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WASP – The Neon God: part 1 – The Rise

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Y ya van once discos con este. Desde aquel primer e incendiario primer trabajo homónimo, Blackie siempre se ha valido de la provocación y la rebeldía para conseguir un poco de notoriedad, que de otra forma, le hubiera sido más difícil conseguir, todo vale para vender el producto. Ese punto de macarrilla aún lo sigue conservando, claro está, pero su pólvora se va mojando por momentos. En los tiempos que corren, es cada vez más difícil vender una imagen que sea creíble, y a estas alturas nadie puede pensar que los moralistas americanos y sus integristas religiosos lame sacros van a coger a Blackie como punto de mira de sus iras.

Después de una serie de clásicos, y de una ruptura con el pasado, volvió a la palestra, a su casa con «Helldorado», intentando volver en cierta medida a un pasado ya lejano. Ahora nuevamente, intenta retomar los viejos tiempos, con una obra conceptual, aún a riesgo de que sea comparada con su mejor trabajo hasta la fecha, «The Crimsom Idol». «The Neon God», es una obra dividida en dos partes, y esta es la primera, «The Rise»; la segunda parece ser que será lanzada después del verano. En esta primera parte, se nos narra la historia de un niño huérfano, y sus pensamientos y tribulaciones en una
vida llena de abusos y de tristeza, que a medida que va creciendo, se va dando cuenta de que tiene el poder de leer el pensamiento y manipular a la gente,
llegando a convertirse,(eso ya en la segunda parte), en el nuevo mesías del siglo XXI.

En esta ocasión, ha repetido formación, a la guitarra solista Darrel Roberts, el cual ha sido encomiado a que emule el trabajo del fugado y expulsado Holmes. La base está formada por el competente Frankie Banalli a la batería y Mike Duda al bajo, al cual se le ha otorgado un protagonismo especial. También comentar, que el sonido de la batería, tiene muchas similitudes con la registrada en «Crimson Idol», con la utilización de dos kits al mismo tiempo, formando una muralla intraspasable, ha colaborado para dar ese toque un tal Stet Howland.

En lo que son los temas en si, pues comentar que tenemos 14 cortes de muy diversa índole, decir que no entran a la primera, y que la impresión que da, es que ha querido en momentos puntuales conseguir la frescura de antaño, pero añadiendo la ambientación de
sus trabajos más recientes. «Overture», la intro que va in crescendo poco a poco, nos hará recordar el inicio brutal de «The Crimson Idol» (me imagino que las comparativas con este disco son más que inevitables, y no solo por que ambas sean historias conceptuales, su sonido y atmósfera tienen también muchas similitudes), con esas dos baterías a todo trapo, y esos toques de teclado que le dan un aire más añejo.
Buen aperitivo. Empalmamos en el sentido no fálico de la expresión con «Why Am I Here», pequeño corte de poco más de 30 segundos, que sirve únicamente para que el protagonista de la historia, le pregunte a Dios que leches hace aquí. La voz de Blackie hace aparición, quejosa, cargada de dolor y de lamento. «Wishing Well», directa, con un bajo con un sonido y estilo calcado al de Geezer Butler (la obra de arte atemporal «Heaven And Hell» ha sido una buena fuente de inspiración para Blackie en este trabajo), y una voz visceral que se va asomando tímidamente para mostrar sus credenciales en plan bruto. Fantásticas las dos caras vocales del señor Lawless

«Sister Sadie (And The Black Habits)», donde se relata como una dulce monjita le propinaba castigos a Jesse (el protagonista), en el orfanato. La lírica no está cargada de fucks y de shits, es un aspecto que se ha trabajado mucho, Blackie ya no tiene edad para esas cosas. Casi mejor. Es el tema más extenso del trabajo, con casi 8 minutos, muy potente, con dos partes bien diferenciadas, una más salvaje, y al final con una más melódica, con un solo final realmente bueno, aunque con un sonido demasiado sucio para mi gusto. Y después del solo, un guiño al omnipresente ídolo carmesí, con un final que hará recordar al final de «Murders In Rue Morgue».

«The Rise», son 3 minutos que sirven para que Jesse levante un poco la cabeza, Blackie se alza amenazante en un medio tiempo lleno de brutalidad en las voces, ese tono tan característico es marca de la casa. «Why I Am Nothing» es otro interludio, este de apenas un minutejo, que da entrada a «Asylim #9», otro potente corte, con un estribillo muy añejo, recordando su pasado más bestia, donde la guitarra de Darel tiene buena dosis de protagonismo. «The Red Room Of The Rising Sun», tiene una batería que no acaba de encajar. Es un corte bastante psicodélico que no pega demasiado con lo que debería ser WASP, eso sin olvidar que el tema es bastante mediocre.

«What I’ll Never Find», por contra, es una balada sensacional, sentida, emotiva, con unas melodías vocales de órdago. Las instrumentaciones iniciales van siendo poco a poco sustituidas por suaves guitarras, que a medida que avanza el minutaje, se van haciendo más agresivas y desgarradas. De lo mejor del disco (vaya, y tiene que ser una balada). «Someone To Love Me», es otra intro que da paso a «X.T.C. Riders», un tema muy sencillito y rítmico, con una batería repetitiva. Aquí los viejos tiempos se dan un hartón de recuerdos.

Llegamos a la parte final, con otra intro de menos de un minuto, que sirve de explicación o para enlazar, «Me & The Devil», es una repetición del mismo título, y «The Running Man» vuelve a recordar a…. ¿a que no lo sabéis?…… NO, no recuerda a Stryper, JA! Otro corte brutal a doble batería en plan «The Crimson Idol». El cierre corre a cargo de la balada «The Raging Storm», que a todos os recordará irremediablemente a «Sleeping In The Fire», con un final con grito falsete espeluznante.

El sonido, mmmm, ciertamente, WASP es una banda con discos mejores, y algunos peores, sin contar algunos lamentables, pero nunca han tenido un sonido bueno, siempre le ha faltado algo, o se ha querido dar demasiada preponderancia a la voz, tapando al resto de instrumentos. Y este trabajo no iba a ser menos, el sonido es fresco, y muy agresivo, pero no es todo lo bueno que cabría esperar. Los temas, pues hay de todo un poco, un inicio muy fuerte con una segunda parte más calmada, con lugar a un par de baladas. A la primera escucha me decepcionó bastante, pero a medida que le voy dand oportunidades voy cayendo en sus redes. Creo que de la misma forma que ocurría en «The Crimsom Idol», es bastante importante el ir siguiendo la historia, para adentrarse un poco más en la idiosincrasia de cada tema. Buen disco, esperemos que el segundo siga la misma senda.

Álex Sánchez
alex_sanchez@rafabasa.com

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