelona la pasada noche de martes día 8…

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+ DYECREST

Martes 8 de Junio del 2004 – Sala Razzmatazz II – Barcelona

 

Empezó el concierto del joven grupo finlandés con un poco de retraso y con una sala Razzmatazz II (en la que aún se podía respirar) que presentaba un cuarto de entrada para presenciar su actuación.

DYECREST, que ganaron un contrato con Noise Records a raíz del concurso «Young Metal Gods», practican un poderoso y melódico power metal, aunque en esencia es heavy metal, y esa es la impresión que dejaron sobre el escenario.

Venían a presentar su primer y recién editado disco «The Way Of Pain» y no lo hicieron nada mal. Lástima que el retraso de cerca de tres cuartos de hora propició que pagaran los de siempre y el set se redujera a cuatro temas ejecutados durante cerca de 25 minutos (tuve la oportunidad de hablar con ellos después del concierto, y me comentaron que normalmente su set en esta gira era de 6 temas). Pero fue suficiente para obtener una muestra y captar la esencia de una banda que promete. A destacar la voz (y presencia) del cantante Janne Oksanen, que subido encima de una tarima, transmitía una energía y una fuerza que logró calar entre los más bien pocos que se habían acercado a la sala para descubrirlos.

Quizás les falte un poco de originalidad en los temas, y se apoyen demasiado en el bajo, pero quedó claro que son muy buenos músicos y que darán de qué hablar en el futuro.

DRAGONFORCE

Llegaron, tocaron y convencieron (al menos entre los que les gusta el power metal). Con algo más de experiencia que sus predecesores en el cartel, DRAGONFORCE dejó a más de uno boquiabierto con su media hora actuación. De la banda londinense, que practica un aceleradísimo power-metal desde 1999, cabe destacar al ex-batería de Bal-Sagoth David Mackintosh, y la pareja de guitarristas Herman Li. (natural de Hong Kong) y Sam Totman, juntos desde hace muchos años (y se nota) en bandas neocelandesas de black como Demoniac. Es curioso ver como tres de miembros de la banda provienen de la escena black-metalera.

Dragonforce
Dragonforce

Mackintosh tocó en un set de batería electrónica (compartida con Niko Takala de Dyecrest) y fue curioso verle mover los pies a un ritmo endemoniado, pues no había bombos que los taparan. También se destapó como un hábil malabarista con las baquetas, haciendo la competencia a Stet Howland.

Pero sin duda alguna, quien nos dejó alucinados fue el solista Li, y no únicamente por su imponente larga cabellera, sino por sus solos. Impresionantes, rápidos y precisos.

Dragonforce
Dragonforce

Si a este plantel le añadimos un buen vocalista, llamado ZP, el cóctel resulta explosivo.

En cuanto a puesta en escena, la banda en pleno no paró quieta ni un solo momento, saltaron, corrieron, se lo pasaron bien y contagiaron a un público ahora ya bastante más numeroso que en la actuación finesa.

Tuvieron ciertos problemas con el sonido, sobretodo en los teclados de Vadim Pruzhanov, quien le puso muchas ganas pero difícilmente se oía entre tanta tormenta sónica. Pero en conjunto fue decente y no deslució la velada.

Dragonforce
Dragonforce

Renovaron y mejoraron contrato con los que ya los conocían y seguro engancharon a los que no habían oído hablar de ellos.

Y lo hicieron con temas de su nuevo álbum «Sonic Firestorm», como «Fury Of The Storm» y «My Spirit Will Go On», y del anterior «Valley Of The Damned», como «Black Fire» o la canción que da título al álbum que precedida de oés-oés deleitó a la audiencia a golpe de doble bombo, dobles guitarras y solo (como no) excepcional de Li, para cerrar un concierto excelente.

Dragonforce
Dragonforce

W.A.S.P

Era el turno de Blackie & Cia. La expectación por ver a W.A.S.P. era máxima. Ya desde las 7 de la tarde había gente esperando para entrar en la pequeña Razzmatazz II, y los reventas revoloteaban por los aledaños del recinto (aunque momentos antes de empezar el concierto abrieron taquillas).

Lo primero que llama la atención son los carteles que anuncian que no se puede fumar durante el concierto, anunciado también por megafonía los momentos previos al mismo. Cierto es que finalmente se vio más de un cigarrillo encendido, cosa que era más que inevitable y de esperar. Que Blackie ha sufrido problemas en la voz que le han obligado a suspender hasta tres conciertos durante esta gira es conocido por todos. Que debe cuidarse también, pero nunca hasta llegar a este extremo (es el primer concierto para no fumadores al que he asistido).

No se sabe si por el mismo motivo, la salud de Mr. Lawless, no había aire acondicionado en la sala y el calor era algo más que sofocante. Pero aún y así, los gritos de «WASP, WASP» previos a la aparición en escena de la banda eran indicador de que nada podría frenar las ganas del público barcelonés de disfrutar del grupo.

Hablando de grupo, comentar que después de múltiples variaciones en el line-up, Blackie ha sabido encontrar a tres músicos excelentes ex-desconocidos que mantienen el nombre de W.A.S.P. en un nivel inmejorable, y heredan con honor el legado dejado por sus predecesores.

Las ansias se incrementaron, cuando colocaron el impresionante micro-plataforma-columpio en el escenario, que es el centro principal de la escenografía en esta gira presentación de «The Neon God: part 1 – The Rise», esta vez no tan elaborada como anteriores veces, pero efectiva.

El micro es en esencia una columna vertebral, que finaliza en una calavera y unos huesos cruzados por debajo de la mandíbula. A la altura de los hombros salen dos manillares de moto, los cuales tienen unas manos de hierro, y que servirán a Blackie para agarrarse mientras lo balancea adelante y atrás gracias a los muelles que tiene en su soporte. Más de uno sufrió porque el bueno de Lawless no se diera con la cabeza en la viga de piedra que tenía atrás, a la altura de la cabeza, cuando se balanceaba frenéticamente subido a lo más alto del micro, como en «My tortured Eyes».

Como fondo, a cada lado de la batería, la roja portada del nuevo álbum. La escenografía se acaba aquí, en cuanto a material se refiere (no en cuanto a efectos).

Y llegó el gran momento en que empezaron a sonar las primeras notas de la intro (grabada) «Overture», apertura de su último trabajo. La banda irrumpió en escena para interpretar un medley de clásicos, buena fórmula para intentar tocar cuantos más temas posibles sin alargar el concierto más de lo que lo hacen los grupos actualmente (y tristemente). Cayeron uno tras otros los coreadísimos «On Your Knees», «Inside The Electric Circus», «Hellion» y «Chainsaw Charlie (Murders in the new Morgue)», que finalmente se erigió como única representante del gran «The Crimson Idol».

A primera vista se ve a un grupo con muchas ganas y maestría (la de Blackie ya estaba más que contrastada), y centrándonos en el líder, de lo que ejerce sobradamente y por motivos obvios Blackie, se le vio en buena forma tanto físicamente como en la voz.

Se estaba gestando un show eléctrico y muy enérgico, con el guitarrista Darrel Roberts y el bajista Mike Duda muy activos durante todo el set. Dentro de las posibilidades de un batería, Stet Howland también aportó lo suyo, tocando de pie en varios momentos y haciendo malabarismos con las baquetas. Todo bajo la batuta y dirección de Mr. Lawless.

También podemos comprobar que el sonido queda bastante lejos de ser nítido, sobretodo en las primeras filas (a medida que ibas retrasando posiciones iba mejorando), pero suficiente como para no estropearnos la calurosísima noche. Correcto pero ni de lejos bueno, aunque supongo que no tan malo como el del concierto en Austria, en el que el grupo abandonó el escenario a los 45 minutos (los acordados como mínimo en el contrato) debido a la mala calidad del sonido de la sala y la imposibilidad de los ingenieros por adaptarlo a las necesidades del exigente Blackie.

No hace falta ni comentar cuál fue la respuesta a la siguiente «L.O.V.E Machine», y «Animal», en la que los asistentes acabaron aclamando a su «Idol» particular, con gritos de «Blackie, Blackie».

La ejecución de ambos temas fue perfecta, y precedieron a otro gran clásico como es «Wild Child», de nuevo muy coreada por el público, y disfrutada por la banda. Pudimos ver a Mike y Darrel jugando por el escenario mientras le daban a las cuerdas, y a Stet ofreciéndonos sus mejores trucos. El grito final con el que Blackie finalizaba el hit de «The Last Command» denotaba que sus cuerdas vocales estaban recuperadas.

Casi se nos había olvidado de que ésta era la gira de presentación de «The Neon God: part 1 – The Rise», cuando Blackie se encargó de recordárnoslo, con una respuesta más bien indiferente por parte del respetable a su corto monólogo/presentación, en uno de los pocos momentos en que se dirigió al público.

«What I’ll Never Find» fue la primera de las dos únicas canciones que se extraían del álbum, y la calma tras la tempestad que llevábamos viviendo sin pausa desde el principio del concierto. Balada emocionante, es uno de los momentos más lúcidos «The Neon God: part 1 – The Rise», y sirvió en escena como plataforma de lucimiento de Darrel Roberts, excelente y destacado en todo el concierto. A finales del tema, se quedaron solos sobre el escenario batería y guitarrista, y éste deslumbró con un solo que acabó de demostrar que es un gran fichaje y excelente músico tras las seis cuerdas. El hecho de que no estuviera Blackie encima del escenario ayudó a darle el protagonismo que se merece. Tras el solo el resto volvió al escenario para rematar el tema y para sin descanso tocar «Sister Sadie», que cerró el corto capítulo de «The Neon God: part 1 – The Rise». Aquí podríamos abrir el eterno debate sobre el setlist, si deberían haber tocado algún tema más del último álbum, si por el contrario con los clásicos hay suficiente… Eso queda a gusto de cada uno, y nunca llueve a gusto de todos. Yo personalmente soy de los que prefiere que toquen los clásicos, pues por desgracia no he visto muchas veces al grupo. Me imagino que alguien que los haya visto una docena de veces opinará distinto que un servidor.

Con «My Tortured Eyes» llegó el golpe de efecto escénico que siempre ha caracterizado a W.A.S.P. En un escenario completamente oscuro destaca Blackie con un maquillaje verde fosforescente, que hacen brillar una cara y unos brazos que emulan la imagen de un muerto. Realmente daba miedo balanceándose desde lo alto del micro (también verdoso para la ocasión), cantando que le maten y acariciando la calavera.

Y con «The Real Me» se hizo la luz. Volvió la luz al escenario y volvieron los clásicos de los 80. El doble bombo de Stat aún retumba en mis oídos. Si en este tema el público se mostró muy participativo, con «I Wanna Be Somebody» se llegó al extremo, con el público cantando tres cuartos de la canción en solitario, con el clásico y obligatorio parón musical y luces enfocando al público para que a ritmo de bombo se coree el estribillo. El calor en esos momentos era insoportable, y se empezaron a ver botellas de agua vaciándose en las cabezas de los sufridos fans de las primeras filas. Aún y así no bajaron los ánimos, y cuando la banda se retiró después de finalizar el último tema (con un Stat tocando de pie de nuevo) no cesaron los gritos de «Blackie, Blackie».

Y a la vuelta del grupo al escenario llegó la sorpresa y la pequeña gran decepción. El medley acústico que tocaba Blackie en solitario cayó del setlist (inicialmente estaba incluida, tal como pude comprobar en el listado enganchado en el suelo del escenario). Desconozco el motivo exacto. Quizás fue calor, cansancio, prevención de nuevos problemas en la voz de Blackie, es una incógnita. El caso es que cayeron temas básicamente de «The Crimson Idol», como son la instrumental «Titanic Overture», «The Idol», «The Gipsy Meets The Boy» y la esperada «Sleeping In The Fire» de «I Wanna Be Somebody».

Así pues, nos «conformamos» con el clásico cierre «Blind In Texas», en la que de nuevo queda contrastada la calidad de Darrel al mástil, con dos solos impresionantes. Vuelve el momento en que batería y bajo se quedan sólo con un público más que conocedor del estribillo, para acabar de nuevo con la banda en pleno para finalizar tema y concierto, y retirándose casi sin despedirse.

Esperemos que Blackie mantenga esta formación, pues estuvieron inmensos cada uno su instrumento, y bien integrados.

En resumen fue un gran concierto, muy corto (más corto de lo previsto) pero intenso y en el que público y grupo se lo pasaron bien en una sala que fue un horno tanto por el calor agobiante de la sala como por el calor que el público les transmitió, con la pega de un sonido correcto pero no bueno, y el sabor agridulce de un set list en el que cayó el esperado medley acústico de Blackie.

Texto y Fotos: Hèctor Prat (Piece Of Metal)

Para ver las fotos a mayor tamaño, pinchar sobre ellas.


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